Partida Rol por web

La arquera, cual cazador, tenía su objetivo en el punto de mira y no quería dejarlo escapar, por lo que se movió levemente para tener un disparo más claro y lanzo sus mortíferas flechas…

Pero en esta ocasión, sus disparos salieron muy desviados.

Darío se acercó al mago y aprovechando su invisibilidad preparo un golpe que atravesaría el corazón del mago, pero este hizo un movimiento inesperado en el último momento y el golpe lo desviaron las costillas. Una herida dolorosa, pero sobreviviría... de momento.

Aunque las cosas siguen estando difíciles, la irrupción de Saethe parece haber insuflado nuevos ánimos, y ahora las tornas, aunque muy ligeramente, han cambiado. Con Idorii muerta, el poder de combate de La Mano Quemada deja mucho que desear, especialmente cuando sus recursos estan tan mermados. Aún así, aún les queda energía para seguir luchando un poco más.

Khelru retrocede y de nuevo usa la varita sobre si mismo, sanando sus heridas. Azaz está muy mal situado, pero sabe que de quedarse ahí tiene los segundos contados; se arriesga a estar a merced del pícaro dando un paso hacia abajo y sacando una poción que se bebe de un trago, curando ligeramente sus heridas en el proceso. Para su suerte, Dario además falla su estocada cuando le ve despistado sacando el vial.

Velriana se convierte en el principal enemigo a batir ahora, la única que parece seguir con una estrategia ofensiva. Lee el pergamino que tiene en la mano, y desaparece.

Auren palmeó su cuerpo varias veces, apagando el fuego que recorría su esbelta forma conforme éste se iba extendiendo, lamiendo su piel pero sin dañarla. En su pecho comenzaron a arder cosas mientras ella frenéticamente intentaba acabar con aquello, pero pronto el fuego la emprendió con su maravillosa mata y una especie de antorcha se instaló en su cráneo durante un par de segundos, mientras ella aullaba de dolor. 

Sin pensar, se movió ligeramente y lanzó un ataque al clérigo. 

- Dario apartate, que no tengo un blanco limpio...

Recargada la ballesta y  estabilizado los heridos me dispuse a acabar con el molesto clérigo del grupo rival  al igual que el resto de mis compañeros, antes de que Dario se acercará disparé mi virote contra el enemigo, una vez que eliminara a los dos enemigos que tenia cerca de Yash procederia a salvarlo con las artes que disponia pese a que estas eran limitadas de momento.

¡Auren! ¡Aguanta!- Darío se giró hacia el mago con odio en sus ojos- ¿Cómo te atreves a hacerle eso?

Al escuchar a la arquera, el muchacho amagó un movimiento a un lado, para después dar un salto acrobático y colocarse de tal forma que el mago estuviera a su alcance de nuevo. Después lanzó una estocada hacia el mago. Notó cómo se clavaba en la carne del arcano y aprovechando la inercia y que pudo acercarle el rostro al suyo le susurró - Huye, o me comeré tu corazón mientras aún vivas-

Azaz abre mucho los ojos al sentir tan cerca a Dario, pero más aún cuando siente la sangre correr por su vientre. Le tiemblan las piernas, y cuando Dario saca el estoque, cae al suelo, inconsciente y con un lento goteo de sangre ensuciando el suelo bajo él.

Pese a que el mago ha caído, dejando libre el camino entre los demás y el clérigo, ni el virote de Yash ni las flechas de Saethe lograr atinar. Tampoco Auren, que no calcula bien y golpea la columna en lugar de a su objetivo.

Khelru llora cuando su amigo cae al suelo, muerto o casi. Siente rabia, frustración, pero sobre todo pena. No es capaz de seguir con esa lucha inútil. Cansado, tira al suelo su bastón.

—Por favor, me rindo, pero dejadme atender sus heridas —os suplica—. Me encargaré de que no siga luchando. Y os diré cualquier cosa que queráis saber.

—¡Cobarde! —grita Velriana desde el otro lado de la sala, furiosa—. Me ocuparé de ti también

Aparece tras Auren, extiende una mano, y una explosión de colores surge de ella, envolviendo no solo a la mujer, sino también al pícaro y a su propio compañero. Khelru no es capaz de apartar los ojos a tiempo, y queda aturdido.

La arquera, se movió como una pantera por la sala, y se colocó justo al lado de la histérica mujer, que en estos momentos se encontraba sola. Levanto su arco y le disparo a pocos centímetros. Si bien no fue un buen disparo, esperaba que con la distracción sus compañeros pudieran flanquearla y abatirla.

La mujer quemada mira al clérigo a la cara, a punto de decir algo, pero asiente con la cabeza y relaja la postura ligeramente, comenzando a concentrarse para lanzar un conjuro, pero no le da tiempo ni a respirar. 

De repente aparece Velriana a pocos metros y lanza un conjuro que inunda de colores intensos y parpadeantes la visión de Auren. La clérigo se tambalea, mareada y vomitando, semi-agachada hacia adelante sin poder hacer nada. - Mald...maldita sea. - piensa confusa. Intenta abrir los ojos muchos, moviendo una mano por delante de ella intentando situarse, mientras con la otra toca alrededor con su arma larga como si fuera un bastón.  

Empieza a odiar a éstos asesinos, y no sabe si va a poder controlar sus ganas de rajarlos de arriba a abajo. Ni el dolor de las quemaduras, ni el intenso mareo y aturdimiento ayudan a que retorne a su dulce ser. 

