Partida Rol por web

Lara esperó a que la niña terminara para explicarle todo el procedimiento de manera más técnica. - Así que tiene ya  en recepción la receta de un analgésico suave. Se lo puede administrar cada 8 horas no más de una semana. ¿De acuerdo? A los quince días que vuelva para retirarle la férula - Finalizó mientras ponia una mano sobre el brazo de la mujer para tranquilizarla. Luego se acercó a Evelyn

- Estos niños tienen una imaginación.. - sonreia con cariño, pues era algo inevitable que alguien no apreciara las locuras de los pequeños de la casa.

- ¿Qué está pasando? - le preguntó con disimulo y con la voz cargada de curiosidad mientras lanzaba miradas de reojo a los dos que estaban hablando

¿Cómo que el cuerpo de Harold ha desaparecido?- pensé. Verdaderamente, era lo último que esperaba escuchar. Si hubiese sido una noche cualquiera, tendería a pensar que alguien habría robado el cuerpo, pero tendiendo en cuenta la tormenta, era prácticamente imposible que alguien lo hiciese pasando inadvertido. Y estaba el tema de la llave, ¿cómo alguien había podido abrir la habitación sin estar dentro? Solo puede haber abierto alguien con llave desde afuera, o alguien desde dentro. Pero si se abrió desde dentro, fue por alguien vivo, desde luego. De repente mi cabeza imaginó a Harold resucitando, rodeado de luz blanca y saliendo por su propio pie de la habitación. Rápidamente pensé en el mini-Jesús de la estampa que le había dejado el día anterior y que parecía hablarme con sorna. Recordé los versículos con los que Mateo narra la muerte de Jesús: "Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu. En ese momento el velo del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos".

Volviendo en mí, pensé que el robo de cuerpos era algo muy común entre algunas sectas satánicas. No quería alertar sin necesidad a Körper (que incluso podía estar implicado), pero debía comentárselo a Félix cuanto antes. Si fuese cierto, podríamos estar ante un grupo muy desequilibrado y potencialmente peligroso.

Finalmente, pregunté: Doctor, Körper, ¿qué acabo finalmente con la vida del señor Swacht? ¿Qué daños presentaba cuando ingresó?

-¡Ellen! ¡Voy a intentar subir para ayudarte! ¡Quédate ahí! -exclamé, desde abajo. Volviéndome hacia Luana, añadí-: Voy a intentar trepar por el desagüe. Creo que estoy en buena forma, así que no me costará demasiado.

Sin pensármelo dos veces, decido encaramarme al desagüe y empezar a ascender por él, utilizando ambas manos para tratar de subir con rapidez hasta donde se encontraba Ellen.

El dolor de cabeza con el que había amanecido empezó a disminuir en cuanto empecé a analizar los hechos. Los engranajes de mi cabeza, algo oxidados en lo que llevábamos de mañana, empezaron a moverse de nuevo. El malestar general empezó a desaparecer conforme me concentraba en las palabras de Timothy, y si bien sabía que esta noche me vendría todo de golpe, mi cuerpo rendiría al máximo durante la investigación. Analicé lentamente cada frase que salía de la boca de Timothy. Era imposible que nadie hubiera entrado hasta que la tormenta terminara, a las 5, mientras que el descubrimiento del robo del cadáver no se había producido hasta las 6. Había una ventana de aproximadamente una hora en la que se podría haber perpetrado el crimen. No sabía quién demonios estaría interesado en el cuerpo del pobre Harold, pero llegaría al fondo de la cuestión. 

-Gracias por tu testimonio, Timothy. Siento tener que insistir, pero, ¿estás totalmente seguro de que cerraste con llave la puerta? Si es así, y si no hay signos de que la cerradura haya sido forzada, todo se reduce al acceso a las llaves que permiten entrar a la sala. Si tu has tenido tu copia en tu poder toda la noche, o alguien la cogió para entrar y luego te las devolvió, o, quizás la razón más plausible, alguien cogió las del escritorio de la entrada. Dime, Timothy, ¿sería posible que alguien entrara a las 5, cuando la tormenta casi había amainado, cogiera las llaves y robara el cuerpo? 

