Partida Rol por web

La llegada a la tierra natal siempre es un momento especial, pues a pesar de que tu espiritu aventurero, siempre añoras el lugar que conoces como hogar. Cuando el barco francés les deja en Mompracem al primero que ven es al viejo Tremal-Naik, quien los saluda como si solo los hubiera dejado de ver el día anterior. El bengalí les informa que desde hace un par de semanas que les esperan, por lo que su llegada ha sido a tiempo.

Cuando llegan a los jardines de tu casa en Mompracem te encuentras con dos tu familia. Ahí está André de Gomera, el hijo de Yañez, y su esposa Baba; además de tu amada Mutiara, el regalo que te dejó tu amada Marianna, con sus mismos ojos color cielo. Si su madre era la Perla de Labuán, tu hija lo era de Mompracem.

Con ellos se encontraba otros dos viejos conocidos: Mowgli, a quien siempre tuviste presente debido a que Tarzán te lo recordaba, y el Fantasma que Camina, quien parece estar muy animado hablando con tu hija. No obstante, al verte sus semblantes cambian y tu hija se acerca y te besa. Luego te dice:

- Padre, estoy feliz de que hayas vuelto. Tus amigos te han estado esperando para pedirte ayuda. Dicen que se han visto naves con la bandera de la hermandad Singh.

Ya antes habían luchado contra esos pirataas bajo el liderazgo de Edmond Dantes. Nunca esperaste que volvieran a surcar los mares de Malasia.

El viaje en barco recordó durante mucho tiempo al pirata malayo el tiempo pasado en la maravillosa máquina que era el Albatros. No por vez primera, Sandokan se sorprendió a sí mismo recordando las andanzas con la Liga. Tan solo el amor que sentía por su hija impedía que se hubiera marchado a Europa con los demás. Cuando por fin pudo estrecharla entre sus brazos, henchido de felicidad, llegó a creer por un momento que su vida de aventuras había llegado a su fin. Por supuesto, la realidad renia otros planes. Vamos, pues respondió con una sonrisa salvaje. ¡Que los tigres de mompracem surquen de nuevo los mares!

Tu hija no parece en nada conforme de que de inmediato quieras partir en busca de esos piratas, por lo que te toma del brazo y dice:

- ¿No puedes descanzar aunque sea un rato, ayah? No te he visto en casi cuatro meses, así que creo que los singh pueden esperar un rato, comer algo y cambiarte de ropa.

Yañez ríe, pues siempre te ha dicho que esa chica es tan terca como tú. A lo que contestabas que el tuvo suerte de que André fuera el calco de su madre.

El Fantasma, demasiado presto a secundar a tu hija, te dice:

- No te apures, Sandokán. te hemos esperado para planear algún tipo de acción antes de que ellos se vuelvan más poderosos. Puedes descanzar antes de que veamos el asunto.

Ya sabes de la vez anterior que este Fantasma no es el mismo que conociste en el pasado. Seguramente se trate de un hijo por el parecido físico y debe tener a penas unos cuanto años más que Mutiara, por lo que era muy lógico que quisiera caerle bien.

Hehehe  sonrió Sandokán dejándose llevar por su hija hacia la cabaña. Nunca he podido negarle nada a esta muchachita, no veo porqué iba a haber cambiado eso...  aceptó a regañadientes, mientras era escoltado por ella y por el Fantasma.

André, Baba, inició la conversación cuando hubieron llegado al interior espero que trateis a Yañez igual que estos dos me están tratando a mí. Está ya un poco mayor, y ha luchado mucho en nuestros viajes. Seguro que una sopita caliente le irá bien, hehehe

Tu broma hace reir a los presentes y distiende la alarme que hay en un principio. Todos se sientan a comer algo, mientras tú y Yañez cuentan a la asombrada audiencia cómo llegaron a formar un grupo internacional de héroes y cómo enfrentaron a los alemanes. Yañez, como siempre, salpicaba todo con las anecdotas simpáticas, como las ocurrencias de Ogú y otros recuerdos.

