Partida Rol por web

 Wilson miró complacido la bendición de la ofrenda y la amabilidad con la que el Padre Doorgod trataba a su madre. No esperaba menos, puesto que su madre era una persona muy querida y muy activa en el pueblo hace bastantes años, especialmente después de la muerte de... ese hombre. Realmente prefería que la imagen de esa persona no se le cruzara por la cabeza en un día tan importante como este.

 Estaba a punto de agradecerle la bendición de la ofrenda al cura cuando de repente su madre comienza a comportarse de manera extraña, mostrando enojo e inquietud frente a Geliefd y hablando en algo que definitivamente no era inglés. Le preocupó un poco, pero el pensamiento de que su madre ya era una señora avanzada de edad y que tenía un vasto conocimiento en lenguas y cultura (habiendo sido la persona que impulsó a Wilson a convertirse en historiador) le tranquilizó la mente, dando la causa de ese desvarío a su salud mental. Pero no podía descifrar cual era el mensaje que había dado su madre...

 Mientras miraba como Grethel iba a hacer la ofrenda, el alcalde se dirige al Padre Doorgod.

- Es una pena, realmente... ver a semejante ejemplo de lucha y valentía... convertido en una pobre anciana que apenas entiende lo que sucede alrededor...

Me sobrepuse de la sorpresa con rapidez, y me llevé la mano a los labios, para indicarle a mis compañero y al ayudante del sheriff que permaneciéramos callados y listos para actuar juntos. Puede que al oficial no le gustara mucho compartir la tarea con dos reporteros hippiosos, pero tenía que aceptar que nuestras dotes de investigación era más que buenas, y que podíamos ser de ayuda.

A parte era evidente que mi instinto no había fallado y que algo sucedía en el pueblo.

Me resultó extraño advertir que hubiera un segundo individuo, vestido de forma similar al primero, aunque bastante menor en tamaño. Era evidente que ambos se conocían y algo debían de estar tramando. ¿Serían ladrones? ¿Lunáticos que pretendían hacer alguna locura? Conocía de vista al grandote por ser un vecino de Sonnenlicht, por lo que mi fuero interno me decía que no podía ser nada demasiado grave. Sonnenlicht era un pueblo pequeño en el que nunca pasaba nada, pero estaba seguro de que mi intuición y la de mi compañera no había fallado.

Observando a los dos individuos, daba la sensación de que el pequeño era quien llevaba la voz cantante y que era el cerebro del grupo. Puede que me equivocase, aunque desde aquí no reconocía quién era el hombre de pequeña estatura.

Advertí que el ayudante Lee también parecía estar siguiendo a aquel encapuchado e hice un gesto de asentimiento con la cabeza cuando Luana nos indicó que no hiciéramos ruido. Sin más, decidí intentar acercarme más hacia esos dos hombres, intentando escuchar la conversación que mantenían.

Vaya quien tenemos aquí... 

Desviando unos segundos la mirada de los encapuchados hacia los periodistas, especialmente a Luana, Harry toma aire y se acerca a ellos.

Susurrando a la pareja de periodistas, Harry les comenta - Erik, Luana. Veo que el destino nos ha vuelto a unir. - A Harry siempre le había llamado la atención el periodismo. Pero la vida no le había sido demasiado amable y tuvo que seguir otro camino. Tras una pausa y volviendo a centrar la atención en Dylan y al gigantón les susurra. - ¿Tenéis alguna idea de lo que se está cociendo aquí?. Parece que Dylan tiene un amigo un tanto llamativo.

Sin esperar posibles respuestas Harry presta atención a la charla entre los dos encapuchados.

Negué con la cabeza, sorprendida gratamente porque el ayudante del sheriff supiera el nombre de al menos uno de los sospechosos sujetos.

- La cosas de pronto se pusieron extrañas en la plaza... No sabría decir, los animales se volvieron locos... Y vimos a este sujeto, al gigante, caminar de forma sospechosa, todo encapuchado. Decidimos seguirlo por si las moscas - le expliqué escuetamente al policía en susurros nerviosos.

Ahora que Lee lo menciona, Dylan Kuchen es el hijo del panadero, un chico normal que trabaja con su padre. Solo le han visto de pasada, haciendo repartos o en el negocio familiar. Sonríe siempre que entrega algún pedido o vende el producto que elabora su familia. Hacen buen pan. Más allá de eso, no comprenden porqué esta actuando así o que relación tiene con el gigantón.

