Partida Rol por web

La Larga Búsqueda: In Vitae Veritas

Roma Nocturna

Cargando editor
03/04/2014, 10:49
Rosalía Caeiro

Inclinó el rostro para sentir aún más la caricia de Massimo, pero negó con la cabeza.

-Es demasiado complicado y no soportaría que te arriesgaras. Éste es tu lugar, te has forjado un nombre y una reputación; si me ayudaras probablemente los perderías. Me basta con que creas en mi inocencia -volvió a mirarlo a los ojos con intensidad durante largos instantes, pero después dio un paso atrás-. Ahora haz lo que se te ha encargado: interrógame. Seré sincera contigo.

Cargando editor
03/04/2014, 11:19
Massimo

Su Chiquillo meditó un instante las palabras de Rosalía y en su interior parecía haber adoptado una decisión.

-Muy bien. ¿Por qué habéis vuelto a Roma a pesar de vuestra situación?

Cargando editor
03/04/2014, 11:22
Rosalía Caeiro

Rosalía se dio un momento antes de contestar. Era lo que ella quería, pero resultaba doloroso ver que Massimo aceptaba tan fácilmente el destino que la aguardaba.

-He vuelto persiguiendo a Thomas Daister -dijo por fin-. Engañado y manipulado por Mithras, va en busca de una reliquia que todo el mundo ambiciona. Por ella perdí mis recuerdos, por ella los Tremere urdieron mi condena aquí en Roma y por ella he sufrido la traición de Thomas Daister -apretó los dientes y desvió la vista-. Yo no la quiero. Todo lo que deseaba era librarme de su maldición, pero no lo he conseguido y aquí estoy. Escúchame, Massimo, por tu bien: aléjate de todo lo que tenga que ver con la Corona de Constantino y los Clavos de Cristo. Huye de ellos como de la peste, o tu vida se verá condicionada de tal manera que dejará de pertenecerte.

Cargando editor
03/04/2014, 11:38
Massimo

-¿Es eso tal y como decís? Parece encajar. Thomas Daister se presentó ante el Príncipe hará cinco noches y le instó a que vigilara las fronteras. Afirmaba que le estabais siguiendo. Dijo que desde la Diablerie de Cayo Marco habíais perdido la razón  y que creíais que vuestro Sire os daba órdenes en sueños -dijo Massimo apretando los puños-. Venía acompañado de otra mujer. Dijo que era su Chiquilla sin embargo me resultó extraño la influencia que ella parecía tener sobre él. Decidme... ¿De qué conocíais a ese Ventrue? 

Cargando editor
03/04/2014, 14:07
Rosalía Caeiro

Escuchó a Massimo sintiendo cómo la rabia y crecía más y más en ella.

-Mi razón está intacta -afirmó más seria que nunca-. Esa mujer, Oana Radu, es en realidad Chiquilla de un secuaz de Mithras, Thomas Candem. Están utilizando a Daister para dar con la reliquia, y él parece haber caído por completo en su trampa. Idiota... -no pudo evitar murmurar-. Lo conozco desde hace mucho tiempo, desde que la maldita Corona entró en nuestras vidas y nos las robó. No es de fiar, pero yo llegué a confiar en él. Ahora veo que no debería haberlo hecho, pero ya es tarde. Escucha... -dudó un momento-. Llegué a Roma con otro Vástago, Hakan den Svarta. No es el bárbaro que parece ser. Si puedes... Dile lo que me ha ocurrido. Dile que no quiero su ayuda, que se olvide de mí y busque a Thomas. Si no se fía de ti dile... Dile quién eres: mi Progenie -sonrió tristemente-. Él es capaz de guardar un secreto.

Cargando editor
03/04/2014, 17:26
Massimo

-Buscaré a ese Hakan -prometió. Entonces se oyeron unos pasos hacia el pasillo. Massimo se acercó con presteza para volver a vendar los ojos de la Toreador y antes de separarse la besó en un instante eterno-. No te rindas -le murmuró. Un segundo más tarde, Hugo entró por la puerta-. No hay nada más que sacar de ella. Vámonos -le dijo Massimo.

