Partida Rol por web

Tuve que controlarme para reprimir un suspiro de alivio cuando, tras unos segundos en los que me había visto con mi secreto revelado frente a Astrid, Elminster dijo que hablaría con nosotros por separado, o lo que es lo mismo, que iba a hablar conmigo sin que hubiese nadie más.

Alai- le dije al anciano mago -Y créeme, yo no soy el que “muerde”… o al menos, no exactamente- le respondí -Lo que he dicho antes es verdad, necesitamos ayuda para regresar a nuestro mundo… pero no es lo único en lo que necesito ayuda- le dije -Aunque en lo otro, es algo en lo que no quiero involucrar a mi compañera… y tampoco que se entere- añadí mientras le mostraba el brazo.

Supongo que ese… poder latente que mencionaste es a causa de esta cosa- le dije, forzando al brazalete a que se mostrase como era en lugar de como un tatuaje.

El viejo mago se sentó en un sofá, invitando a Alai a sentarse también en el sillón de enfrente.

No pareces un mal hombre, Alai... si me permites tutearte. Pero éso que llevas en el brazo es eminentemente malvado. ¿Qué es exactamente, y qué deseas hacer con ello? Parece que ofrece ciertos... beneficios, no?

Empezó a llenar un par de jarras con un vino sin etiquetar (O al menos olía a vino) y bebió él primero.

¿Es algún juguete de Escarcha que ha salido mal?

¿Qué deseo? ¿Qué que deseo?- le pregunté al anciano sin pensar, pues el que insinuase que llevaba aquel maldito brazalete por voluntad propia me tomó completamente desprevenido -Quiero librarme de él, destruirlo o enterrarlo donde nadie pueda encontrarlo…- empecé a decir -Esta maldita cosa lo único que ofrece es dolor, destrucción, muerte… toda mi tierra fue reducida a polvo y cenizas, todos los que conocí murieron, y ni siquiera morir es una opción, sino que solo provoca que lo que quiera que sea esto acabe con todo y con todos en millas- continué -Llevo casi medio siglo con esta maldición… lo único que quiero es descansar- finalicé, ignorando por completo el hecho de que Elminster hubiese llenado un par de jarras o que hubiese hecho otra pregunta.

Elminster dio unas caladas a su pipa, sopesando posibilidades, mientras se recostaba en su sillón, y miraba al techo.

Sacó la pipa de la boca e hizo unas volutas, mientras pensaba... luego, con la misma calma, miró a Alai de nuevo.

No es algo que pueda quitase así como así. Éso forma ahora parte de tí, tanto como tus piernas, tu pelo o tu voz. Para poder quitártelo con seguridad y sin darte dolor o muerte, tendríamos que saber todo lo posible de su naturaleza exacta y los motivos y circunstancias que terminaron con ésa... criatura en tu antebrazo.

¿Qué puedes contarme que ayude a desentrañar su misterio?

¿Dolor o muerte? Si solo con eso me puedo librar de esto, no me importaría sufrir ninguna de esas cosas- le dije al anciano mago, algo más calmado, en parte, por lo calmado que se encontraba él -Por desgracia no es mucho lo que puedo contarte…. sé que lo obtuve en las ruinas de un templo abandonado, pero no sé a qué estaba dedicado, tan solo recuerdo un enorme monolito negro- empecé a explicarle -Por no recordar, ni recuerdo como acabó esta maldita cosa en mi muñeca, es más tardé un tiempo en percatarme de ello, supongo porque tenía otras cosas de las que preocuparme en ese momento- le dije -Por otra parte están estas runas que tiene grabadas… Escarcha dijo que eran una especie de lenguaje mágico, pero hasta que llegué aquí nunca las había visto- le expliqué

Y respecto al poder de esta cosa… es como un océano de oscuridad, una inmensa energía negra que apenas consigo contener, o al menos así lo siento- continué -Con el tiempo, he aprendido, con esfuerzo puedo usar algo de esta para hacerme más fuerte, para curarme, para… pero es peligroso. Es más que peligroso A más energía más poder, pero también más difícil que controlar, y si fallo… si fallo, todo lo que había a mi alrededor estará muerto para cuando recobre la consciencia- le expliqué -Escarcha le lanzó un hechizo de algún tipo y dijo que esta cosa era consciente, que impide que muera y no sé qué más…- añadí.

