Partida Rol por web

-Sí, ocurrió algo más -respondió con bastante más seriedad de la habitual-. Thomas llegó a un trato con el Príncipe. No sé lo que pidió él, pero sé que a cambio me delató. Dio aviso de mi llegada y dijo que la diablerie de Cayo Marco me había hecho perder la razón -aunque trataba de disimular su ira, Hakan pudo ver cómo apretaba los dientes. Desvió la vista y se dio un instante de pausa-. Estaba cazando cuando me apresaron, he pasado dos noches encerrada y he sido interrogada. Afortunadamente mi Chiquillo me sacó de allí antes de que me enviaran al pozo de sol. He sabido que Thomas sigue en Roma. Christian Adler tiene algunos contactos y estamos tratando de localizarlo. Ten cuidado -miro al Gángrel a los ojos-. Si me ha vendido a mí tal vez haya hecho lo mismo contigo... ¿Tienes un refugio seguro? Lo más prudente es que nos separemos. Yo estaré bien, aún conservo amigos aquí. Cuando demos con Daister te avisaré.

El Chiquillo de Rosalía tomó entonces la palabra.

-Por lo me cuentan, ese tal Thomas Daister ha sido visto visitando algunas iglesias en compañía de una mujer. Parecía estar buscando algo. Quizás el trato con el Príncipe tuviera algo que ver con ello. Tengo a gente de confianza vigilando aquellas en las que aún no ha estado. Es la mejor pista que tenemos.

Por supuesto no podían confiar en tener una estancia tranquila en la ciudad con el taimado Daister haciendo de las suyas. En muchas ocasiones como aliado, Thomas había resultado un verdadero dolor en el culo. Como enemigo... Dioses, como enemigo podía ser peor que una plaga. Además, era más que seguro que no se arriesgara ni mucho menos a un combate directo, a sabiendas de que tenía pocas posibilidades. De seguro utilizaría ardides para debilitarle antes de lanzarse a entrechocar aceros... 

Mucho peor era el hecho de que Thomas sabía su secreto. Sabía que era Francesco, en realidad. Si vendía esa información a los Tremere... 

Hakan se llevó las manos a las sienes, visiblemente nervioso de pronto ante dicha posibilidad. No se atrevería... No sería tan bastardo... Por desgracia, no podía poner la mano en el fuego. Si él había caído en la cuenta de aquello, sin duda el Ventrue también lo habría hecho. De su garganta surgió un gruñido que no tenía nada de humano: era exacto al que habría emitido un lobo. Rosalía sabía que los Gangrel, con el tiempo, adoptaban rasgos de su animal interior. El cambio de voz de Hakan y esa clase de extrañas reacciones parecían ser prueba de ello. 

-No, no dispongo de un lugar seguro. La antigua hacienda... -miró de soslayo a Adler. Había estado a punto de decir 'Romani'-, que me sirvió en el pasado es conocida por Daister. Pero pierde cuidado, puedo ocultarme si así lo deseo. También yo seguiré buscándole por mi cuenta. Aguardar en algunas de esas iglesias por visitar puede ser una buena opción, ya que nosotros no sabemos qué buscar... Buen trabajo, Adler. Yo por mi parte, intentaré dar con él por otros métodos... 

La transformación tardó en completarse unos segundos, durante los que su cuerpo se contrajo y redujo hasta adoptar el aspecto de un cuervo de buen tamaño pero extraordinaria rapidez. Observó un instante a ambos, Rosalía y Christian, con la cabeza ladeada, en caso de que quisieran apuntar algo más.

-Dejaré aquí a alguien de confianza, si descubres algo él me lo hará saber -dijo devolviéndole la mirada al cuervo-. Ten cuidado.

-Un compañero particular, éste que os acompaña-dijo-. ¿Qué queréis hacer ahora?

Siguió con los ojos el vuelo del cuervo, sonriendo ante el comentario de Nicolae. Particular era poco si se hablaba de Francesco... Se ajustó la capucha del manto y se giró hacia él.

-Quiero ir a ver a Miguel.

Nicolae la miró con cierta sorpresa

-Mi Señora, ahora mismo sois una fugitiva, recién escapada de la mazmorras del principado. No sé si es juicioso dejaros ver por un miembro de la Corte.

-Me hacen falta aliados dentro de la Corte -respondió echando a andar para abandonar la casa-. Chiara me ha dicho que Miguel lo fue en su día y necesito que... me vea, para que decida volver a serlo. Por favor, llévame hasta las cercanías de su refugio. Seré prudente.

