Germán aguardaba impaciente ante la puerta de la habitación. Al ver aparecer a Rosalía su rostro mostró la alegría y se lanzó a sus brazos.
-Estos instantes me han parecido Siglos.
-Chsss... -susurró poniéndole un dedo sobre los labios-. Abre la puerta y entremos antes de que alguien nos vea. Lo que deseo hacerte no puedo hacerlo en un pasillo -añadió en un nuevo susurro aún más suave.
Motivo: Autocontrol Thomas (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 9, 8, 4, 2
Éxitos: 2
Motivo: Autocontrol Thomas (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 3, 9, 10, 3
Dados repetidos: 10, 3
Éxitos: 3
Gasto FV
Cuando Germán escuchó aquellas palabras se tomó a Rosalía por la cintura y la elevó sin dejar de besarla mientras entraban a la alcoba. Las velas lucían encendidas de antemano. Era una habitación de invitados simple pero elegante, con un armario, un arcón, un escritorio y una cama con sábanas y dosel de color grana.
-Pareces muy joven -alcanzó a decir el mortal entre labios-. ¿Cómo es que eres tan decidida, Ysabell?
-Mmm... Porque soy muy joven -murmuró con una risilla volviendo a besarlo y comenzando a desanudarle el jubón. Cuando ya casi había terminado se detuvo de pronto, sonrió y se alejó de él para dejarse caer sobre el lecho.
Germán movió la cabeza de un lado al otro sonriendo mientras se acercaba a la cama terminando de desvestirse y con desenfrenada pasión arrancó el vestido de la Toreador sin dejar de acariciarla. Parecía un amante mucho más rudo y pasional que el mortal del que se Alimentara en Tolerdo.
-La suavidad de tu piel es difícil de creer -murmuró mientras sus manos recorrían afanosamente el cuerpo de la vampira.
Rosalía no respondió a ese comentario. Como si ni siquiera lo hubiera escuchado lo besó de nuevo con desenfreno y comenzó a recorrer con los labios el rostro y el cuello de Germán. Sin querer esperar más descubrió sus colmillos y los hundió en su garganta.
Cerró los ojos y se deleitó en el sabor de su sangre, pero antes de que la Bestia llegara a apoderarse de sus sentidos retrajo los colmillos y le lamió la herida. Comprobó que había quedado adormilado y sin hacer ruido se incorporó, se vistió, le anudó de nuevo el jubón y lo dejó allí acostado, como si el vino le hubiera jugado una mala pasada.
Abrió levemente la puerta y comprobó que no había nadie en el pasillo.
Motivo: Autocontrol (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 2, 10, 5, 9
Dados repetidos: 9
Éxitos: 3
Motivo: Autocontrol (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 7, 8, 10, 5
Dados repetidos: 7
Éxitos: 4
Al salir al asomarse al pasillo vio a Thomas esperar en un recodo.
-¿Todo bien? -le preguntó-. El cuello de tu vestido... está un poco descosido.
Rosalía se encogió de hombros con una significativa sonrisa y se arregló la melena de forma que ocultar el descosido.
-¿Perfectamente, y tú? -respondió retomando el paso hacia las escaleras-. Si has terminado deberíamos marcharnos. Me encantaría quedarme hasta el final de la fiesta pero Oana nos espera para partir.
-Perfectamente. Cuesta creer que llevara más de un Siglo de hacer esto... Lo echaba terriblemente de menos sin saberlo -dijo mientras la acompañaba-. Es una lástima que quieras irte ya. He sabido que los músicos acompañarán un baile popular, donde los plebeyos podemos participar. Había confiado en que la Señorita D'Albors tuviera a bien compartirlo con su fiel y abnegado sirviente -sugirió con una sonrisa-. Carpe Noctem.
Al llegar al pie de las escaleras, Rosalía lo miró de soslayo con una sonrisa sostenida.
-De acuerdo, ¿Por qué no? -no iba a preocuparse ella por la Chiquilla de otro-. Un último baile.
