Partida Rol por web

El clérigo sonrió ante la estrategia de las descerebradas orcas. Con semejante canción era difícil distinguir los gritos del capataz orco. Le preocupaba más ver como Jess se metía entre las orcas fingiendo ser una de ellas. Nalfeim por su parte iban tan retrasado que no había problema en que o descubriran.

Despacio pero sin pausa.

Pasó junto a la minera azotada sin desviar la mirada. No quería distraerse de su objetivo, y menos con seres como aquellos.

    La embestida de Klurca sorprendió más a la orco de mirada ceñuda que al capataz. La guerrera dio un paso a un lado, desenvainó el gran hacha que portaba a la espalda y se encaró con Klurca:++Zoy Nayûl Lengua negra++ Dijo en orco ++...Y unesta sección zoy luúnica que reparte mamporrus++ Advirtió arrugando aún más sus oscuros labios. Su la lengua era negra como si se hubiera bebido uno de los tarros de tinta de Shanshar. La guerrera se quedó con la boca entreabierta enseñando los dientes como un animal.

     El tiempo que la gran Jess había pasado con las mineras había perfeccionado su pronunciación orca y la joven se unió a la tonadilla imitando hasta el tono bronco de los pieles verdes. Jagga no se despegaba de su salvadora y fue fácil alcanzar la primera bifurcación pegada a la espalda de la salvaje. Köyu y Sîglu, que parecían algo mas listas que las demás, avanzaron a su lado, haciendo aún más sencillo moverse a resguardo de las miradas curiosas.

La orco de aspecto desquiciado se unió al coro de voces mientras forcejeaba con la cadena de su cuello. Pronto perdió el ritmo y siguió dando saltos como un animal rabioso.

En dirección Sur [galería inferior del tablero] brillaron con fuerza los cuarzos enanos. Algo muy grande o muy veloz...o ambas cosas, se acercaba desde esa dirección probablemente alertado por la algarabía. El resto de la cuadrilla de orcas echó a correr en dirección opuesta siguiendo a Klurca.

Köyu, Sîglu y Jagga se miraron entre sí con gesto interrogante pero permanecieron junto a la humana.

-Darsus prisa rostrus pálidos- Siseó Köyu mirando hacia los aventureros. -...Gole a rata- Advirtió con gesto grave.

Tran no dijo palabra y se limitó a avanzar a hurtadillas tras las orcos. El viejo Tergrar se agarró la barba con una mano y se remangó la túnica con la otra e hizo lo mismo.

Ante tal idea no puede evitar suspirar... una vez, dos... hasta tres veces. Cualquier intento de sigilo queda relegado al olvido y extrae el escudo mientras deja que las orcas le superen, se acerca lo suficiente para que sus conjuros puedan alcanzar al extraño orco. Sin duda ningún combate gozará del sigilo deseado, lo que pone en riesgo la vida de Ely, las orcas lo han demostrado una y otra vez, pero aún podrían resultar de utilidad.

Entonces cuando Tran se acerca le dice -si queremos recuperar a Ely con vida necesitaremos una acción que nadie aquí salvo nosotros puede llevar a cabo. Podría volvernos invisibles y juntos ir a rescatarla. Tendríamos... unos cinco minutos de tiempo.

Es una estrategia arriesgada, pero mucho menos arriesgada que luchar junto a un grupo de orcas que entre todas no juntan media neurona en un rescate.

-si queremos recuperar a Ely con vida necesitaremos una acción que nadie aquí salvo nosotros puede llevar a cabo. Podría volvernos invisibles y juntos ir a rescatarla. Tendríamos... unos cinco minutos de tiempo.

     -Yo te sigo Shan, pero nada nos asegura que podamos encontrar a Ely en tan poco tiempo.- Respondió el pícaro pero después miró hacia atrás y cambió de opinión. -...Mira, yo encantado de perder de vista las pieles verdes pero ¿Qué me dices de Tergrar y los demás?  No me perdonaría que cayesen en una trampa o se topasen con otro gigante...- Dijo sacudiendo la cabeza.-Nos necesitan. Somos un equipo- Concluyó.

