Partida Rol por web

-Un barco que lleva telas y orfebrería. Parte mañana directo a Londres pero podemos embarcar ya -respondió-. Diez maravedíes ahora y diez al llegar. Rodrigo y Oana, sois mis criados -añadió sin detenerse a observar el gesto de la Chiquilla-. Thomas, tú eres un enviado de mi prometido inglés que ha de velar por mi virtud. El capitán nos espera.

-Veinte maravedíes es bastante caro -reprochó la Chiquilla.

-¿Sí? -preguntó el Ventrue, quien no tenía mucha referencia sobre la moneda en curso-. Bueno, si nos llevan a Londres con prontitud y tranquilidad bien pueden valerlos.

La cuadrilla se acercó al embarcadero y tras hablar con el Capitán, Oana adelantó la mitad convenida del precio.

-Capitán -le dijo Thomas captando su mirada al darle la mano-. Habéis de velar por todos nosotros y hacer cuanto se os pida. Nos cobijaremos en los camarotes cerrados durante el día, pues no deseamos mezclarnos con la tripulación y bajo ninguna circunstancia habréis de molestarnos.

El Capitán Santos asintió convencido. 

-Así que debo velar por tu virtud... -le susurró luego a Rosalía con media sonrisa mientra la ayudaba a cruzar la pasarela hasta cubierta.

Ignoró el comentario de Oana, pues poco le importaba el dinero cuando no era suyo, y los condujo al lugar de los muelles donde esperaba el navío.

-No sabe mi pobre prometido lo que ha hecho, ¿verdad? -respondió al comentario del sajón devolviéndole la media sonrisa.

Una vez en cubierta dejó que el capitán los llevara hasta el camarote.

El Capitán los condujo hasta sus distintas dependencias. Camarotes modestos y funcionales con poco más que un jergón y un cofre en cada uno.

El navío levó anclas y zarpó por el mar tenebroso con la velas enchidas de brisa nocturna. 

Siguiendo la directrices de Thomas el Capitán, subyugado por entero a su voluntad, ordenó detener la carabela en el puerto de Saint-Malo. Llevaban tres días de viaje era necesario que se Alimentaran.

Con aún tres días de viaje, todos regresaron al barco y durante el día una viaje presencia visitó los sueños de Rosalía...

Entre la neblina de su agitada mente se formó el rostro de su Sire, quien la habló desde sus Sueños.

-¿Cómo te encuentras, mi bella flor?

-¡Marco! -respondió temiendo creer del todo que fuera él y no un cruel sueño engañoso-. ¿De verdad eres tú? ¿Estás vivo? ¿Dónde estás? Me dijeron... Pero no recuerdo... -incluso hablando a través de la mente fue incapaz de continuar, y de pronto sólo deseo encontrarse allí donde estuviera él, correr a sus brazos y sentirse como aquellos primeros años...

-Estoy bien, Chiquilla- aseguró con su porte tranquilo. Por mucho que ella trataba de acercarse él seguía siempre a la misma distancia-. No has de temer por mí... Eres tú quien corre peligro. Lo he notado. ¿Dónde estás? ¿Hacia dónde viajas y con quién? Te siento distante.... He percibido la traición entre uno de los que te acompañan.

-Voy camino de Inglaterra... Me acompañan Thomas Daister y su Chiquilla -guardó silencio un instante-. Es ella. Lo percibí hace algunas noches, me odia, pero no es sólo eso... -que Oana estuviera traicionándoles la preocupaba, pero era tal el alivio al saber que Marco estaba vivo que la preocupación no logró oscurecer su corazón-. Pero dime dónde estás tú... Quiero verte. He sabido que en Roma me acusaron de... Pero estás vivo -¿por qué entonces no apareció para desmentir la acusación?-. ¿Qué ocurrió, Marco? He olvidado muchas cosas...

-Estoy bien -dijo al tiempo que su imagen comenzaba a difuminarse-. Volveremos a vernos. Te lo prometo... No confíes en nadie... No confíes en nadie... No confíes en Thomas Daister...

Y Rosalía despertó en la nueva noche...

-¡No, no, no...! -gritó llamándolo y negándose a despertar-. ¡Espera!

Pero su imagen desapareció, y por mucho que aguardó con los ojos cerrados no volvió a aparecer.

Se llevó las manos al rostro y suspiró. ¿Por qué le hablaba Marco de pronto? ¿Por qué ahora? ¿Por qué la advertía contra Thomas? Él no podía ser el traidor. Era Oana, por supuesto que era Oana. Aquella sonrisa...

Pero supo que las palabras de su Sire habían entrado ya en su mente, y que como un gusano irían alimentándose y creciendo con dudas y temores, royendo y royendo más y más profundo. No podía dejar que ocurriera, no quería desconfiar de Thomas.

Se levantó, se vistió apresuradamente y se dirigió al camarote del Ventrue.

Rosalía irrumpió en el camarote del Sajón cuando éste apenas había comenzado a despertar.

-¿Qué sucede? -dijo algo incorporándose algo sobresaltado-. 

Por tu cara no vienes a repetir...

Entró, se aseguró de que la puerta quedaba bien cerrada y observó al sajón en silencio antes de comenzar.

-He hablado con Cayo Marco. Está vivo -dijo sin percatarse de la sonrisa que afloraba a sus labios, aunque pronto su gesto recuperó la seriedad-. Me ha advertido de algo... De una traición. Yo he hablado de Oana pero él ha dicho tu nombre. ¿Por qué ha dicho tu nombre, Thomas?

Aquella pregunta no sonaba a acusación, sino a una necesidad desesperada de respuesta.

-Espera. ¿Cayo Marco tu Sire? ¿Está aquí... en el barco? - preguntó con sincera extrañeza.

-No, no, me ha hablado a través del sueño -respondió impaciente-. ¿Por qué ha dicho tu nombre?

-¿Mi nombre? ¿Como traidor?... Rosalía -dijo mirándola a los ojos-. Tú sabes que moriría antes de traicionarte. ¿Estás segura de que no era un sueño?... ¿Estás segura de que era él quién te hablaba...? 

-Era él -afirmó rotundamente. No quería volver a dudar si estaba vivo o muerto. No quería ni planteárselo siquiera-. Y no ha sido un sueño... -relajó los hombros, suspiró y se sentó en el lecho-. No voy a desconfiar de ti, Thomas, pero si no eres tú... -lo miró a los ojos-. Es Oana.

Thomas la contempló y bajó la vista.

-Sólo digo que quizás- dudó un instante. No quería insinuar que alguien pudiera estar jugando con sus mentes otra vez pero...- ¿Qué te dijo? ¿Qué le contaste? Si crees que Oana va a traicionarnos entonces ahora lo sabemos y estaremos preparados. Si Elizabeth consigue devolvernos los recuerdos sabremos de verdad a qué nos enfrentamos. 

-Era él -insistió casi molesta-. Le he contado que estábamos viajando hacia Inglaterra, nada más... -guardó silencio. ¿Por qué Marco no le había dicho dónde estaba? ¿Por qué no la salvó de aquel juicio en Roma si seguía vivo? ¿Por qué había contactado con ella de esa manera, de pronto, ahora?-. Quiero mis recuerdos -dijo de pronto llevándose una mano a la frente-. Los necesito.

-Los recuperaremos -dijo pasando su brazo sobre el hombro de ella para ofrecerle consuelo. Su voz retumbaba con la fuerza del convencimiento-. Te lo prometo. Nadie podrá detenernos.