Partida Rol por web

Al advertir las palabras pronunciadas por Magdalena Ventura, percibí que se encontraba tan alterada que parecía incluso estar confundiéndome con Sir William, el domador de leones. Por un lado, sus hirientes palabras iban dirigidas Sir William, a quien pretendía que se le prendiera fuego y su cadáver fuera devorado por su propio león, mas luego su voto había sido dirigido hacia mí, quien no me había pronunciado al respecto desde que solicité no quedarme a solas con una única persona.

-La mujer presenta claros síntomas de distorsión de la realidad, signo claro de un posible trastorno de doble personalidad o enajenación mental provocada por una situación de estrés o suceso trágico -murmuré, observando a Magdalena Ventura con una mezcla de interés y compadecimiento-. Madame Delacroix, trate de calmar a su amiga. Necesita mucho reposo.

Me aproximé a la mesa y tomé uno de los vasos de agua que aún había allí. Luego, me aproximé a la mujer barbuda y, ayudándola a incorporarse, la llevé hasta uno de los sofás.

-Beba un poco, le calmará -le indiqué, en tono comprensivo, acercándole el agua a los labios para hacerla beber un primer sorbo-. Ha perdido usted los nervios, necesita tranquilizarse. Tal vez fuera bueno que fuera al salón principal y buscase un sofá en el que poder tumbarse y descansar. -Dejé el vaso de agua en una de sus manos-. Puedo ir con usted para examinar sus heridas si quiere, aunque ya le he dicho que no voy a irme a ningún lugar discreto con una única persona, así que le pediría al resto de los invitados que al menos dos personas más nos acompañasen.

Me volví hacia el resto de los allí presentes.

-Ah, mi voto aún no está decidido. Si alguien puede arrojar más luz sobre la muerte del actor, el triple asesinato de antes o el accidente de Magdalena, se lo agradecería.

Mientras todos los eventos se desarrollan intempestivamente, este musculoso hombre que lleva algo de tiempo observando sin decir o lanzar algún gruñido tensa sus músculos hasta que su mínima ropa empieza a crujir, todos los tatuajes en su cuerpo parecen animados, como si cobraran vida, el hombre ya se nota algo molesto, la comida que tan a gusto disfrutaba se vio interrumpida por eventos tan raros e inverosímiles que lo único que puede pensar en es un único culpable... el anfitrión.

Camina hasta donde todos lo vean y apunta directamente con ese brazo que pareciera un tronco. - 'urâți invitați', bestias monstruosas salidas de la 'mai rău minte' y hombres armados, todo esto fue planeado por él, mi voto va para el anfitrión de esta 'oribilă întâlnire'. El debe ser la mente detrás de todo.

El pequeño cachorro de León del domador comienza a rugir y se pone igual de inquieto que en el comedor.

Magdalena habla desde el suelo y en su voz hay furia. Tanta como lágrimas en su cara.

No distorsiono la realidad, me han intentado prender fuego. Y mientras yo rodaba por el suelo para apagar las llamas usted y el abogado se pusieron a discutir sobre quién podía ser el causante del fuego. Lo dije antes, pero parece que no me ha oído bien: Uno de ustedes se llevará mi voto hoy. Y quien se llevará mi voto es usted. Se acercó a mi cuando aún estaba en pleno accidente pero no me socorrió ni tampoco revisó mis heridas. Se distrajo con la conversación mientras el fuego aún no se había extinguido. Después, cuando le pido que ejerza su profesión y cumpla su juramento, decide que le estoy tendiendo una trampa.

Entre medias insinúa que el hombre bala puede ser quien ha prendido fuego a la cortina y finalmente excluye de sospechoso únicamente al hombre más voluminoso de la sala. Usted sabe que yo no he podido ser la culpable del incendio pero omite deliberadamente ese juicio. El domador es un loco o un botarate, pero no actúa con la frialdad de un asesino. Usted sí. Puede que no sea usted el asesino, pero sí lo parece. Gracias por su oferta, pero lo he pensado mejor y no quiero que usted me examine. No confío en usted. Ya no.

