Partida Rol por web

 Finalmente Wilson se posiciona firmemente en la tarima, preparando sus cuerdas vocales para lo que sería su primer discurso como alcalde de la ciudad. Estaba algo nervioso, no lo podía negar, pero una latente euforia en el núcleo de su alma le daba la confianza que seguramente movió a los lideres históricos más importantes. Era su momento; y es de hombres débiles y enclenques fallar en su momento...

- Ciudadanos... amigos, colegas... ¡Sonnenlicht!... ¡Quiero escucharlos! (risa fuerte y clara) ¡Que maravillosa ocasión nos une en este día! Estoy seguro de que todos deben estar llenos de jolgorio y felicidad. No puedo esperar menos de la alegre gente de mi pueblo... ¡En verdad que es un gran día! ¡¿No lo creen?!

 Esperaba gritos o aplausos de entre la multitud. Procuro que el inicio del discurso fuera energético: jovial y cálido para los ciudadanos más eufóricos y los jóvenes. Sonriendo frente a la muchedumbre, tomo una posición más seria para la próxima parte de su discurso.

- Pensemos un poco en la historia que nos ha traído hasta aquí. No sería un buen historiador de lo contrario...  (ligera risa) Han pasado muchos años... décadas con sus propias generaciones... en las cuales nos hemos reunido aquí mismo, para pedir por una cosecha abundante, salud a nuestros hijos y prosperidad a nuestro pueblo. La fe es un valor muy importante en nuestra comunidad, pero nuestros valores más invaluables y hermosos... son la dedicación... el esfuerzo y el poder de nunca rendirse de nuestros ciudadanos. ¡Eso es lo que hizo y hace grande a Sonnenlicht!

- Nosotros somos los que trabajamos, los que nos cuidamos y aportamos a esta comunidad. Y sé... si que lo sé... que continuaremos con esa tradición: la de la honestidad, el trabajo duro y la integridad... ¡Y me alegra tanto verlos aquí, con esa intensidad brillando en sus ojos! ¡Ustedes son los pilares que sostienen Sonnenlicht! ¡No lo duden ni un momento!... Y me encargaré de demostrarle que su confianza en mí, es bien merecida... ¡O de lo contrario que el pueblo me juzgue! ¡Viva Sonnenicht! ¡Viva nuestro hogar! (risa fuerte y clara)

 Empezó a aplaudir con emoción. No sabía si sus palabras producían el mismo ardor en el corazón de todos los presentes, pero Wilson estaba conmocionado por el día, el discurso, la situación... le dedicó al pueblo una gran sonrisa, sincera y inocente; pero que ocultaban a un hombre que había luchado por este día por toda su vida. Y ahí se encontraba: el alcalde Wilson Walter Batterman, en el final de su primer discurso. Como había dicho, que el pueblo lo juzgue...

-¿Alcaldesa? Hmm, creo que te votaría -le dije a Luana, dando un ligero sorbo del café que nos había servido Edna-. Puede que fuera la única oportunidad que tendría Sonnenlicht de volver a tener un periódico. Si no, nuestras pobres fotos se quedarán cogiendo polvo en algún cajón o en un USB. Y moriría por ver la expresión en la cara de Martha Legrand si tú fueras alcaldesa -Sonreí con picardía y luego di otro pequeño sorbo al café, soplando ligeramente mientras escuchaba a mi compañera-. Es cierto, la gente tiene miedo al cambio, al progreso. Piensan que cualquier hecho distinto a lo que ellos consideran como aceptable terminará con su estilo de vida tal y como lo conocen. Por suerte, poco a poco, la sociedad avanza...

Observé entonces que Batterman había comenzado su discurso y decidí callar para escucharlo. Puede que no comulgara con sus ideales, pero quería oír lo que tenía que decir. Cuando terminó, di un ligero suspiro.

-¿Qué te ha parecido? -le pregunté a Luana, interesado en conocer su opinión. Divertido, dejé aflorar una nueva sonrisa y añadí-: ¿Crees que se lo habrán escrito o lo habrá pensado él?

