Partida Rol por web

Veo la macabra escena y, viendo que mis enemigos están sacando las armas para atacarnos, no dudo en buscar la protección de una viga mientras abro fuego con mi fiel thompson en dirección a los que están desenfundando.

Afortunadamente Madeleine consiguió escabullirse hasta la puerta lateral que habría paso al ala lateral del monasterio antes de que los asesinos se dieran cuenta de la presencia del grupo. Desde allí, y con la cobertura que le daba la pared apuntó su pistola a la cabeza del que portaba el arma más pesada y apretó el gatillo.

¿Que clase persona llevaría una porra a un tiroteo?, pues claramente yo.
Cuando las balas empiezan a volar por el aire, me reafirmo más en mi idea de que aquella situación no estaba hecha para mí, solo podía intentar aprovechar la confianza que pueden llegar a ver en un hombre desarmado a mi favor y confiar en que nadie me disparara de buenas a primeras, por lo que al grito de - Nicht schießen!!!, no estoy armado- me aparto de la línea de tiro principal acercándome a los pilares laterales donde me oculto, allí saco mi porra  extensible pensando astutamente en que si alguno de los atacantes decide confiarse e intentar capturarme en vez de masacrarme a disparos le pegare de improviso con la porra

Una vez tengo claro donde estan los enemigos, corro hacia una de las vigas para buscar una cobertura (reduciendo mi perfil como me enseñaron en la academia donde me gradué con honores) y disparo al bandido delgado que tiene cara de rata... -esa escoria debe morir- me digo para mis adentros, mientras me esfuerzo en hacerlo todo sin quedar en ridiculo.

"De acuerdo, es el momento", piensa el aviador del grupo mientras saca su Browning 9 mms. La bala cruza el monasterio como un relámpago e impacta en el horrible chino con cara de rata. El tiro le atraviesa con precisión su delgado cuello y dejándolo fuera de combate mientras emite un gorgoteo de agonía. Tras el disparo, David vuelve a poner la espalda contra una de las gruesas vigas con una sonrisa en los labios y esperando una nueva oportunidad.

La joven Madeleine extiene desde un oscuro rincón su Walther PP en silencio, pues ningún miembro de esa cuadrilla de asesinos se ha percatado de ella y, cuando lo hace, es muy tarde. ¡BANG! Al lado de "Cara de Rata", otro tipo se desploma. Entre los dos comienzan a formar un gran charco de sangre.

A Rick, el humo de su puro no le impide apuntar con precisión. La Thompson de su puño ruge como un puma y el tipo con la palanca en la mano junto al santuario de piedra comienza a realizar convulsiones, como poseído por algún demonio bailarín, aunque no es más que una lluvia de plomo atravesando su cuerpo. Ambos, el chino y la palanca, caen al suelo.

Los otros tres secuaces han desaparecido de la escena y se han mezclado entre las columnas y juegos de luces y sombras del monasterio. De repente, apareciendo de la nada, dos caen de un salto frente a Rick, que los observa dando una calada a su puro mientras estos dos tipos se mueven acrobáticamente haciendo una exhibición de artes marciales antes de abalanzarse contra él. Un rápido giro le hace esquivar la patada voladora de uno de ellos, mientras que un empujón con sus fuertes brazos bastan para neutralizar la acometida del otro.

El sexto asesino aparece por sorpresa en un flanco de David, que estaba distraído unos segundos observando a Madeleine, pero él no es un tipo cualquiera. Es aviador y, si en algo destaca y le enorgullece más que nada, es en sus rápidas reacciones. La patada experta de artes marciales sólo consigue tirarle el sombrero al suelo.

De la nada aparecen dos chinos que empiezan a moverse como artistas de circo a mi alrededor, aunque sus patéticos intentos por golpearme apenas requieren mi atención. 

Con un gruñido, utilizo mi thompson como bate de béisbol, tratando de abrirle el cráneo al chino.