Tampoco me resulta confiable que haya querido estar siempre en el grupo que investiga cada cadáver. Para analizar muertes se escuda en su profesión, pero para curar heridos olvida su juramento. Usted no es de fiar y es usted a quien votaré. Al domador le deseo que se lo lleven los demonios, pero no tengo ninguna sospecha sobre él.

Como si hubiese sido a raíz de sus palabras, el cachorro de leon rompe a rugir y la cara de Magdalena se vuelve el rostro del pánico

¡Dios mío! ¡Más muertes no!

Como por arte de magia aparece el mayordomo con actitud seria y concentrada busca a la cantante.

-A sus órdenes madame Delacroix...- Después de escuchar a la cantante pidiendole su equipaje, el hombre sale unos minutos de la estancia y regresa con una de las maletas de Dominique.

-Por aquí madames...- Les señala el camino a la salida del salón con un amable ademán para que lo sigan la mujer barbuda y la cantante.

-Definitivamente está usted trastornada -dije, con tristeza, dejando el vaso en la mano de la barbuda y apartándose-. Confunde la realidad y el orden de los hechos. Cuando sus ropajes se prendieron fuego, los primeros en reaccionar fueron la acróbata y el payaso y, acto seguido, cuando aún no había reaccionado a lo que a usted le pasaba, el médium me pidió que examinara sus heridas. ¿Me quedé en mi posición? No. Lo primero que hice fue acercarme a examinar sus heridas y, luego, declarar quiénes eran las siete personas a las que excluía del triple asesinato que se ha producido.

-Si usted cree que estoy fallando a mi Juramento Hipocrático por no querer meterme en una habitación a solas con usted y examinar sus piernas, está en su pleno derecho de pensarlo. Han muerto cuatro personas y no voy a quedarme a solas con alguien en quien no confío y que está tan poco herido que aún se atreve a acusar a otros. Ha dicho también que yo acudo a los escenarios de los crímenes para ver a los muertos. Lógico, es mi trabajo. Cuando el cocinero fue asesinado, fui llamado por el señor Warren. Y cuando el mago y la periodista resultaron muertos, decidí acudir a comprobar las heridas de los fallecidos para dictaminar si encajaban con el asesinato del cocinero.

Apoyado en el bastón, me dirigí hasta uno de los sillones y me tendí en él, con gesto achacoso.

-¿Sabe? No creo que fuera usted quien mató al cocinero porque ningún humano podría haberlo hecho, pero perfectamente podría haber degollado a la señorita Harrington y arrojado al mago contra la jaula del Aswang. No sé cuál de los dos fue el primero, la verdad. Todo esto es una hipótesis, claro, pero desde que entré en esta mansión no he dejado de verla moverse de un lado para otro. Me pregunto por qué.

-Es llamativo también que se escude en el hecho de que porque le hayan querido prender fuego tenga que ser usted inocente. Se equivoca. Hay varios asesinos, como ya se ha demostrado. Que un tigre ataque a un león no hace al león menos peligroso. Además, no soy psiquiatra, pero creo que una mujer inocente no aprovecharía a que ha estado a punto de morir quemada para arremeter contra todo el mundo, incluso el médico que la atiende solo porque no quiera estar en un sitio a solas con usted. ¿Sabe lo que creo? Creo que ha querido aprovechar su tragedia pírica para poder llevarme a un lugar donde estuviéramos a solas y aprovechar para matarme. Pero le ha salido mal la jugada, por lo que veo.

Me llevé una mano a la barbilla, pensativo, mientras aclaraba todos los sucesos que habían rodeado a la mujer barbuda desde la llegada a la mansión.

-Mi voto está más que decidido, será para la señorita Ventura. Con suerte, en prisión podrán revisar sus piernas tanto como usted desee. -Me levanté de nuevo de mi asiento, recordando un detalle crucial del doble crimen que se había producido en el salón. Necesitaba corroborarlo de nuevo-. Damas, caballeros, les veré en un minuto.