    Saber (religion): extraño orco

    El joven mago estudió las facciones huesudas del capataz orco. Al igual que Yazlik, sus ojos hundidos y siniestros denotaban que había dejado de ser un ser vivo pero no pudo identificar de qué tipo de muerto viviente se trataba. Las extrañas comisuras de sus labios resultaban tan desconcertantes...

Yo también...hablar con señor quiero...ehhh...señor Yaslik? ¿Cierto?

    El capataz muerto-viviente abre los ojos de par en par, se revuelve contra Klurca y la agarra de los hombros. La orca siente el frio tacto de la muerte atravesando su armadura, reacciona girando sobre sí misma y separándose del gélido monstruo.

Nayûl alza su gran hacha sobre la cabeza de Klurca y gruñe  en orco: ++¡Qué mojca zozá picau!. ¡He dichu que ná de peleas!++

Tiene toda su atención fija en Klurca y no ve lo que se le viene encima.

Espantada por el toque helado del enano...o lo que queda de él, Klurca da un salto hacia un lado, con la pierna izquierda, buscando quitárselo de encima y alejar a la criatura sobrenatural. La velocidad de su reciente carga es tal, que la guerrera queda girada, con el espadón al frente y su flanco izquierdo algo rezagado.
La semiorca, siente un escalofrío en el lugar donde el muerto viviente alcanzó a rozarla, incluso a pesar de la gruesa armadura!
Trastornada, ignora por completo la amenaza de la orca líder del grupo minero, y mientras aun sigue el envión que la hace casi volar hacia el enano, pega un pequeño salto y apoya la pierna izquierda en una fisura en la pierda, a casi un metro de altura, para empujar con todas sus fuerzas el mágico espadón.

¡¡grrrrGRRrrrrGGrrr!...Un gruñido sordo surge de la boca de Klurca, y un aroma a tripas podridas llena el ambiente.
Grrrmmmm.ññññ... Un gruñido similar al de un perro famélico, a punto de descuartizar a una presa. Y la guerrera lanza un golpe brutal, ayudada por la carga, por la furia y por la piedra contra la cual empuja...directamente hacia la cabeza del enano convertido en criatura de ultratumba.

Así caminaba Nalfeim Do´Imra, el ruido de la armadura amortiguado por el jaleo de las orcas, deseoso de saber qué demonios estaba pasando en el frente. Pasó junto a Tergrar y musitó unas palabras ininteligibles.

- Mmmmfmmpf.- Cuando llegó junto a Shanshar y Tran, elevó los hombros en un gesto que indicaba su sorpresa y resignación.

Se encoge de hombros, evidentemente nadie sabe reconocer sus genialidades, pero luego si Ely muere se preguntarán como pudo pasar.

Mientras sigue avanzando ve a los dos orcos "peleando" con Klurca, ni siquiera se le pasa por la cabeza que la orca pueda no ser hostil cuando esta agita su arma y ladra en su infernal idioma y lanza rápidamente un conjuro. Desde luego esos orcos no escaparán.

       Klurca descarga dos tremendos golpes sobre el extraño capataz orco. El primero le destripa y el segundo le hunde el cráneo de forma espantosa. Se hace el silencio. El grimoso orco observa su propia herida mientras trata de mantener las vísceras en su sitio. Los intestinos caen al suelo como trozos de pergamino resecos. Ni una gota de sangre mana de la mortal herida. El monstruo tuerce sus labios en una sonrisa de alivio. El gesto, deformado por la herida en la cabeza, resulta todavía más inhumano.

++¡Alabado sea el Amo!++ Se regocija el engendro alzando un cuarteado trozo de tripa.

Shanshar lanza su conjuro y el suelo se vuelve grasa bajo los pies del muerto viviente que comienza a bailar involuntariamente para mantenerse en pié.