-Nadie me quita el sombrero!- Le digo al bandido  que aparecio delante mia sin ni siquiera presentarse mientras intento hacerle un barrido para tirarle al suelo de una patada

Ya solo quedaban la mitad de los enemigos y estaban enzarzados en combate cuerpo a cuerpo así que Madeleine apuntó su arma al techo sin intención de disparar. Aún cubierta por la puerta, trató de evaluar rápidamente la situación observando a su alrededor. No sabía si había más enemigos en otras salas si había algún monje que pudiera salvarse con intervención rápida o cualquier otra cosa relevante.

lo vi bastante claro, Era mi momento aquellos individuos estaban entretenidos con mis compañeros por lo que habián pasado de mi, asi que aprovechando mi temporal desaparición de la zona de fuego,cargue rapidamente contra el enemigo que tenia mas cerca blandiendo mi porra

Nunca nadie ha entendido la fijación que tiene Mr. Wilson-Harris para con su sombrero, así que lleno de furia, pretende derribar a su adversario sin éxito. Una voltereta hacia atrás en el momento exacto le hace esquivar el ataque hacia él a ras de suelo. Al menos, todavía no han pisoteado el sombrero, que sigue en el suelo entre el aviador y el ágil enemigo.

A escasos metros de allí, Madeleine Archer decide dejar la suerte de esos tres tipos orientales en manos de sus amigos, que ve desenvolverse con cierta solvencia, y otear las alturas en busca de más tipos como esos ocultos entre las vigas de madera. El mismo empeño que pones en detectar una pincelada de más en una falsificación, lo pones en percibir un leve movimiento. No ves nada extraño ahí arriba y sueltas un respiro mientras te preparas para ayudar a tus compañeros a la vez que unas gotas de sangre manchan tu caro abrigo.

Esa sangre viene de uno de los dos orientales frente a Rick, que ha decidido "batear" con la Thompson su cabeza. El golpe ha durado unas décimas de segundo, pero se ha podido distinguir con bastante precisión cómo crujían los huesos de la mandíbula y cráneo. El cuerpo ya inerte del chino cae sobre unos delicados jarrones con hierbas aromáticas que los monjes tenían quemando para dar un ambiente agradable al monasterio. Las cenizas se esparcen por el aire acrecentando aún más si cabe la fuerza de la épica escena.

Volviendo a David, su enemigo da un salto con el puño derecho en alto, buscando hundir el hueso de la nariz del aviador, pero da una vuelta en el suelo hacia atrás, dejando un metro de separación entre ambos. Por suerte, el sombrero también ha evitado al chino.

El segundo chino que queda con vida hace una rápida valoración de la situación y decide salir huyendo por la puerta de entrada, buscando salvar su vida oculto en algún lugar de la fría cumbre nepalí.

Silencioso, casi imperceptible para nadie, Hans Von Wagner se ha acercado a las espaldas del enemigo de su compañero David con la porra en mano. Porra que un segundo después pulveriza la nuca del chino. Mientras el cuerpo cae, Herr Wagner recoge y entrega el sombrero a David tras sacudirle el polvo un par de veces.

Viendo que mi enemigo cae al suelo, veo por el lateral como uno de esos infelices tira-sombreros intenta huir por la puerta... antes de recoger de manos del amable Von Wagner mi apreciado sombrero -Gracias Liebling doctor-, con un gesto preciso y una sonrisa hacia mi compañero, vuelvo a calzarlo con todo el respeto que se merece, antes de prestar atención al tipo que se encuentra en el suelo... que entiendo, esta inconsciente. -Si se levanta dale de nuevo - y me dirijo hacia la puerta para ver hacia donde se dirige el fugitivo.

Hans Von Wagner se alzo sobre el hombre que acaba de dejar noqueado en el suelo con una leve sonrisa en sus rostro por haber salido indemne de aquel encontronazo, después se agacho y cogio el sombrero de su compañero y se lo acerco amablemente lo cual vio que era bien recibido – nichts zu danken Herr Wilson, no se preocupe vigilare de cerca a este maleante, quizás fuera bueno atarlo por si supone una futura amenaza- acercándose al hombre que tenia en el suelo, volvio agacharse para tomarle las constantes vitales y despues fe ajustarse las gafas registrar sus ropas en busca de algo util, y despues atarlo si seguia vivo.