Durante el discurso, en determinados momentos, se produjeron muchos aplausos, algunos gritos de aprobación de los mas jóvenes y cuchicheos varios entre los mayores. Pero nadie podia negar que Batterman tenia una presencia similar a la de Rot, uno de los alcaldes mas queridos, solo que este prometía la honestidad que le falto al otro. 

El discurso terminó, muchas cabezas asintieron contentas mientras los aplausos crecían en intensidad. Algunos podrían no estar de acuerdo con Batterman, pero ese discurso les había gustado y se sentían un poco más identificados con él. Nada como exaltar el deseo de superación y hermandad en un pueblo como ese. El aplauso final fue atronador, como si quisieran demostrar lo que eran capaces de hacer. Algunas cabezas se giraron hacia Rot, quien aplaudía con fuerza y rostro complacido. Era difícil saber que pensaba, pero todo hacia indicar que, al menos, era un buen perdedor.

Ahora era el momento de disfrutar totalmente de la fiesta. En un rincón se podía ver al ex doctor Krumber cortando un cerdo asado al que, al parecer, había preparado él mismo. Muchos se acercaron a él para recibir su porción. En otro rincón estaba la flamante doctora Scofield intentando pasar desapercibida, aunque sin mucho éxito. El Sheriff observaba los alrededores como un halcón buscando una presa, nunca dejando de trabajar ni siquiera en un momento festivo como ese. Su “ayudante” Billy intentaba imitar la intensidad de su mirada, aunque solo lograba arrugar ligeramente el ceño. Su otro ayudante, Lee, se encontraba bastante más lejos, parecía que buscaba algo pues alzaba su cabeza por sobre la gente. Los dos periodistas se habían marchado de la plaza, aunque no tanto como para no oír el discurso. El padre Doorgod tenía a toda una congregación a su alrededor, muchos le pedían que bendijera sus ofrendas, las cuales solían ser comida o flores de diferente índole. 

Se podría afirmar con total certeza, que la fiesta era un éxito. 

Con ciertas ganas de saber a dónde había ido la joven, Lee observó los alrededores, pero no la encontró. Lo que sí pudo ver, fue a un grupo de hombres, quienes aparecieron por un callejón caminando a grandes zancadas, parecieron decir algo y se dividieron. Eran cinco. Curiosamente, todos llevaban capucha y solo pudo reconocer a Dylan Kuchen, el hijo del panadero local, quien llevaba una gorra bien calada sobre los ojos. A Lee no le cabía ninguna duda, de que buscaban a alguien.

Algo llamó la atención de Luana, quizás era ese instinto periodístico que le susurró al oído que volteara hacia un lado. O simplemente la casualidad movieron sus actos. Cuando sus ojos claro se desviaron de su compañero, pudo ver a un sujeto encapuchado, caminar a paso rápido por los alrededores de la plaza. No hacia frio, así que le pareció raro que llevara ese abrigo tan grande y cubriéndole casi totalmente. Podía notar como movía su cabeza de un lado a otro, tratando de abarcar con su mirada tanto terreno como pudiera.

A pesar del gran ruido provocado por toda esa gente reunida, prácticamente todo el pueblo, algo llamó su atención. No había ruidos más allá de eso. Como si estuvieran en una habitación cerrada, ni siquiera se sentía la más mínima briza. Al alzar la vista hacia arriba, pudieron ver muchos pájaros levantando vuelo. No eran solo unos pocos, sino cientos de ellos, de distintas especies, grande y pequeños. Todos se alejaban de allí. Un escalofrío recorrió sus espaldas, aunque no sabían por qué. Hond, el eterno guardian de la iglesia y compañero del padre Doorgod, comenzó a aullar, parecía el lamento de un alma en pena, simplemente alzó su hocico al cielo y contagió su miedo a todos los presentes. Quizás los aplausos le asustaron.

