Partida Rol por web

La Mascara del Ladrón

Libro 1; Capitulo 1º: Resurectionem

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09/07/2016, 14:35
Narrador

Libro 1

1º Capitulo: Resurrectionem

 

Habían pasado tres meses desde que la noche más lamentable de la historia de los lobos ocurriera. Esa noche el líder, hijo del fundador Nkosi, llevo a cabo una masacre que quedaría en el corazón de los miembros de la banda para siempre.

No quedaban claros los motivos, tal vez por la decisión de Tau de someter a Ziya a las leyes de los lobos o por la masacre en sí. Tal vez fue por el estigma que ahora cargaba la descendencia de Nkosi o por la decisión de Tau de abandonar Jassut por la seguridad de los miembros, pero el alma de los “Lobos del desierto” se había fracturado, su gente se había esparcido por Estigia como la arena que se filtra entre los dedos y se esparce al viento.

Pocos eran los que se habían quedado junto a Tau en los lobos. En su mayoría gente que no tenía otra opción en su vida. Viudas, huérfanos, en general gente que no tenía los medios para sobrevivir lejos de la banda. En cuanto a miembros activos, aun eran menos los que quedaban, y entre ellos “Silentium”, silenciosos en el latín imperial, mote por el que se conocía a los seis miembros de la banda que habían luchado para detener al traidor. Mote que el propio Tau había propiciado con el fin de hacerles destacar, tal vez con el fin de dar esperanzas al resto.

Fueron tres meses difíciles. La banda abandono su preciada aldea de Jassut y viajo hasta la ciudad de Al Kairr, capital del reino. Cientos de barcos y caravanas partían y arribaban a diario a la bulliciosa capital, por lo que Tau tenía la esperanza de que eso borrara el rastro de la banda. Pero al contrario de lo que cabía esperar, no partieron rumbo a ningún lugar, se quedaron allí, el último lugar en  que un persecutor esperaría encontrarlos.

Los miembros de la banda se repartieron entre montones de casas francas y cesaron toda actividad habitual. Era un periodo necesario pero había traído miseria a los lobos. Cada vez los fondos eran menores, cada vez las raciones más ridículas y todo en un intento de alargar el periodo de inactividad. Por eso el León había hecho llamar a “Silentium”, o esa era la esperanza de los miembros de la banda.

 

***

 

Fue Zet quien les abrió la puerta cuando al abrigo de la oscura madrugada llamaron a ella. En cuanto el chico vio a “Silentium” agacho la cabeza ruborizado y servil. No le habían visto mucho desde los sucesos de Jassut, casi no se habían visto entre ellos pues Tau había tejido una maraña de contactos entre los miembros de la banda con el fin de que a nadie le faltara de nada pero con intención de que se vieran poco, por protección. Aun así sabían que Zet había cambiado su foco de admiración de Ziya a su hermano Tau, el cual había intentado disuadirlo y finalmente tras la insistencia del menor, lo había aceptado como sirviente y pupilo. Al menos esta vez su modelo a acosar era alguien respetable y respetado.

La estancia en la que entraron era el total del espacio de la casa. Pobre pequeña y sin ventanas, como era de esperar de los suburbios de Al Kairr. Olía a humanidad, algo también esperable con un hombre adulto y sobre todo con un adolescente sin dinero para baños o inciensos, pues la austeridad a la que se habían visto sometidos los miembros de la banda había sido más dura en casa de Tau que en ningún otro lugar. Había una mesa a ras de suelo y unos estores de caña a modo de asiento tan viejos que estaban fusionados al suelo.

Jassut, no había para mi “mujer” más importante en la vida, amaba esa aldea, amaba a sus gentes, mis hermanos. Amaba a nuestro líder que como un padre extendía sus brazos para protegernos a todos. Sufro al pensar que sus hijos destruimos lo que Nkosi creó…

Las melancólicas palabras de Tau los recibió mientras la puerta se cerraba. Su mirada perdida en el vacío de una pared dejaba claro cuánto le había afectado lo sucedido. Su hermano seguramente muerto, su hermana le hablaba casi por compromiso y su banda al borde de la extinción. Pero no se quejaba, nunca salvo ese lapsus en su recibimiento pues sabía que todos habían perdido, de una manera u otra.

- ¿Qué digo? – Les miro y sonrió. – Pasad hermanos, pasad, sentaos, comed.

Tau ofrecía su casa con la facilidad con la que un Sha ofrece su palacio mientras Zet ponía sobre la mesa un plato de barro con doce dátiles, dos por cabeza y seis vasos de barro con dos dedos de leche de oveja. Aquellos nutritivos dulces que Tau siempre tenía para los niños se habían convertido en las raciones de emergencia de la banda y el modesto plato se les antojaba a todos como un manjar digno de lo generoso de las palabras del León. Sabían todos que probablemente Tau se había privado de sus raciones de varios días para poderles ofrecer aquello y es por eso que rechazarlas seria como escupirle directamente a la cara.

- Ponedme al día por favor, contadme como  ido todo. – Hablaba con el ánimo de un viejo amigo que se reencuentra con los demás pareciendo obviar las penurias por las que incluso el mismo pasaba. – Killian ¿Cómo están mi hermana y mis sobrinos?

 

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10/07/2016, 22:56
Killian

Killian sonrió levemente al ver a Zet. A pesar de lo que el muchacho había hecho en el pasado, a pesar de los pecados que había cometido contra su propia familia… Killian no podía evitar tenerle aprecio. A fin de cuentas había estudiado con él, y Bibliotecario veía a todos sus alumnos como a hijos.

Entró con calma en la morada de Tau y Zet y evitó arrugar la nariz al notar el olor. Se sentó junto a la mesa mientras daba un rápido vistazo a la austera sala. Aunque reparó en que la comida que les ofrecía Tau era producto de la propia hambre del León, tomó uno de los dátiles con una sonrisa de agradecimiento en los labios.

Se acomodó como pudo sobre el estor de caña mientras le daba un mordisco al dátil. Killian parecía distraído, sumido en sus pensamientos. Sin embargo, reaccionó al instante cuando Tau le preguntó por su familia.

- Nuala está… - dudó unos instantes – cansada. Últimamente sólo tiene ojos para el pequeño Asim.

Asim era la más reciente incorporación a la familia de Killian, su segundo hijo varón. Nuala lo había portado en su vientre durante el fatídico suceso tres meses atrás. Quizá fue por el gran estrés que sufrió la mujer, o quizá porque el pequeño quiso salir antes de tiempo. Pero el caso es que Nuala dio a luz antes de lo esperado, poco después de llegar a Al Kairr.

Con apenas dos kilos de peso, Asim nació como un bebé prematuro con pocas posibilidades de sobrevivir. Sumándole a eso el duro estilo de vida que llevaba la banda en aquella época, Nuala y Killian habían pasado el primer mes sin pegar ojo. La idea de que en cualquier momento podían perder a su bebé les quitó el ánimo y el sueño durante semanas enteras.

Sin embargo, a pesar de las adversidades, el pequeño Asim seguía vivo. Nuala no se separaba de él en ningún momento. Lapis se sentía algo desplazada al volcarse todo el afecto de sus padres en el recién nacido, pero Khalid se había tomado muy en serio su papel de hermano mayor y hacía lo posible por atender a todas las necesidades de su madre y de su hermano menor.

Nuala no había hablado mucho con su hermano durante aquellos meses precisamente por Asim. Sencillamente no tenía tiempo. Aunque Killian sospechaba que su mujer también le guardaba cierto rencor a Tau, y tener que cuidar a su bebé recién nacido era en parte una excusa para no tener que hablar con él.

- El bebé está bien – anunció Bibliotecario con una sonrisa -. Y yo tengo que estar todo el día encima de Khalid. Ya quiere ponerse a “cortar bolsas” para alimentar a la familia – comentó con cierto tono de preocupación.

