Partida Rol por web

Shartai se dirigió a los dos hombres, que de inmediato fijaron su atención en sus curvas. No era extraño que una prostituta buscase trabajo entre los vigilantes si la noche iba floja, y no le habían visto con su jefe así que nada sospecharon. El humano se aguantó un poco más, pero el semiorco dejó pronto su puesto para alejarse unos metros a hablar con la mujer. Finalmente, tras algunos guiños, el humano echó un vistazo alrededor, y al parecer que estaba todo tranquilo, también se acercó a hablar y coquetear con ella.

Tenían via libre hacia la puerta aunque resultaba bastante arriesgado, también podían trepar por el lateral y colarse o espiar por alguna de las ventanas o claraboyas que sin duda tendría. Si tenía alguna otra puerta, seguramente también tuviese guardias...

Tras observar como Shartai lograba con bastante facilidad atraer a los dos guardias, miré a Astrid y, tras asegurarme de que nadie estaba observando, le hice un gesto señalando hacia el lateral del almacén.

Ahora, busquemos una ventana antes de que vuelvan- le dije, tras lo cual me puse en marcha hacia allí, buscando el mejor lugar para poder trepar y llegar a una de las ventanas o claraboyas que aquel sitio debía de tener.

Astrid no termina de ver claro eso de trepar la pared, o desde luego no tan fácil como ha sido para Alai, así que se queda pegada a la pared tratando de no llamar la atención.

Alai, que ha subido un piso, puede ver ahora a través de una ventana. Hay luz dentro, de dos lámparas colgadas una en cada extremo. Lo que ve es la segunda planta del almacén, con un espacio interior grande para que entre la luz por la claraboya del techo, el mecanismo de la grúa frontal hacia su derecha y las escaleras y las poleas de la grúa interior hacia su izquierda. Por ahora no puede verse el interior del primer piso.

Solo hay dos guardias, junto a las escaleras, que están sentados frente a una mesa. Uno está leyendo un libro, y el otro parece bastante aburrido.

Por lo demás, parece vacío.

Hay dos guardias en las escaleras, pero no consigo ver nada en el primer piso- le informé a Astrid en voz baja para que no nos escuchasen -Si entramos por aquí, podremos hacerlo sin que nos descubran… será mejor que nos demos prisa y le demos la señal a Shartai- le dije, refiriéndome con lo de “darle la señal” a acabar con uno de los dos guardias a los que estaba distrayendo.

Astrid asintió, y desde el callejón puso la flecha en el arco y tensó la cuerda tanto como pudo, disparando entonces a toda velocidad contra la espalda de uno de los guardias. Cuando éste se giró hacia el origen de los disparos, Shartai lo degolló desde atrás, dejándole caer con mirada consternada e iracunda hasta que sus ojos se apagaron.

Inmediatamente, la maga comenzó a arrastrar con dificultad uno de los cuerpos hacia el callejón... la sangre podría llamar la atención, claro, pero no tanto como unos cadáveres delante de un almacén.

Voy a echarle una mano... Murmuró, y acompañó a la otra mujer con el segundo cuerpo, moviéndolo con mayor facilidad a pesar de que era más grande. Shartai no era especialmente corpulenta.

En el interior, nadie parecía haberse percatado de los asesinatos.

Perfecto- pensé al ver como no solo se encargaban de ambos guardias rápidamente y sin problemas, sino que además, no había señales de que nadie en el interior se hubiese dado cuenta de lo sucedido.

¡Rápido, venid!- les indiqué por señas para que se acercasen hasta donde estaba -Por aquí- añadí, señalando la ventana para decirles que la usásemos como punto de entrada.

Las chicas arrastraron los cadáveres al callejón, y con ayuda de Alai subieron junto a la ventana. El que se aburría empezó a repiquetear la mesa con unas llaves, lo que al cabo de unos segundos provocó que el que estaba leyendo le pidiera de malas formas que parase de molestar. El de las llaves se hizo el sordo, y la discusión fue aumentando de tono cuando el que estaba leyendo le llamó 'lerdo toca narices'.

Aprovechemos ahora- les dije al ver que los guardias de dentro se habían puesto a discutir entre ellos, por lo que incluso si hacíamos algún pequeño ruido al entrar, no nos escucharían, con la intención de ayudarlas a bajar por la ventana e introducirnos en el interior.

Las dos mujeres estaban viendo cómo los dos tarugos de dentro a punto estaban de llegar a las manos. Cuando Alai fue a acercarse a la cerradura, Shartai puso la mano sobre la de él, deteniéndole, y cogió una horquilla de su cabello... de extraña forma para ser una horquilla.