Nicolae accedió y la escoltó, siempre con andar cauto, hacia el refugio de Miguel. Fue en ese momento cuando alguien les salió al paso. Se trataba del hombre que en compañía de Nicolae había rescatado a Rosalía de las mazmorras.

Con un gesto de la cabeza les indicó que entraran en el callejón colindante.

-Hemos encontrado lo que podría se una pista de Thomas Daister -susurró sin preámbulos-. Santa María de Arecoeli ha sido saqueada esta misma noche... Precipitadamente...

-Vamos a la iglesia -decidió rápidamente-. Miguel puede esperar una noche más, pero si la reliquua estaba en Santa María y Daister la ha encontrado es posible que abandone Roma y perdamos irremediablemente su rastro. Aprisa, condúcenos hasta allí -ordenó al hombre.

Hakan se elevó de nuevo en los cielos tenebrosos de la ciudad italiana...

Hakan, otrora Francesco, conocía bien la ciudad. No sólo había pasado cierto tiempo de su vida en ella cuando humano, sino que también como vampiro vivió en la urbe una temporada en compañía de sus camaradas. Sabiendo cuál era el objetivo de Thomas, sobrevolar zonas estratégicas de la ciudad hasta dar con él sería, si no coser y cantar, al menos un buen modo de abarcar mayor terreno para dar con él.

Ayudado por los sentidos aumentados de su Auspex y por su forma alada, era capaz de ver y escuchar incluso el correteo de un roedor calle abajo. Se sentía en verdad como un verdadero cazador, y conocía bien a su presa. Iba a dar con él. Desgarraría a la puta traidora que iba con él y daría con un método de liberar al inglés del hechizo. Y antes o después daría con el maldito clavo y buscaría la forma de destruirlo de una maldita vez y para siempre.

Hakan sobrevoló la inmensidad urbana de Roma, con sus laberínticas calles salpicadas de viandantes como si de hormigas se trataran. Posó los ojos en cada una de las iglesias, llevado por el ansia de la casa. No había actividad en ninguna de ellas y ya iba a abandonar la búsqueda hasta que en una escalinatas de piedra divisó a Rosalía, Christian y otro extraño comenzar a recorrerlas hacia una extraña iglesia que más bien tenía la forma de una antigua casa romana. 

El cuervo descendió a gran velocidad y batió las alas para preparar el aterrizaje. Cuando se encontró a espaldas de la castellana, plegó en el aire las alas y su cuerpo creció y mutó de nuevo hasta convertirse en Hakan, quien sin detener su movimiento comenzó a caminar tras Rosalía.

-Ni rastro de él por ninguna parte. Supongo que por eso estáis aquí... ¿Quién es él? -susurró para la castellana.

Así guiaron a Rosalía hasta la iglesia de María de Arecoeli. Enfilaron las escalinatas y entonces Francesco descendió hacia ellos. Por delante, el edificio, antaño residencia del César, aguardaba su llegada:

-Es un amigo de Christian, puedes estar tranquilo -respondió a la pregunta de Hakan comenzando a ascender la escalinata-. Deberíamos entrar.

Los Vástagos se adentraron en el templo. El interior estaba oscuro, a excepción del altar, alumbrado generosamente por los cirios sacramentales. Sobre el mismo había un libro abierto sobre el atril y restos de piedra y polvo amontonados en la base. Los incensarios emanaban sus vapores, impregnando la estancia con su penetrante aroma.

-Bien... -gruñó, caminando junto a su compañera. Ocultó sus manos entre los pliegues de la capa, para que nadie pudiera ser testigo de cómo las convertía en garras. Tan pronto entraron, el gangrel tuvo la impresión de que habían llegado tarde. Sus sentidos aumentos le mantenían alerta, pero su olfato en forma de lobo sin duda le sería mucho más útil que sus ojos.

-Diablos... ¿Cuánto hace que fue visto aquí? Porque es por eso que aquí estamos, ¿no es verdad? ¿Cuánto? -interrogó al supuesto amigo de Adler.

-Hemos sabido que esta iglesia ha sido profanada esta misma noche. Hará escasas horas que Thomas Daister ha estado aquí -respondió a Hakan-. Es el rastro más fresco que tenemos. Debe de haber algo que nos diga qué  buscaba o qué se ha llevado.