Dado que la banda debía mantener su actividad bajo mínimos no era conveniente que se pusiesen a robar por la ciudad, aunque fuese por necesidad. Khalid no parecía entender eso, y Killian se desvivía cada día por evitar que su hijo se metiese en problemas.

- Y la pequeña Lapis está algo apagada, la pobre. Con Nuala cuidando de Asim y yo vigilando a Khalid creo que se siente un poco desatendida. Además, echa de menos Jassut.

Aquellas últimas palabras resonaron en el pequeño espacio en el que se encontraban, pesadas como losas.

Seguramente todos echaban de menos Jassut.

Killian miró con cierta desgana el dátil mordisqueado que tenía entre las manos. Las llamas de la traición todavía ardían con fuerza en su memoria.

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13/07/2016, 23:49
Elain

Elain entró en la pequeña casa con el resto de “Silentium” y, aunque evitó mirar a Tau, sus ojos se cruzaron durante un fugaz segundo.

Su flecha clavándose en el pecho de Tau…

...

La sangre brotando a chorro…

...

Los ojos del escudero cuando se percató de que la flecha de Elain marcaría su final…

...

La expresión de Ziya al verse a merced de Hierbas, mientras Bibliotecario lo mantenía inmovilizado, indefenso…

...

Aquellas imágenes volvieron a su mente, como habían hecho durante los últimos tres meses. Ya no le dolía tanto, pero sabía que una de las razones era que apenas había visto a León en ese tiempo (sólo después de la lucha, mientras ayudaba a curar sus heridas, y poco más). Las palabras de Tau tampoco ayudaron a mejorar su melancolía, pues ella también añoraba Jassut.

Saludó a Zet y tomó asiento sin prestar demasiada atención a la habitación o a su olor. Tomó uno de los dátiles del plato y dejó que su dulzor le trajera recuerdos más amables, como cuando había sido aceptada por los Lobos.

Bebió un poco de la leche de oveja mientras escuchaba la historia de Killian. Sabía del nacimiento de Asim, pero no lo conocía en persona; de hecho, desde el abandono de Jassut, tampoco había visto a Nuala.

Desde su llegada a Al Kairr, Elain se había instalado con Atzin en los límites de los suburbios de la ciudad, en la ribera del Iometh. Vivía en una casa de adobe y paja muy semejante a la de Tau, pero Atzin había insistido en acotar una pequeña zona en una esquina con una tela de hilo y, así, darle a su amiga una parte donde dormir con un poco de intimidad.

Explicó a los demás que había escogido aquel lugar para poder montar un pequeño huerto, aprovechando el río y los sistemas de regadío que había visto que utilizaban en la zona para explotar al máximo el agua. Eso le había servido para comenzar a reponer las reservas de sus hierbas más preciadas. Pero su actividad no había pasado del todo desapercibida y no le había quedado más remedio que echar una mano a los más necesitados, pero siempre con la máxima discreción para que no se corriera la voz. Aunque no era una actividad delictiva, no quería llamar la atención y que alguien “no deseado” pudiera saber de su existencia y, por extensión, del resto de los Lobos.

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14/07/2016, 00:39
Nathan

Nathan no había dormido en toda la noche, probablemente habrían sido días, si no semanas de insomnio... no concebía aquella nueva vida que se les había impuesto, aunque la acataba sin rechistar, por lo menos no en frente de su jefe. No apoyaba la idea de pasarse la vida huyendo, así como tampoco apoyaba el haber dejado su hogar, en lugar de tratar de reconstruirlo. Desde la llegaba a Al Kairr no habían pasado más que penurias, aunque eso era algo a lo que Nathan se había acostumbrado ya hace mucho, pero la comodidad de Jassut le había hecho olvidarlo, para ahora devolvérselo de sopetón.

Cuando Zet les abrió la puerta a Veloz se le hinchó la vena en el cuello, aunque lo disimuló e hizo como si nada pasara, entró haciéndole un además de saludo con la cabeza y sentándose en una esquina con su capucha puesta, alargó la mano y rapiñó los dátiles que se le ofrecían solo por el simple motivo de no hacerle el feo... no porque tuviera hambre, sino por no importunar al jefe del gremio.

Tras oír sus palabras y las de Killian se dio cuenta que añoraba más Jassut de lo que pensaba, echaba de menos a sus compañeros, aunque nunca lo admitiría, al igual que nunca admitiría echar de menos las tareas del campo, pero lo hacía, de verdad que lo hacía.

- En mi caso sin novedad alguna.- Se apresuró a decir -. Nada que hacer en un lugar que no es tu hogar y en el que hay que reducir la actividad bajo mínimos, no es mi intención atacar tu gestión y lo sabes, simplemente quiero señalar que por lo menos yo no tengo nada que hacer ni nada a lo que dedicarme, porque nada sé hacer, lejos de lo que me enseñasteis.

El chico volvió a agachar la cabeza y se dedicó a entrelazar sus manos y a hacer ejercicios de respiración... cualqueira diría que estaba meditando, pero era realmente poco probable.

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14/07/2016, 03:06
Gëhhênna

 

Los camellos estaban preparados. Alguien gritó, y todos se acercaron. El sol se alzaba por encima de sus cabezas, pero no detendrían el propósito que ya habían planeado. 

Se subieron a sus respectivos camellos, y todos a una echaron a caminar uno detrás del otro, como si una fila de hormigas fuera. Los petates a rebosar de agua iban a cada lado del camello, puesto que un camino arduo y duro les quedaba por recorrer. Atrás Jassut, delante un horizonte incierto lleno de dunas y demás peligros. Ninguno volvió la vista. Atrás sólo quedaban penas, resquicios de una vida pasada, dolor, muerte y traición de una sangre corrupta vertida sobre la arena. 

Así recorrieron varias leguas en busca de una tierra nueva. El silencio se tornaba el mejor amigo y ni un lobo sollozó. El sol se apagaba y ante los ojos una nueva ciudad se oteaba en el horizonte. Bienvenidos a: Al Kairr.

Tau señaló. Bajándose el pañuelo que le recubría nariz y boca, gritó: AL KAIRR! SED BIENVENIDOS HERMANOS. Y los camellos fueron apremiados para llegar antes del anochecer.

La noche era tan bulliciosa como el día. Y aún más acogedora. La embriaguez de los olores deleitaban a los recién llegados: Guisos con especias exóticas revoloteaban por el aire, sopas, licores y perfumes que algunos pensaron no volverían a oler o desconocían completamente. Las puertas de nuevas sensaciones se abriría completamente a ellos. 

Pero no había tiempo para menesteres. Tan rápido como llegaron, tan rápido como se disgregaron. Cada uno tomó camino por una calle diferente. Antes de llegar al gran mercado, ya todos habían tomado un rumbo, y los pocos camellos supervivientes dejados en un establo.


 

 

La vieja madera por portón chirrió al abrirse. Kaltira pensó que aún podía dar más de sí pues sólo había vivido 8 peleas en las que los goznes hayan saltado, lo que hizo que sonriera. 

Una figura extraña entró por el portón, y algunos se quedaron mirándolo.

- ¡Aquí no servimos a niños!-  Gritó Kaltira desde la barra señalando al nuevo intruso. - Y si has venido de pillaje, éste no es tu sitio.

El niño ni se inmutaba. Buscaba entre las mesas de la posada. Las pocas luces que había y la gente acumulada en sus asientos comiendo y bebiendo cerveza mientras gritaban, reían y charlaban le puso las cosas difíciles. Pronto dejaron de mirarle, pero Kaltira seguía con un ojo avizor hasta que por fin el chico se le acercó.

- Perdone. Ejem. - Carraspeó el niño.