++¡Agh...Un membrujo!¡GUARDIAAA!++ Grita pese a que su caja torácica ha quedado prácticamente vacía.

Nayûl descarga su hacha sobre Klurca, pero la bárbaro ya no estaba allí cuando el grueso filo golpea la roca.

Niajo y otras dos mineras embrazan sus escudos y se lanzan sobre la guerrera de labios negros en un temerario asalto. La primera logra esquivar el enorme hacha y engancharlo con su pico. Se produce un violento forcejeo entre las cuatro orcas que acaba con la guerrera desarmada.

     En el otro túnel el macho semidesnudo repite ++¡ Membrujo!¡Membrujo!++  Logra encarrilar la vagoneta y amenaza con unirse a la tangana, Yolu le responde con una feroz carga y le estrella su pico en el costado.

     Fornund, Tran y Tergrar aprovechan la confusa tangana entre pieles verdes para seguir avanzando.  Parece que nada va contra ellos cuando por el túnel sur arremeten tres enorme bestias ensilladas.

Los monstruos peludos parecen el cruce de una rata con un topo, pero del tamaño de una mula. Sobre sus lomos cabalgan tres jinetes osgos con yelmos a base de cráneos, tiras de cuero  y camisotes de mallas. Las monturas están igualmente enjaezadas y cubiertas de anillas y espolones de hueso.

Los tres osgos parecen dudar unos instantes al ver a Köyu y su cuadrilla pero finalmente se lanzan a la carga arremetiendo contra todo lo que se cruza en su camino.

Köyu, Jagga y Sîglü reaccionan alineando sus escudos y logran detener los mazazos de los temibles jinetes.

Seamos claros: no se dice membrujo, se dice membrillo. Y el motivo por el que Jess esté pensando en comida en este momento es que Sandor se llevó el carro con las provisiones. Que sí, que está muy bien tener un anillo de sustento que te alimenta sin hacerte engordar el culo, pero la lengua es un músculo, y tiene memoria muscular, y a veces se le da por recordar sabores de antaño. Otra posibilidad es que al gritar, la lengua golpease el paladar y diese con un trozo de comida furtivo que no se sabe cuántos días lleva allí.

¡AAAAAAAAAAAH! ¡UNA RATA! No, un topo... ¡UNA RATA! No, un topo... ¡UNA RATA! No, un topo...

En esa indefinición, Jess saldría pitando si fuesen ratas, pero contra los topos no tiene nada en contra. En cuanto decidió que esos bichos tenían lo suficiente de topos como para no resultar tan repulsivos, se lanzó al ataque, escurriéndose entre Jagga y Köyu mientras desenvainaba su cimitarra guay, la mágica, la fuera de serie. Ya solo le faltaba un grito de guerra, una sentencia de desafío, una frase de postureo...

¿Cómo se llama la hembra del topo? ¡Agustina!

Defecto de ser hija única y la princesita de su casa, que cuando su padre o su tío contaban algún chiste malsonante, siempre se comedían al final en presencia de la pequeña Jess. ¿Quedaría muy racista decir que atacó primero al osgo de la toporrata negra? Entonces mejor digamos que salió en defensa de Jagga y atacó al osgo que la amenazaba, aunque a estas alturas ya nadie se crea que Jess salga en defensa de una orca con la de tirria que les tiene.

¿Osgo u orco? ¿Osgo u orco? ¿Osgo u orco?

Misma dicotomía que con las toporratas: los osgos le daban un poco igual, pero si mirando por debajo de la máscara de hueso Jess descubría que alguno de los atacantes era un orco chepudo, bajito y con problema de tiroides en vez del típico osgo achaparrao... Brrrrr... Como la engañasen, Jess pensaba ensañarse con el cadáver. Como parece que no, que eran osgossosgos y no mestizos como las toporratas, tampoco se le dió por ensañarse.