Es cierto que la cerradura no era ningún prodigio, de hecho ni siquiera era una cerradura si no un pestillo corrido desde dentro, pero lo abrió en un santiamén, y pronto estuvieron dentro.
La maga lanzó un hechizo usando unos pétalos de rosa, y ambos matones cayeron al suelo, profundamente dormidos.

Dormirán un buen rato. Aprovechemos para atarlos... y reconocer el lugar un poco. Se puso a ello, cogiendo una soga de repuesto para la grúa. Astrid la acompañó, parece que se estaban acostumbrando a trabajar juntas.

Sería más seguro encargarnos de ellos definitivamente en lugar de solo atarlos- le respondí a Shartai con frialdad observando como ella y Astrid empezaban a atar a los matones dormidos. Al fin y al cabo, en mis años por tierras inhóspitas no acostumbraba a dejar vivos a aquellos contra los que luchaba.

Aunque tal vez necesite interrogarlos- pensé mientras me ponía a reconocer el lugar.

Y eso haremos... Dijo Shartai. Pero podríamos nesessitar lo que sepan antes de ejecutiarlos.

Alai echó un vistazo por el hueco de la grúa. El tipo que había estado con Shartai estaba en el almacén hablando con otros dos gorilas y una chica joven. A juzgar por el ruido de cajas, hay al menos dos matones más en el almacén, aunque Alai no puede verlos.

Bueno, pues lo quiero listo para entregar al alba. La caravana vendrá por la mañana y tiene que llegar a su destino cuanto antes...

 La mujer con la que habla el agente mercader pone mala cara. Es poco tiempo, hay mucho que cargar, y hay que ser meticulosos.

 Entonces ya podéis poneros manos a la obra, ¿No? No parece que estéis haciendo gran cosa.

 Acabamos de venir de hacer cobros. Tú sin embargo sí que parece que hayas estado pasándolo bien... El tipo iba a responder cuando la mujer le cortó. Hueles a perfume de mujer. Sentenció. 

 Y haciéndome pasar por un comerciante más es que tenemos tantos contactos. Si te parece, lo hacemos al revés, mmm? Tú llevas las cuentas y vas a burdeles con viejos verdes, mientras yo rompo un par de narices al día. En serio, me vendría bien cambiar de aires.

 Si cambiamos también el sueldo y el horario, a lo mejor me lo pienso, Ron. Se gira hacia los matones. Coged todos los alquímicos de Hasnag, CON CUIDADO y empaquetadlos bien. Poned por encima las telas y textiles de la señora Unnar, y usad el carro de cuatro ruedas, no queremos que el cargamento explote en un bache.

 Ésa es mi chica... Bien... entonces creo que me voy a dormir.

 Eso, no te canses Dijo con sarcasmo.

Ron sonrió y se fue marchando del almacén.

Venid- llamé a Astrid y a Shartai cuando me asomé por el hueco de la grua y observé lo que ocurría en la planta baja -Ataquemosantes de que se marchen- les dije, mirando a Shartai para que se preparase mientras calculaba las posibilidades. Que pudiese ver, habían tres allí abajo incluyendo al tipo que habíamos seguido, aunque seguramente hubiesen al menos otros dos o tres que no veía, puede que más.

Nos superan por dos a uno como mínimo… tres si no cuento a Shartai- pensé, pero a pesar de la desventaja, no estaba demasiado preocupado. Si atacaban por sorpresa, podrían encargarse de varios antes de que pudiesen reaccionar… y a juzgar por su experiencia con los Grandes Trasgos con los que se habían topado al llegar a ese mundo, era muy posible que la gente allí no fuese tan fuerte como ellos, por lo que con eso en mente, saqué la ballesta y la cargué con cuidado.

Astrid, esos dos con vida- le indiqué apuntando al mercader y a la mujer que parecía al mando de los matones para que simplemente los hiriese para inmovilizarlos -A tu señal- añadí mirando a Shartai, esperando que empezase la emboscada con algún hechizo.

Shartai sacudió un poco la cabeza.
No me queda mucho... pero algo haremos. Lanzó un hechizo rápidamente que hizo que desapareciese por completo. Aquella magia no dejaba de sorprender a Astrid. Cada vez que la veía actuar se reafirmaba que todo su esfuerzo había sido poco menos que inútil.

Esperaré en la escalera. Al que suba lo degüello.

Oír su voz hizo que ambos se sobresaltasen... Astrid al menos había pensado que se había transportado a otra parte.

La semielfa asintió y preparó sus flechas... Que disparó mucho más deprisa que Alai.

