Partida Rol por web

 Wilson ve partir a la secretaria con una dulce sonrisa. Pocas veces había creado una relación laboral tan buena con una persona en tan poco tiempo. No había duda que Judith ocultaba cosas y no era un "libro abierto" como comúnmente se dice. Pero... ¿No era más entretenido de esta manera? No era un mujer aburrida, y el no era un hombre aburrido... la alcaldía sería un interesante lugar por los próximos cuatro (u ocho) años.

 Un poco después, Wilson entra al edificio para dirigirse a su oficina.

Dirigiéndose hacia la Sra Swacht le responde mientras asiente con la cabeza. - Claro. Si necesita cualquier cosa no dude en llamarme que haré lo posible por ayudarla. Cuando acabe el servicio pasaré por el hospital. - Tras lo que orientándose hacia la enfermera le comenta sin que lo oiga demasiado claro la Sra Swacht. - No he visto al padre en todo el día. Pero veo que pinta un poco mal la cosa. ¿Ha sido muy grave el accidente?. - Esperando a una posible respuesta Harry añade respondiendo a la pregunta de Srta Walker. - No ha pasado nada importante, al menos de momento. Pero estoy buscando a una chica forastera de una edad parecida a la tuya,  que iba vestida con ropa algo vieja, bastante atractiva, pelo castaño... No dispongo de ninguna foto pero hace un rato estaba por aquí... Llamaba un poco la atención por que parecía que estaba un poco desorientada... como ida. - Tras una breve pausa le dice. - ¿Te suena?. Quería preguntar en el pub a ver si Edna la había visto. - Después de la posible resupuesta Harry le dice. - Parece que el día está siendo un poco largo para todos. ¿Te apetece ir a tomar una copa al pub cuando acabemos el turno?. Pasaré antes por el hospital a ver al Sr Swacht.

-Yo he visto a varias personas salir de la iglesia, pero ninguna coincide con la descripción que me has dado -le dijo la enfermera mientras aferraba el brazo de la señora Swacht. -El accidente... bueno, ha sido grave, pero el señor Swacht es un gran luchador, saldrá de está -afirmó mirando tanto al ayudante del sheriff como a la anciana que le acompañaba. 

Lo cierto es que el día había sido lo suficientemente agotador como para tener que preocuparse por otros asuntos, así que decidió seguir con su cruzada hasta el templo sagrado. 

-Si luego pasas por el hospital -comentó- podemos ir a tomar una copa después. Ahora, si nos disculpas, llevamos algo de prisa. Queremos ver al padre Doorgord. Hasta luego. 

Y dicho esto, partieron hacia la Iglesia. 

-De acuerdo Geli, confío en tu buen juicio para juzgar y ayudar a las personas, si crees que es necesario los llevaremos con nosotros.

Con el paso de los años me había dado cuenta de que su trabajo y el mío eran parecidos, pero a la vez totalmente opuestos. El sheriff tenía que hacer cumplir la ley, proteger al inocente y castigar al infractor. Protegía al pueblo de los demás, de "los malos".Por otro lado, aunque Geli también ayudaba a las gentes del pueblo, lo hacía de forma totalmente diferente. En vez de castigar al infractor, lo perdonaba, lo ayudaba a cambiar y a volverse mejor persona. Salvaba a las personas, pero no de los demás, sino de ellos mismos.

-Déjame ayudarte a encontrar ese libro. Era algo sobre Enajenación mental, ¿no? -Echando un rápido vistazo detecté el libro entre dos más gordos que lo tapaban casi por completo. Deberías tener algún tipo de sistema de catalogación. Con la de libros que tienes aquí te tienes que volver loco cada vez que quieras buscar uno.

Le puse el libro en la mano y mi mente se acordó de Karl y del trágico accidente que había tenido lugar. Suspiré, tendría que hablar con el muchacho, conociéndole seguro que iba a tener pesadillas esta noche. Además tendría que pasarme por el hospital para comprobar los hechos y reconfortar a la señora Swacht. Pero lo primero era lo primero, y aunque notaba sobre mis hombros cómo el peso de mis responsabilidades iba creciendo, el tema de Dylan tenía preferencia.

