Partida Rol por web

Yurev sonrió con lástima.

-No me extraña que hayas oído otra cosa, habida cuenta lo que mora en las profundidades de Delhi, hablando a los que quieren escuchar. -Miró intrigado a su guardián-. ¿Nunca escuchaste nada raro de Anand o Jamir? ¿Nunca te hablaron de algo... extraño? 

El guardia dejó pasar unos segundos. Parecía preguntarse hasta qué límite podía confraternizar con el prisionero.

-Oh, sí -dijo al fin-. Anand no tardaba en sermonear a cualquiera que aguantara para escuchar lo sufciente. Hablaba de dimensiones, criaturas extrañas, cosas así... En realidad, creo que salvo Yamir y alguno más nadie le tomaba muy en serio...

Yurev arqueó la ceja y sonrió, fingiendo satisfacción ante lo que parecía evidente a ojos de los dos.

-¿Y de verdad crees que las ideas de Anand eran totalmente suyas? Seguro que escuchaste de él cosas a las que te costaría encontrar sentido alguno... Ese tipo de ideas son difícilmente imaginables por mentes como las nuestras, a no ser que alguien te las comunique. "Alguien” no sé si me entiendes... Por lo visto Delhi ha ofrecido multitud de oídos gustosos, y cuando llega alguien dispuesto a destapar la oscuridad bajo lo que veis, pues acaba en prisión. Qué le vamos a hacer; suerte con los próximos profetas. 

-Qué quieres decir? -le interpeló el guardia-. Por lo que dicen eras tú el más interesado en esas ideas y se habla de que incluso llegaste a matar por ellas.

-Dime, ¿no crees que miradas obtusas... o interesadas han podido haceros creer que el cazador que preguntaba por los lobos era en realidad amigo de los lobos? -Yurev meneó la cabeza-. Al final las mentiras y verdades se entrelazan de tal manera que es difícil discernir... ¿qué puedo decir? ¿Qué sentido tendría que viniera desde el occidente buscando un conocimiento oscuro para matar a aquellos que me tendrían que introducir en él? ¿No tiene más sentido pensar que venía preguntando por él para encontrar a quienes oscurecían vuestras noches, hermano?

-Lo que dices tiene sentido -le respondió el guardia-. Pero si lo que dices es verdad o no, eso no me corresponde a mi decidirlo. Tendrás que convencer al Tribunal.

-Entiendo tu posición, ¿pero no crees que ya me han condenado? En ese caso quizás estéis encarcelando al único que podría ayudaros con... vuestro problema. ¿Se trata esto de justicia o de tapar los trapos sucios de quienes manipulan la ciudad?

-Todo depende del Tribunal. El Tribunal nunca prejuzga. -respondió el guardia-. Te daré un consejo. Convence a la niña. Su opinión puede ser decisiva.

Yurev arqueó una ceja con resignación.

De acuerdo... la niña.

En el interior de la celda, Yurev sintió la salida del sol y cayó en el sueño de Caín.

Yurev despertó de nuevo en la celda. No tuvo que esperar mucho hasta que dos hombres abrieron la puerta. Reconoció a uno de ellos de entre el grupo que lo había acusado la noche anterior. Lo condujeron por el subterráneo de la plaza hasta una sala de gran tamaño, que albergaba una gran mesa de madera en uno de los lados y unas gradas de piedra en el otro. Tras la mesa esperaba sentado un solo hombre de aspecto hindú.

Poco a poco, otros Vástagos fueron llegando hasta que llenaron las gradas. Entonces el hombre tras la mesa habló.

-Buenas noches a todos los presentes -habló el hombre-. Bienvenidos a esta sesión de urgencia del Tribunal de los Mil Ojos. Estamos todos listos, sí. Se declara abierta la sesión. Yurev Krecenko, habéis sido acusado de causar la Muerte Definitiva de al menos dos importantes miembros de nuestra comunidad. ¿Qué decís al respecto?

Yurev miró con atención en derredor con esperanza de encontrar algo parecido a una niña y, ya de paso, calibrar el perfil de la audiencia y su actitud hacia él. En cuanto el anciano terminó su exposición volvió la vista y meneó la cabeza con disgusto.