-Señor Krumber- grito un sujeto mirando al pobre perro con una sonrisa-. Creo que Hond quiere un pedazo jajaja

Muchos rieron, pero se notaba el nerviosismo en sus voces, un pueblo tan supersticioso como ese, seguro tendría mil rituales para alejar la mala suerte. Miraron hacia todos lados, como si buscaran el culpable de la intranquilidad de los animales en los rostros de sus vecinos.

-JEFE- la voz de Karl sonó con fuerza en la radio que cargaba Strarrosa. Nunca lo había oído así, pues siempre parecía hasta temeroso de molestarle… esta vez algo había pasado-. JEFE, ¿Me oye?

El volumen de la radio estaba algo alto, por lo que si no quería que los demás oyeran, lo ideal sería bajar el volumen un poco o alejarse de allí. Billy pareció notar la urgencia del momento, por lo que alzó la cabeza como si con eso lograría oír mejor lo que fuera que ocurriera.

¿Donde diablos se habrá metido esta mujer?. Mira que estaba bien, aunque un poco rara... Bueno, no sería la primera ni la última. je je je. Tras intentar buscarla sin demasiado éxito Harry continúa con su trabajo de velar por el buen transcurrir de la fiesta. Era el momento del "discurso del alcalde" que sin duda marcaría su mandato y nada debía alterarlo. Parecía que todo iba rodado, la gente aplaudiendo, los vecinos comentando el discurso, el Sr Strarrosa controlando con su otro "ayudante" el buen transcurrir de la festividad, el ex doctor Krumber cortando y repartiendo carne cuando de repente.... Una bandada de pájaros levanta el vuelo mientras Hond (perro) próximo a Krumber se pone a aullar. - Seguro que con lo supersticiosos que son en el pueblo esto dará mucho que hablar- piensa Harry.

Sin darle más importancia de la que se merece el chucho, a Harry le llama la atención un grupo de encapuchados que aparecen de golpe y porrazo por un callejón que va a dar a la plaza. Entre ellos parece reconocer al panadero del pueblo Dylan Kuchen. Tras comentar algo entre ellos parece que se separan en pos de algo o alguien.

Un pasado tan turbulento como el de Harry hacía que el primer pensamiento ante una situación anómala fuera de sospecha de que algo malo iba a suceder. Cogiendo el walkie y sintonizándolo con el Sheriff le comenta.

- Sheriff, acaban de entrar en la plaza un grupo de unos cinco encapuchados que parece que están buscando a alguien o algo. Se han dividido en dos grupos. Entre ellos he reconocido a Dylan, el panadero. No tengo ni idea que pretenden pero creo que voy a seguir al grupo de Dylan ya que no me dan demasiada buena espina. - Sin apagar el walkie pero colocándose el auricular para evitar que nadie más lo ollera Harry se aproxima al grupo del panadero esperando alguna instrucción por parte del Sheriff, si no había una respuesta rápida actuaría. 

Escuché atentamente el discurso, ya no sólo lo que el alcalde decía, sino cómo lo decía, y lo que se guardaba. Lo analicé de arriba abajo en aquel breve lapso de tiempo, y lo único que finalmente pude ver era honestidad. Si bien el contenido era algo que me esperaba, apelando a la unión y a la hermandad, al trabajo duro y al esfuerzo, no era sino la pasión con la que hablaba, la forma en la que miraba al pueblo, lo que de verdad detonaba una pasión extraordinaria. Hasta yo mismo me sentí conmovido al grito de “¡Viva nuestro hogar!”.

Y aquello, era peligroso.

Aquel hombre había demostrado ser capaz de inspirar una confianza sin igual. Al final del discurso me había sorprendido asintiendo a sus palabras, convencido de lo que decía, cuando momentos antes estaba dudando sobre sus intenciones. Ser capaz de influir en las personas de forma tan rápida y contundente sin duda era una cualidad extraordinaria. Siempre y cuando se usara correctamente. Tras lo que había pasado con Andrew no estaba dispuesto a que dos alcaldes seguidos decepcionaran al pueblo, por lo que tendría que vigilar que Batterman realmente fuera lo que decía ser, y mirara por el bien de sus conciudadanos.

