Partida Rol por web

Al entrar en la estancia, durante un momento, Auren respiró un ambiente de añoranza, recordando las cenas en familia, pero un segundo después aquella sensación desapareció para verse sustituida por horror. Horror por aquellas cabezas que decoraban la mesa. 

El horror dio paso a la furia cuando las calaveras revelaron su verdadero rostro, elevándose para atacarles. - Más asquerosos no-muertos.¡Por el poder de la dama, yo os castigaré! - dijo mientras alzaba su mano primero al medallón, luego a la cabeza y por último señalando hacia aquellos seres después de dar una vuelta sobre sí misma.

Darío miraba con asco la escena plasmada en la mesa. Desde luego el que había preparado todo esto era una mente maquiavélica y escabrosa.

De repente las cabezas se elevaron y se dirigieron hacia Yash para acribillarle a mordisco.

Tan rápido como pudo sacó el estoque y lanzó una estocada hacia una de la calaveras flotantes. Luego dio un pasó atrás para colocarse entre el enjambre de calaveras y Auren.

Rápido como siempre, preparado para cualquier cosa, Xweto dio un paso al lado, puso una flecha en su arco, tensó la cuerda y soltó. Luego, disparó una vez más. Todo en un parpadeo.

Eran tiros casi imposibles debido a que los cráneos se movían rápidamente alrdedor de Yash, eso sin contar que tenía que colar la flecha entre varios de sus compañeros, pero aún así, con una maestría increíble, el arquero logró clavar una de las saetas en una de las cabezas.

A pesar de las heridas causadas por el picotazo de Nico y la flecha de Xweto, las cabezas seguían casi indemnes. Era realmente complicado dañarlas cuando se unían de ese modo.

Hambrientas, siguieron moviéndose alrededor de Yash, mordiendo con saña y arrancando pequeños pedazos de carne roja al tifling, que empezaba a sangrar por varios sitios.

El semidemonio, molesto, rebulló en el sitio, moviéndose para atacar a continuación, un duro hachazo que a punto estuvo de terminar el trabajo. Dario a continuación, y Auren después con un nuevo despliegue de su fuerza divina, y finalmente las calaveras se agrietaron y, en pedazos, cayeron al suelo, convertidas en inertes trozos de hueso.

Aún sorprendida, se quedó mirando los restos, con el escudo y la espada apuntando al suelo.

—Yo... Lo siento.

Todo había pasado muy rápido, y ella andaba un poco perdida. No estaba actuando con el mismo ímpetu de siempre, y lo peor es que no tenía claro por qué. Había algo allí, en aquella casa, que la estaba afectando. Ella lo sabía, aunque no era capaz de decir que era.

Apartando esos pensamientos e intentando servir de ayuda, se metió en la habitación y usó sus dones para detectar la maldad. No había podido ayudar en la lucha, pero podía evitar que algo más sucediera. Empero, no había nada que temer allí.

—Está limpio, no hay más vileza en este lugar.

El gnomo descabalgó de su montura y se puso a rebuscar la estancia en busca de mas tesoros olvidados. Cuando hubo acabado añadió:

 -Nadie ha resultado herido, ¿Verdad? Pues, venga! Sigamos para adelante!

Os ponéis a buscar durante un rato, removiendo hasta las piedras sueltas que os encontráis. Al final, lo único que parece haber de valor son los platos y las copas que antes sostenían las cabezas cortadas. Son seis de cada, todo de plata.

Viendo como Nefertari se deprimía, Darío fue a darle ánimos. Le dio un abrazo y mientras le daba unos golpes reconfortantes en la espalda le decía -Vamos, vamos, ánimo. A todos nos ha pasado alguna vez. Ya sabes, un mal día lo tiene cualquiera. Vamos, seguro que la próxima lo haces estup...- En ese momento Pixy quitó el polvo a las copas de plata y a Darío se le desvió la atención- Uyy...¡Plata!- Se separó de la paladina y se dirigió a mirar más de cerca la cubertería.

Ya guardados a buen recaudo y viendo que atendían a Yash de sus heridas, propuso seguir

-¿Vamos a la planta de arriba? Igual encontramos un super tesoro raro y nos hacemos ricos- Asiente ilusionado por su gran idea.

Tras acabar con aquellas calaveras, Auren sonrió al comprobar que Pixy sanaba las heridas de su compañero rojo, y asintió ante si misma pensando que eso de no tener que cargar con toda la responsabilidad de curar a los heridos era algo agradable, compartir ése peso. 