- No servimos a niños, chico. - Kaltira se había asomado por la barra en todo burlón. - ¡Si aún no te ha salido tu primer pelo en la barba! ¡Por los dioses borrachos! vuelve cuando tengas una espada chico, o cuando puedas pagarte una de aquellas.- Señalaba a una de sus camareras que estaba siendo azotada por uno de sus clientes. - ja, ja, ja. Así podrás convertirte en hombre.

- Perdone, busco a una tal Gëhênna.

- Chico, ¿Crees que conozco a todos los de por aquí?.... ¡EY! ¡¡EY!! ¡¡EY!! ¡Dorkias! Deja esa jarra de hidromiel o te cortaré tus partes con este alfanje y lo exhibiré en la puerta de mi taberna... - Kaltira alzó la voz señalando a un gordo en una de las mesas cercanas. - ...Pero primero tendría que encontrártelas. JA, JA, JA! 

La taberna que quedó en silencio al oir gritar a Kaltira de repente empezó a vociferar en carcajadas. Dorkias, el pobre hombre gordo de barba espesa, después de ponerse rojo explotó entre risas también. 

- No, no conozco a esa tal Ge...lo que sea. - Volvió a su tono normal.

- Se hace llamar... Sangre. 

- Hmmmmm... No. No me suena. - Kaltira se sujetaba la cabeza con dos dedos intentando tratar de pensar. - ¿Algo más relevante? Sangre suele haber siempre en este antro. La gente no suele ponerse ese nombre a menos que esté buscando su propia muerte. - Sonrió suavemente.

El chico cambió su mirada a algo parecido a una mirada de odio. Lo que sentía ya era frustración.

- Es una chica de pelo rojo, alta y le gusta beber. Grandes pechos, le gusta ca.. - Kaltiras le cortó rápidamente.

- ¿Por qué no empezaste por ahí? - Puso cara de asombro. - Te refieres a Gría, esa marimacho de allá. - Le señaló a la amalgama de personas de espalda que rodeaban una mesa cerca de la chimenea. 

El chico se dirigió al grupo exaltado de hombres que gritaba. No podía ver lo que había detrás hasta que no estuvo lo bastante cerca: Allí había una chica de pelo rojo echando un pulso con un hombre que parecía un forzudo. Sus brazos eran tres veces los de ella, y de su cabeza rubia y peluda sobresalía una barbilla prominente. Ella, desgarbada, reía mientras hacía fuerza con uno de sus brazos y con el otro bebía. El tufo a alcohol se olía en el ambiente. 

- Sangre. Tienes que rendir cuentas con alguien. 

- ¿Qué? ¿No ves que estoy ocupada?, niño. - Miró rápidamente al chico que se había deslizado entre los borrachos y ahora estaba en primera línea delante de ella. - Han apostado diez a tres. ¡Que yo perdía! ¡JA! Eso habrá que verlo.

La jauría gruñía y animaba entre sorbos de alcohol. Todo era expectación. Kaltira lo permitía porque Gría hacía que la multitud bebiera más de lo que imaginaba.

- Los lobos llaman. El "silencio" se rompe.

Las palabras parecían que le habían recorrido de extremo a extremo la columna vertebral de Sangre. Su mirada se posó en los ojos del chico y su rostro cambio por completo. De lo que era jolgorio y risas, se tornó un rostro serio.

- ¡Ñiaaaaagh! - Dos segundos fue lo que tardó en acabar con el cansancio de su oponente que no lograba vencerla.

Todos quedaron estupefactos en un silencio que sólo era interrumpido por el crepitar del fuego en la chimenea. Sangre se levantó, cogió su dinero y se acercó a la barra. Sacó del saquito 10 monedas de oro y se las entregó a Kaltira. 

- Por las molestias.


 

 

Cuando Sangre tocó, Zet les abrió la puerta. La manada entró a un cuarto que se antojaba angosto, sin ventanas, donde el aire estaba muy viciado. Tau, que había permanecido 3 meses en el anonimato de la nueva ciudad, había convocado a los lobos en un nuevo aquelarre. 

Sangre se llevó su petate a la boca mientras se sentaba. Estar de resaca no era lo suyo. Escuchó atentamente como cada uno de sus amigos recitaba sus experiencias de su nueva vida en esta ciudad. Cuando llegó su turno, sólo pudo decir:

Burdeles. Prostitutas. Tabernas. Alcohol. Esta ciudad me está gustando. Incluso creo que ya he echado raíces aqui. Hay una puta que me dic.. - Sangre tartamudea a causa del alcohol. - dice, que quiere casarse conmigo. Yo le digo que, ¡hip!, que no. Pero se hace ilusiones la tonta.

 

 

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14/07/2016, 16:53
Njal Vånirson

La vida era una secuencia de cortos períodos de estabilidad intercalados de caos. Obviamente Njal no pensaba eso exactamente con esas mismas palabras, pero si hubiera querido darle más vueltas al asunto tarde o temprano habría logrado un axioma parecido. Él no había vivido siempre en Hauffman, y sus primeros días allí solo echaba de menos su antiguo hogar. Luego tuvo que abandonar ese hogar en el frio norte, por el más cálido y soleado Jassut, también a consecuencia del caos. Y ahora había tenido que dejar Jassut, esta vez el nombre del caos que lo había provocado era “Ziya”.

Njal pensaba que ya debía haberse acostumbrado a empezar de cero. A que el mundo le diese un bofetón en la cara cada cierto tiempo. Pero en realidad no hay manera de acostumbrarse. Solo tenías dos opciones, o poner la otra mejilla, o unirte al lado del Caos. Por el momento, se le daba bien lo de “la otra mejilla”, pero la venganza, la desidia, lo visceral, eran cada vez soluciones más tentadoras.

Entró junto a sus compañeros al provisional hogar de Tau, énfasis en provisional, y se alegró de que Zet estuviese con él. Todos podían cometer errores, estaba bien que se le diera una oportunidad de enmendarlos. Se sentó a la mesa junto a “Ojeras” no sin dificultad. Últimamente no había nada que hacer, debían permanecer ocultos. Njal había encontrado una zona en la orilla del río que no estaba muy transitada, quizá por el difícil acceso, y se tiraba allí gran parte del día, entrenando cerca del agua. No tenía mucho más que hacer durante el día y el lugar era lo bastante privado como para no llamar la atención. Pero hacer eso durante gran parte del día a parte de ayudarle a mejorar y mantenerse en forma había conseguido dejarle baldado y con agujetas por todos lados, y con la piel roja de estar bajo el Sol.

Cogió el vaso y empezó a darle vueltas al contenido, sin muchas ganas de tomar nada, mientras escuchaba lo que Tau tenía que decirles, y la respuesta de sus compañeros.

- ¡Oye! ¡Al menos hay alguien que lo pasa bien! – rió, ante el comentario de Gëhhênna – Yo no hago gran cosa durante el día, aparte de entrenar… Estuve a punto de ponerme a trabajar con los estibadores y así ganar algo de dinero, pero en el último instante me arrepentí. Como extranjero destaco bastante y no sabía hasta qué punto podía poner a todos en peligro… Así que me limito a esconderme… y quemarme la piel entrenando.

Njal se bebió entonces la leche de un trago, e hizo algo semejante con los dátiles. Mejor acabar con ello de golpe.

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14/07/2016, 18:55
Sajára

 

Los eventos de aquella fatídica noche aún resonaban en la cabeza de Sajára. Habían pasado tres meses, y encontrarse de nuevo cara a cara con los demás, y especialmente con Tau, se le iba a hacer más incómodo de lo que quería admitir.

Y es que, durante estos tres meses, Sajára había rechazado casi todo contacto con los demás. Después de la larga pelea, y las nuevas órdenes de Tau, Sajára sencillamente se marchó. No se despidió de nadie. Se desvaneció, como una sombra que desaparece en la oscuridad de la noche.
Fueron muchos los días que pasó ponderando si debía abandonar la banda de forma definitiva. Muchas fueron las veces, que ese pensamiento la llevó a caminar hasta el puerto, y observar los barcos llegando y zarpando constantemente. Preguntándose cuál sería el que la llevaría a su próximo destino, y que destino podría ser ese. Pero todas y cada una de esas veces, terminaba en el mismo lugar, en el pequeño callejón oscuro que le dio cobijo durante las dos primeras semanas alejada de Jassut y los lobos del desierto.