Tras el ajetreo del discurso todo transcurría con normalidad. Billy seguía a mi lado, imitando mis acciones. Sin duda el chaval le ponía ganas, y aquello de alguna manera hacía que el día fuera un poco más agradable. Aun así, ahora tocaba trabajar de verdad, y aunque tuviera ganas de tenerlo cerca, era el momento de devolvérselo a su madre.

-Vamos Billy, tenemos que encontrar a tu madre, que seguro que te echa de menos -dije agachándome, para ponerme a la altura del chico.

Billy me miró, y acto seguido miró al cielo, con los ojos abiertos como platos. Sentí un escalofrío, y yo mismo me giré para ver a cientos de pájaros sobrevolar el pueblo. No me consideraba una persona especialmente supersticiosa, pero aquello no vaticinaba nada bueno. Tampoco ayudaba el hecho de que Hond se pusiera a ladrar como loco. Miré a Doorgod con el ceño fruncido, y él se encogió de hombros, sin saber explicar el comportamiento del perro. Le indiqué con señas que se acercara. Algo iba mal, presentía que algo malo iba a ocurrir, y quizás necesitara su ayuda. Como autoridad religiosa del pueblo, la gente lo escucharía y acataría sus ordenes en caso de que algo ocurriera. Además, necesitaba dejar a Billy con alguien, en caso de que tuviera que salir corriendo.

Comencé a mirar a mi alrededor con urgencia, pero todo parecía en calma. No había nada de lo que preocuparse, pero aun así notaba que algo iba no encajaba. Estaba empezando a pensar que todo eran imaginaciones mías cuando, finalmente, escuché la voz de Karl por radio. Aquellos gritos, aquella sensación de urgencia, aquello era impropio de Karl. Algo estaba pasando. Me disponía a contestarle cuando escuché la voz de Harry salir del walkie. ¿Encapuchados? ¿En la plaza? ¿De que iba todo esto? La celebración había terminado, no recordaba que hubiera más funciones. Fuera lo que fuera, no vaticinaba nada bueno. Si estaban buscando a alguien, tal y como indicaba Harry, primero tendrían que pasar por él. Me metí al coche antes de contestar, evitando que oídos indiscretos pudieran escucharme.

-Aquí el Sheriff. Sigue al grupo de Dylan, pero no te enfrentes directamente a ellos. Intenta cortarles el paso y usar tu autoridad para que te digan que demonios están haciendo. No te muestres violento, pero estate preparado para cualquier tipo de respuesta. Si se responden con algún tipo de violencia o amenazas, tienes permiso para reducirlos -le respondí a Harry-.

¿Qué demonios estaban haciendo? Aquel no era día para estupideces, y ellos lo sabían más que de sobra. Era el día más esperado del año, y no tenía intención de dejar que cuatro idiotas con capuchas lo arruinaran. Cogí la radio para comunicarme con Karl, mientras me asomaba fuera para ver si el Doorgod se estaba acercando.

-Karl, tenemos varios encapuchados en la plaza al parecer buscando alguien, ¿sabes de qué demonios va todo esto?

-Eric - dije de pronto seria, sin responder a su pregunta. - Algo pasa. No se qué pero algo pasa. Acabo de ver a un sujeto muy raro... Encapuchado, con un abrigo enorme, como queriendo ocultar su cuerpo... Y esto, los pájaros... No es normal. Algo pasa. - lo dije seria y angustiada. Se solía decir en la carrera de periodismo que no era adcuado dejarse guiar por corazonadas, pero la experiencia me había mostrado lo contrario. Eran las corazonadas las que a menudo te acercaban al camino correcto, las sospechas las que te hacían tirar de las hilachas de la realidad, descosiendo el tejido del engaño. Y algo pasaba, lo sabía. - No se si deberíamos decirle algo al sheriff... De verdad esto es raro. - agregué levantándome de la mesa, mirando al rededor de la plaza. Todo era muy extraño, los pájaros, el encapuchado, la forma en que se oía el sonido... Algo estaba mal. No calzaba.