Luego de esto llega la hora de la cena en ella hablan de lo que ha ocurrido en esos lados. según lo que lla sabías, han ocurrido pequeños ataques de barcos de la Hermandad Singh, lo cual no parece llamar la atención de los ingleses. Charles Brooke, el sobrino y heredero de tu acerrimo enemigo James Brooke, Raja de Sarawak, parece ser menos activo que tu predecesor y los barcos británicos no se meten con los piratas mientras estos no se metan con ellos.

Así, ya de noche , todos se retiran a descansar para al día siguiente ponerse a ver como solucionaban lo de los Singh.

Por fin vuelves a descansar en tu propia cama y en verdad es agradable estar de vuelta, por lo que rápido te quedas dormido. No obstante, la tranquilidad en tu vida nunca dura todo lo que deseas. Te despiertas cuando el viejo Araña de Mar te despierta y dice:

- Algo malo pasa, Tigre. Hay intrusos en Mompracem y bienen muy bien armados.

Sandokán abrió los ojos de inmediato, dejando que se acostumbraran a la oscuridad de la noche, mientras se levantaba de su cama y se apresuraba a ponerse algo de ropa encima. Pocos segundos después, al líder de los piratas de Malasia salía de su cabaña armado con su cimitarra y una carabina, dando órdenas al viejo Araña de Mar para que despertara a todos los miembros posibles de los Tigres para defender el asentamiento, y después pusiera a salvo a las mujeres y niños.

¡Vamos, corre! urgió al anciano, dirigiéndose él mismo hasta la entrada de la aldea para observar de cerca a los invasores. Tenía un mal presentimiento, y no solía fallar.

Al rato tu vieja banda de piratas se encuentra a tu lado. Yañez y su hijo André, Tramel-Naik, Kammammuri, Sanbigliong y Ada Corishant, además de los jóvenes que se han unido al grupo con los años. También se encuentran el Fantasma acompañado por su perro lobo Diablo, y Mowgli, quien siempre se encuentra en compañía de Hermano Gris, el lobo, y la pantera Beghera (cuando llegaste te pareció ver un oso rondar en las cercanías de la aldea, pero no estás seguro de que fuera el viejo Baloo).

Mowgli, quien tiene los ojos más agudos que cualquier otro humano, mira los barcos que se ven a lo lejos y les dice:

- Llevan enarbolada la bandera negra con la telaraña de la Hermandad Singh.

Justo en ese instante ven aparecer un grupo de unos 30 hombres, subiendo desde la playa armados con carabinas y cimitarras.

La Hermandad Singh se dijo Sandokán entrecerrando los ojos. Mucho han cambiado las cosas desde mi partida si osan venir a mi hogar así como así. Bien les daremos lo que se merecen. aseguró el malayo, muy seguro de sí mismo, tanto que contagiaba esa seguridad a cuanto hombre había junto a él. Escondeos todos, en derredor de ellos. Se que sois capaces de moveros por estas junglas sin que os oigan, de modo que rodeadles. Yo haré de cebo. Intentaré convencerles de que abandonen la isla por las buenas, de que el Tigre de Mompracém ha regresado y aún tiene colmillos. Por supuesto continuó antes de que ninguno tuviera tiempo de interrumpirle para protestar no lo aceptarán, ahí es donde vosotros acabais con ellos. Yañez os dará la señal.

Los hombres avanzan en orden desde la playa a la entrada de la aldea, muy ordenados como para ser piratas. Al verte parado se detienen a una distancia prudente y apuntándote sin saber que esparar de ti.

Entonces, uno de ellos sale al frente y con un marcado acento hindú te dice:

- ¡Buscamos al tigre de Mompracem! ¡Que se entreque y dejaremos a su aldea en paz!