Asintiendo ante la propuesta del alcalde Harry saca su walkie habla con el Sheriff.

Sheriff, aquí Harry. Estoy con el alcalde y una señorita llamada Alicia, creo que suele frecuentar la biblioteca. Se encuentra en paños menores y dice cosas como "No puedo… no puedo entenderle.... Me habla pero… es como un grito, un rugido, pero en el más absoluto silencio…. No lo entiendoooo…. " La verdad es que resulta un poco raro, especialmente por la expresión de su cara ya que sólo muestra miedo... Tenía la intención de ir a investigar dentro de su casa y enviar a Alicia al hospital. El Sr Batterman proponía que se visitara con la Dra Scofield-. Tras una pausa añade.- En fin voy a ir a echar una ojeada a ver qué es lo que encuentro dentro de la casa. Le envío la dirección. En cuanto salga me llevo a la chica al hospital a no ser que el alcalde quiera llevarla con su coche.   Corto.-

Tras la conversación con el Sheriff Harry se gira al alcalde y le comenta.

¿Ha venido con su coche? Si quieren esperarme que iré a ver si hay algo sospechoso por aquí y nos vamos en un momento-. A Harry no le asustaba ver a gente ida, ya había convivido con personas que consecuencia del mono de las drogas sufrían trastornos serios, manifestando miedo, ira, lujuria... pero esta chica no sufría este tipo de trastorno. Parecía más real, como si hubiera algo que realmente la asustara.

Con lo que extremando la vigilancia Harry se acerca a la puerta de la casa en pos de encontrar alguna pista que le ayude a desvelar la locura de Alicia. Acercándose a la puerta de la cabaña saca su pistola... por si acaso. 

Seguía teniendo esa pelusilla tras la oreja que la anunciaba que algo no iba bien. Las respuestas esquivas de la señora Farbe y su prisa le hicieron ver que no podía seguir inmiscuyéndose, asintiendo una única vez mientras se levantaba de su asiento y la acompaña a la salida, comprobando cómo iba el resto de la sala.

No pudo evitar fijarse en la pequeña sonriente, contagiándose de su ánimo mientras caminaba al lado de la doctora Scofield aunque, en el fondo, siguiera con la mirada los pasos de su paciente, comprobando a dónde iba o con quién. Se distrajo unos segundos cuando escuchó la voz susurrada e su compañera.- Creo que violencia doméstica, no estoy segura.- Sabía que era una acusación grave, pero realmente estaba preocupada y los signos que había mostrado eran los típicos que presentaban todas las que lo habían sufrido.

Tenía una lucha moral consigo misma sobre si intervenir en la discusión, sobre todo teniendo ese margen de error tan pequeño. Al final no pudo evitarlo y, con los brazos cruzados, se acercó a la pareja para colocar una mano en el hombro de la mujer.

- Disculpe que os interrumpa, olvidé recetarle una pomada.- Sonrió de manera conciliadora mientras echaba un rápido vistazo al granjero y la herida que él parecía tener en la cabeza, ahora vendada posiblemente por su compañera.- ¿También sufrió un accidente? Parece que la tormenta no perdonó a nadie.

-El paciente falleció a causa de la tensión en su cuerpo por la herida- el medico parecía no decidirse a tratar a Swach como un paciente o un conocido. Revisó su informe-. Varias costillas rotas, pulmón perforado, hemorragia interna, daño en vertebras, brazo derecho, hígado, esófago…- tragó saliva-. Vivió tanto tiempo por ser una persona fuerte y terca.

Dejó la mirada perdida en el informe, como buscando algo más, pero ya era bastante increíble que sobreviviera a la operación en un primer instante o al aplastamiento con el tractor.

