Partida Rol por web

El dúo pasó de largo de Tílverton con los cuarenta soldados. El ánimo era bueno, ya que los hombres iban a tener veinte días de descanso. El camino siguió cruzando la cordillera, aunque por una zona mucho más accesible de sinuosas colinas, en lugar de montañas altas y escarpadas, como las que hay más al oeste. El grupo llegó al castillo GuardaDraco, que vigilaba el paso de montaña que daba acceso al interior de Cormyr propiamente dicho, llamado Paso del Gnoll. Allí descansaron en en acuartelamiento, pues habían llegado bastante tarde, antes de volver a salir al alba. La mayoría se dispersó por el camino entre GuardaDraco y Arabel, pero una docena de soldados era oriundo de la ciudad y les acompañaron hasta allí.

No hacía falta haber visto muchas ciudades caídas para darse cuenta de que Arabel se estaba reconstruyendo a sí misma en ese mismo instante. Los muros estaban bien, pero la mayoría de las casas de extramuros aún estaban quemadas, o los vecinos las estaban desguazando roca a roca para construir nuevas casas. Los barrios exteriores tenían un aspecto bastante pintoresco, con muchas casas de madera y piedra, de una o dos plantas, en la que vivía gente cordial y respetuosa, en su inmensa mayoría humanos, con unos pocos elfos o semielfos viviendo con total normalidad... algo poco habitual en las ciudades de Midcyru.

Una vez dentro de las murallas, en las primeras calles podía apreciarse el movimiento comercial de la ciudad: Muchas caravanas iban y venían, y los caravaneros ocupaban las plazas dedicadas al mercadeo. El interior de la ciudad estaba mucho mejor reconstruido, apenas se notaba que hacía solo unos pocos años había sido tomada por Grandes Trasgos, saqueada e incendiada, y luego vuelta a conquistar por los Dragones Púrpuras.

Por supuesto, había docenas de posadas donde alojarse. Aún era media tarde, por lo que tenían tiempo para buscar una si querían. Astrid se había estado preguntando si toda aquella magia podría aprenderse, y llevarla de vuelta a su mundo, por lo que había recobrado el interés en la magia, y veía de otro modo el retomar sus estudios.

Por sorpresa, mientras caminaban por las calles, Alai escuchó la voz de Escarcha en su cabeza.

Posada El Mago y el Dragón, Shartai estará allí, vestido azul. Puedes responderme mentalmente, pero máximo veinticinco palabras. Nada por ahora runas del brazalete.

La magia de aquél mundo nunca dejaba de sorprender...

No fue necesario que los soldados que nos acompañaron hasta la ciudad hablasen sobre lo que le había sucedido a la ciudad para poder darme cuenta de ello, pues al fin y al cabo, los pueblos y ciudades destruidos era algo que había visto en muchas ocasiones… pero al menos, y aunque las señales de lo ocurrido aun eran evidentes, aquella ciudad había empezado ya a reconstruirse, a diferencia de las que se encontraban en las tierras de Andor.

Dentro, las cosas estaban incluso mejor, y apenas había signos de que la ciudad hubiese sido tomada, lo cual hacía que tuviese incluso más ganas de lo normal de salir de aquel lugar, era demasiado peligroso tenerme allí, y si el brazalete se descontrolaba en aquel lugar…

Mientras pensaba en eso y rezaba por encontrar a la tal Shartai lo antes posible, recibí el mensaje de Escarcha de manera tan inesperada que tropecé y a punto estuve de caer al suelo.

Entendido… El Mago y el Dragón- empecé a responder mentalmente, sin poder evitar sorprenderme por la magia de aquel mundo… ni saber si realmente estaba respondiendo o tan solo pensando -Respecto a las runas, es posible que mi acompañante sea capaz de descifrarlas, pero será difícil sin poder hablarle…- añadí, aunque a causa de la limitación y de lo extraño que me resultaba aquello, me corté a mitad frase al llegar al límite de palabras.

La taberna El Mago y el Dragón no era difícil de encontrar. Se ubicaba en una plaza a la que cualquier podía indicar cómo llegar, llena de tenderetes donde comprar cualquier cosa, y tenía un cartel bien grande, y pintado con bastante arte en el que podía verse a un dragón negro lanzar fuego contra un mago, que con una vara larga creaba una especie de escudo con el que se protegía, en una pose desafiante.