Un buen día, caminando por el mercado, tratando de encontrar algo que poder llevarse a la boca.
Porque aun habiendo roto los lazos con la banda, Sajára quería mantener el código, intentar pasar desapercibida. Pero sin acudir a los pocos recursos que la banda podría proporcionarle, o hacer uso de sus propias habilidades, se le estaban acabando las opciones y el hambre empezaba a hacer mella.
Fue entonces cuando conoció a Tot, un adorable señor, que todas las semanas se acercaba al mercado a tratar de vender sus cachivaches sin demasiado éxito. Era un hombre de ya entrada en edad, pero aún sin demasiadas canas. Redondo en la zona del estómago y bastante bajito. Sajára, lo había observado antes de lejos y estaba segura de que la vista de aquel hombre, no podía llegarle más arriba del pecho.
Esta vez, mientras trataba de “recoger” una granada de uno de los puestos, en un acto desesperado por comer algo, se vio arremetida por el carro de Tot, quien consiguió que perdiera el equilibrio y cayera al suelo sin remedio.

 

                    - ¿Se encuentra bien chiquilla? – Dijo Tot revoltoso.
                    - Sí, no hay problema.  – Respondió Sajára algo molesta, bajo su pañuelo, mientras se incorporaba. Le                             acababan de arruinar la comida, y no le había sentado nada bien.
                    - ¡Oh! Chiquilla, ¿Es eso sangre? – Dijo Tot con una mueca algo exagerada.
                    - ¿Sangre? – Pregunto Sajára extrañada, pues no había notado dolor alguno.

 

La granada que estaba a punto de entrar en su bolsillo antes del golpe, había resbalado de su mano y roto bajo esta al caer al suelo. El zumo de la granada había manchado el ropaje de Sajára de rojo, dando la ilusión poco convincente de que estaba sangrando. Ella misma miró a la granada en el suelo y se dio cuenta de que, si no admitía estar herida, tendría que admitir como había caído la granada del puesto, y acabaría en serios problemas.

Sajára miro a Tot asustada, y este le devolvió una sonrisa cómplice, acompañada de un pequeño guiño que nadie más pudo ver.

                    - Vamos chiquilla, te ayudaré a curarte. Al fin y al cabo, ha sido culpa mía. – Le dijo agarrándola del                           brazo y llevándosela de allí todo lo rápido que pudo, sin darla opción a réplica.  

 

Tot, tiró del brazo de Sajára hasta que salieron del mercado. Una vez fuera de la vista de todos, paro en seco y soltó el brazo de la “chiquilla”. Movió sus manos en el aire mientras resoplaba, haciendo ver que estaban cansadas. Una vez más le dedicó una sonrisa a Sajára y dijo:

                   - ¿Te importa empujarlo tú el resto del camino? Yo ya soy demasiado viejo para esto.

 

Sajára agarro el carro entre sus manos. Y lo condujo por las calles de Al Kairr siguiendo las direcciones de Tot.

Llegaron a una pequeña casa, donde Tot, le indicó a Sajára donde podía estacionar el carro. A nivel de calle, disponían de un pequeño taller, donde almacenaba el carro y Tot experimentaba con mil y un cachivaches que no siempre funcionaban.
 

                    - Pasa, pasa chiquilla.  Que no te asusten mis invenciones, no hacen daño, lo prometo.

 

Sajára miro a su alrededor, y a la espalda de Tot, que ahora le conducía a la siguiente estancia y no pudo evitar recordar a Rashidi.
Aquel viejo cascarrabias no tenía nada que ver con Tot. Eran personalidades completamente diferentes, y, aun así, el destino había vuelto a unirla a otro viejo loco con ganas de cambiar el mundo.

                    - ¡Serapia! – Grito Tot con todas sus fuerzas.
                    - ¡Serapia! – Grito aún más fuerte.

 

Los gritos sacaron a Sajára de un golpe de su ensoñación. Aquel dulce señor tenía una voz muy potente.

                   - ¡Serapia, leches! ¿Se puede saber dónde estás? – Gritó de nuevo, aún más fuerte, y con un tono para                        nada digno del hombre dulce y amable que acababa de conocer.

 

Unos pequeños pasos se acercaron por el final del pasillo. Se movían deprisa y cada vez estaban más cerca.

                   - No me grites. – Inquirió Serpia en la cara de Tot en cuanto llegó delante de él. – Te he dicho mil veces que no me gusta que me hables así.

 

La voz de Serapia era dulce y aguda, pequeña, como ella misma. Una mujer de complexión parecida a la de su marido, pero incluso más pequeña que este.

Serpia y Tot invitaron a Sajára a compartir cena con ellos. Le ofrecieron un baño y una cama para pasar la noche. En ningún caso le dieron opción a decir que no a sus ofertas y Sajára no tenía suficientes fuerzas para luchar en su contra.
Aquella noche comió, se aseó, y durmió, como no lo había hecho en algún tiempo.

Por la mañana se despertó antes que el mismísimo sol. El recuerdo de Rashidi y el fuego que lo destruyó todo la despertó de un golpe, agitada, nerviosa. Recogió sus cosas y se dispuso a salir del lugar sin despertar a nadie. Utilizando sus mejores habilidades, caminó por la casa sin hacer el menor ruido. Recorrió la estancia principal de la casa, y cruzó la puerta del taller, en su camino a la calle.

                   - ¡Ajá! Aquí está. – Gritó Tot mientras se incorporaba. - ¡Buenos días chiquilla!  

 

Tot salió de debajo de una mesa, donde había estado buscando una pieza de su nueva invención, que había resbalado sin querer de sus manos. Y allí, en medio de la estancia se encontró a Sajára, tratando de desvanecerse una vez más sin dejar rastro, esta vez sin éxito alguno.

 

                   - Buenos días. – Contestó Sajára tímida. - ¿Qué tiene ahí? – Dijo curiosa señalando al artilugio que se                             encontraba encima de la mesa.  
                   - ¡Oh no, no, no! Nada de formalismos. Para eso ya está mi señora. – Dijo con un guiño. – Es mi nueva invención, o lo sería, si funcionara.

 

Sajára dibujo una sonrisa inintencionada en su rostro. Dejó sus cosas a un lado, se quitó el pañuelo de la cara y se acercó a la mesa donde Tot estaba trabajando. Le preguntó para que servía su invento, en que fallaba, que había probado y entraron en una animada conversación sobre su funcionalidad, y las infinitas reparaciones que necesitarían hacer.

Ese día, Sajára olvidó a los lobos del desierto, a Jassut, a Ziya, e incluso al Tau y al resto de los “Silentium”. Tot y Serapia, le ofrecieron un lugar donde dormir y comer a cambio de la más que necesitada ayuda en el taller, el mercado y lo que se necesitara en la casa. Y Sajára aceptó sin dudarlo.  
Esa noche mientras se acostaba en la que ahora era su cama, el aullido de un perro le recordó la anoche de la traición. Cómo había blandido el sable y la daga frente a aquellos que antes llamaba hermanos. Recordó como las flechas de Elain habían rematado de forma impecable al pobre desgraciado que Ziya escogió como su escudero. Recordó como Killian había logrado inmovilizar a Ziya, como Nathan lo había dejado inconsciente. Pero, sobre todo, se quedó grabado en su mente como Tau había castigado a su propio hermano.
Nerviosa en su cama, Sajára se levantó y salió por la ventana. Subió al tejado y fue en busca de los que habían sido sus compañeros y hermanos.

