El gran poder liberado por Troiamon fue un punto y final para aquella gran batalla en la que todos los niños elegidos y sus compañeros Digimons eran partícipes, todo comenzó con un gran resplandor, en un abrir y cerrar de ojos se encontraron con un mundo nuevo y desconocido bajo una gran capa formada por dudas y temor que poco a poco fue retirada por todos y cada uno de los grandes niños de esta aventura. Una vez más aquel resplandor volvería a reaparecer para hacerles recordar y mostrarles a cada uno de ellos que el miedo tan sólo es una barrera que te impide ver más allá de los que tus ojos podrán ver y todos la habían atravesado juntos.
Keitaro abrió los ojos una vez al darse cuenta de estos pensamientos, los gritos de Tiffani, Thea, Gatomon e Impmon fueron más suficientes para hacerle reaccionar en aquel momento, nunca había tenido que despedirse de nadie pero aquella sensación fue tan dolorosa que inevitablemente le era imposible desprenderse de ella por mucho que quisiese.
-Chicos...- Murmuró para sí antes de tomar el valor para alzar la voz.- ¡Yo tampoco os olvidaré!.- Gritó olvidándose por un momento de sí mismo y sus posibles mejillas sonrojadas, sentía como les ardían, pero no le importaba.- ¡Gatomon! ¡Impmon ¡Todos los Digimons! ¡Siempre estaréis presentes en nuestros corazones!.-No quedaba mucho tiempo antes de que comenzaran a desvanecerse... Aún tenía que despedirse de sus compañeros humanos.
-Y-yo...-Siempre eran tan difíciles.-¡He aprendido mucho de vosotros, de cada uno! ¡Por favor cuidaros mucho!...
Las últimas palabras de Keitaro quedaron en un susurro.- Tampoco os olvidaré...
parece que ese asunto se habia terminado, no estaba seguro de si regresariamos sin secuelas o si teniamos que hacer algo para poder llegar a casa, saque el digivice, puede que sea necesario regresar los espiritus, no servirian de mucho en el mundo humano y serian mas problemas que soluciones