En general parecía una taberna bien parecida, como sus camareras, y bien decorada, con una clientela de dinero, por lo que al entrar los dos aventureros unas cuantas miradas se giraron hacia ellos. Junto a una chimenea apagada, en una mesa, una mujer que coincidía con la descripción de Shartai, miraba a los recién llegados, comiendo una ensalada. La mujer también miró a los dos aventureros, de arriba abajo, como haciendo un 'escaneo' completo, fijándose en su forma de mirar y de andar. Cuando las miradas se cruzaron, la mantuvo un poco y luego siguió a lo suyo. Probablemente tan solo estaba disimulando. Efectivamente lucía un vestido azul, y llevaba una pequeña mochila junto a ella.

El resto de clientes parecían mercaderes o algunos artesanos de dinero. No había nobleza, tampoco era una posada TAN buena como para recibir a ese tipo de público.

Encontrar la taberna no fue difícil, aunque si lo fue más el asimilar que aquellas dos cosas, un mago, pero sobre todo un dragón, pudiesen usarse para algo tan frívolo, especialmente viendo el cartel… al fin y al cabo, no importaba cuan fuerte pudiera ser un mago, defenderse contra un dragón era imposible. O al menos, lo era en su mundo, en este… ya no estaba tan seguro después de lo que había visto. Aun así, era difícil de creer.

El interior de la posada dejó claro que no era como las posadas que uno podía encontrar en un pueblo, y mucho menos a mitad de un camino, por lo que nuestro aspecto, en especial el mío, con mi armadura cubierta por completo de pinchos y hecha de pieles, huesos y trozos de distintas armaduras… aunque lo cierto es que no me importaba demasiado. Bastante tenía preocupándome de estar en medio de una ciudad como para que las miradas que me echasen pudiesen ni tan siquiera, incomodarme. Por ello, ignorando al resto, paseé la mirada por la sala en busca de una mujer que pudiese ser Shartai… y no tardé en encontrarla.

Debe ser esa- le dije a Astrid, señalando con un gesto de la cabeza a la mujer con el vestido azul que había sentada en una mesa junto a la chimenea -Acabemos cuanto antes y larguémonos- añadí, tras lo cual me encaminé hacia allí.

Astrid asintió, y ambos fueron hacia la mesa. La mujer se los quedó mirando, y cuando estuvieron a su lado, les invitó a sentarse, y habló, tal como dijo Escarcha, con un curioso acento.

Habrá que buscar un atuendo que iame menos la atención por aquí... Dijo. Soy Shartai. Vosotrios debéis ser Astrid y Alai... Sonrió. Su sonrisa parecía sincera, pero en todo momento parecía estar pensando en algo. Los amigos de la Vieja Gruñiona son mis amigos... ¿Queréis tomar algo, o vamos directas al griano?

Los dos aventureros parecían querer saber de qué iba todo aquello cuanto antes, poco acostumbrados ambos a las sutilezas sociales.

Está bien... Al griano, entonces. Tengo localissados a varios contrabandistas. Eso, como tal... no sería una empresa para Escarchia, pero paressen tener conexiones con los Zhentárim, quienes... a su vess, están íntimamente ligados al Dios de la Tiranía, Bein, o Perdissión, como se le llama en algunos lugares. 

Cormyr está en un estado bastante... delicado, como para que esa calañia de asesinos y traficantes empiecen a finanssiar la iglesia de Bein... que a su vez les daría mayores fassilidades para seguir con sus fechiorías. Es lo que siempre intentan hasser, y parece bastante claro que esta nación es ahora vulnerable a esas... intrigas.

Tengo bastante claro por dónde se ocultan, y creo que van a hasser un intercambio pronto, pero adentriarme sola en esa ssona... podría ser peligroso. Os nessesito discretos y letales, por si la cosa se pone fea. En prinssipio... nosotros solo nos aseguramos de quiénes son los que hay que liquidar, y si se escapa a nuestras possilibidades, ia se encarga Escarchia, si no, lo intentamos nosotrios.