Eric decide intentar acercarse un poco, solo para poder oír algo de lo que podrían estar hablando. Se acercó hasta lo máximo que se atrevió, pero no logró captar sonido alguno. Si hablaban, lo hacían en susurros.

El dúo continuó caminando, pero al llegar a una esquina se separaron. Tomaron caminos opuestos, pero pudieron ver con total facilidad como Dylan les dedicaba una rápida y nerviosa mirada. El otro parecía mas sereno o al menos ni siquiera giró su cabeza mientras se alejaba. Estaban seguros que no les habían visto, sin embargo, sabían donde estaban...

Me sorprendió escuchar al sheriff mencionar el nombre de uno de los encapuchados, el más pequeño. Dylan. Durante un momento, mi mente no terminó de relacionarlo con nadie a quien conociera, hasta que me percaté de que se trataba de Dylan Kuchen, el hijo del Panadero.

No conseguí captar qué era lo que estaban diciéndose aquellos hombres, aunque me resultaba muy extraño. ¿Qué relación podía existir entre un obrero de mediana edad y el joven hijo del panadero? Se me ocurrían varias posibilidad y ninguna de ellas implicaba nada legal. Sin embargo, cuando advierto que Dylan nos dirige una mirada nerviosa, frunzo el ceño, extrañado. ¿Ha visto dónde nos encontrábamos?

-Deberíamos ir tras ellos -sugerí, entre susurros-. Mejor dividámonos. Yo intentaré seguir al grandullón.

Mirando a la plaza, no pude ver a nadie que coincidiera con la descripción de Lee, pero sí que pude alcanzar a ver a alguien bastante sospechoso, que de alguna manera intuía que huía de mí. Y si huía de mí, nada bueno estaba haciendo. En ese momento, llegaron las palabras de Harry por el walkie. 

-Bien Harry, no queremos que cunda el pánico, así que necesito que seas sutil. Aun así ya sabes, mantente en guardia. No he alcanzado a ver a ningún encapuchado, pero estoy siguiendo a un chico con gorra que intenta huir de mí, por algún motivo. No me voy a alejar demasiado, de todos modos.

Me preocupaba que todo esto se fuera de las manos en cualquier momento, o que por otro lado al final no fuera nada y estuviéramos sobreactuando, pero nunca se era demasiado precavido. Volví a mirar al chico, que salía de la plaza. Le iba a intentar dar alcance hasta cierto punto, pero si se alejaba demasiado de la plaza lo dejaría ir, puesto que no quería alejarme mucho del sitio en caso de que algo ocurriera. Los nervios estaban a flor de piel tras aquel extraño comportamiento de los animales.

Antes de que pudiera huir de la plaza, el sheriff le cortó el paso, su mirada acerada se clavó en el rostro del sujeto al cual reconoció con rapidez. Marcus Oshea, trabajaba para el municipio, se encargaba de manejar el camión de la basura. A veces daba problemas por su horrible manera de conducir y por empinar el codo a veces. Probablemente estuviera ebrio y por eso le esquivaba... pero su expresión decía otra cosa. Normalmente era bastante prepotente, pero cuando habló lo hizo desde el miedo y la sorpresa.

-Sheriff Strarrosa... emm... ¿disfrutando del día?- intentó sonreír pero fue una mueca tan falsa que facil para alguien como Felix ver a través de ella-. ¿Algún problema?

Evaluó su figura. Menudo, de ropa negra y esa gorra tapando sus facciones, destaca bastante. Strarrosa nota que varias veces intenta pasar su cabello detrás de la oreja, a pesar de que tiene pelo corto.

Tras una rápida persecución, por fin alcancé a aquella sospechosa figura. No era otro sino Marcus, con el que alguna vez había tenido algún encontronazo, aunque realmente nada grave. En este caso, por otro lado, se notaba claramente su nerviosismo, y lo incómodo que estaba ante mi presencia.

-Marcus, no me voy a andar con rodeos, hasta un niño de teta se daría cuenta de que me estabas evitando. Están pasando muchas cosas y no doy abasto, así que mi buen humor se está convirtiendo en mala leche a velocidades astronómicas. Te voy a hacer tres preguntas, y quiero que me respondas con sinceridad, sabes que notaré si estás mintiendo. ¿Sabes algo de unos encapuchados o sobre lo ocurrido con el marido de la Sra Swatch? ¿A qué demonios viene esta ropa? ¿Qué andabas buscando ahí entre la gente?

