Partida Rol por web

El enorme guerrero devoraba el estofado como si fuera la primera caza de la primavera en las frías montañas. Inmutable a tal cometido respondió en voz alta al muchacho sin desviar su mirada del plato. Los Fuldor y unos lobos. Alzó el brazo que aún mostraba las marcas de aquellos feroces colmillos. Nos topamos con una manada rabiosa en la granja, llegamos demasiado tarde. Concluyó con solemnidad para empapar un poco de pan en el interior del plato y arrojarlo en su boca sin cuidado alguno de las gotas que erraron el objetivo. Entonces su mirada se centró en el aldeano que fue interrumpido y se posó intensa unos instantes. Mi amigo espera una respuesta. Consiguió atrapar un trozo de carne aún con los ojos apartados de su ración y la mascó con entusiasmo esperando a que la situación de la posada calmara el miedo que tan desafortunada masacre había provocado.

Sean se resistió a llevarse la mano a la cara al oír hablar a Tyriael, pues sabía por experiencia que, cuanto menos dijeras sobre algo, menos gente te relacionaría con ese algo. Ahora ya no había marcha atrás, así que asintió y siguió sonriendo.

- Así ocurrió. Los lobos parecían rabiosos.- dijo a modo de explicación.- Es por eso que mi compañero ha pedido una reunión con vuestro líder. Quizá podamos determinar qué ha pasado con más exactitud, y cortar el problema de raíz.- el trovador intentaba parecer inofensivo y amable para no hacer más tensa la grave situación en la que se encontraban.

La llegada del las noticias en boca de aquel muchacho hqhian disipado levemente la tensión en el ambiente, sin embargo aquello no lo ponía mejor al asunto. Hubiera deseado que fueramos qiienes transmitan la noticia a las autoridades antes de que el pueblo comenzara a meter las narices de complicar todo. Ya de por si no eran amigables con los Dalish, menos lo srrian en cuanto se dijera que habían escrito con sangre palabras elficas en la granja. - Tengo que ir a hablar con el lider del pueblo, todo lo que hemos visto puede ayudarles a ejercer la justicia. - digo lanzando una mirada significativa al posadero para que me indicase como encontrar a su lider, luego antes de marchar les digo a mis compañeros: - Cuidad de Shartan y Rhiannon, llevadles algo para beber y comer cuanto antes.

Sean asintió a Alioth y miró al posadero.

- ¿Podría ponerme un par de platos y algo para beber, por favor?- dijo a la vez que se levantaba. Sonrió y se apoyó de espaldas a la barra. Buscó la mirada de Tyriael e intentó transmitirle un mensaje silencioso dando a entender que no quería que los pueblerinos se enfadaran y acabaran echándolos de allí a garrotazos. No había tratado muchas veces con bárbaros, pero las historias que oía (y que él mismo contaba) los describía como gente irracional y amante de la violencia. Lo último que necesitaban en ese momento era a la gente recelosa.

A pocos pedazos de completar su festín, afirmó por inercia las palabras del elfo y se apuró a terminar con su comida venciendo el palto sobre su boca. En cuestión de segundos el cuenco golpeaba sonoramente la mesa al tiempo que emitía una profunda exhalación como respuesta del gozo que su cuerpo había encontrado. Sus ojos inquietos se cruzaron con Sean a quién se disponía a solicitar otra ración, pero la expresión que le dedicaba no auguraba buenas noticias para el guerrero. Emitió entonces un rugido atrapado en su garganta que desvelaba la duda que albergó su interior un instante. Mmmmm. Entonces se incorporó súbitamente y con seriedad se dirigió hacia el elfo. Mejor será que te acompañe, quiero conocer a ese líder. Aunque poco entusiasmado, quizás ni él mismo fuese consciente de lo apropiada que fue esa decisión, si bien no fuera buena la interpretación que Sean le dedicaba, despertó un interés acertado.

Rhiannon baja las escaleras que llevan desde las habitaciones hasta la parte del comedor, su paso el tranquilo aunque su rostro demostraba cierta curiosidad por lo que estaba pasando, buscó a sus compañeros con la mirada, a ver si alguno pudiese explicarle a que veía tanto alboroto, y de paso contarles lo que habían averiguado.

Rhiannon llega en el momento exacto en el que Alioth y Tyriael dejan la posada. La sanadora observa con curiosidad y algo de temor a los presentes, que farfullean, murmuran y maldicen la presencia de elfos y la muerte de los Fuldor. En la barra, por fin, una cara amiga.