Elminster habló largo y tendido con Alai acerca de su mundo, de cómo funcionaba la magia en él, y el guerrero le explicó lo que sabía al respecto. Tras un examen más concienzudo del brazalete por parte del mago, al que vio fruncir el ceño varias veces, pero no lanzar ningún conjuro, leyó las runas inscritas en él.

Caen los ultimos granos de arena 
Los barrotes cederán
Los muros caerán
La crisálida se abrirá y Desplegará todo su poder sobre la tierra, los cielos y los mares, y saciará con ellos su hambre, pues tal es su derecho
Su ira vengativa caerá sobre sus carceleros, Y sus hijos, y los hijos de éstos, y sólo perdonará la vida a los fieles.
Larga vida a la Madre, Mor Akdúm.

Elminster miró a Alai.
¿Te suena ese nombre?

Mor Akdúm, segúnla mitología del mundo de Alai, era uno de los titanes que combatieron a los dioses y a los dragones en la era de la creación del mundo. Cuando los Dioses llegaron a Midcyru, encontraron a los titanes como gobernantes del mundo y de los dragones, que les suplicaron auxilio para acabar con la tiranía de los titanes y Mor Akdúm. La guerra, según se dice, mató a los dioses, a los titanes y a casi todos los dragones, pero al igual que los dioses no están 'exactamente' muertos, pues conceden milagros a algunos seguidores, la leyenda oscura de que Mor Akdúm tampoco lo está, y que regresará algún día para reclamar Midcyru para su progenie son algunas de las historias de bardos más comunes.
Según la mitología, eso sí, no era una bestia sanguinaria, ni era hembra, si no un tiránico titán, que empleaba a los dragones como mascotas y sirvientes.

Solo de cuentos y leyendas…- le respondí -Se dice que es, o era, una Titán… un ser anterior a los Dioses, pero que murió con ellos en la guerra que los enfrentó al inicio de los tiempos, Dioses y Dragones contra Titanes- le conté -Y solo unos pocos Dragones lograron salir vivos de esa guerra, o al menos eso es lo que dicen las historias- añadí preocupado por las implicaciones de lo que había leído.

Es cierto que hay algunas historias que hablan que algún día regresará, o resucitará, o algo similar, pero son solo eso… historias- dije, convencido de ello… o al menos, intentando estar convencido.

Elminster frunció el ceño y se mesó la barba, mirando al fuego de la chimenea, aunque no tardó en mirar de reojo al brazalete. Su expresión tranquila había cambiado por una expresión seria y concentrada.

Y dices que es estable... A menos que lo azuces. Murmuró más para sí mismo que para Alai, y se puso en pie, sin cambiar su expresión, pero acercándose a remover el cocido que se estaba haciendo en el fuego. 

Me temo, amigo, que en cierto modo... estás encinto. Le miró, tratando de relajar la expresión. La criatura que mora en tí, sea lo que sea, crecerá hasta que tu alma no sea capaz de contenerla, y entonces habrá acabado tu sufrimiento. Por eso te mantiene con vida a cualquier precio.

Apagó el fuego y sacó la olla, volviéndose a sentar frente a Alai.

Sé que no son buenas noticias, pero es lo que hay.

Puedo preguntarte... ¿Qué interés tiene Escarcha en el poder de ese brazalete?

Si, o a menos que me pase algo- le respondí -Al menos ahora, los primeros años tenía que luchar a cada momento para que no se descontrolase- le expliqué.

¿Cómo?- pregunté sin entender muy bien lo que Elminster decía… al menos hasta que explicó a qué se refería, y con cada palabra, mi expresión se iba volviendo más y más sombría -Tiene que haber una forma de sacarla de mi… o de matarla antes de que crezca- le dije -Aunque me lleve a mí con ella, no hay forma que sea peor que seguir así- añadí.

¿Escarcha?- pregunté confuso -¿Qué tiene que ver Escarcha? ¿Y por qué habría de tener algún interés? Nos encontró por casualidad, y desde luego no sabía nada de esto antes- le dije, mirando al brazalete -Lo único que hizo fue mandarme a ti para ver si podías ayudarnos a volver a nuestro mundo... y a mi a librarme de esta maldita cosa- añadí.