Le miré inquisitivamente, retándolo a que me mintiera, y preparándome para analizar palabra por palabra lo que saliera de su boca.

Marcus intentó sonreír, como si la cosa fuera una simple confusión pero las preguntas en verdad le pusieron incomodo. Ahora notaste que algo tenia en la oreja, un audífono, no de los que usan para escuchar música, sino de los que se ponen el los walkies para escuchar mientras se hace algo.

-Solo estaba... dando una vuelta... no se nada de... ¿Los Swacht? No se nada de ellos, creo que ni siquiera los vi esta mañana- es la única cosa real que sale de su boca-. Buscamos al primo de Dylan- dijo de repente-. Esta de visita y no anda bien de la cabeza. Se escapó de la casa y los buscamos...

Sientes que algo raro hay, pues dice la verdad pero en parte. Ahora se muestra mas seguro, pero de vez en cuando se remueve incomodo y evita mirarte a los ojos.

¿Dylan? ¿El mismo Dylan que iba por ahí encapuchado y que Lee estaba siguiendo? Ahí había una conexión, y había que tirar de ella. 

-Mira chaval, de verdad que no estoy de humor. Sigues ocultándome algo, y no te voy a dejar en paz hasta que me lo digas. He visto a tu amigo Dylan por ahí, y no sé que tramáis, pero no es día para tonterías. Así que será mejor que empieces a contarme que demonios está haciendo Dylan, su primo, o quien sea. 

Lo miré amenazadoramente, y me dije a mí mismo que tenía que calmarme. Quizás todo esto se me estuviera yendo de las manos, y viera cosas donde no las había, pero mi instinto me decía que algo malo iba a pasar. Y si algo malo iba a pasar, no podía quedarme de brazos cruzados.

En ese momento me di cuenta de lo que llevaba en el oído, ¿para qué demonios tenía Marcus aquello? Si él estaba escuchando, significaba que alguien estaba hablando, por lo que rápidamente le quité el aparato de la oreja. Lo fulminé con la mirada, retándolo a que protestara, y me lo puse en el oído, esperando escuchar la voz de Dylan o de cualquier otro al otro lado.

-Es que no queríamos que causara problemas...- justo en ese momento, le quitaste su auricular y tiraste de él para poder escuchar, lo que hizo que sus rostros estuvieran bastante cerca. El chico tembló de miedo.

Del otro lado de la línea, escuchaste la voz de alguien, aunque no pudiste identificarla. Sus palabras fueron claras y te causaron escalofríos a pesar de que no entendiste su significad: "kurghang un feshg Unuy". Parecía que esa frase se colaba en tu oreja, como un gusano buscando algo. Instintivamente te quitaste el audífono del oído, como para quitarte esa sensación. Marcus te miraba apretando los labios.

-Solamente queremos encontrarlo, antes de que sea tarde- tragó saliva, teniéndote a solo unos centímetros parecía estar diciendo la verdad.

Miré al chico, y maldije para mis adentros. Aquello no estaba bien, y actuar de una forma tan brutal no había sido lo correcto. Algo me tenía nervioso desde aquella desbandada de pájaros. Era como una... sensación, una sensación de intranqulidad que era imposible de ignorar. Escuchar aquellas palabras por el audífono no ayudaba, sino más bien lo contrario. ¿Qué era aquel idioma, y por qué me había afectado tanto? Le devolví el audífono al chico y suavicé la expresión, lo que pareció que lo tranquilizó.

-Bien Marcus, te creo. Queréis evitar que algo malo ocurra, ¿verdad? Bien, pues voy a ayudaros, pero primero necesito que me cuentes todo lo que sepas sobre los encapuchados, y sobre Dylan y su primo. Y cuando digo todo, me refiero a todo, ¿vale?  Están pasando cosas muy raras y tengo el presentimiento de que algo terrible va a ocurrir. Sé que tienes buena voluntad, así que déjame ayudaros.

No había intimidación en mi mirada, sólo decisión y apremio, y esperaba que fuera suficiente para hacer al chico cooperar.