Asintió ante la sugerencia de Dario, que valientemente se había interpuesto entre las calaveras y ella, de subir arriba. Coger tesoros no era algo que a ella le llamara demasiado, era verdad que comprendía que era útiles y así podía ayudar mejor a su iglesia, además de que cuanto mejor equipada fuera, más probabilidades de ayudar a los demás, pero tampoco era algo que guiara su vida, e hizo un pequeño mohín de disgusto, negando con la cabeza, cuando vio aquel fuego en los ojos de Dario. 

Quizás ella pudiera hacer que ése fuego se dirigiera hacia otro lado, y no se convirtiera en un hombre guiado sólo por sus pasiones más oscuras....

 - Sigamos, terminemos aquí y regresemos. Qué lugar tan tétrico. - 

Nunca creyó que unos cráneos voladores fueran a atacarles, lo que le indicaba que había mucho en el mundo por descubrir y había sucedido que su vida la pasó encerrado en la fortaleza, creyendo que Golarion era un lugar pequeño y no tan rico en experiencias como ahora ya iba viendo.

Le habían herido con levedad pero esperaba que una herida tan pequeña no supusiera un problema por ahora.

- Vayamos arriba, sí. Ánimo que todavía queda mucho por ver.

Se decía sobre todo a sí mismo. En el templo de Sarenrae le habían hablado de tantas cosas, buenas y malas, del mundo tan complejo que a veces hacía que las personas equivocaran el camino necesitando una guía que les apoyara, como habían hecho con él.

El tiefling fue hacia las escaleras y las investigó antes de subir.

Volvéis a la habitación dónde os sorprendieron las visiones del pasado, y desde allí subís las escaleras hasta el segundo piso.

Lo primero que os llama la atención es la abertura de 20’ cuadrados con vistas al patio interior, la guarida del ya derrotado Heshsharu. El balcón en el que os encontráis está cubierto por el polvo, y ha visto tiempos mejores.

Alrededor del agujero se pueden apreciar los restos podridos de una vieja barandilla, y una inspección rápida también os desvela una deteriorada contraventana de madera que, cuando aún era útil, debía de servir para tapar la claraboya del techo, dando sombra cuando el calor era demasiado sofocante o, de noche, manteniendo aislada la casa del frío aire del desierto.

Seis puertas diferentes salen desde la balconada.

Ya estaban en la sala superior en la que podían ver un buen conjunto de habitaciones cerradas. El oráculo veía todas las puertas iguales y por esa claravoya esperaba que no entrara ningún peligro.

- A esta puerta de aquí, por ejemplo.

Se acercó a echar un vistazo, indagando si estaba cerrada con llave o había algo anómalo como una trampa.

Tras un rápido vistazo, confirmas que no tiene la llave echada; solo está cerrada, que viendo el resto de la casa, es decir bastante a favor de lo bien que han aguantado esas puertas. Aparte de eso, tampoco encuentras ninguna trampa.

Había comprobado que la puerta parecía segura miró al resto.

- No parecen haber trampas. La abro si estáis de acuerdo.

Yash esperó por si alguno de los compañeros necesitaba tiempo para prepararse.

Decidido a avanzar, el tiefling tomó el pomo de la puerta y la abrió, presto a otear el interior.

Entra Yash y, tras él, todos los demás. Esta espaciosa habitación tiene entradas en las paredes sur —por dónde habéis llegado— y este. Los viejos restos de aparadores, una gran cama y un diván yacen en ruinas. La cáscara de un gran avispero, gris, desprovisto de vida, ocupa una esquina del techo. Los espacios en las esquinas noreste y noroeste parecen ser armarios que llegan hasta el techo, a unos 20' de altura; sus puertas de madera casi se han caído de sus bisagras, y montones de tela desintegrada están esparcidos por el suelo. Entre los armarios hay una cómoda lacada, cubierta de polvo.

—Marchaos de aquí —dice una voz gutural, cuya procedencia no lográis discernir, cuando todos estáis repartidos por la sala—. Solo os advertiré una vez.

Auren entro y se fue hacia la derecha, cerca de Dario y entre Nefertari y Xweto. Con la lanza empuñada con fuerza tras escuchar las palabras que les conminaban a salir de allí, miró a su alrededor tratando de saber dónde estaba el poseedor de aquella voz. 

- Disculpe, no venimos a molestar, si no a.....a.... - se quedó callada y miró confundida a sus compañeros. - ¿A qué hemos venido? - preguntó con un los ojos bien abiertos y un cierto tono de incredulidad en su voz. 

Nefertari se puso al frente, protegiendo a sus compañeras y sondeo la con su mirada de paladina, para discernir si había algun ente malvado.

- Ciertamente no queremos problemas y no queremos hacerte ningún mal, pero entenderas que seamos cautos igual que tu. Tenemos permiso para inspeccionar esta casa, y es lo que estamos haciendo.