---Habla la mujer que se ha pasado invisible la mayor parte del tiempo- digo sonriendole despectivo mientras mis ojos brillan- no podras escapar de mi mirada....ahora todo vendrán a por ti y tú miserable- le digo mientras la señalo con la ballesta descargada y luego miro de reojo al otro que se rendia y pedia que le dejaran curarse- Bien, pero cura a neustro compañero caido mientras nos encargamos de tú futura difunta "ex-jefa" - digo sonriendo con malicia.

Darío oyó a la mujer, pero al girarse cayó en sí trampa y vio de lleno los colores que provocaron que todo se volviera negro de repente. Asustado, soltó su arma y se llevó las manos a los ojos, quedándose ahí parado sin poder hacer nada.

En un momento la mitad de los combatientes están completamente fuera de juego, ya sea porque siguen sangrando en el suelo, inconscientes, o simplemente aturdidos (y ahora desarmados). Solo quedan para luchar Velriana por un lado, contra Saethe y Ratash, los dos últimos integrantes del grupo, que ahora van a tener que esforzarse más que nunca.

La mujer de nuevo resiste la maldición de Ratash. Molesta, viendo que ya no tiene aliados y además tampoco resulta una amenaza, decide ganar tiempo al menos. Da un paso atrás, saca una manzana dorada y la tira a los pies de Saethe, cuya atención se ve irremediablemente dirigida a la asombrosa fruta.

Con un gruñido de frustración  puse un nuevo virote mientras veia como nuestra enemiga  se escondia tras una de las columnas así que con sumo cuidado me desplacé hasta colocarme al otro lado de la habitación teniendo un lugar privilegiado para apuntar mientras mi compañera apuntaba desde el otro lado.

La maldita maga, no paraba de sacar recursos y en esta ocasión se trataba de una preciosa y valiosa manzana de oro, por un instante los sentidos de la monja se centrado en tan sorprendente tesoro, pero enseguida recobro la compostura, se acerco y acribillo a la maga con sus flechas.

Tus trucos no funcionan conmigo, muere bruja…

Ninguna de las flechas de Saethe logran dar en su objetivo, así que Velriana aprovecha sus contados minutos de vida —sabe que no hay escapatoria ni salvación posible— para intentar hacer el máximo daño posible.

Retrocede un paso y conjura, haciendo que surja de su mano una llamarada similar a la que ya usó Azaz. El fuego no distingue entre enemigos y viejos aliados, y hace arder a todos por igual.

Azaz muere directamente, convertido en una pira funeraria. Khelru cae al suelo, sus ropas incendiadas, incapacitado. Darío y Auren, pese a que sus mentes no responden a sus órdenes, logran de una manera asombrosa apartarse del camino, tal vez una reacción instintiva; el pícaro se libra en el último momento, mientras que Auren solo recibe parte de las quemaduras, y como todo lo que podía prenderse, ya lo ha perdido, se libra de acabar en llamas.

La arquera monja, siguió hostigando a la maga pirómana, que comenzaba a estar fatigada, ya que se notaba que le costaba más esquivar sus flechas.

Al ver semejante acto de cobardia no pude  evitar soltar un rugido de enfado mientras gritaba algo en Osiriano que para nada sonaba a un chiste, aquella mujer no tenia escrúpulos, así que él tampoco los tendria, con el pelo agitandose de manera descontrolada y mis ojos brillando como dos carbones encendidos me puse  en buena posición y disparé dispuesto a hacerle todo el daño posible a aquella mujer.

Una de las flechas de Saethe y el virote de Ratash se clavan en Velriana, atravesándola un pulmón y el corazón respectivamente. La mujer barbota algo ininteligible, ahogada en su propia sangre, y cae al suelo sin vida. Un paso más allá, Khelru usa sus últimas fuerzas para extender el brazo y coger la mano de Azaz; luego, muere junto a él.

El fuego que consume los cuerpos de los dos miembros de La Mano Quemada impregna el ambiente de un olor a cuero quemado y carne asada, aunque no resulta ni de lejos tan agradable como pueda parecer. Además, algunos de los viales de cristal que llevaban al cinturón estallaron por el calor, añadiendo sustancias mágicas y alquímicas a la mezcla, así como una pequeña humareda que, pese a no llegar a ser muy densa, hace escocer los ojos.

Tanto Auren como Dario se recobran al cabo de unos segundos, pasándose el aturdimiento que les embotaba y también la ceguera, aunque aún ven chiribitas de colores al parpadear.

Yash sigue inconsciente, a un paso de seguir a Nefertari y entrar en el reino de Pharasma, pero aún respirando. No sabéis cuanto va a aguantar, así que parece lógico que el próximo paso sea volver a ponerle en pie.

Cuando el virote acabó con la enemiga solté la ballesta dispuesto a ayudar a aquellos que estaban en peligro pero el fuego era demasiado rápido consumiendo los cuerpos de los dos que habian dado un paso atras  en aquella contienda.

Sin dejar de maldecir a la mujer  me inclino sobre Yash y saco un frasco de entre mis ropajes y lo vierto sobre la boca del infernal, con un gesto obligo a que trague tapando la  boca y nariz cual niño pequeño.

---Vengan despierta- digo sacudiendolo levemente hasta que abra los ojos y sonrio- Hola cariño, espero que hayas dormido bien- digo mientras me lamo la mano  y froto algunas heridas de  Yash.

---Ahora estate quieto- digo mientras froto mi saliva contra sus heridas y estas comienzan a sanar levemente- No es tan efectivo que el poder de un clerigo pero servirá...