-Siempre cierro con llave, es una costumbre que tengo por mi padre- Körper es un apellido ligado desde hace generaciones a la sala mortuoria, oficio que fue heredado a regañadientes por Timothy-. Les puedo jurar que todo estaba bien cerrado- luego enarcó ambas cejas y se encogió de hombros-. No creo que me hayan quitado la llave, pero podrían haber agarrado la de la entrada- luego negó con la cabeza-. Pero llevarse el cuerpo, sería algo engorroso. Tendrían que haber sabido que Harold murió, estar preparados para venir en cuanto la tormenta finalizara e infiltrarse aquí sin que lo notáramos Olivia y yo… Honestamente, estoy totalmente impactado. No… no logro concebir como pudo ocurrir algo así.

Sus ojos fueron hacia el padre unos segundos, pero pronto se desviaron hacia el sheriff. Quizás no sabía en quien de los dos buscar una respuesta a ese dilema. De momento, buscaba una respuesta en el experimentado hombre de la ley.

-No voy a ir a ningún lado- bromeó la joven desde el otro lado de la puerta. Pudieron oír como se alejaba de allí para quizás ir hasta la planta superior y recibir a Eric.

El reportero comprobó que la tubería esté bien agarrada a la pared, para luego trepar con gran soltura hasta la planta alta. Lo hizo en unos pocos segundos y sin el menor esfuerzo, sorprendiéndose a sí mismo por la proeza. Una vez en el tejado, se deslizó con lentitud hasta la ventana la cual no estaba abierta, sino rota. Algunos cristales aun colgaban de la misma. Una vez que el reportero ingresó en la vivienda, Luana ya no pudo verlo.

Era una habitación, al parecer para el futuro niño que vendría. Había una cuna, volcada y con una manta azul mojada, muchos peluches tirados en desorden, todos llenos de hojas y húmedos. El papel de la pared se había saltado, en donde había soles sonrientes y nubes contentas, ahora solo se podían adivinar entre la humedad y los cascarones rotos.

-Menudo desastre- oyó la voz desde la puerta de Ellen, quien le sonreía con tristeza mientras se acariciaba el vientre, como queriendo tranquilizar a la criatura ante esa visión-. Costará reparar todo… Uff- hizo un gesto de dolor, apretando su estómago y tratando de sonreír.

Ahora solo tocaba esperar a que Eric localizara a Ellen y le ayudara a salir. Algo que costaría mucho a menos que la embarazada mostrara esas dotes de atletismo para bajar por el techo. Quitar el árbol con una simple hacha o las manos desnudas era una tontería. Solo quedaba esperar por ayuda o conseguirla uno mismo.

Por el rabillo del ojo, notaste una camioneta avanzando en tu dirección. Era bastante vieja, pero en buen estado. La reconociste de inmediato por verla de vez en cuando en la salida de la radio, cuando esta dejaba de funcionar. Era Trevor Waffe.

El auto de Batterman estaba aparcado a pocos metros de donde estaban ellos, por lo que el alcalde podría llevarla sin problemas hasta el hospital. La joven no mostraba señales de enterarse de las palabras que surgían por sobre su cabeza. Solo se quedaba allí, arrodillada en el suelo y abrazándose a sí misma.

Lee avanzó hacia la casa, con la precaución pintada en su rostro. Hasta sacó su arma reglamentaria, pues no tenía idea de que se encontraría allí.

La puerta de entrada estaba cerrada, por lo que tuviste que buscar otra entrada, siendo la del patio la seleccionada. Con cautela y sosteniendo tu arma con confianza, revisaste con la mirada la habitación que se presentaba ante ti. No había nada, solo muchos libros y un gran desorden.

El lugar era el comedor, aunque la pequeña mesa solo disponía de un espacio en el cual sentarse, todo lo demás estaba cubierto por libros. Había huellas de barro en todo el lugar, pies pequeños y descalzos. Solo podías deducirlo, pero estabas casi seguro que eran huellas de la propia joven. Pasando de habitación en habitación, solo había más huellas y desorden. Parecía que alguien había estado buscando algo. Cuando llegaste al baño, fue que encontrarse algo relativamente más raro que lo otro, en el espejo, escrito con lápiz labial había una sola palabra. Escrita una y otra vez, en diferentes tamaños y posiciones, repitiendose hasta la saciedad e incluso pasando los limites del espejo para terminar en la pared:

Verkoruvalec

-No… no pude- comenzó a decir la joven en un hilo de voz-. Tengo que encontrarlo… pero no se…- se aferró a tus ropas, ayudándose a levantar-. ¿Usted sabe dónde está?