-¿Algo más que quieras hacer antes de irnos?

Decido ir primero a la Funeraria, por si alguien ha visto pasar a Adam, y luego, si esto no es así, dirigirme a la cabaña de Waffe. Según Dylan al pobre muchacho le gustaban las montañas, y era probable que se hubiera dirigido en esa dirección. Sin nada más que decir, me puse en marcha.

Tras despedirse de ellas Harry se dispone a ir hacia el pub en busca de Edna con la esperanza que haya visto a la mujer desconocida. - A ver si Edna la ha visto...- Entrando al pub Harry echa un vistazo por todos lados para ver si la desconocida está en el pub, aunque sin demasiadas esperanzas. 

Edna. ¿Como va todo guapa?. Estoy buscando a una chica...

- ¿Cómo es posible que no lo haya visto?-dije cogiendo el libro que me tendía Félix.
- Es este, sí.- vi cómo Félix de repente se quedaba mirando al suelo fijamente, pensativo.
- Estás pensando en los Swacht, ¿verdad? A mí tampoco se me quitan de la cabeza. Estoy pensando algo que igual te parece una tontería, pero... Tenemos al alcalde controlando la plaza, a Lee buscando a esa mujer extraña y al primo de Dylan. Y el propio Dylan y los periodistas lo buscan también.- Dije dirigiéndome a la mesilla a por el otro libro. - ¿Y si vamos al hospital nosotros? Mira, podemos matar varios pájaros de un tiro: vemos a los Swacht, con el pretexto de entretenerla, sonsacare a Anna información sobre Dylan, su primo y su tía, porque como cualquier señora mayor de Sonnenlicht es una gran conocedora de todos los rumores que hayan circulado y por último, podemos preguntar si el primo de Dylan ha sido atendido allí en algún momento, o tiene un médico que sepa la enfermedad que padece. ¿Qué dices?

La alcaldía era un edificio bastante grande, en su momento fue un hospital y antes de eso quien sabe. Sabes que fue reformada un par de veces, que siempre te fascinó el aspecto antiguo que tenía, como si fuera un museo, pero que se conservaba perfectamente a través de los años. Tu oficina era amplia y cómoda, cosa que podías agradecer al alcalde cuarto antes de ti. La mayoría de las cosas eran viejas y apenas tenías una computadora e impresora donde podías hacer algunas cosas. Pero a un lado estaba la vieja máquina de escribir que seguramente fue utilizada por muchísimos otros alcaldes. Judy la usaba para redactar algunas cartas cuando requería la situación. Utilizaste el intercomunicador para pedirle a tu secretaria que te organizara una reunión con el Sheriff.

-¿Para el día de hoy?- preguntó simplemente a través del aparato.

Entonces notaste un papel sobre tu escritorio. No lo habías notado, pues tu mente estaba en otra cosa, pero alguien te había dejado una nota:

Lo siento. Pero no podía dejarlo así. Estaba sufriendo mucho.

La letra era algo desigual, como si la hubiera escrito un niño, la letra era redonda y el papel utilizado estaba amarillento. De todos modos el mensaje era bastante extraño como para que te detuvieras en esos detalles. No reconocías la letra, pero la última frase, escrita casi con timidez en el final del papel te dio escalofríos.

Ver Koru Valec

Ambos libros fueron encontrados luego de buscar unos minutos. A Felix le dio cierta intriga más de un título, sobre todo los que estaban en latín, pero se concentró solo en lo que necesitaba. Uno de los libros, el de tapa negra gastada, parecía que había pasado por muchas manos. El otro era ligeramente más moderno, aunque también se notaba que había recibido uso.

Pasando directamente al libro de trastornos mentales. Allí había un largo listado de síntomas y comportamientos, los describían de forma detallada y precisa, para luego detallar de que enfermedad mental se trataba y como tratarla. Incluso había un par de ejemplos de exorcismos que terminaron mal por tratarse de una enfermedad mental y no una verdadera posesión. El caso más famoso fue el de Anneliese Michel, una mujer alemana y católica que fue sometida a un exorcismo en 1975 y que murió al año siguiente, tras negarse a continuar con el tratamiento médico y psiquiátrico que le habían encomendado durante los 7 años anteriores a su fallecimiento. Investigaciones posteriores determinaron que Michel presentaba cuadros de desnutrición y deshidratación; sus padres y los sacerdotes responsables fueron acusados de homicidio negligente.