Alai disparó su ballesta a un matón al tiempo que Astrid disparaba una flecha a otro. Mientras Alai recargaba, y antes aún de que el enemigo hubiera podido reaccionar, Astrid había rematado a los dos matones con otras dos flechas. La letalidad de aquella chica con el arco estaba fuera de toda duda

Ron gritó que acabasen con vosotros y se escondió detrás de unas cajas, mientras la chica saltaba por sobre una para ponerse a cubierto con un salto acrobático y quedaba fuera de la vista también.

Como era de esperar, el ataque sorpresa había sido más que efectivo, y dos de los matones habían acabado muertos antes siquiera de que supiesen que les atacaba… pero por desgracia, tanto el tipo que habíamos seguido, como la jefa delos matones y el resto de ellos se habían puesto rápidamente a cubierto, por lo que no teníamos ángulo para seguir disparando desde donde estábamos.

Cúbreme- le dije a Astrid mientras guardaba la ballesta y desenfundaba mi espada para, un instante después, saltar al piso inferior con la intención de aterrizar lo más en el medio posible para obligarles a salir al descubierto.

Alai llegó al suelo sin hacerse daño, como había esperado, aunque por poco. Al mirar alrededor, pudo ver a Ron que le había visto saltar y huía por el pasillo de la derecha. La mujer había saltado las cajas que ahora quedaban hacia el norte, así que podría salir por casi cualquier parte, contando con aquella agilidad.

El cruce estaba perfectamente cubierto por Astrid, y las escaleras que llevaban arriba se encontraban por la izquierda, probablemente muy lejos, con Shartai cubriéndolas con un vestido de fiesta y una daga, equipamiento con el que no muchos se enfrentarían a hombres armados, por muy invisibles que pudieran ser. 

Alai podía oír a dos hombres hacia la izquierda, y quizá uno más hacia el sur, o sureste.

¡Que no escape!- le grité a Astrid, esperando que pudiese disparar a aquel tipo para, al menos, ralentizarlo antes para de que pudiese escaparse. Por otra parte, estaba claro que contando a la líder, debía de haber al menos 4 matones ocultos tras las cajas, desde donde podían atacarme por la espalda o intentar escapar sin que los viese… siempre que les dejase tomar la iniciativa claro.

Pero eso era algo que no pensaba hacer, por lo que al mismo tiempo que le gritaba a Astrid, salté las cajas que tenía delante para intentar encargarme directamente de la jefa de los matones antes de que se uniese al mercader en su huida.

Alai decide perseguir al tipo por el pasillo, espada en mano. Cuando llega al final del pasillo de cajas apiladas, el hombre fue a la derecha, tratando de esconderse detrás de unas cajas grandes en el rincón.

Oculta encima de unas cajas, la jefa disparó una ballesta de mano sobre Alai, que fue entonces cuando descubrió su escondite.* Aunque el disparo de la pequeña ballesta en el costado fue preciso y doloroso, no fue suficiente para atravesar la armadura del guerrero con la facilidad que la asesina esperaba.

La mujer estaba sobre unas cajas bastante altas. Astrid no podría dispararle, y Alai no alcanzaría fácilmente con su espada, convirtiéndose en un blanco magnífico mientras estuviera en ese pasillo.

Cogido por sorpresa por la jefa de los matones mientras perseguía a aquel tipo, no pude evitar el impacto del virote de su ballesta, pero por suerte, este no llevaba la fuerza necesaria como para poder atravesar mi armadura, por lo que apenas consiguió sacarme un mero gruñido.

Por desgracia, la tipa estaba demasiado lejos como para alcanzarla antes de que tuviese tiempo a disparar de nuevo, así que en lugar de cargar directamente contra ella, hice lo que suponía no se esperaría de alguien que había saltado el sólo a perseguirles… corrí en dirección contraria. Pero no para huir, sino para agarrar al tipejo que había intentado escapar y ahora trataba de esconderse tras una pila de cajas. Lo cogería y lo usaría como escudo antes de que pudiesen reaccionar, impidiendo con ello que escapase, y con suerte, facilitándome las cosas con la de la ballesta.

El tipo no tuvo ninguna posibilidad contra la presa de Alai, que le agarró y le usó como escudo. El tipo maldijo a Ali mientras su compañera volvía a cargar la ballesta, y sin demasiados miramientos, disparó a Alai.

A punto estuvo de darle a su compañero, pero el virote rebotó en un punto endurecido de la armadura, por suerte.

¡¡Zorra loca!! ¡Para de disparar!!

La mujer no respondió, pero la comisura de sus labios se estiró ligeramente...