El trovador se encuentra entre platos vacios y jarras secas, frente al posadero, que no tarda en saludar.- Siéntese señorita, por favor.- La alegre cara del hombreton, parece algo más preocupada que cuando habéis llegado, pero aún así, intenta ser lo más agradable posible.- ¿Desea algo? 

Rhiannon abandona la estancia, dejándoos a ti y a Eshara solos. La elfa parece seguir asustada pero aún tiene el valor de asomarse por la pequeña ventana de la habitación.- Parece que los ruidos no tenían nada que ver con nosotros.- te comenta aliviada mientras señala la ventana.

Al acercarte, te horrorizas al ver a tu hermano y el avvarita rodeado por un grupo de hombres con poca cara de amigos en medio de las calles de Vintiver.

El avvarita cierra de un portazo la puerta de la posada. Las calles de Vintiver hace tan poco calmadas y sosegadas ahora parecen un hervidero de cotilleos y exclamaciones. La noticia sobre los Fuldor corre como la polvora y en una comunidad tan pequeña como esta, no es de extrañar que todo el mundo sepa ya lo ocurrido.

La mayoría de los aldeanos miran a Alioth con temor y odio, evitándoos, aunque al poco tiempo observáis como un grupo de hombres, sin atisbo de desviarse o evitaros, se dirigen directamente hacia vosotros. Son media docena de aldeanos, liderados por un hombre con las vestimentas de un herrero, esgrime incluso un martillo con uno de sus portentosos brazos.

- Creo que si que tienen que ver. Ese elfo es mi hermano, y el hombre grandote de al lado es uno de nuestros compañeros de viaje. Y el que tiene el eslabón creo. -  Le respondí con un poco de aprensión. Aquella gente no parecia demasiado amable y los superaban en numero. - Voy a ver que ocurre y ayudarlos. quedate aqui y descansa. No tardaremos mucho. - Dicho eso, cogí mi bastón y bajé las escaleras en dirección a la calle como una exalación. 

Sean se apoyó en la barra con el codo para poder mirar de frente a la maga Rhiannon. Echó un discreto vistazo a los demás clientes, y luego se acercó un poco más a la chica.

- Se han enterado sobre la desgracia de la granja.- dijo a modo de explicación por las malas caras que ponían.- Alioth y Tyriael han ido a hablar con quienquiera que sea el líder de este pueblo para contarle lo que hemos visto. ¿Cómo está la elfa desconocida?- bajó un poco el tono de voz para que nadie más oyera esa conversación.

La tension por mi presencia parecia aumentarse a cada paso, estaba acostumbrado a despertar enemistad entre los Shems pero eso no significaba que me agradara, mucho menos cuando parecia que alguien estuviese dispuesto a empezar una pequeña guerra a escala contra los Dalish. Con la mirada baja avanzo en busca del lugar donde se reunen los lideres Shems, pero entonces una pequeña multitud nos rodea y un hombre armado con un martillo de forja parece ser el cabecilla.
- Es usted el lider de este pueblo? Tenemos que decirle lo que hemos visto en la granja a las afueras.
Digo intentando dominar la tension de la situacion dando cuenta que estabamos dispuestos a colaborar.

Con paso tranquilo llegó hasta la barra y se sentó junto al bardo - Una jarra de cerveza por favor - pidió con una sonrisa para luego dirigir su atención a Sean - Esto no tiene pinta de mejorar - comentó pensativa mientras se rotaba a frente con la mano - Se llama Eshara, y tiene un historia bastante interesante, aunque creo que será mejor que esperemos a estar todos juntos para entrar en detalles - Se mantuvo en silencio durante unos segundos antes de volver a hablar - Pero está bien, sus heridas han ido sanando con rapidez , así que espero que cuando descansé y coma, pueda darnos mas detalles.

Sean asintió y pensó en la situación actual. "Eshara..." Pensó para sí mismo, aunque ese nombre no le decía nada en absoluto. Salió de su ensimismamiento y miró a Rhiannon dedicándole una sonrisa afable.

- Bien hecho. Supongo que tu don para la magia la ha salvado, ¿no?- preguntó a la vez que su rostro se ensombrecía visiblemente.- Mientras Alioth y Tyriael estén hablando con el líder, podemos dejar que la chica descanse. Llévale algo de comida, y también a Shartan. Debe de estar hambriento.

Se irguió para observar con detenimiento a los pueblerinos y clientes que ahora estaban tan preocupados y asustados.