¿Con qué derecho habeis puesto el pie en esta isla, extraños? respondió Sandokán, más intrigado que enojado ¿Quienes sois y por qué buscais al Tigre de Mompracem? inquirió en voz bien alta, de modo que aquellos recién llegados lo escucharan atentamente a él, pero no se percataran de que estaban siendo rodeados por sus propios hombres.

Los hombres se miran entre ellos como si no supieran en realidad qué contestar, pero uno de ellos reacciona y te dice:

- No le damos razones a nadie. Somos la Hermandad Singh y los mares de esta parte del mundo es de nuestra propiedad.

Pero en ese momento Yañez da la señal y tus hombres salen de entre la jungla, desatando la batalla.

Hahahha rio Sandokán al ver que su estratagema había surtido efecto, enloquecido por la fiebre de la batalla, por luchar de nuevo codo con codo con sus queridos compañeros y hermanos.  Ya os enseñaré yo quién es el dueño de estas tierras. ¡Al ataque, Tigres de Mompracem. ¡A mí!

El pirata malayo se abalanzó cimitarra en mano contra el que se había erigido como portavos de los Singh, esperando que acabar con su jefe fuera bastante para acobardar al resto. Sin embargo tuvo que reconocer que el hombre luchaba bien, ya que paró su acometida sin problemas...

El ataque funciona tal cual como lo has pensado y tu espada da cuenta de uno de esos enemigos que reaccionan de manera extraña. Una de las condiciones principales de los piratas en el momento de luchar es la adaptabilidad. Los metodos no pueden ser rigidos, pues nadie aplicaría las caballerezcas reglas de la guerra con foragidos, por los que los piratas eran expertos en combate sucio. No obstante, estos singh parecen demasiado sorprendidos y desprovistos de capacidad de reaccionar. En menos de 5 minutos ya han reducido a la mayoría.

No obstante, en un ataque artero, uno de ellos se escabulle por las sombras e intenta clavarte una daga por la espalda, lo cual es evitado por un enorme oso que de un zarpaso deja al atacante fuera de combate. Como un saludo, el oso te gruñe de manera chistosa y se hecha al suelo a descanzar. Se trata del viejo Baloo.

Pero no solo a ti le parece extyraño lo fácil que han vencido a esos piratas y Yañez toma a uno del cuello y le amenaza para que le cuente todo lo que ocurre, pero antes de que pueda decir algo sienten gritos de mujeres que provienen de la aldea. Seguramente esos sujetos eran una distracción.

¡Maldita sea! exclamó el líder de los piratas malayos Esta escoria sólo era una distracción. Atadles bien fuerte, y vayamos hasta la aldea, rápido! ordenó a varios de sus hombres mientras él mismo se encaminaba con el grueso de los piratas de regreso al asentamiento

Mientras dejas a un grupo de tus hombres con los prisioneros y te diriges de vuelta a la aldea, aunque para ese momento ves como han prendido fuego a algunos de los tejados de paja. También comienzas a escuchar el grito de las mujeres. Entonces, las sospechas de que todo es una trampa cuando un grupo de cipayos al servicio del Rajá de Sarawak salen a cortarles el paso.

¡Por todos los brazos de Vishnu! exclamó encolerizado Sandokán ¿Acaso no tiene fin la pefidia del rajá? Preguntó sin esperar respuesta de nadie en particular. ¿No teneis reparo en atacar a mujeres y niños, malditos cobardes? ¿qué venís a buscar aquí?

El Fantasma, tan encolerizado como tú, atrapa a uno de esos cipayos, lo desarma y le pone su piestola en la frenta, volviendo a preguntar lo que tu hiciste antes. Entonces el asustado cipayo les dice:

- Nosotros queremos salvar a las mujeres y niños. Broke a metido un bote en la bahía con suficientes explosivos como para volar todos los barcos y la aldea, pero el Rajá no quiere que las mujeres y los niños mueran, solo los piratas del Tigre.