Es usted un mentiroso así que reafirmo mi voto. Si usted no se hubiese dedicado a deambular por toda la casa acompañando a quienes inspeccionan las escenas del crimen para probablemente desviar la investigación lejos de usted, sabeía que esa mentira tiene las patas muy cortas, pues todos me han visto en el comedor hasta venir aquí cuando fueron sucediéndose las distintas muertes. Desde que se notificó la primera muerte, no me he separado del grueso del grupo, justo al contrario de lo que ha hecho usted. Quizás cuando estaba entrando y saliendo de las distintas estancios juzgó usted que yo no paraba de moverme con respecto a usted, pero su punto de referencia era el que no dejaba de moverse. Todos los presentes en el comedor que no fueron a la cocina o al salón pueden corroborar mis pasos.

En cuanto a que quiero llevarle en privado para matarle, es la acusación más ridícula del mundo. Si hiciera eso, sí que acabaría ipso facto en la cárcel.

Usted es un mentiroso compulsivo también en lo que respecta a los cadáveres, puesto que su trabajo no es revisar cadáveres a no ser que usted sea de especialidad forense y se haya hecho pasar por un médico general. Quizás sea así, eso encajaría bastante con la situación, puesto que me acusa de querer estar a solas con usted para que revise mis heridas, heridas que asume son menores sin siquiera observarlas a pesar de que no me permiten caminar por mi misma, cuando si usted fuese un médico general de verdad sabría lo que es la intimidad del paciente. No pienso mostrar delante de ningún caballero mis piernas, mucho menos indicarle a qué altura estoy teniendo dolores de quemazón. Cualquier persona con dos dedos de frente lo comprendería. Un médico más aún.

Levanté mi dedo para señalar que estaría muy capacitado de revisar las heridas de Magdalena, pero lo bajé rápidamente concluyendo que no sería bien visto mi comentario. Por otro lado y parecía que todos los allí presentes no se habían dado cuenta, pero el pequeño gato estaba molesto otra vez, justo con la llegada de alguien.

-Entre tanta gente lista, es molesto que un payaso notara que el supuesto gato detective reaccionó ante la presencia de cierta actriz de muy buen aspecto- es que era imposible pensar que esa belleza podría matar a alguien, a menos que fuera por ese caminar. No me molestaría que me atrapara entre sus brazos… pero eso de poder descuartizarme me enfría un poco-. Aunque dejemos que se defienda antes de dar un paso apresurado- quería escuchar esa voz melosa. Parecía que se colaba por la oreja y me hacía cosquillas en… el cerebro o lo que sea que tenga entre ambas orejas.

-Ventura, si es inocente, hace muy mal el papel de "inocente", acabo de descartar al Abogado, el Medium, el Policia y el Medico gracias al "gato detective" como dice nuestro comico amigo Oscar, querer acusar a cualquiera de esas cuatro personas de las que yo confio plenamente, no la ayuda en absoluto en estos momentos Madame.-
-Cierto Oscar, el leon ha reaccionado ante la Actriz nuevamente, una ves puede ser casualidad, dos veces lo dudo. Creo que estas dos Damas deben ser las primeras en ser llebadas al calabozo, Ventura y Winder.-

¡Cretino! - Le grita al domador mientras este sale.

Su teoria de inocencia es caprichosa y conveniente. Y eso significa que es falsa y sospechosa. Todos los aquí presentes menos la actriz hemos compartido habitación con el animal sin que este reaccionara, pero usted, caprichosamente decide que eso no basta, así que asume que debe ser un contacto más próximo, como el de estar en una habitación más pequeña, sin embargo, descarta como inocente a quien tuvo el leon en sus brazos sin que este reaccionara. Además del hecho de que una sala grande parece suficiente para señalar culpabilidad pero no para señalar inocencia.