Los encontró a uno a uno, y a todos observó desde la distancia. Asegurándose de que seguían con vida, de que estaban bien y de que tenían lo que necesitaban. A todos, menos a Tau. 

 Así, los días se fueron sucediendo. Por el día, ayudaba al pequeño matrimonio en todo lo que podía, a cambio de comida, asilo y las pocas monedas que podían compartir. Por la noche, saldría a buscar a sus compañeros para asegurarse de su bienestar. Pudo ver la tranquilidad en la que Elain se había sumido, o la locura de Sangre. Vio como Nathan se revolvía en su cama noche tras noche, o como Njal trataba de pasar desapercibido en todo momento.  Incluso pudo ver de lejos al pequeño Asim, alguna noche se quedó observándole cuando sus padres caían dormidos sin remedio por culpa de la extenuación. Pero nunca llegó a buscar a Tau, algo dentro de ella le guardaba culpable de lo que había sucedido. A la muerte, el descontrol, a la rabia.

En los pequeños ratos libres que encontraba, Sajára utilizaba el taller para fabricar sus propios artefactos. Pequeños artilugios que siempre le habían venido bien cuando de robar trataba la cosa. No es que estuviera planeando volver al negocio pronto, ni siquiera sabía si volvería en absoluto. Pero el hábito era más fuerte que ella, y era una forma excelente de pasar el tiempo.
Algunas mañanas,  se acercaba también al puerto, a ver los barcos ir y venir, a los comerciantes y a los marineros. Le reconfortaba el sonido del río. Ya no soñaba con marcharse lejos, ya no quería huir, pero el olor a madera mojada le recordaba a su infancia, a la inocencia y felicidad de aquellos días. 

Pasaron los meses y la voz llegó a Sajára de que Tau los había hecho llamar. Debían presentarse todos en su casa.
Una vez más, dudaba de si acudir a la llamada, pero había hecho una promesa y no podía romperla tan fácilmente.

De camino a casa de Tau, pasó por el mercado, se paró delante del puesto donde Tot la arroyó con su carro y cogió en su mano una granada. Se echó la otra mano a su bolsa, alcanzando una moneda, que le dio al tendero mientras reverenciaba con la cabeza como agradecimiento. Después, revisó el contenido restante de su bolsa, guardó la granada y se puso en camino.

Fue refrescante verlos a todos en la puerta, esperando a que les abrieran. Incluso le alegró ver a Zet allí, conviviendo con Tau. Al entrar notó el olor y la austeridad de la habitación, y se dio cuenta de la situación en la que habían estado viviendo. Pero también pudo ver los ricos manjares que les esperaban en la mesa.
Tau les invitó a sentarse, y mientras los demás se ponían a ello, cogió de la mano a Tau con seguridad y firmeza. Le miró y le dijo en voz baja:

                    - Algún día vas a tener que explicarnos que pasó.

Sajára sacó la granada y su pequeña bolsa de dinero. Puso primero la bolsa en la mano de Tau diciéndole:

                   - Esto es para los lobos.

Después cogió la granada y se la dio.

                   - Y esto es para ti.  – Dijo para después quitarse el pañuelo de la cara y mostrar una sonrisa. – Tranquilo, es honrado. No tienes de que preocuparte.

 

Acto seguido se sentó en la mesa con los demás. Escuchó sus historias, y no habló más que para comentar que se encontraba bien que se alegraba de volver a compartir mesa con todos ellos. Cogió dos dátiles a la vez, y se acercó el vaso de barro. Los miró con deseo, igual que una niña mira a su golosina favorita. Y los saboreó con gusto, despacio, sin prisa alguna. 

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16/07/2016, 11:43
Tau

Tau intento mostrarse natural ante los demás para así calmar el previsible ambiente tenso, pero al parecer se equivocó. No pudo evitar notar la incomodidad y las miradas esquivas de sus compañeros. Durante tres meses pensó que ellos se habían mantenido en la banda por que confiaban en él, pero en ese momento ese pensamiento se quebró.

- Sajára… - Le dedico una temblorosa sonrisa. – Me alegro de verte, temí que no respondieras a la llamada.

No fueron las palabras en sí, si no la manera de decirlas la que dejo entender que él conocía de las dudas de ella. ¿Y si no era Sajara la que hubiera evitado vigilar a Tau? ¿Y si era el propio Tau el que no se había dejado ver mientras vigilaba a los suyos? Piensa el gorrión que controla el mundo bajo el olvidando que la paloma vuela más alto, teniendo otra perspectiva.

Tau agradeció el obsequio con una sincera sonrisa y partió la granada en dos con la mano y a su vez una mitad la dividió de nuevo. Con eso tuvo dos gestos que volvieron a marcar la situación en la que Tau había vivido durante tres meses, primero puso un vaso de barro debajo para asegurarse de que no desperdiciaba ni una sola gota de zumo, después llamo la atención de Zet y le paso tres cuartos de la granada quedándose con uno solo. Aun arriesgo de despertar el enfado de Sajara, no podía evitar preocuparse por los más débiles nuevamente.

- Agradécele a Sajára y después ve a por agua. – Ordeno Tau eliminando cualquier intento de réplica de su aprendiz sobre el gesto con la granada. – Del canal que está más fría, en esta habitación hay alguien que necesita despejarse. – Hablaba, por supuesto, de Sangre que parecía ser la única que estaba a gusto en Al Kairr, porque desde luego, Tau, era el más descontento con la ciudad.

A pesar de su mueca de disconformidad por el gesto de Tau, Zet agradeció  Sajara la comida y comenzó a dar cuenta de ella mientras arreglaba unas cosas de la habitación. Al tiempo Tau escucho las palabras de su cuñado y sonrió al pensar en su familia a pesar de lo precaria de la situación de la misma.

- Supongo que todos esperábamos que Khalid saliera a la parte comerciante de la familia. Aunque sabemos que eso no sirvió contigo. – Se tomó el lujo de bromear para después ponerse serio y suspirar. – Al Kairr no es una buena ciudad para los pilluelos. – Tau lo sabía de primera mano. – Pero también conocemos las consecuencias de negarle a alguien sus ilusiones. – Miro de reojo a un Zet que de espaldas no prestaba atención a la conversación. – Yo podría ayudaros con Khalid, pero a la larga la decisión es de Nuala y tuya, siempre podríamos preparar una “zona de juegos” segura si deseáis que aprenda. – Suspiro y se permitió un momento de debilidad. – Por favor cuñado, habla con mi hermana, sufro sin poder ver a la única familia que me queda.

Mientras terminaba de hablar, Zet término con la granada y salió corriendo a por el agua que Tau le había ordenado traer. En ese momento el León cambio su expresión, sabíais que llegaban los negocios. Se acomodó en su estor y respiro profundamente mirándoles a todos a los ojos.

- Bien, quería hablar de negocios como os imaginareis, pero viendo vuestras caras me parece de rigor tratar antes otros asuntos. Nathan, sé que no quieres atacar mi gestión y agradezco la sinceridad de tus palabras, es lo que espero de vosotros, es lo que la gente espera de vosotros. Después de ver como lo disteis todo por ellos, confían en “Silentium” y en su criterio tanto como en el mío. – Dijo como si él no hubiera tenido nada que ver con el hecho de que aquellos que derrotaron a Ziya fueran ahora vistos como héroes dentro de la banda. – Quiero y necesito gente en la que apoyarme y que no siempre este de acuerdo conmigo, eso nos dará a todos distintas perspectivas de las cosas y distintas maneras de afrontarla. Por eso de todos los miembros os he llamado a vosotros, porque confió en vosotros. Pero es mejor resolver dudas primero, así que si hay algo que queráis saber de lo que paso aquella noche o de la situación actual, adelante, preguntad. 

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20/07/2016, 11:24
Killian

La propuesta de Tau para Khalid agradó a Killian, que lo dejó entrever con una ligera sonrisa.