Cuando llegaron al salón Thomas se dirigió a hablar con los músicos, pidiendo a Rosalía que aguardara en el centro del salón. Los músico tocaron unos primeros acorde y Emilio anunció que el baile popular iba a tener lugar. El Ventrue entrelazó sus manos con las de ella con los brazos sostenidos hacia arriba.
La melodía era conocida a oídos de la Toreador, pues era similar a las provenzales que alguna vez había bailado antes del Sueño. Durante la canción completa se cambiaba dos veces de pareja, bailando en círculos, para regresar a la posición inicial. La música terminó y Thomas permaneció mirándola a los ojos y sin poder contenerse se acercó más a ella.
Motivo: Destreza+Interpretación (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 6, 2, 8, 6, 3
Éxitos: 3
Motivo: Autocontrol (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 1, 5, 1, 7
Éxitos: -1 Fallo
Gasto Fuerza de Voluntad para ignorar penalizaciones por heridas durante el baile.
Motivo: Bailar (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (10 dados): 9, 9, 1, 7, 6, 9, 8, 5, 2, 9
Éxitos: 6
Thomas se acercó a menos de un palmo. Sus intenciones aunque no claras del todo, parecían encaminarse a buscar los labios de Rosalía con los suyos propios. Víctima de la excitación de la Caza o del desconcierto de haber vuelto a la vida, el Ventrue iba a llevar a cabo una acción que podía poner en cuestión su particular mascarada.
-Señorita D'Albors -la llamó un lacayo a su espalda asesinando el momento-. El Señor de Barbastro me pide que le ofrezca esta copa -dijo mostrando un elegante recipiente de cristal italiano con un rojizo elixir en su interior. El oferente parecía ser el Vampiro que Rosalía había visto hablando con Emilio-. Le gustaría conocerla.
-Thomas, no... -acertó a murmurar para advertir al Ventrue antes de que la voz del criado la hiciera volverse. Con una sonrisa aceptó la copa y asintió al siervo.
-Llevadme con él -dijo girándose un instante hacia Thomas antes de seguir al criado.
Thomas pareció bastante desconcertado al ver a Rosalía alejarse. Después lo perdió de vista.
El criado la condujo hasta Emilio y su misterioso contertulio.
-Ysabel D'Albors os presento a Arturo de Barbastro, sabio, filósofo y amante de los Clásico además de amigo y mentor.
-Un placer -dijo besando el dorso de la mano derecha de Rosalía-. Exageráis, mi buen Emilio, sin duda os puede la amistad al criterio. Conversemos a solar, Señorita D'Albros. Contadme qué os trae por la villa.
Rosalía se inclinó ligeramente ante él y le sonrió con sinceridad. La definición que Emilio había dado del Vástago le recordó enormemente a Cayo Marco, y quizás por eso se sintió inclinada a simpatizar con él. Además, aun a pesar de su aspecto maduro conservaba cierto atractivo.
-Os sigo -aceptó acompañarle para hablar con algo más de intimidad-. Vine a Zaragoza por unos asuntos que afortunadamente ya han sido zanjados, y por desgracia he de partir esta misma noche. Lo lamento, pues en verdad me agrada esta ciudad. ¿Y vos? ¿Residís aquí o también estáis de paso, si puedo preguntaros?
Los Cainitas caminaron hasta un rincón apartado dentro del mismo salón.
-Residí aquí largo tiempo, mas por motivos ajenos a mis deseos me vi obligado a marcharme. Regresé hace poco más de un año... Decidme. ¿Es Ysabel D'Albros vuestro verdadero nombre? Me recordáis a otra persona.
Por unos instantes lo miró a los ojos, dudando si sincerarse o no.
-No, la verdad es que no -respondió por fin, decidida por alguna razón a confiar en él-. Soy Ysabel d'Albors desde hace apenas unas horas. Me llamo Rosalía Caeiro -dijo atenta a su expresión para tratar de averiguar si la había conocido en otro tiempo, a ella o a su nombre.