Todo eso hace pensar que usted, además de cretino, o es un idiota o un mentiroso. Yo me inclino por lo primero

        - Basta de discusiones inútiles, suposiciones paranoicas y acusaciones sin sentido señores!  Bien parece que el sentido común se ha largado de esta casa junto con el Auslag ... o como se llame .... esto de las votaciones es un disparate sin sentido, tanto como si la señorita Ventura se prendiera fuego a si misma o si el ilustre doctor sea un calculador asesino a su edad -    Dijo la flexible y acróbata mujer mientras que de reojo miraba y escuchaba a la actriz presentarse directamente el medium que hace un momento había explicado el porque de su votación a ella, entonces aseveró sutilmente antes de alcanzar a Magdalena para decir le en voz baja:

          - Yo le iba a proponer ... Magdalena un cambio de ropa y acompañar la al servicio para que la revise el doctor como es debido pero veo que se me ha adelantado Madame Delacroix, así que si a pesar del momento incómodo para todos desea ser revisada por el médico también me propongo para acompañar les solo para que le revisen las quemaduras, ya que como ha dicho el payaso ... los cirqueros siempre que podemos nos ayudamos -    Dijo con una sonrisa cómplice Samara antes de entregarle un pañuelo a la bella mujer barbuda, un momento después la mujer recula dando pasos hacia atrás y con un ligero contoneo de caderas avanza hacia la señorita Winder para decir le:

         - Buenas noches ... señorita  !    Que bueno que apareció oportunamente para responder a las preguntas que algunos de la sala parecen tener por su oportunas desapariciones desde hace un rato ..  no forzosamente estoy entre ellos -   

La cantante se levantó y se acercó a la puerta, para acompañar a la mujer barbuda y a quien más quisiera acompañarlas, para que, al menos, se cambiara de ropa. Por suerte, ella había traido varios vestidos, pensando optimista que desearía quedarse en aquella mansión como invitada unos días, si la oportunidad surgía. Vio como las discusiones entre sus compañeros y las acusaciones cruzadas seguían, pero ella no quería saber nada de este desbarajuste. Allí había policia y gente de bien, alguien se encargaría de la justicia. Vamos.

Le agradó la oferta de último minuto de la acróbata, aunque al principio se había sentido un poco disgustada por la gente cirquense, ahora que aquello era el lugar de un crímen, se sentía más a gusto con la gente del arte que con los matones y cazadores. Venga si quiere, Samara. Juntas estaremos bien, mientras estos de acusan unos a otros.

​La verdad es que el drama de la escena, la acusación de la señorita barbuda y los gritos, hasta relajaron al abogado.-Ahora si se parece esto más a una vista publica, o al reparto de una herencia. Incluida la mujer con histeria femenina, nunca falla, bueno cuando este mejor me disculpare, no tiene sentido estar peleada con ella. 

Volvió a ignorar el hecho de que el león rugiese con la llegada de la actriz, podría ser simplemente que la dama oliese a algo que no le gustase a la bestia...demasiado circunstancial. Por no faltar que todavía no sabíamos nada sobre las armas de los asesinatos, o al menos nadie había dicho nada. 

​-Sinceramente, si soy justo con todos ustedes, no hay mas que pruebas circunstanciales de culpabilidad, que no es por desdeñar el testimonio de nadie, pero la verdad, ninguno se sostiene ante un tribunal, y si encerramos a alguien inocente, esto se puede volver en nuestra contra en muchos sentidos. Así mismo, las acusaciones basadas en el odio, tampoco nos traen nada bueno. No tenemos motivos, no tenemos arma del crimen...bueno si la criatura, pero no creo que nadie quiera acercarse a ella. 

Judd aun estaba sentado y si fumando. -Han tardado poco en acusar al menudo, JAH, que fácil es acusar. -Y no por ello era el único con ese sano habito.

Por otra parte finalmente se empezó a hablar con seriedad de lo que allí sucedía y tras mucho escuchar y los primeros cruces de opiniones, el a pesar de su tamaño, también quiso dejar clara su postura.