- Claro, claro… Mejor eso que dejarlo campar a sus anchas haciendo locuras – admitió con una leve carcajada.

Hablar de sus hijos lo llenaba de felicidad, pero Bilbiotecario sabía que el ambiente seguía siendo algo tenso.

- No te preocupes, cuñado. Hablaré con mi mujer – dijo finalmente, en respuesta a la súplica de Tau.

Y luego… los negocios.

Killian había estado tan ocupado cuidando de su familia durante aquellos meses que casi había olvidado a lo que se dedicaba la banda. Le parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que había participado en un golpe.

Separarse de su familia le daba reparo, pero bien tenía que ganar algo para alimentarlos.

- Yo… - comenzó Killian, viendo que nadie se pronunciaba -. No creo que haya nada que necesite saber, realmente. Por una razón u otra Ziya nos traicionó. Y por mucho que pueda entender el por qué, eso no va a cambiar lo que sucedió.

Se encogió de hombros. Qué extraño que Bibliotecario prefiriese mantenerse ignorante.

- Tampoco me importa lo que ha pasado con él. Por mí… podemos pasar a los negocios.

Miró a sus compañeros.

- Aunque no me importa esperar si mis hermanos quieren que se arroje luz al asunto. Todo el mundo tiene derecho a saber.

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20/07/2016, 11:40
Nathan

Nathan se mantuvo al margen durante toda la conversación, hablando solo cuando se le requirió y levantando la mirada para mirar a Tau cuando se refirió directamente a él. Estaba realmente aliviado porque no se hubiera tomado a mal sus palabras, aunque en realidad nunca lo pensó verdaderamente, conocía al León.

Las cosas se iban a poner interesantes en cuanto Tau comenzó a nombrar los negocios, esa era la parte que le gustaba a Veloz, aborrecía las charlas, y los intercambios de sentimientos... pero en aquel momento eran completamente necesarios.

- Por mí podemos pasar a los negocios, me trae sin cuidado el destino de Ziya y el porqué de su estupidez crónica, siempre y cuando haya pagado por lo que le hizo a Jassut. Sinceramente, y espero que no se ofenda nadie .- Aunque en realidad le daba bastante igual -. espero que se esté pudriendo... me da igual que sea en una celda o bajo tierra, o ambas.

Se pudo entrever una sonrisa maliciosa entre las sombras de la capucha de Nathan. Volvió a callar, esperando que comenzaran a hablar sobre lo que realmente era importante, y no sobre el maníaco homicida que destrozó la vida tal y como Veloz la conocía.

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20/07/2016, 12:42
Elain

Tras escuchar las historias de sus compañeros, Elain no pudo más que entender perfectamente a Nathan, sonreír ante el estado de Gëhhênna y el “cambio” de color de piel de Njal, y alegrarse por ver a Sajára con tan buen aspecto.

Los había echado de menos, y no se había dado cuenta de cuánto hasta ese mismo instante, en que estaban de nuevo reunidos.

Ahora, Tau les instaba a aclarar sus dudas y, a pesar de las negativas de Bibliotecario y Veloz a recordar aquella noche y pasar directamente a hablar de negocios, Hierbas había decidido dejar a Ziya con vida aquel día porque quería respuestas, quería “saber”. De no haber sido así y a pesar de la promesa a Nuala, se hubiera tomado la venganza con una de sus flechas. Mucho era el dolor que aquel “judas” les había causado…

Enumeró mentalmente sus preguntas antes de pronunciar palabra:

¿Sabía Tau la verdadera causa por la que Ziya había matado a Nkosi?

¿Sabía las razones por las que Ziya, tras tomar el control de la banda, quiso asesinarlos?

¿Qué tenían que ver los kalih en todo aquello?

¿Por qué Tau había decidido que abandonasen Jassut en vez de reconstruirla?

¿Por qué elegir Al Kairr como destino?

¿Cuál era la razón real de separar a los miembros de la ”manada”? ¿Qué esperaba conseguir con ello?

¿Qué lo había llevado a llamarlos ahora, después de tanto tiempo? ¿Tenía algún plan? ¿Había ocurrido algo que los amenazase? ¿O simplemente volvían a su oficio?

Estas eran sus principales dudas, las que le habían rondado por la cabeza durante esos tres meses en la capital. También quería saber qué había sido del traidor después de entregarlo a las autoridades, aunque eso no la desvelaba; solamente esperaba que estuviera pagando con creces por sus crímenes.

De todos modos, y aunque ansiaba conocer las respuestas a sus preguntas, no verbalizó ninguna, de momento.

Primero, tomó el segundo dátil y, mientras lo saboreaba, observó a León y a los “Silentium”. Pasó lentamente su mirada por cada uno: Tau. Killian. Nathan. Gëhhênna. Njal. Sajára.

¿Qué nos ha hecho este tiempo separados? Las cosas parecen haber cambiado tanto para algunos y tan poco para otros…

Tomó aire y comenzó a hablar, escogiendo con cautela las palabras:

- Pues yo, hermanos, quiero saber. Ziya nombró a los kalih, pero ¿qué tuvieron que ver con el asesinato de Nkosi, con su intento de matarnos a todos aquella noche y con la destrucción de Jassut? Y, hablando del hogar, – Elain lo había considerado así durante mucho tiempo. Aunque sabía que el hogar no lo conforma sólo un lugar físico, sino las personas, había acabado cogiéndole cariño a su vida en Jassut y al poblado en sí mismo, pues fue allí, después de muchas penurias, donde había encontrado un poco de paz. Hasta aquella fatídica noche - ¿por qué abandonarlo, dirigirnos a Al Kairr y ordenar la separación de la banda? ¿No habría sido más seguro, de no reconstruirlo, buscar un lugar menos concurrido que la capital y permanecer unidos? ¿¡No éramos, somos, una familia!?

Notó cómo había ido subiendo el tono de su voz poco a poco, así que decidió no continuar, respirar profundamente y esperar las respuestas.

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20/07/2016, 21:45
Sajára

 

Sájara observó cómo Tau repartía la granada con Zet, sonrío mientras bajaba la cabeza y se dirigió hacia la mesa. Njal se sentó a su lado, y Sájara miro al chico de reojo, con una sonrisa en sus ojos. Se alegraba de compartir mesa con ellos de nuevo, y el sentimiento era una verdadera sorpresa.

Mirando a los demás en la mesa Sájara se sintió algo nerviosa. Este era el momento en el que ella debía haber desaparecido. Cambiar de vida y empezar de cero, pero algo la impulsaba a intentarlo de nuevo. En un impulso no bien calculado, le había dado una parte de sus ahorros a Tau, para gastar en la manada, algo que bien podía haber usado para coger uno de esos barcos que había estado observando los últimos tres meses.

 

                Quiero y necesito gente en la que apoyarme – Dijo Tau.

Y Sájara sintió un escalofrío.

 

                  Si hay algo que queráis saber de aquella noche, adelante, preguntad.

 

Sájara levanto la cabeza, aún con el dátil en la boca. La afirmación le pilló completamente por sorpresa. Uno a uno vio como sus compañeros reforzaba la confianza que tenían en Tau, Nathan y Bibliotecario ignoraron la pregunta, pero a Sájara le alegró saber que no era la única que tenía dudas sobre lo que pasó aquella noche.

Ojeras era la clase de persona que priorizaba pasar desapercibida antes de descubrir lo que quería saber, más si suponía hacer una pregunta directa. Pero ver a Hierbas iniciar las preguntas le dio coraje para seguir sus pasos. Si realmente quería darle una oportunidad a esto, especialmente después de lo que había pasado, debía hacer un esfuerzo.

Además, - Dijo siguiendo las palabras de Elain. ¿Qué haya algo más detrás de las acciones de Ziya… quiere decir que algo similar puede pasar de nuevo? ¿Es por eso que nos marchamos de Jassut?