La sangre lo salpicó todo al estallar su cabeza como si de un melón maduro se tratase. Y, como suele suceder en estos casos, todo acaba con la misma rapidez con la que empezó. 

Compruebo la escena imperturbable, ningún herido, y solo sesos al aire, nada que no haya visto antes. Con un gruñido de satisfacción, me agacho y comienzo a limpiar mi arma en las ropas del chino al que le he volado la cabeza mientras pienso  que habría quedado genial decir ¡Home run! mientras le bateaba. 

Una vez que estoy satisfecho, me incorporo y comienzo a husmear por el templo, buscando indicios que me lleven al objeto que hemos venido a buscar. De vez en cuando me detengo, cuando veo algo que llama mi atención, y lo observo más detenidamente mientras doy largas caladas a mi puro.

Madeleine observó con indiferencia cómo el último de los asesinos huía. No sabía si sería un problema más adelante, pero decidió que el templo ya había visto suficiente muerte por ese día y lo dejó ir.

Recorrió la habitación prestando atención a los monjes. Quizás no había llegado demasiado y alguno aún tenía oportunidad de salvarse.

El disparo de David no habría sido tan certero, quizá, de no ser por su sombrero. De alguna manera, el ala del mismo le ayuda a trazar líneas rectas a la hora de apuntar de una forma magistral. El proyectil atraviesa por la espalda al huidizo chino, que cae al suelo retorciéndose de dolor con sus esperanzas de huir truncadas. Le esperan unos minutos de agonía antes de ver su vida apagarse.

Mientras tanto, Hans cachea el cuerpo a sus pies, ya cadáver como puede comprobar al tomarle el pulso. Mueve sus ropas con delicadeza y cuidado, sujetándolas con los dedo pulgar e índice. No porta nada especial, salvo una misteriosa tarjeta con una máscara o antifaz grabado.

En el fondo del monasterio, McReady echa un vistazo al sepulcro medioabierto que intentaban vaciar los saqueadores orientales, y con un empujón, terminar de mover la losa de piedra para abrir un hueco por el que meter la mano y sacar una máscara. La Máscara de Fu-Kang. Es tal y como Herb la describió entre bocanada y bocanada de su puro. Más que máscara propiamente dicha, podría decirse que es un casco, pues cubre gan parte de la nuca. Su rostro muestra la cara de un demonio sonriente, de ojos saltones y colmillos curvados hacia arriba. Parece fabricada en acero.

Mientras, Madeleine confirma lo que ya aparentaba ser. Ningún monje ha consegido salvar su vida. El monasterio es ahora un remoto cementerio que probablemente, nadie visitará y acabará olvidado.

Hans tomo el pulso del hombre para darse cuenta de que estaba muerto, esto le causo algunas nauseas dado que nunca había tenido que matar un hombre - Mein Gott!, creo que le he dado demasiado fuerte, está muerto, no podremos interrogarlo por desgracia- le comunico a sus compañeros, un poco mientras compungido siguió cacheando el cadáver y al final pudo encontrar una tarjeta- solo lleva encima una tarjeta con una antifaz dibujado, lo cual no nos va a decir mucho mas quien era esta gente, así que simplemente esperemos no volver a cruzarnos con ellos- después guardo la tarjeta dentro de su abrigo como un curioso recuerdo al tiempo que pudo ver como el señor McReady  descubrir la máscara de Fu-Kang

- Permítame ver esa maravilla señor McReady- dijo con efusión el alemán que pronto olvido el malestar que sentía al encontrarse delante de aquel descubrimiento y se dirigió  corriendo hacia la máscara- Es ist großartig, poder estudiar un tesoro así, no puedo contener mi emoción esto objeto puede abrirnos la puerta a nuevas bases en la ciencia y la historia, quizas descubramos la verdad tras esos misteriosos poderes que se le achacan.