Con solo ese libro, si tenían más información sobre Adam, podrían determinar si tenía alguna enfermedad mental. Aunque solo sería una conjetura al no tener una opinión más profesional.

El otro libro era bastante más complicado para alguien no empapado en cuestiones religiosas. También dejaba en claro, varias veces, que para realizar un exorcismo se necesitaba un permiso explícito del Arzobispo. Detallaba las muchas formas en que un demonio podía manifestarse y las formas de confrontarlo. El libro parecía pequeño, pero tenía gran cantidad de información y detalles.

Entonces oyeron el golpe de la puerta de la iglesia cerrándose. Alguien había entrado.

Continuaron su camino hasta la iglesia. La puerta del frente estaba abierta y dudaste un segundo en entrar. Por suerte tu acompañante ni siquiera detuvo su avance y abrió la puerta con una mano. El interior estaba ligeramente oscuro, pues el sol empezaba a ocultarse y las ventanas apenas arrojaban algo de luz.

No vieron a nadie, por lo que comenzaron a caminar, escuchando sus pasos resonando con fuerza en la iglesia vacía. Entonces la puerta de entrada se cerró con fuerza, asustandolas por un segundo. Si habia alguien allí, seguramente las habria oido.

-Pues estoy soltera- dijo con una sonrisa mientras guiñaba el ojo. Edna te caía muy bien, aunque hablara a los gritos, era muy divertida y a veces te daba alguna bebida gratis. Quizás eran por tus piropos inocentes, que no buscaban nada pero que le hacían sentir bien-. ¿Buscas a alguien en especifico?- le contaste sobre tu encuentro con la rara mujer, detallando la descripción tanto como pudiste-. Pues.. no. No recuerdo haber visto a nadie asi...- se apoyó en una mesa mientras le daba vueltas a sus recuerdos. Arrugó el ceño mientras agregaba-. Pero vi a un tipo muy raro. Con un abrigo roñoso y de pelo largo.

Caminar hasta una funeraria, sola, cuando el sol empezaba a declinar sus rayos, resultaba ligeramente lóbrego. Aunque no era la primera vez que tenias que preguntar en lugares así para sacar alguna conclusión. Cuando al fin alcanzaste el lugar, te encontraste con un edificio cuadrado y gris, rodeado por una valla metálica coronada con alambre de púa. Una pequeña oficina hacia de entrada al lugar, pero era obvio que estaba cerrada. Seguramente Kopper solo la abriría cuando la necesitara. No ves nada raro, por las dudas le das una vuelta alrededor, buscando rastros de que alguien hubiera saltado la valla o forzado alguna puerta. Nada. Todo estaba normal.

Entonces captaste algo por el rabillo del ojo. Alguien caminaba hacia donde te encontrabas, iba caminando de forma muy lenta, con la mirada hacia los costados y las manos en el bolsillo. Pareció notar tu presencia pues caminó ligeramente mas rápido, hasta estar a unos diez metros de tu posición.

-Hola- saludó con una hermosa sonrisa. Era bastante alto, quizás un metro noventa. Su cuerpo parecía delgado, fibroso y cuidado. Su ropa era cómoda y sencilla. Una rápida mirada te permitió notar unas zapatillas viejas y algo maltratadas, al igual que la parte baja de sus pantalones, como si hubiera caminado muchísimo-. Gusto en conocerte- tenia una mochila en la espalda, de un tono verde pero que había pasado por mejores momentos-. Eres de Sonnenlicht.. ¿verdad?

Bajaste con rapidez, ayudado por el que ibas en declive, pero la sensación de pesadumbre te acompañó durante todo el trayecto. Por suerte la visión tan familiar de la radio te tranquilizó un poco. La luz continuaba encendida, aunque seguramente Elizabeth debería estar por acabar con su turno. Entraste y descubriste a Elizabeth en la sala donde trasmiten bailando y cantando al ritmo de la canción que estaba pasando en esos momentos. 