Lanzó un tajo estirando el brazo y cuidándose de que en el proceso no recibía una dentellada de la toporrata en la pierna, o un lametazo, o saltaba un piojo desde ese pelaje negro, o una garrapata. Ahí, con el cuerpo de lado para ofrecer menos superficie de impacto, resguardándose, a la defensiva, en plan cobarde, a lo rata, a lo toporrata, a lo Agustina.

Y si se hubiese tratado de un orco, hasta habría retorcido la cimitarra en sus tripas para hurgar en la herida, pero no, solo era un osgo. Los osgos son como los cuasimodos del mundo trasgo: la sociedad ha sido cruel con ellos por ser tan feos de cojones, no tienen la culpa de haber nacido así. El único misterio es cómo un osgo reune valor para acostarse con una osga y procrear una nueva generación de osguitos, y quizás la teoría más acertada incluya alcohol y que en la oscuridad de unas mazmorras todos los gatos son pardos (lo cual vendría a significar que la infravisión de los osgos no distingue los colores en ausencia de luz).

   Con la aparición de los jinetes osgos, las mineras que habían permanecido al margen hasta el momento se esfumaron entre las rocas. La gran Jess propinó un buen tajo al osgo que montaba la rata-topo de color más oscuro y comenzó un feroz enfrentamiento.

      En el otro lado del túnel el capataz orco arrojó al suelo las hebras de carne oscura que sostenía en su mano y se volvió  furioso hacia Klurca:++¡Tuu...Mardita eztúpidia...Voy a facer ca ta repientaz!++ Bufó mostrando unos enormes colmillos, demasiado grandes incluso para un orco.

El monstruo se abalanzó sobre la bárbaro pero sus piernas no lo siguieron. Su torso cayó al suelo, partido en dos. ++¡Noooo!++ Aulló frustrado y comenzó a reptar sobre los codos pero la capa de grasa que cubría la roca hizo que solo consiguiera rebozarse como un gusano. Las piernas por su parte permanecieron en pié, agitándose para lograr mantener el equilibrio.

Un instante después ambas mitades de su cuerpo se desvanecieron en una neblina oscura que retrocedió por el túnel.

   Nayûl, la guerrera de oscuros labios  arrugados, abrió la boca de par en par con gesto de asombro y echó a correr huyendo de los aventureros.

   El gran macho orco, enfrascado en su pelea contra Yolu, atizó a este en la rodilla, ajeno al resto de enfrentamientos que sucedían a su alrededor.

Para un clérigo la tentación de combatir a un no-muerto era tan difícil de resistir como para la Gran Jess mantener la boca cerrada. Fue la verborrea de la joven la que hizo a Nalfeim girarse y ver qué es lo que pasaba a sus espaldas. Por mucho no- muerto que hubiera delante no iba a dejara a Jess enfrentarse al peligro sola. Después de todo él era uno de sus referentes, como había aseverado ella en varias ocasiones, viejo pero aún duro como un roble. Al menos aún conservaba la sesera intacta, no como Tergar.

- Vamos a ver.- Musitó mientras sostenía con fuerza la maza de armas, de extraordinaria factura, y avanzaba con lentitud hasta el meollo del barullo formado por los jinetes osgos.- Estupendo.- Dijo alabando la formación de las pieles verde. Las orcas podía ser muchas cosas pero cuando se trataba de un combate sabían como defenderse. Prueba de ello es que habían formado inmediatamente una barrera para contener a los enemigos. Pasó junto a su amigo enano al que arengó para que se uniera a la batalla.- Maese enano hay hueco para vos también si os place.

Nalfeim se abrió paso entre las orcas hasta encararse a uno de aquellos asquerosos engendros de la naturaleza, dispuesto a abrir el cráneo de su jinete. El mazazo fue tremendo, haciendo tambalear al osgo montado sobre la montura de pelaje pardo. Y no era para menos pues la maza que portaba Nalfeim estaba imbuida con los poderes que le otorgaba el mismo Boccob.- Aquí estoy muchacha.- Le dijo a Jess lanzándole una mirada paternalista y protectora que seguro acrecentaría la opinión que tenía de él.