¿Hay trato...?

Eso suena como una Iglesia Oscura…- deduje al escuchar a Shartai mientras intentaba no perderme nada a causa del acento con el que hablaba. En Midcyru, era así como se solían llamar a las religiones de dioses malignos como parecía ser el caso, y lo cierto es que no solían traer nada bueno… algo que dudaba fuese distinto en aquel mundo. Además, coincidía con lo que Escarcha me había contado en su momento.

Normalmente no me acercaría a ciudades o pueblos con tanta gente, prefiero moverme por bosques y montañas… pero eso en este caso no es una opción. Si puedes guiarnos hasta quien buscamos… sí, hay trato- le respondí -Al menos por mi parte- añadí -¿Tú qué opinas?- le pregunté a Astrid.

Astrid asintió. Necesitamos conocer a ese tal Elminster. Si acabar con esos tipos ayuda a que nos lleves, yo estoy de acuerdo. Hizo énfasis asintiendo. 

 Sí, algo me contó la Vieja Gruñiona. Favor por favor, no será un problema. Me hospedaré en la posada de enfrente. Dijo señalando discretamente hacia el otro lado de la plaza. Vosotros ia tenéis habitassión reservada aquí... con ventana hassia la plassa. Dejaré la ventana abierta, con una prenda roja a la vista. Cuando veáis que la sierro, estad atentos... no tardaré en salir... seguidme con discressión, ése será el hombre que tendremos que seguir, es uno de los lugartenientes Zhentárim. Dejó una bolsa con monedas en la mesa.
Alai... será mehor que ieves alguna armadura más ligera, que pueda ocultarse baho un abrigo o una capa. iamas demasiado la atenssión.

Si me separo de él, seguidle vosotros, io os encontraré más tarde. 

¿Alguna duda?

Si, supongo que será lo mejor- admití cuando mencionó lo de que consiguiese algo discreto… al fin y al cabo, mi equipamiento no estaba pensado precisamente para moverme en una ciudad.

Así que tenemos que seguirla cuando vaya a reunirse con el tipo ese para luego poder seguirle a él hasta donde se haga el intercambio- me dije para mis adentros, repasando lo que nos había dicho. Desde luego no era algo especialmente complicado… pero era consciente de que al mismo tiempo también era el tipo de encargo que podía complicarse muy fácilmente.

Si… ¿qué pasa si te tienes que separar el intercambio sucede antes de que nos encuentres?- le pregunté -O si nos descubren antes de que lleguen todos…- añadí, pues siempre había que pensar en la posibilidad de fallar para poder prepararse en caso de que sucediese.

Shartai sonrió como respuesta, y se mantuvo unos segundos.

En este grupio no nos andamos con medias tintas, Alai. La idea es identifiquiarles a todos... Y matarlos. O a todos los que se pueda. Y solo si no nos vemos capasses... entonces 'molestamos' a la Vieja Gruñiona, y que venga ellia a hasser limpiessa.

Con ese objetivo en mente... supongo que sabréis hasser lo mejor. Dio un sorbo a su jarra. ¿Sois pareja? Preguntó, cambiando de tema.

Astrid casi da un brinco en la silla, y niega con gran efusividad tanto con gestos como de palabra.

Vaia. Dijo, y rió un poquito. Qué efusividiad...

Sin problemas- le dije -Solo era para estar seguro- añadí con confianza tanto en la capacidad de Astrid como en la mía propia para poder ocuparnos del grupo aquel -Todo claro entonces- le dije a modo de dar por terminada la conversación cuando, cuando de pronto, hizo una pregunta que me pilló por sorpresa, más que nada por no esperármela.

No, solo viajamos juntos- le dije, mucho más tranquilo que Astrid al responder, pero igual de sorprendido -Aunque no sé qué importancia puede tener, la verdad…- añadí.

Shartai sonrió.

Ninguna... Parecía querer añadir algo, pero guardó silencio. Tras un último trago, se limpió los labios con la servilleta y se levantó, cogiendo su zurrón. Cuanto menos nos vean juntos, mejor para mi tapadera.

Tomó aire y dejó algo de dinero en la mesa.
A ésta invito yo. Guiñó un ojo y se despidió, marchándose sin mirar atrás.