Elminster puso su mano arrugada y huesuda sobre la de Alai. Buscaré la forma, muchacho. Dijo. E intentaré salvarte... y si puedo, devolveros a vuestro Plano. Retiró la mano. Pero no va a ser fácil.

Se puso de pie de nuevo, cuando preguntó por Escarcha.

Ésa lagarta tiene... un retorcido sentido de la Justicia. Es expeditiva, brutal y tiene un gélido corazón. No me gustan sus métodos, y no obedece a nadie más que a sí misma. Demasiado poder, y muy poco control, como una niña jugando con una pócima explosiva. Por eso... No me hubiera extrañado que hubiese querido ese poder que portas. Manténte alerta al respecto... ¿De acuerdo?

No esperaba que lo fuese- le respondí al anciano mago -Lo único… Astrid, mi compañera con la que fui arrastrado aquí no puede enterarse de esto- le dije señalando el brazalete -Lo que llevo dentro ha asolado mi mundo durante décadas, la Bestia lo llaman… y ella es una de sus víctimas. En lo único que piensa es en acabar con la Bestia, y si supiese que viaja a su lado, no dudaría en matarme, y lo único que conseguiría es que se liberase en este mundo- le expliqué.

¿Expeditiva y brutal?- pensé cuando volvió a hablar de Escarcha -Por desgracia, es la única Justicia que funciona con según qué gente- me dije, pero teniendo en cuenta la opinión de Elminster, preferí no decirlo.

No me pareció que estuviese interesada en hacerse con esto…- le dije -Pero estaré alerta- le aseguré, tras lo cual dirigí mi mirada hacia la puerta de la torre -Astrid debe estar volviéndose loca de esperar…- murmuré.

Elminster asintió y se levantó.

Harás bien. Gracias por confiarme éste asunto. Déjame pensar sobre ello y consultar algunos tomos... Habló mientras le invitaba a salir.

Cuando salieron de la casa, ni Astrid ni Shartai parecían impacientes, de hecho de miraron extrañadas.

¿Ya? Preguntó Astrid.

Elminster asintió y la invitó a pasar, cosa que la semielfa hizo algo extrañada.

Shartai se acercó a Alai y preguntó preocupada.
¿Es que no ha querido hablar contigo?

Tras asentir levemente, me dirigí hacia la puerta, y tras abrirla, les devolví a Astrid y a Shartai la misma mirada que ellas me estaban dando, pues no entendía su reacción ni sus preguntas.

¿Por qué dices que si no ha querido hablar?- le pregunté -Hemos estado hablando todo este rato…- les dije -De nuestro mundo y de cómo llegamos sobretodo…- añadí mirando a Astrid, sin entender muy bien lo que pasaba.

¿Por qué me miráis así?- les pregunté, girándome también hacia el viejo mago, extrañado por la situación.

Elminster tan sólo sonrió, a lo que las chicas siguieron igual de extrañadas.

Habéis estado... apenas un minuto, Alai. Y miró al mago, que a su vez miraba a Astrid.

 La semielfa señaló al mago y se despidió de sus compañeros. Vuelvo en un rato... o en un momento... según se mire... Supongo... Se despidió con la cabeza y fue hacia el mago. Shartai estaba tan asombrada que no podía verse otra cosa en su rostro. Cuando Elminster y Astrid entraron, preguntó a Alai.

¿Qué... cómo le has visto?

¿Un minuto?- pregunté confuso -Hemos estado bastante más de…- empecé a decir, deteniéndome al observar la expresión del anciano mago y dándome cuenta por fin de lo que había sucedido. O bueno, al menos de la idea genera, puesto que por mucho que lo intentase era incapaz de alcanzar a comprender como había sido capaz de hacer algo así… y más con aquella facilidad.

¿Qué?- le respondí a Shartai, saliendo del estado de shock en el que me había quedado -¿Que como le he visto?- dije, repitiendo su pregunta mientras ordenaba mis pensamientos -No lo sé, no se comporta como uno esperaría de alguien con su poder…- le dije -Desde luego sabe bastante… y no se fía un pelo de Escarcha- continué -Parece convencido de que tiene malas intenciones… o más bien buenas intenciones y métodos terribles para lograrlas- le dije -Aunque al menos parece dispuesto a ayudarnos- añadí.

