Partida Rol por web

Se alegró de ver Hákon, al menos alguien había sobrevivido, pero es algo que nunca admitiría. De momento, le pareció prudente permanecer oculto. Así que, aprovechando la sombra que proyectaba la esquina del callejón, desapareció de la vista. 

El Assamita intentó concentra el poder de las sombras a su alrededor y supo que había fallado. De alguna forma no podía utilizar su don.

Ambos salieron de la casa y se encaminaron al faro.

-Es extraño -dijo Thomas-. Parece como si alguien hubiera influido en su mente además de mí, pero, salvo que hablemos de otra cosa o de un Vástago con poderes más allá de los nuestros, para eso tendría que haber tenido acceso al muchacho. Quizás se trate de ese tal Lope. Nunca deberíamos haber confiado en alguien tan cercano a los Giovanni.

Valoró sus palabras un momento, pero terminó por negar.

-¿Tú crees que nadie podría confundir a Lope con un ángel? No, no creo que fuera él... -Guardó silencio un instante-. En aquel pueblo del que tuvimos que salir huyendo, el Baali que lo señoreaba no era desconocido. Era el Chiquillo de aquel al que... mataste hace tiempo. Tomó prisioneros al chico y al capitán. Creo que tal vez fuera él quien se lo ordenara.

Él guardó silencio un rato mientras digería las palabras de Rosalía. No le gustaba volver los escasos recuerdos del enfrentamiento con el Baali, pues eso le hacía cuestionarse sobre la posibilidad de que el haberlo consumido por entero afectara a su propia conducta. Aquello, unido a la forma en que su propia Sire había manipulado su memoria le hacía dudar de sus propios actos más veces de las que admitiría. Al pensar en eso, entendió mejor el motivo por el que ella le había pedido que la Vinculara y le hizo preguntarse si no debería él insistir en la idea de hacer recíproco ese Vínculo como la mejor garantía de que él tampoco haría nada que pudiera dañarla. Se dijo que lo pensaría más adelante.

-Siento no haber estado... en condiciones de ayudaros con el Baali. Aunque ya no me sorprende que te desenvuelvas tan bien en estas situaciones -le sonrió-. Si es como dices con suerte nos dará por muertos.

Sus palabras le hicieron caer en la cuenta de que tal vez alguno de sus compañeros sí estuviera muerto, aunque de todo ellos estaba seguro de que Hákon era el que más opciones tenía de sobrevivir.

Conforme hablaban, de fueron acercando al barco, cuya entrada se veía ya a poca distancia sobre un risco que cortaba la costa.

No estaba convencida de que hubiera sido el Baali quien manipulara al chico, pero no se sentía capaz de reflexionar sobre tantas cosas a la vez. Y tenía algo más importante que hacer. Observó el faro y detuvo sus pasos. Llevó la mano a la manga bajo la que ocultaba el pliego y miró a Thomas.

-Entraré sola -dijo-. Tú busca a Hákon y a Fatima. Si se hace tarde, volveremos a vernos en la fonda; es probable que ese hombre se compadezca de nosotros una vez más.

No se había convertido en uno con las sombras como había hecho cientos de veces. Se quedó estupefacto, algo estaba ocurriendo, era la primera vez que le ocurría algo como eso. Quizá le habían hecho algo mientras dormía. No, se habría dado cuenta.

Algo nervioso, intentó hacer memoria para ver si podía recordar si le había pasado lo mismo a algún vampiro alguna vez. Cuál podría ser la causa de semejante bloqueo.

Mientras tanto, tuvo que conformarse con permanecer oculto tras la esquina.

Definitivamente algo externo parecía estar afectando a sus poderes, pero era tantos lo seres oscuros que poblaban el mundo que identificar la causa exacta sin más datos se hacía imposible.

Mientras, en la plaza, Hákon parecía estar hablando con los lugareños acerca de si habían encontrado a más supervivientes del barco.