Astrid la miró marcharse casi hasta que desapareció por la puerta del local. Tras unos segundos, habló
Bueno... habrá que ver una armadura para tí en el rato que nos queda. La mestiza también se levantó. ¿Vamos?

Asintiendo al comentario sobre qué mejor que nos viesen juntos lo menos posible, observé como se marchaba antes de girarme hacia Astrid.

Si, será mejor que aprovechemos y la consigamos cuanto antes…- le dije, levantandome tras ella -Y también podemos aprovechar para ver si podemos hacernos con algún libro o mapa o algo que nos pueda ser útil- añadí.

El dúo consigue una armadura de cuero tachonado para Alai, tras pasear por unas cuantas calles. Astrid parece más cómoda entre la gente que el antiguo soldado, y sorprendentemente cómoda entre libros. Llegaron a una pequeña biblioteca donde echó un vistazo a todo aquél conocimiento sobre el mundo.

Trata de encontrar información sobre Elminster, pero todo lo que encuentra son referencias en algunas de las guías regionales de un bardo llamado Volozhamp. Alai, por su parte, encuentra un mapa de Cormyr que desgraciadamente no está a la venta, pero le hace tener una idea de las distancias y la región.

Cuando empieza a caer el sol, los dos aventureros van a la habitación de la posada, desde donde efectivamente puede verse la ventana abierta y un vestido rojo colgado de una silla. 

Shartai debe haber entrado por otra puerta a la posada, ya que no la habéis visto entrar a la posada, pero sí a la habitación, con un hombre de aspecto acaudalado rodeándole la cintura y dándole besos en el cuello, mientras ella coquetea risueña. Se separa de él un momento, y se acerca a la ventana para cerrarla.

Astrid separa la mirada de aquella ventana frunciendo el ceño. Tras algunos segundos, empieza a preparar el equipamiento.

Preparémonos, por si tardan poco.

Tras salir de la posada, no tardamos demasiado en llegar a un armero donde me hice con una armadura de cuero tachonado que si bien no era sobresaliente, sí que era lo bastante buena como para poder usarla sin problemas una vez estuvo ajustada, además de lo cual me hice con un pequeño broquel* que podía sujetar al brazo sin que me molestase, dado que sería difícil seguir a nuestro objetivo sin que nos descubriese mientras cargaba mi escudo. Una vez conseguido esto, y a pesar de que la incomodidad e inquietud de estar entre tanta gente se reflejaba en mi rostro de manera evidente, si queríamos averiguar sobre aquel mundo sin levantar sospechas al preguntar, lo mejor era buscar respuestas en los libros.

Por suerte, Astrid parecía manejarse bastante bien en la pequeña biblioteca que encontramos, algo que me hubiese sorprendido hacía unos días, pero tras descubrir que había estudiado con un mago, ya no resultaba algo tan extraño. Por desgracia, la información que encontramos sobre Elminster era más bien escasa, y se trataba básicamente a menciones y referencias de otros libros y guías, pero al menos sí que logramos encontrar un mapa de la zona que, si bien no estaba a la venta, sí que nos ayudó a hacernos una idea más precisa de las tierras donde nos encontrábamos.

Una vez en la posada, nos turnamos para vigilar la ventana de Shartai, quien se encontraba en la habitación coqueteando y besándose con un hombre… hombre que teniendo en cuenta que ella sabía que debíamos estar observando, debía de tratarse del objetivo, lo cual pareció confirmarse cuando se separó de este para cerrar la ventana.

Será lo mejor- le dije a Astrid a modo de respuesta mientras empezaba a preparar también mi parte.

Shartai y el tipo 'se toman su tiempo' hasta volver a salir por la puerta. Shartai lleva un vestido granate y pardo, y se muestra divertida y cariñosa. El tipo, relajado. La espía no echa ni una sola mirada hacia la ventana de sus compañeros, demostrando con ello una gran profesionalidad.

Los dos aventureros siguen a la pareja. El hombre va relajado y distraído, así que no se percata de que les están siguiendo. Llegados a una zona de almacenes, se separan. Shartai se dirige hacia la derecha en una intersección. Hay gente por la calle, así que para disimular tendrá que alejarse al menos un callejón.