Shartai sonrió.

Quizá sea Elminster y sus Arpistas los que sean demasiado... confiados en que la gente puede cambiar. Escarcha no ofrece oportunidades de redención más que... muy ocasionalmente, cuando cree que la persona realmente puede cambiar. Si no... Se encogió de hombros No nos gastamos mucho. Escogieron mal, mueren por ello, y seguimos trabajando. Eso no gusta a algunas alas más cándidas de los que luchamos por la justicia.

Me alegro de que quiera ayudar. Será un enorme aliado.

Desde luego, hay gente que no quiere cambiar y gente que no merece la oportunidad de hacerlo… ofrecerles esa opción solo sirve para arriesgarse a que hayan más víctimas- le dije a Shartai, asintiendo a sus palabras -Pero en fin, parece que eso no va a ser impedimento para que nos ayude… y desde luego, parece que es más poderoso de lo que creía posible- dije -Sin duda será una gran ayuda- añadí mientras miraba a la puerta.

A juzgar por vuestra reacción antes… ¿no deberían tardar en salir, no?- le pregunté.

Supongo que no... Dijo Shartai, aunque lo cierto es que, tal vez porque realmente estuvieron mucho más tiempo o porque los esperaban más deprisa, se les hizo un poco largo. Cuando salieron, Astrid tenía los ojos rojos de haber llorado, pero su porte orgulloso que disuadía a cualquiera de preguntar o compadecerse de ella. La mestiza llevaba un libro en la mano, cerrado con una suerte de candado blanco. No preguntó ni dijo nada, tan sólo se alejó de todo el mundo en dirección al camino, y se sentó bajo un árbol en el linde del bosque.

Elminster miraba desde el arco de la puerta, y sin entrar en casa, llamó con la mano a Shartai y Alai.

Tengo que hacer unas cuantas investigaciones antes de atreverme con ese brazal.  Dijo. Pero por lo pronto, podríais viajar al Norte, a Luna Plateada. Una vieja amiga oyó hablar una vez sobre un caso... similar al vuestro. Quizá pueda ayudar.

Miró a Astrid y después a Alai.
Dale un tiempo, pero deberías hablar con ella. Y no, tranquilo. Eso... será cosa tuya, cuando lo decidas.

Cuando Astrid salió tenía una expresión que no había visto en ella hasta entonces… la de haber llorado. Por un instante pensé en que el anciano mago podía haberle dicho eso… pero de ser así su reacción hubiese sido intentar matarme, no simplemente llorar, por lo que lo descarté rápidamente. Claro que quedaba por saber el motivo tras sus lágrimas… aunque por su expresión, no era precisamente un buen momento para ir a hablar con ella.

Entiendo- le dije a Elminster tras acercarnos a donde estaba -Luna Plateada... a cuanta distancia está?- le pregunté a Shartai -Y respecto a ese caso... ¿sabes algo más sobre él?- le pregunté -Y... ¿Quién es tu amiga?- añadí.

Al oír mencionar Luna Plateada, Shartai ya hizo un gesto como de que aquéllo iba a ir para rato.

Luna Plateada está en la Marca Argéntea... tal vez dos o tres meses de viaje, siempre que no uses magia. Alai preguntó sobre aquél caso. Me comentó sobre un extraño vehículo destruido que no parecía de ninguna cultura o criatura que conociera, y no tenía formas mágicas de haber cambiado de plano, y había un humano muerto en su interior, extrañamente vestido.

Miró a Alai. Mi amiga es Alustriel Manargenta, decid que vais de mi parte.

Si esto hubiera sido una comedia de teatro, la reacción de Shartai habría sido caer de culo para hacer reír al público, pero su muy real y genuina reacción fue  dar un paso atrás, casi con sobresalto.

 ¿Alustriel!? ¿La Gran Dama? ¿P-Pero cómo? No podemos simplemente llegar allí y llamar a la puerta, Los guardias nos van a echar a patadas!

 No os preocupéis, me encargaré de que os estén esperando, y reuniré la información que pueda mientras tanto. Además, la gente de Luna Plateada es más cálida que la de Arabel. Sonrió Sería a empujones, en todo caso.