-Al respecto he de decir que afirmar semejante cosa es, cuando menos, falso. Me temo que soy víctima de un malentendido, si no de una vil argucia para hacer morir conmigo un oscuro peligro que habita en esta ciudad y ante el que parecéis ciegos -Yurev se permitió una sonrisa-. Pero dejando a un lado la poesía os diré que nadie sabe a ciencia cierta de qué acusarme, pues me encontré con varios vástagos en la puerta del refugio de Anand antes de ingresar y hacer el terrible descubrimiento, y quienes dieron conmigo después del incendio lo hicieron después de que las llamas consumieran el refugio, es decir, nadie vio nada de lo que supone que se me acusa. Reconozco lo que parece a la vista de cualquiera, pero lo que las cosas son suele diferir de lo que parecen... así lo he aprendido en mis viajes.

-Hay certeza en lo que decís y ... -comenzó a decir el hombre.

-Si se me permite intervenir -continuó, hablando. De repente su voz había cambiado. Tenía un todo más agudo, joven y un marcado acento francés-. Estuvisteis en el refugio de Anand la noche anterior, ce n’est pa vrei? Y nadie volvió a ver a Anand la noche siguiente. Volvisteis al refugio con Yamir y luego hubo un fuego del que solo vos escapasteis. Podéis decirnos entonces qué sucedió según vuestra versión, s'il vous plaît?

Yurev arqueó una ceja, sorprendido ante el nuevo interviniente en la conversación. Enseguida volvió a centrarse en el negocio que se traía entre manos.

-No es del todo exacto lo que comentáis... ¿señor? Yo estuve con Anand y me citó en su refugio para hablarme de ciertas... cuestiones. Lamentablemente me retrasé más de lo que hubiera querido, pero Delhi me atrapó con la belleza de su noche, y cuando por fin acudí al refugio de Anand me encontré con Daniela y un tercer compañero que iban en busca de Anand para cazar. Como no respondía a la llamada, y pareciéndome más interesante las nuevas perspectivas de la noche -añadió con una cálida sonrisa-., acompañé a Daniela para alimentarme. Al regreso de nuestra expedición volvimos al refugio para comprobar que Anand había regresado; como volvió a respondernos el silencio nos preocupamos y entramos por la fuerza. Fue entonces cuando encontramos tan terrible hallazgo -terminó de relatar con gesto apesadumbrado-. No obstante, entiendo que quien no asistiera a estos sucesos tan solo vea a un recién llegado que marchó solo al encuentro de Anand.

Posteriormente, por recomendación de Daniela, hablé con Jamir, con quien acudí al refugio de Anand con la esperanza de que su conocimiento del malogrado sirviera para entender lo sucedido. Estábamos él y yo solo y él no está para negar o corroborar mis palabras, pero os diré lo que sucedió: comenzó a interrogarme con mayor vehemencia sobre lo que me había dicho Anand pese a que le dije que nunca llegué a entrevistarme con él. Pensé en un principio que su agresividad era consecuencia de sus sospechas hacia mí por la muerte de su amigo, pero luego pude ver que lo que más le preocupaba era que Anand me hubiera hecho partícipe de las cuestiones que ellos dos trataban. Finalmente Jamir me atacó y en mi lucha por escapar el fuego se precipitó sobre tela, madera y carne. Yo logré escapar por los pelos.

La voz de una mujer mayor salió de la garganta del anciano tras la mesa.

-Y qué cuestiones son esas que tanto preocupaban a Yamir?

Yurev se encogió de hombros.

-Ojalá lo supiera, me temo que los asuntos que se traían entre manos quedaron entre ellos dos. No obstante -añadió Yurev sabedor de que sus interrogadores necesitaban algo que morder-, de las palabras de Jamir creí deducir cierto resentimiento hacia los antiguos, cierta sensación de que esperaban aliados u oportunidades para cambiar el estado actual de las cosas. 

-Cambiar el estado actual de las cosas... -dijo la voz femenina-. Y cómo pretendían hacerlo?