Sus ojos comenzaron a recorrer los alrededores, sin detenerse en nada. Se apretó las sienes con fuerza, como queriendo exprimir algo de su cerebro. Luego, como por arte de magia, se tranquilizó y te miró. Por primera vez, no veías esa mirada turbia en sus ojos, sino una más limpia.

-¿Qué…? ¿Dónde estoy?

-No esperaba que estuviera quebrada- dijo la mujer con evidente pena en el rostro. Acarició el rostro sonriente de su niña, quien le devolvió una enorme sonrisa. Revisò el papel en donde estaba indicado la medicina que debia darle a la niña, asintiendo lentamente mientras leia-. Fuiste una niña muy buena. Te haré un pastel.

La niña intentó aplaudir de entusiasmo, pero el flamante yeso se lo impidió, así como un ligero dolor por la brusquedad del movimiento.

-Muchas gracias doctora- ambas se despidieron con una sonrisa y agitando sus manos. La niña lanzó un “muchas gracias”, corriendo detrás de su madre.

Mientras te acercabas, no pudiste evitar oír parte de la conversación, justo antes de interrumpir.

-¿Qué dijiste?- insistía el hombre, aunque esto solo lo podías deducir por que Mira le contestó.

-Nada. Ya te dije. Fue un accidente- los ojos del hombre se hicieron pequeños, como queriendo descubrir que había detrás de esas palabras.

Ajenos a toda esa escena, la pareja de casados continuaba con su ya evidente pelea. Solo cuando notaron la cercanía de Evelyn fue que ambos detuvieron la riña. El hombre pareció medir a Evelyn desde su enorme altura, mas sonrió cuando le contestó.

-Esto saco por andar haciendo el héroe- dijo tocándose la frente-. Jamás había visto una tormenta como esa… ¿Verdad querida?- la aludida sonrió con timidez asintiendo a las palabras de su esposo-. Pero tuvimos mucha suerte- aparta un mechón de pelo del rostro de Mira, alojándolo detrás de su oreja. La mujer no se mueve, pero su cuerpo se pone rígido al instante.

Lara observó como se iban madre e hija, con una sonrisa que quizás reflejaba cierta tristeza. Cogió aire para alejar aquellos pensamientos y se centró en su compañera. Se cerró la bata con ambas manos sin llegar a abotonarla mientras observaba la escena, preparada por si tenía que intervenir. Después de lo que le había dicho Evelyn no podía dejarla a su suerte.

La reacción de la mujer era bastante curiosa, eso sin duda alguna
 

Asentí a las palabras de Timothy. Aquello no tenía mucho sentido, pero la realidad era aquella y había que buscarle alguna explicación. En mis años de Sheriff me había encontrado casos muy extraños que al final habían acabado explicándose por si mismos. Sólo había que investigar y la verdad saldría a la luz. Aunque a decir verdad, aquel era el caso más extraño que había tenido nunca.

-Gracias Timothy. Lo investigaremos, me encargaré personalmente de encontrar ese cuerpo, esté donde esté. ¿Puedes enseñarte dónde fue la última vez que lo viste? Quizás encontremos alguna pista que seguir desde ahí.

Cuando Lee habló me aparté un poco de los dos hombres, y le contesté:

-Aquí Félix. No eres el único que se está encontrado eventos raros. Timothy Korper me acaba de contar que ha desaparecido el cadáver de Harold Swacth. Murió anoche y cuando volvió a mirar por la mañana ya no estaba. No sé quién estaría interesado en su cuerpo, ni cómo demonios pudo hacerlo con la tormenta de anoche, pero lo cierto es que alguien ha robado el cadáver. Voy a investigar aquí en el hospital, por si encuentro alguna pista, si no iré a visitar a la señora Swacth. Si encuentras algo en la casa de la chica, infórmame. Corto.