-Mi madre estará por allí- señaló donde estaba el Klumber, quien mantenía un gesto serio, mirando hacia todos lados con preocupación. No se veía a la madre de Billy por allí, pero en esa zona podría estar seguro de que su madre lo veria.

-¿QUE?- Karl pareció en verdad confundido-. No, nada de eso... Llamó la señora Swacht, estaba muy perturbada y costo entenderle. Tuvimos que tranquilizarla antes de…- se escuchó con claridad como Karl tragaba saliva antes de continuar-. Su marido tuvo un accidente, creo que se le cayó el tractor encima y está atrapado- casi podía imaginar al joven mirando hacia todos lados, como buscando algo que hacer-. No hay ambulancias y no atinó a llamar al hospital. No sé si tomar la patrulla, ir hasta el hospital y llevar al médico o si ir a buscarlo y llevarlo yo…

En estos momentos eran los que podía contar con la sangre fría de Lee. Karl era más para calmar ánimos y solucionar riñas, mientras que estas no sean nada serio (que nunca lo eran allí) pero cuando la cosa se complicaba…

-¿Hay encapuchados?- la pregunta surgió luego de esperar medio segundo a la respuesta del Sheriff, fue como si recién en ese momento se hubiera percatado de esa palabra en la frase de Strarrosa.

Seguir a Dylan era fácil, ya lo había fijado con la mirada y no lo había pedido de vista. Los demás era otra historia, aunque con esas pintas no le seria difícil dar con ellos. Lamentablemente, cada uno fue por su lado, así que solo podía seguir a uno. Ahora le era mucho más obvio que buscaban a alguien.

Su madre estuvo al lado de la tarima en unos pocos segundos. Judy la había acercado, quizás por decisión propia o a pedido de la anciana. Era obvio que ambas estaban algo alteradas, su madre un poco más.

-Wil, querido- alzó sus manos al rostro de Batterman, como queriendo asegurarse que estuviera en verdad allí. Bajó su voz hasta hacerlo un susurro, como si temiera que el mismo viento les oyera-. Hermoso discurso…

Me mostré sorprendido con las palabras de Luana. La miré, desconcertado. Ya no sonreía y se mostraba realmente seria. Supe que no mentía ni estaba bromeando.

-¿Un hombre encapuchado? ¿Estás segura? -le pregunté a mi compañera, bajando la voz para que no nos escuchara Edna ni nadie que pasase cerca. La gente ya hablaba demasiado sobre nosotros como para que ahora hacerles creer que Luana había visto a un individuo de cuya presencia nadie más se había percatado-. Esos pájaros y el perro del Padre Doorgod... Los animales también han sentido algo.

Dirigí una mirada a mi alrededor, tratando de divisar al hombre al que había descrito mi compañera. Un individuo de gran tamaño y vestigo con un largo abrigo durante una fiesta primaveral no podía simplemente pasar desapercibido.

-Creo que deberíamos contárselo al sheriff, pero tal vez lo mejor sería esperar a que termine el desfile -sugerí, pensativo-. Sabiendo como es la gente, son capaces de decir que te lo has inventado para sabotear la fiesta o algo así. El sheriff es un buen hombre, te creerá. Lo hablaremos después con él.

Miré al chico, y un instinto sobreprotector me embargó. No sabía lo que estaba ocurriendo, pero ante todo no quería que le pasara nada malo al chaval.

-Billy, ve con el padre Doordgod. Comprueba si eres capaz de ver a tu madre, o algún otro familiar, desde su posición. Además, como ayudante del Sheriff te encomiendo la misión de transmitirle el siguiente mensaje:

Algo anda mal, si es necesario, evacúa a la gente de la plaza de la forma más ordenada posible.