-Yo tengo clara dos cosas aunque puede que no sean compatibles. La primera: que la culpa es del anfitrión y su casa, preparada para estar llena de trampas y que de alguna manera macabra y enferma, disfrute matando a sus invitados poco a poco y quiera vernos pelear y autodestruirnos. -Toma ya, que quede claro. -Y la segunda y tal vez con mas sentido, que todo esto sea obra de un grupo de personas que desean manchar el nombre del Sir, matando indiscriminadamente a sus invitados. Tal vez por un ajuste de cuentas o para darle una lección y nosotros no seamos mas que meros instrumentos de ello. Por eso mismo, creo que si el anfitrión no tiene nada que ver. Bien serian al menos... no se, tres de nosotros, quienes han causado todo este caos reinante y de no pararlos continuaran con ello. -Digno del propio Doyle. Que queda constancia que todos sabemos pensar con cabeza. -Así que. ¿Por que no empezar con la persona a quien le bufan los animales? Bien es sabido por todos que ellos no saben mentir.-Terminada su exposición, disfruto de la ultima calada de su buen habano.

Apoyado en mi bastón, volví a entrar en el salón para sentarme de nuevo en aquel sillón

-Aunque este mi primer voto irá dirigido a la señorita Ventura por la agresividad antes mostrada y la desconfianza que parece sentir ante cualquiera que cuestione no querer estar a solas con ella, tengo que decir que el ama de llaves me parece tanto o igual de sospechosa. Ignoro cuáles podrían ser sus motivos para sembrar el caos en la casa del anfitrión, de modo que recomendaría que no se le quitara el ojo de encima hasta que estemos seguros de su completa inocencia.

La idea del hombre-bala, le parecía muy interesante y Kipling no pudo evitar asentir cuando este la comento, dándole la razón silenciosamente. También se empezó a dar cuenta de que esta situación podia convertirse en una carnicería si no regulaban el tema de las votaciones.

-Bueno, resumamos.- empieza a enumerar, con los dedos. -Las acusaciones son, nos guste o no, al doctor William Bradley, a Sir william, a Sir Robert, a la señorita Sybil Winder, al propio Sir Lloyd y a la señorita Magdalena Ventura, también existen medio acusaciones contra el señor Milton Judd y contra mi persona, si bien recuerdo. Estaría bien que todos estos se defendieran públicamente, con argumentos lógicos y sin gritos ni violencia. Ante todo, me gustaría, antes de realizar la votación, escuchar lo que saben los especialistas, que son nuestro doctor, nuestro policía y nuestro científico, pero dado que el doctor esta acusado, no puede peritar. Aunque si quiere usar esta información como prueba de su inocencia y dado que esto no es un juicio formal, si los presentes en la casa lo ven justo, se podría aceptar.

​Hizo una pausa para coger aire y volvió a hablar.

-Miren, entiendo la necesidad de este...juicio popular. Pero si no ponemos un mínimo de normas, esto no es justicia, es barbarie. Así que si les parece- Busca su pluma, que estaba en su maletín- Bueno, luego lo apunto. - Realizaremos un contrato de conveniencia en el cual todos declaramos que estamos conformes con dicho procedimiento hasta que las autoridades pertenecientes a la corona de Gran Bretaña pudieran ejercer sus poderes en el escenario.

-Tal procedimiento tiene que ser regulado, como también es logico. Necesitamos acordar :
​     -Número de personas que pueden ir al calabozo.
​     -Que en dicho procedimiento las armas y los gritos se van a quedar a un lado. Prohibición del  Argumentum ad        baculum mayormente.
​      -Horas a las que termina la votación.
​-Ahora si están de acuerdo, necesito papel y lápiz, para declarar todo esto como algo mínimamente legal, por que si no, el encerrado podría acusar a todos los no acusados de secuestro, si nadie tiene de estos utiles, podemos acercarnos al despacho de nuestro anfitrión a coger los que están en mi maletín.