- Quizá debería actuar para ellos esta noche. Así podríamos ganarnos unas monedas y daríamos un aspecto menos amenazador. Aunque, con los ánimos que hay, no sé si me prestarán mucha atención...- Sean ignoró sus propias palabras y le hizo un gesto al posadero para que se acercara.

El posadero no tarda en atender vuestro pedido. Mientras tanto los aldeanos, ya reunidos en grupos más pequeños, siguen hablando y discutiendo sobre la masacre de la granja Fuldor. De vez en cuando os echan una mirada de recelo pero tampoco son la mayoria. Haran Mullin viene algo nervioso con los platos y la jarra para Rhiannon.-Que tragedia la de los Fuldor...son días oscuros los nuestros.- dice algo apesumbrado, mientras se marcha a la cocina sin esperar respuesta alguna.

La maga recoge los platos de estofado y al dirigirse hacia las escaleras, escucha los ruidos de alguien corriendo escalera abajo. Rhiannon apenas tiene tiempo para evitar a un Shartan desbocado que corre como alma que lleva el viento hacia la calle. Las gentes de la taberna se giran bruscamente y hasta el propio Sean queda mudo y tieso en el taburete.

- ¡Calla malnacido!-grita el herrero a Alioth.- ¡Estas esquivas criaturas puede que hayan engañado a un par de hombres pero no me engañaran a mi!- parece que gritará para que el resto del pueblo le escuchase. Los matones que le siguen, asienten a cada aullido del líder.- Soy Coalan extranjero, y en nombre de Vintiver os exijo que nos entreguéis a la elfa, para que responda por los crímenes cometidos por esos traicioneros elfos y se haga justicia a los Fuldor. Y lárgate de aquí antes de que tu también seas ajusticiado.- termina escupiendo en las botas de Alioth.

Tanto el avvarita como el dalishano, os percatáis de que alguno de los aldeanos que se encontraba en la calle se ha acercado hacia vosotros, por curiosidad o por odio.

Dejas atrás a Eshara y te apresuras en pos de tu hermano. Corres escaleras abajo y casi chocas con la pobre Rhiannon que te esquiva por los pelos sin dejar caer la bandeja llena de comida que os llevaba al cuarto. Abres la puerta de la posada y enfilas la calle que has visto junto con la elfa desde la ventana. No tardas en encontrar a tu hermano y Tyriael.

Aunque hace unos minutos los has visto junto con otra media docena de aldeanos, ahora hay más gente alrededor, que parecen estar rodeándolos. La mayoría no son más que curiosos pero también atisbas alguna que otra mirada de odio.

Traté de abrirme paso entre la multitud para llegar hasta ellos. al parecer algo iba bastante mal pues aia quente realmente mosqueada rodeandoles, a saber que les habrian hecho. Mi hermano era bastante comedido en temas de tratar con los humanos, pues no era demasiado dificil ofenderles por cualquier cosa, pero de tyrael, no lo conozco lo bastante como para asegurar lo mismo. 

- Que está pasando aqui? - Dije al llegar hasta ellos. 

Antes de que las diferencias raciales desencadenaran una indeseada contienda, adelantó un paso para dejar que su enormidad mostrase su firmeza, fue cuando replicó contundente mostrando su desarrollado brazo. Bien sabes que los elfos no dejarían estas marcas. Un leve gruñido enlazó su siguiente sentencia. Y mi amigo no ha cometido ningún crimen, qué motivos os llevan a tan estúpidas acusaciones. Su brazo se deslizó veloz hacia atrás enfatizando su argumento. Tras una tensa pausa, miró a Shartan y negó levemente con la cabeza, para regresar de inmediato al herrero con cara de pocos amigos. Vuestro líder… inquirió pausado y ofreciéndoles la oportunidad de evitar otra masacre.

Ante las palabras del hombreton y su escupida en mi bota quienes estuvieran cerca podrian haber oido el rechinar de mis dientes, asi como observar la enervacion de las venas de mi cuello y brazos. Con los nudillos blancos de tanta presion en mis puños intento serenarme pues aquello acabaria muy mal.
- Nosotros hemos luchado con criaturas aberrantes en la granja de las afueras del poblado y atestiguado la masacre alli cometida. Queremos justicia tambien, pero no deseamos que se incrimine a un inocente sin conocer sus palabras. Como lider de su pueblo deberia mantener el orden antes de incitar a iniciar una batalla, los Dalish somos un pueblo respetuoso de los vuestros, deberian hacer lo mismo