Sájara respiró hondo después de la pregunta. Se sintió extraña al tener a todos los demás escuchando sus dudas.

Tau, - dijo respirando profundo. ¿Tú sabías lo que iba a suceder? ¿Sabías de antes que Ziya iba a intentar algo así?

Sin tardar demasiado Ojeras encogió los hombros y escondió su cuello, tratando de ocultarse a simple vista, atenta, esperando una respuesta. 

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21/07/2016, 00:59
Gëhhênna

En la mente de Sangre corría aún la imagen de ella atrapada en su propio cuerpo, hará como tres meses, en la que intentaba apuñalar a Tau. 

Salió del estupor cuando Tau habló, nombrando la lealtad.

- Aún seguimos siendo Lobos, Tau - Aclaró Sangre con una carraspera.- No vamos a dejarte. La manada nunca abandona a nadie.

Miró a cada uno de los miembros, paseando la mirada en derredor. 

- Para mi, has sido como un líder. Aún no entiendo cómo pudimos dejar Jassut, y menos sin saber qué le deparará a Ziya. - Habló con enfado  entre dientes.

Más de tres meses deberían de pasar para que Sangre olvidara lo que había sucedido en Jassut. Una traición no era algo de olvidar tan rápido... ni tan a la ligera.

 

Notas de juego

Siento hacer un minipost chicos. Mañana tengo exámen, que me lo cambiaron, y tengo que hacer un trabajo para el viernes :(

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22/07/2016, 14:51
Tau

Tau se sintió incomodo por la aplastante sinceridad de Nathan frente al asunto de su hermano Ziya haciendo que olvidara la felicidad que le había producido saber de su familia. Por supuesto no expreso dicha incomodidad pues no podía culpar a Veloz por sus opiniones, estaban fundamentadas y Ziya se lo había buscado solo.  Tau sabía que para todo el mundo Ziya era un monstruo pero él no podía verlo así. Hizo lo que hizo porque era su deber como líder, porque la manada confiaba y dependía de él pero todos olvidaban que Tau y Ziya habían crecido como hermanos. El león había cambiado los pañales de Ziya, era el quien le había enseñado palabrotas como sus primeras palabras, el que le había enseñado todo lo que aprendió en las calles de Al Kairr en su dura infancia, el que le había enseñado los juegos más divertidos e incluso a como camelarse a una chica, porque eso es lo que hacían los hermanos mayores.

    - Ziya está muerto. – Dijo tajante y con dureza. – No necesito ver su cadáver para saberlo, eso y que sufrió terribles torturas hasta llegar ese momento, pues sus delitos no eran pocos y la ley estigiana es poco compasiva. – Se tomó una pausa larga. – En cuanto a tus preguntas Elain siento decir que no soy uno de esos deplorables personajes secundarios de una de esas novelas que les gusta leer a las jóvenes estúpidas de Abel, cuya única función es aclarar al lector todo aquello que no le haya quedado claro en las pésimas paginas anteriores. Todo lo que se de las motivaciones de Ziya lo sé por vosotros, ya que habló con vosotros durante la pelea, ya os conté por qué marcharnos de Jassut.

Tau se cruzó de brazos, estaba molesto y a la defensiva, algo que tardo en percatar el mismo. La gente lloraba Jassut, lloraba a los muertos, corrió a él pidiendo explicaciones o venganza y al  no recibir lo que habían pedido le abandonaron. Todos olvidaron que él no era una máquina, él había perdido tanto como los demás.

Finalmente tras el largo silencio incomodo que el mismo había provocado se dio cuenta de su comportamiento, entonces suavizo su genio y su carácter, modulando su voz. Volvió a explicar lo que con anterioridad había explicado, con más calma, pero no se disculpó por su arrebato anterior, no considero que tuviera que hacerlo.

    - Elain, no fui yo quien le dijo a la gente que se fuera, se marcharon de la banda por miedo. Nos marchamos de Jassut por seguridad ya que habría sido difícil explicarle al recaudador de impuestos y sus soldados que había pasado en la aldea, porque no estábamos en nuestro mejor momento tras las muertes y abandonos para pelear en caso de que los supervivientes entre nuestros agresores volvieran a por venganza, por no mencionar que Ziya puede habernos delatado bajo tortura o por venganza. Al Kairr es un buen lugar para mantenerse escondido a plena vista. Nuestro rastro se borra entre las caravanas y los barcos que a diario salen y nuestro periodo largo de inactividad hará pensar a cualquiera que conozca nuestros métodos que no nos hemos quedado aquí. Por la misma seguridad por la que abandonamos Jassut, disperse a los miembros entre distintas casas de Al Kairr, nunca disolví la banda, pero eso ya lo sabéis, ya se os dijo. En cuanto a mi hermano. – Dijo hermano, no Ziya, quería recordar que estaban hablando de alguien a quien un día quiso. – Solo puedo deducir que la envidia y la codicia le llevaron a matar a mi padre por el “trono” y que la culpabilidad o el temor por lo que había hecho le llevo a las pesadillas que menciono y a pensar que eran mensajes de los Kalih… se volvió loco, tenía que estar muy loco para hacer lo que hizo. Ataco Jassut para evitar lo que su locura le había hecho creer, provocándolo realmente en el proceso.

Se tomó un momento para cambiar un poco la postura, descruzar y estirar los pies ara después volverlos a cruzar en la posición opuesta. Un momento para respirar, para observar a sus interlocutores y para organizar sus pensamientos pues lo que iba a decir como respuesta a Sajára iba a ser difícil de encajar.

    - Si, sabía que Jassut seria atacada de una semana antes de que ocurriera. Sabía que si nadie obligaba a los seis que os atacaron a jugar al gato y al ratón atacarían a unos ebrios Njal, Gëhhênna y Sajára mientras disfrutaban de la noche del desierto a las afueras de la aldea, por tanto nadie podría haber ayudado a tiempo a Saka, Layla y Elain. Sabía también que de no haber escuchado a Killian nuestras familias, todos los civiles se habrían encaminado al escondite de las cuevas. Sé que la batalla de la plaza habría costado más vidas de lobos sin vuestra ayuda y que en un acceso de ira habría ejecutado a mi hermano allí mismo, violando nuestras leyes. Y sé que los pocos supervivientes habríamos dejado los cadáveres atrás para encontrar a nuestras familias en las cuevas, pero solo encontraríamos sus cadáveres pues habrían sido asesinados por hombres de Ziya que esperaban en el lugar. Cada decisión que tome esa noche fue eligiendo el menor de los males y todo lo supe por que los Kalih me avisaron en sueños aunque me negué a creerlo. Y no solo eso, estoy seguro a que no soy el único de esta habitación  que sabe de lo que hablo. 

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22/07/2016, 22:01
Elain

El sonido de la noche se coló por las rendijas de la puerta y las grietas del adobe.

Elain escuchó inmóvil, insensible, pero, como buena escorpio, no toleraba ni que la malinterpretasen y vilipendiasen por ello ni la traición a su confianza, y aquello hirió su orgullo.

Cuando León acabó su discurso, Hierbas emitió un leve suspiro y empezó a hablar despacio, con tranquilidad, tanto, que sus primeras palabras fueron casi inaudibles:

- Ya veo… – subió el tono de su voz, al darse cuenta de que hablaba demasiado bajo, pero manteniendo la calma ­– Lo siento, Tau, si mis preguntas te han incomodado, pero has sido tú quien nos ha dado la posibilidad de exponerlas en alto. – hizo una pequeña pausa – Yo había sacado mis propias conclusiones sobre todo lo que pasó aquella noche y las decisiones que tomaste a continuación como líder, pero, como te has ofrecido a responder, quería conocer tu opinión sobre lo sucedido, además de sobre tus palabras a Ziya:

No necesito preguntarte las razones, hermano, sé por qué lo hiciste.