Parecía estar especialmente feliz, lo que ya era mucho teniendo en cuenta que esas chica tenia la intensidad de una supernova el 90% del tiempo. Parecía que no había notado tu presencia de momento.

- Si, que sea hoy o cuanto ant-

 En el medio de la comunicación Wilson se percató del pedazo de papel en su escritorio y comenzó a leerlo mientras hablaba con su secretaria; sin embargo detuvo completamente la charla cuando llego a las palabras finales. Una gota de sudor frío le cayó desde el tope de su calva mientras se recomponía del shock, desatándose un poco la corbata para respirar mejor. ¿Que significaba aquello? ¿"Ver Koru Valec"? ¿No eran aquellas las palabras pronunciadas por... su madre, aquella tarde? ¿Era esto parte de una broma hecha por alguien que había escuchado la conversación? No, era demasiado rebuscado, debía ser algo más...

 Pero algo empezó a rondar por su cabeza. Un pensamiento asociado a las palabras de la nota. Intentando sonar tranquilo volvió a encender el comunicador.

- Judy, dile al sheriff que venga cuanto antes. Y... por favor, llama al hospital y pregunta por la salud de Harold Swacht. Y que nos mantengan al tanto de su situación...

 Wilson se recuesta sobre su sillón de alcalde, mirando al vacío en frente de él. Las palabras "estaba sufriendo mucho" y la situación actual del granjero eran demasiada coincidencia. Y aquellas condenadas palabras sin sentido... ¿que signficában?

Miré al muchacho, sorprendida de encontrarme a alguien así. Parecía a todas luces un mochilero o algo por el estilo. Básicamente el tipo de gente que me caía bien. Pero el estado actual me tenía alerta por lo que no me acerqué más.

- Si - respondí sonriendo a mi vez, pero de forma escueta. - ¿Se te ofrece algo?

Te sonrió con amabilidad y desvió su mirada hacia el pueblo detrás tuyo, los rayos del sol ya ocultándose le daban en el rostro y le daban cierto aspecto angelical. Dio un par de pasos en tu dirección pero se detuvo luego de hacer dos metros, como no queriendo invadir tu espacio personal.

-¿Sabes que ni siquiera están en el mapa?- sus ojos brillaron de emoción-. Me tomó dos días llegar a pie- curiosamente no le veías tan cansado o sucio como debería alguien que llegó caminando, aunque su cabello esta ligeramente húmedo-. Que desconsiderado- dijo sonriendo y dando otro paso hacia donde estabas extendiendo una mano grande y de dedos largos-. Me llamo Scott.

Una vez teníamos lo que habíamos ido a buscar nos dispusimos a marcharnos, pero en ese momento escuchamos cómo alguien entraba a la iglesia. Si bien la iglesia estaba abierta y era normal encontrar creyentes dentro, normalmente orando, era un poco raro que alguien entrara el día de la Bienvenida a Primavera. Me acerqué a la puerta de la habitación, y la abrí levemente, lo justo para poder asomarme e intentar ver quién había entrado.

Al escuchar que alguien había entrado en la iglesia, Félix y yo nos miramos un segundo. Él se dirigió a la puerta y la abrió solo un poco para ver si podía distinguir de quién se trataba. Me acerqué yo también, era muy extraño que alguien entrase hoy allí, cuando todo el mundo estaba en la plaza.
¿Será Lee o alguno de los periodistas?- pensé.

Se me dibujó una sonrisa en los labios al ver a Elizabeth bailando y cantando el ritmo de la música que estaba sonando en la radio en esos instantes. Era agradable ver que al menos había alguien en Sonnenlicht que estaba disfrutando de ese día, ajena a la extraña búsqueda del primo de Dylan y al accidente que había sufrido Harold Swacht.

-No sabía que cantabas tan bien -comenté, en tono afable, para que la joven se percatase de mi presencia-. ¡Hola, Elizabeth! ¿Qué tal el día? Te veo muy contenta.