-

Cargando editor
03/04/2014, 17:32
Rosalía Caeiro

Entreabrió los labios al sentir en ellos los de Massimo y se entregó a aquel breve beso que tanto significaba para ella: perdón, ansiado reencuentro y despedida. Esbozó una sonrisa agradeciendo sus palabras, aunque llegaban tarde: ni quería ni podía seguir confiando en su suerte.

De espaldas a la puerta, aguardó a que los guardias volvieran a por ella.

Cargando editor
03/04/2014, 18:02
El Narrador

A los pocos minutos, los dos guardias la devolvieron a su celda, perforando de nuevo su pecho con la estaca y cubriendo su rostro con una capucha. El tiempo pasaba lenta y pesadamente. Horas y horas hasta que la puerta se abrió de nuevo. Cuatros brazos la alzaron y la llevaron fuera de la celda.

Sintió que recorrían un largo trecho hasta que alguien extrajo la madera que la inmovilizaba y la sostenían de pie entre sujetándola bajo los brazos.

-Christian Adler somos todos -le dijo una voz al oído-. Acompañadnos.

Cargando editor
03/04/2014, 18:20
Rosalía Caeiro

Creyendo que la llevaban al fin ante el tribunal que declararía su sentencia e incapaz de oponer resistencia, se dejó conducir casi totalmente resignada. Pero aquellas palabras la sorprendieron tanto como le dieron esperanza, aunque se forzó a sí misma a no confiar.

-¿Quiénes sois? -sus captores habían dicho que los llevaría hasta Christian Adler. Aquello bien podía ser una trampa-. No iré a ninguna parte si no me liberáis -exigió forcejando con sus ataduras.

Cargando editor
03/04/2014, 18:29
El Narrador

-No os resistáis -le dijo tratando de calmarla-. Christian Adler tiene muchos enemigos y vuestra mente está turbada. No podemos permitir que sepas dónde se esconde. Pronto lo comprenderás.

Cargando editor
03/04/2014, 18:39
El Narrador

Rosalía se dijo a sí misma que su situación no podía empeorar y decidió acompañarlos. Creyó estar recorriendo un laberinto de catacumbas hasta que se abrió una pesada puerta que daba acceso a una estancia con forma de embudo. Sintió como había sus grilletes y la despojaban de la capucha.

Cargando editor
03/04/2014, 18:47
Christian Adler

-En verdad no recordáis nada -dijo uno de los hombres que la acompañaban-. Vos sois Christian Adler. Ella os lo explicará 

Cargando editor
04/04/2014, 09:33
El Narrador

Ante la extrañeza de Rosalía, los hombres que la habían escoltado abrieron una puerta que la Toreador no había podido hasta entonces distinguir del propio muro. Las luz de las velas se filtró por el corto pasillo a que daba acceso la entrada y le indicaron a la Vampira que lo recorriera. Allí accedió a una sala de forma ovalada, con mapas y legajos colgados en las paredes y un escritorio con un candelabro que lo alumbraba. Y en el centro de la habitación una mujer de pie, con cabello sedoso y morenos, ojos verdes y piel muy pálida. Vestía ropas de varón, muy similares a las de aquellos que había sacado a Rosalía de la mazmorra.

La extraña la miró, primero con gesto serio y luego anhelante. Finalmente, como si no pudiera impedirlo, corrió hacia la Antigua y la abrazó.

Cargando editor
04/04/2014, 09:45
Chiara

-Al fin estáis de vuelta -dijo mientras la apretaba-. ...Sire mía.

Cargando editor
04/04/2014, 10:05
Håkan den Svarta

Ya era un hecho: Rosalía había desaparecido. Sin embargo, el astuto Hakan aún tenía un modo de dar con la castellana gracias a sus nuevos poderes Gangrel. No dejaba de sorprenderse por la forma en que sus pensamientos, claros y limpios, conectaban entre sí sin pasar por el inútil filtro de la contención, el pesar y la autocompasión.