Nueva pausa; ésta un poco más larga, pero no lo suficiente como para dejar que alguien la interrumpiese. No podía dejar que nadie la frenase hasta acabar de decir todo lo que quería, o quizá no sería capaz de terminar. 

- Siento el final de tu hermano, pero él mismo se lo buscó.

También siento si crees que te reprocho el que nos hayan abandonado algunos miembros de la banda; me parece que no me has entendido. Lo que me preocupaba era por qué decidiste que nos dispersásemos los que quedábamos, pero ya lo has explicado y entiendo tus razones.

Y es cierto, antes del ataque, soñé durante varias noches seguidas con el incendio, pero no supe darle la importancia que merecía hasta que sucedió realmente.

Tomó aire y, antes de continuar, miró a sus compañeros, sabiendo que lo que diría a continuación, para bien o para mal, no iba a dejar indiferente a ninguno.

- Estos siete largos años, habéis sido mi familia, y, Tau, te agradezco enormemente que nos salvaras a Atzin y a mí en el desierto y todo lo que hicisteis tú y los Lobos por nosotros. Te debo mi vida. Por ello, gracias. De hecho, durante ese tiempo, no volví a sentir la necesidad imperiosa de buscar a mis padres, de los cuales desconozco su destino; en Jassut, era feliz.

Ahora bien, si me consideras una “joven estúpida”, como esas que nombras de Abel, es mejor que, antes de que comiences a hablar de negocios, me levante y me vaya. Quizá sea hora de que trate de encontrar a mi madre y a mi padre. Le comentaré a Atzin mi decisión y que él escoja si quedarse o acompañarme; no puedo ni voy a obligarlo a nada.

Antes de irme, os dejaré las reservas que he podido acumular de mis preparados, tanto aquellos con fines lúdicos como aquellos con finalidades curativas. – mirando a Ojeras con una leve sonrisa – Y, para ti, si lo deseas, también tengo algunos botes de tu “maquillaje”.

Muchas gracias a todos. Ha sido un placer y, aunque me vaya, siempre os consideraré mi familia.

Hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza y comenzó a levantarse.

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27/07/2016, 14:08
Killian

Killian escuchó la larga explicación de Tau en completo silencio. Se frotaba distraídamente el mentón, pensativo, mientras procesaba toda la información.

Sin embargo, las palabras del León generaron cierta tensión entre él y Hierbas, por lo que la compañera loba declaró que iba a irse.

¿De la banda? Bibliotecario enterró el rostro entre sus manos, molesto, y respiró hondo. ¿Qué hacía ahora? ¿Se metía en medio? ¿Trataba de mediar?

Él, con su abundante paciencia y actitud conciliadora, se encargaba siempre de hacer que los niños de Jassut resolviesen sus problemas entre ellos. Pero Elain y Tau no eran niños.

Qué demonios.

Con un sonoro carraspeo, Killian trató de llamar la atención de sus compañeros.

- Nos estamos precipitando un poco – dijo con calma -. La elección de palabras de Tau, sin duda, ha sido desafortunada, pero no creo que te estuviese atacando directamente, Elain.

Juntó las manos frente a él, entrelazando los dedos mientras se apoyaba en la austera mesa alrededor de la cual estaban reunidos.

- Eres libre de irte si así lo deseas, sin embargo debo decir… - miró fijamente a Hierbas, sin más intención que la de captar su atención. La mirada de Killian no reflejaba enojo, ni reproche -. Debo decir que si estás aquí es porque eres nuestra hermana, un miembro capaz de esta banda. Tienes el mismo derecho que cada uno de nosotros a hablar de negocios.

Killian se encogió de hombros, tratando de aligerar un poco la tensión que se respiraba en la sala.

- No eres una “joven estúpida”, tan solo… tenlo presente.

Suspiró, algo incómodo por la situación.

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27/07/2016, 20:43
Sajára

Sajára escuchó las palabras de Tau con paciencia, desapareciendo un poco con cada una de ellas en su silla. No le gustaba la idea de que Tau hubiera sabido que iba a pasar antes del ataque, no le gustaba la tensión que se había creado en la habitación. Le había costado un gran esfuerzo hacerse a la idea de ir a la reunión, y la conversación no lo estaba haciendo más fácil.

Lo hizo por nuestra seguridad dice, pero ¿no habría sido más seguro estar armados en el momento en que todo estalló? ¿No habría sido mejor estar informados para saber cómo reaccionar? Pensó para sí misma.

Mientras Elain hacía visión de su enfado, Sajára no pudo más que contemplar como la escena se sucedía, encogiéndose cada vez un poquito más en la silla.

Quería gritar, quería gritar a Tau por sus palabras y decisiones, quería salir corriendo y montarse en el primer barco que encontrará, pero se quedó inmóvil, en el sitio, casi invisible en su silla.

 

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28/07/2016, 00:02
Nathan

Nathan obvió la conversación que tuvo lugar en aquel momento... la ignoró justo hasta que Tau dijo que el sabía del ataque tiempo antes de que sucediera. El joven arqueó una ceja bajo su capucha, casi imperceptible, no podía crees que Tau hubiera dejado a gente morir antes de la revuelta por no creer en sueños. Había cosas aún más increíbles que unos simples sueños, unos sueños que podrían haber salvado a más de uno si al León se le hubiera ocurrido alertar a la banda. Quizá si se hubiera corrido la voz los asaltantes habrían desistido, pero el León decidió callar, antes que parecer "un loco".

Tras aquello las cosas se empezaron a poner feas entre León y Hierbas a lo que Nathan respondió con una sonrisa... si no eran capaces de arreglar las cosas entre ellos, no sería él el que se metiera. Y al final no hizo falta, puesto que como esperaba, el santurrón de Bibliotecario acudió a calmar los humos... tenía mucho que agradecerle al marido de Nuala, pero cierto es también que podría reprocharle más de una vez el cortarle la diversión.

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28/07/2016, 00:27
Njal Vånirson

Njal no estaba muy centrado en lo que se decía, distraído dándole vueltas a los restos de la leche en el fondo del vaso mientras se debatía el futuro de Khalid. Le gustaba el chico pero no tenía mucha relación con él, no todavía, así que no se veía calificado para opinar sobre su vida. Mejor dejarles eso a su padre y su tío.

Pero entonces Tau mencionó que los Kalih le habían avisado de todo, y entre eso y la respuesta de Elain, agraviada, que acababa de declarar su renuncia.

¿Qué había pasado?

- No, Elain. – Se levantó, acercándose a ella – Piensalo un poco antes de tomar esta decisión. En frío y con calma se decide mejor. Sabes que aquí se te quiere. - Le puso una mano en el hombro, apretando amigablemente antes de girarse hacia Tau e interpelarle – Tau. Mencionas que los Khali te avisaron. Es lo mismo que dijo Ziya, que los Khali le hablaban. Yo no sé mucho de dioses, y menos de los vuestros, sigo siendo un recién llegado aquí, pero no me parece algo convencional. Si solo lo hubiera dicho Ziya… diría que estaba loco. Pero que tú digas lo mismo… corrobora lo que él dijo. O eso o los dos tenéis alucinaciones, o demencia.

Enarcó las cejas, mirando a Tau. Estaba bastante seguro de que no estaba loco, pero… ¿Se lo estaría imaginando? ¿O realmente recibía visiones de unas deidades?

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28/07/2016, 12:09
Gëhhênna

Sangre, imperturbable como la arena, quedó callada en su rincón mirando las conversaciones que se tenían allí. Quería ser imparcial, pero le dolía mucho estar por las calles y no poder saludar a sus amigos. 

Compartía el mismo resquemor y preocupación de Elain, pero se mordía la lengua. Ella justo iba a hablarle cuando vió que Njal se la acercaba a que entrara en razón.

Por dentro Sangre quedó aliviada al ver como intentaban que no se fuera.