Miré al chico con intensidad, pero lejos de amedrantarse, me devolvió una mirada seria y asintió con energía. Observé como se iba, orgulloso como si de mi propio hijo se tratase, y volví a coger la radio.

Las palabras de Karl, lejos de proporcionar soluciones, me añadieron más preocupaciones. Estaban surgiendo demasiados imprevistos, y no podía manejarlos todos al mismo tiempo. Medité la situación durante un momento, sabiendo que cada segundo era importante, y tomé una decisión.

-Karl, escúchame atentamente, eres el único que puede ayudarme en este momento. Necesito que cojas la patrulla, vayas al hospital y expliques allí la situación del herido. Allí te dirán que hacer. Si es necesario, lleva al doctor o a los enfermeros que hagan falta a tratarlo. No es una situación agradable, pero te necesito centrado y con la cabeza fría. Algo extraño está ocurriendo en la plaza, pero en cuanto acabe aquí iré para allá. Confío en tí, muchacho, sé que puedes hacerlo.

Acto seguido, hablé de nuevo por la radio, esta vez dirigiéndome a Harry.

-Informa de cualquier novedad respecto a los encapuchados. Intentaré interceptar al otro grupo.

Tras escasos segundos observando la plaza, vi al otro grupo de encapuchados, el que no estaba persiguiendo Harry, y me acerqué con ellos con decisión. No sabía a lo que venían, pero si buscaban problemas, iban a encontrarlos.

 Luego del discurso, Wilson se acerco rápidamente hacia las dos mujeres, buscando la mirada de su madre. Por más adulto y maduro que fuese, seguía siendo el niño de su mamá. Una madre tan avocada y considerada, a la que le debía tanto y que le abrió tantos caminos en su vida… Dejó que Grethel apoyara sus manos en su rostro, sabiendo que por el estado mental de la anciana mujer era un acto necesario. Más allá de eso, la veía lúcida y atenta, lo que le llenaba de alegría el corazón.

- Mami, gracias… (Toma las manos de su madre con las suyas, mucho más grandes y fornidas) Gracias por venir. No quería que te pierdas este día por nada. Te debo esto a ti, mami. Lo que soy… el hombre que estaba ahí arriba en la tarima… tu lo criaste. Tu hijo de corazón, Wilson…

 El alcalde podría sentir como su voz se ponía más suave y como utilizaba términos como “mami” en público, pero poco le importaba. Cuando se trataba de su madre, lo demás quedaba en segundo lugar. Le dio un cálido beso en la frente y se dirigió brevemente a su secretaria.

- Muchas gracias por este acto, Judy. No te pedí que lo hicieras, y aún así… no podría estar más agradecido. No tardaste mucho en demostrarme que sabes lo que haces cuando se trata de alcaldes…

 Tras soltar una ligera risa, se dirige nuevamente a su madre, a la que abraza tiernamente.

Escuché al alcalde con atención, intentando encontrar en su discurso algo que me convenciese de que realmente sus intenciones eran buenas. Y ciertamente, aunque sus palabras ensalzando la unidad, el esfuerzo y la integridad podrían haber sido dichas por cualquier otro, en él resonaban de una forma especial. Hay que reconocer que es tremendamente carismático. ¡Incluso Rot parece entusiasmado con su discurso!
En cuanto los aplausos cesaron, me encontré rodeado de gente que me pedía la bendición sobre sus ofrendas. Después de tantos años ya me había acostumbrado a que Sonnenlicht mezclara religión y tradición pagana sin ningún tipo de pudor. Y hace más de veinte años que en un joven y terco intento de cristianizar el acto, dije por primera vez la bendición que hoy sigo usando este día: “Señor, bendice estas ofrendas para que sean símbolo de nuestra unidad en tu amor”. Puedo asegurar que he intentado bendecir de otra manera, pero tras repetir cientos de veces la misma frase durante cuatro o cinco años, el pueblo lo convirtió en un rito más. Tampoco puedo quejarme, ser el inventor de una tradición que hace que acabes rodeado de flores y comida no es una carga excesivamente pesada.