Gracias, Hakan el Negro. Tu perfidia me ha convertido en alguien mucho mejor de lo que tú nunca fuiste.

Un pensamiento, sin duda, de Francesco. Pero de un Francesco henchido de un orgullo que no creía haber experimentado antes. Comenzó a descender hacia las calles nuevamente y, cuando estuvo a resguardo, su cuerpo recobró su semblante humano. No tardó en reunirse con Rodrigo y Astrid.

-No he encontrado a Rosalía por ninguna parte. Es posible que algo le haya ocurrido... Debemos dar con ella, y cuanto antes. Por fortuna, tengo el modo de obrar tal cosa. Rodrigo, si tienes algo de su propiedad bastará. De lo contrario, regresaremos al último lugar en que la vimos. 

Notas de juego

Ok, borrado el punto.

Cargando editor
04/04/2014, 10:12
Rosalía Caeiro

Invadida por el desconcierto, apenas fue consciente de que correspondía mecánicamente al abrazo de la desconocida-Sin embargo pronto se separó un tanto de ella y la observó intensamente, tratando de encontrar en su brumosa memoria el recuerdo de alguno de esos rasgos... Pero no lo consiguió.

¿De verdad había Abrazado a aquella muchacha? ¿Cuándo y por qué? ¿Por qué no recordaba nada, ni lo más mínimo?

De pronto se retiró algunos pasos hacia atrás. ¿Y si fuera otra Oana?

-Lo siento, yo... no sé quién eres.

Cargando editor
04/04/2014, 10:27
Rodrigo

-Me temo que no tengo nada suyo, Señor -respondió el Castellano

Cargando editor
04/04/2014, 10:53
Håkan den Svarta

-En tal caso, vayamos prestos al último lugar donde la vimos.

Encabezó la marcha, a buen paso, a través de las calles de Roma.

Cargando editor
04/04/2014, 11:00
Chiara

-Lo sé, aunque deseaba que no fuera así -dijo con un leve gesto de aflicción-. Vos me distéis el Abrazo hace más de un Siglo. En realidad me salvasteis la vida. Me encontrasteis en un callejón, víctima de un asalto y herida de gravedad... Yo trabajaba para el Duque de Montsoni, como criada y su primogénito se había enamorado de mí.. Así que me mandó asesinar... Y lo habría hecho si vos no hubierais aparecido por ahí para darme de vuestra Vitae. Nunca llegasteis a reconocérmelo, pero creo que en tan sólo querías curarme y que mi transformación fue consecuencia de lo grave de mi estado... Creo que fui un accidente, pero nunca me apartasteis y por eso os juré eterna lealtad...

Cargando editor
04/04/2014, 14:08
Rosalía Caeiro

Escuchó aquella historia con desconfianza, dudando de cada gesto y cada palabra. Se parecía demasiado a su primer encuentro con Oana... Y había demasiada bondad por su parte: ¿realmente se habría detenido a sanar a una muchacha? ¿Habría compartido su Vitae con una desconocida, con una mortal cualquiera? No podía responder.

Tampoco sabía, de ser cierto lo que decía, si después había llegado a quererla. Ahora no era nada para ella, una simple muchacha, hermosa pero no más que otras, anónima, extraña.

-¿Cómo te llamas? -preguntó suspicaz pasados unos instantes-. ¿Quiénes son los hombres que me han traído aquí? ¿De qué te escondes y qué es toda esa intriga en torno a Christian Adler? -habló inquisitivamente, pero al momento se detuvo y contempló a la chica con gesto apenado. Si realmente era su Progenie no deseaba hacerla sufrir-. Lo siento, supongo que no era esto lo que esperabas. Pero no tengo recuerdos y no puedo confiar en nadie.

- Tiradas (1)