-No -le dijo Thomas dejando de andar-. Sólo sé de ese pergamino lo que te he oído decir a ti y a ese Mago. Entiendo lo que Cayo Marco significa para ti y sé que crees que tienes que hacer esto sola, pero no puedo dejar que lo hagas. No me malinterpretes. No quiero decir que no crea que eres capaz. Es simplemente que si te dejara adentrarte sola en tratos con eso Magi y te sucediera algo, no podría perdonármelo. Es puro egoísmo. Nuestros dones no funcionan, ni siquiera podrías llamarme si necesitaras ayuda. Es demasiado arriesgado.

Sonrió agradecida, pero negó con la cabeza.

-Ya estoy en tratos con los magi, Thomas. Lo que quiero es precisamente que no me consideren una amenaza. Si me acompañaras, no se sentirían tan seguros. No va a pasarme nada. -Lo miró a los ojos para demostrarle cuán segura estaba de lo que decía-. Me ayudarás más si cuando salga de aquí te encuentro en compañía de Hákon.

-No me gusta -respondió Thomas-. Pero es tu decisión. Ten cuidado.

Thomas dio la vuelta y se marchó con andar lento.

La Toreador subió hasta llegar a la puerta del faro. 

Vio alejarse al Ventrue temiendo haberlo ofendido de alguna forma. No quería molestarle ni preocuparle, pero tampoco quería dejarse llevar y comenzar a necesitarlo en cada paso.

Una vez ante la puerta, tomó aire para dejar escapar un largo suspiro y llamó con los nudillos.

Parecía que los lugareños querían ayudar, pero no se fiaba de ellos ni de aquel lugar. Aquella zona parecía estar infestada de poblados y cultos con intenciones cada vez peores, así que se mantuvo al margen, de momento.

Salió un poco de su escondite para que Hákon le viera y supiera que había sobrevivido, pero le hizo un gesto con el dedo índice hacia arriba y haciendo un pequeño círculo con la mano para que entendiera que quería echar un vistazo por la zona sin llamar la atención. Que nadie se enterara de que andaba por allí.

Aguardó tras los golpes más del tiempo prudencial que haría falta para que le abrieran y nadie bajo a atenderla. Levantó la vista y vio una ventana circular abierta a la quizás podría llegar trepando.

Lo valoró por un momento, pero rechazó la posibilidad. No treparía como un vulgar ladrón, porque no estaba en su naturaleza y porque podría causar una impresión equivocada en el mago.

Volvió a llamar, esta vez con el puño, y alzó la voz hacia la ventana.

-¡Dorian Vasileiou, estoy aquí de parte de Giacco Vinieri!

-¿Quién está armando ese escándalo? -escuchó a través de la puerta.

Tras el sonido de la cerradura girando, la puerta se entreabrió y asomó la cabeza un hombre calvo, de corta estatura y con barba cana. Por su expresión, desde luego no esperaba encontrar ahí a alguien como ella.

-¿A quién decís que buscáis, muchacha?

Casi rezó por que ese hombre no fuera quien tenía que descifrar el pergamino.

-Dorian Vasileiou -respondió con su mejor sonrisa-. Le traigo un mensaje.

-¿Quién? Muchacha, no sé qué habéis bebido pero esto es un faro y aquí sólo vive el farero, es decir, yo. Marchad a casa. La noche no es lugar para una niña.

Ante su respuesta ella trató de concentrarse en aquella sensación que la guiaba. La sintió un tanto intermitente al principio, pero fue volviéndose más intensa hasta impelerle a llegar a lo más alto del faro.

Miró de hito en hito al anciano, preguntándose si la estaba engañando... o alguien lo estaba engañando a él.

Tenía claro que no se iría sin más. Necesitaba conocer el contenido del pergamino. No había otorgado su favor a Giacco, interrumpido su viaje y naufragado en aquel poblacho donde era menos que una mortal para darse la vuelta sin más.

-Sin duda tendréis a bien acoger a una muchacha desamparada, buen señor -dijo ingresando de pronto. Su mirada buscó las escaleras y se dirigió hacia ellas-. Es de noche y no tengo dónde dormir. No os molestaré -continuó hablando sin volverse hacia el anciano. Que intentara perseguirla escaleras arriba, si quería.