Sabes que el padre de Dylan tiene una hermana, pero que se marchó del pueblo hace años, siendo una adolescente. La recuerdas porque era muy bonita y dulce, siempre ayudando a todo el mundo. Pero no supiste de ella nunca mas y Oscar, el padre de Dylan, jamas la volvió a nombrar. Los rumores dicen que estaba embarazada, pero ya conoces como son los rumores en ese pueblo.

-Nos juntamos para buscarlo- empezó a decir mirándote a los ojos-. Nos conocemos desde hace tiempo y quisimos ayudar a Dylan- no notas nada raro en sus palabras. No miente-. Nos comunicábamos con esto... pero anda mal...- agregó sosteniendo el audífono y bajando la mirada. Miente. Sus gestos te hacen pensar esto, has tratado cientos de veces con adolescentes o idiotas, puedes distinguir una mentira. O casi siempre-. Lo buscamos por la plaza y no esta. Debe haber vuelto- ahora no miente.

-¡Billy!- Diane venia caminando llevando su ofrenda, flores silvestres recogidas de las laderas de Los Dientes. Miraba a su hijo algo extrañada, pues pensaba que seguiría atosigando al pobre Sheriff. Aunque verlo con el Alcalde y el Padre le indicó que estaba en buenas manos-. Espero que no les haya molestado mucho. 

Billy se le acercó y le dijo algo al oído. Ella le miró sin entender, aunque se notaba cierta preocupación en su rostro.

-Debe ser por lo de las aves- le dijo agachándose para estar a la altura de su rostro-. El señor Krumber dijo que no había nada que temer. Sabes que es muy listo..

Miré al chico, me seguía ocultando algo, pero no iba a poder sacarle mucho más. Intuía que estaban metidos en algo turbio, y las capuchas junto con las extrañas palabras que había escuchado no auguraban nada bueno. Todo aquel simbolismo solo traería problemas, y no tenía la menor idea de cómo evitarlo. No quería perder más tiempo, así que me dirigí a Marcus por última vez.

-Bien Marcus, te agradezco tu cooperación. Sólo te voy a hacer dos preguntas más, y podrás marcharte: ¿qué es lo que se escucha por el audífono, y cuál es el lugar más probable donde puede estar el primero de Dylan? Sé que todavía sabes algo más del tema, puedo ver a la legua cuando me estás mintiendo y cuando no. Valora bien tu decisión, porque una vez haya acabado todo este asunto, sea lo que sea, recordaré si fuiste de los que me ayudaste o de los que me diste problemas. No sé en qué estáis metidos, pero si cooperas estoy dispuesto a hacer la vista gorda.

Le miré expectante, serio y con determinación. No quería asustarle, sólo dejarle las cosas claras, y si decidía mentirme, al menos que fuera consciente de todas las posibles consecuencias.

Marcus pareció evaluar tus palabras, como si estuviera entre dos peligrosos caminos y tuviera que elegir uno. Tragó saliva, pero mantuvo su voz firme cuando continuó hablando.

-Como dije, el aparato funciona mal. La mitad del tiempo escucho estática y la otra mitad se distorsiona la voz- se encogió de hombros y bajó la mirada-. Pues, pensamos que podría estar cerca de aquí por toda la comida y bebida que hay... También porque hay mucha gente y eso le llamaría la atención. Pero creemos ahora que se acercaría a las montañas... son lo que mas destaca de Sonnenlich.

​Puedes ver que siente miedo, pero no sabes si es por ti o por algo mas. También te cuesta identificar mentiras en sus palabras, pero no estas seguro si dice enteramente la verdad. 

Eric decide seguir al sujeto de aspecto mas intimidante, quizás por parecerle mas sospechoso. Sus pasos apenas resuenan en la calle, pero esta todo tan silencioso que le llega con claridad los firmes pasos de su presa. Si bien no se giró a mirarle, esta seguro que sabe que le siguen. 

Asentí al comentario del alcalde sobre su madre. Entonces escuché como la señora Harrnak se acercó a recoger a su hijo.
- No se preocupe, Diane. Billy es un ángel de niño. ¡Que tengan un fantástico día! Cuida de tu madre, Billy- dije mientras daba unas palmaditas en el hombro del pequeño. Billy le dijo algo a su madre al oído, y esta le respondió comentándole sobre unas aves y el señor Krumber. ¿Unas aves? ¿Pero qué demonios estaba ocurriendo?