El zhentárim se dirige hacia la izquierda, a paso tranquilo, y tarareando ocasionalmente.

Cuando Shartai y su acompañante salieron tras un rato, comenzamos a seguirles con cuidado de que el zhentárim no se percatase de ello. Seguir a una persona por las calles de una ciudad era bastante distinto a acechar en las tierras inhóspitas a las que estaba acostumbrado, pues aquí llamaría la atención si intentaba ocultarme del mismo modo… pero por suerte, la presencia de más gente y el hecho de que no tuviese los desarrollados sentidos de la mayoría de bestias y monstruos inclinaba la balanza a nuestro favor.

Separémonos un poco- le susurré  a Astrid cuando finalmente, tras llegar a una intersección, ambos se separaron, por lo que ahora nos tocaba seguir al zhentárim a la espera de que Shartai se reuniese con nosotros -Y estemos atentos por si alguien más lo vigila- añadí.

Astrid asintió, y el dúo fue siguiendo al Zhentárim por las calles, hasta que llegaron a las puertas de un almacén, donde un imponente semiorco y otro humano hacían guardia en la puerta. Les saludó sin demasiada preocupación, y los guardias respondieron con un gesto respetuoso de la cabeza, entonces entró en el almacén. 

Astrid y Alai se quedaron detrás de una esquina. Al menos sabían a dónde había llegado. Iban a buscar a Shartai para decírselo, pero la espía les encontró rápidamente a ellos entre los callejones.

¿Le habéis podido seguir? Preguntó seria. Seguía vestida de 'fiesta', y sin un arma, aunque al ser maga era posible que fuese el menor de sus problemas.

Viendo la reacción de los dos guardias al entrar aquel tipo en el almacén, resultaba bastante claro que aquel lugar debía de ser algún tipo de base de los Zhentárim, por lo que en lugar de acercarnos demasiado, nos quedamos a cierta distancia, observando desde detrás de una esquina.

Ahora, a avisar a Shartai…- empecé a pensar, pero antes de que pudiésemos ponernos a ello, ella misma nos encontró a nosotros entre los callejones.

Sí- le dije, asintiendo levemente con la cabeza -Está en ese almacén de allí, el del humano y el semiorco en la puerta- le indiqué, señalando únicamente con los ojos para no llamar la atención -¿Podrás luchar así?- le pregunté mirándola con seriedad. Al fin y al cabo, aunque como maga no necesitase armas, un vestido no es que fuese algo muy adecuado para meterse en una pelea… o al menos no veía como podría moverse cómodamente con él.

Shartai metió la mano en la bota y sacó un finísimo estilete, con el que cortó un poco la parte de abajo del vestido largo, lo que le permitiría dar zancadas si lo necesitaba.

Ya puedo moverme. Dijo sin darle mayor importancia. No es buena idea meternos ahí sin saber quienes y cuantos están. Distraeré a los guardias mientras buscáis una ventana o una claraboya por la que colaros, y si lo vemos claro, me avisáis liquidando a uno de estos dos idiotas a distancia, yo me encargaré del otro.

Miró a ambos esperando su opinión sobre el plan.
Astrid mostraba una mirada fría. Tardó un poco en responder.

 ¿Qué pasa si se... les va la mano? ¿No has... hecho ya bastante? 

Tranquila Dijo Shartai poniéndole una mano en el hombro. Sé salir de esas situaciones... pero gracias por preocuparte. Vosotros solo procurad que no os pillen.

Tras mirar con aprobación como rasgaba el final de su vestido con un estilete para poder tener un mayor movimiento, escuché el plan de Shartai.

Buena idea, Astrid puede acabar con cualquiera de ellos de un solo disparo- le dije, sin poner en duda el que Shartai fuese capaz de encargarse del otro tal y como había dicho. Al fin y al cabo, no servía de nada decirlo, y por mucho que asegurase, no íbamos a dejar de estar atentos por si resultaba no ser capaz -Será mejor que nos pongamos en marcha- añadí, haciéndole una señal a Astrid para que me siguiese y así ponernos a buscar alguna forma de entrar mientras Shartai se encargaba de su parte.