Partida Rol por web

Mes de Noviembre de 148... Ciudad Rodrigo. Reino de Castilla.

Es una época de pleno auge en la ciudad. Durante todo el siglo se han levantado numerosos palacios y residencias nobiliarias, monumentos y templos religiosos. Atrás quedaron las épocas de revueltas provocadas por las disputas entre Castilla y Portugal, aunque las únicas contiendas de cierta importancia la protagonizan las familias nobiliarias por hacer brillar más su apellido. La ciudad ha crecido, la población ha aumentado, y con ello se ha producido un florecimiento del comercio, el arte o la cultura, aunque también del bandidaje, pues no todo iba a ser de color de rosa...

Desde hace unos días una noticia se comenta por toda la ciudad, de boca en boca, siendo el tema principal de conversación en cada hogar o negocio: Ana Quintera de Águila, de la Casa de los Águila, ha sido hallada muerta en su palacio. Graves cuchilladas le provocaron la muerte en su propia alcoba. Se cree que su esposo, que no se encuentra en su palacio, es el autor del crimen, pues las malas lenguas dicen en la ciudad que ambos no se soportaban. En las calles los alguaciles buscan sin descanso a otros posibles culpables. Vuestra presencia en la ciudad ha sido otro hito cuya importancia no ha trascendido (aún). Entrar y salir en la catedral de Ciudad Rodrigo no fue cosa baladí (y aún otros dirían que aquello fuera una locura por el simple hecho de obtener un libro...). Debido a este revuelo generalizado y vuestra implicación en este último suceso, tal vez lo mejor era salir de allí prestos... Como así fue.

Habiendo salido de la Ciudad, sin aprovisionaros del todo (no os dió tiempo a tal), llevábais tres días caminando hacia el sur de aquellas tierras, alejandoos cuanto pudiérais de cualquier sospecha. Poco a poco os adentrábais en las llamadas Tierras de Plasencia (una zona de peñascos, bastantes colinas y ciertos precipicios y arboledas), y el estómago os rugía bajo las ropas. Poco o nada contundente de comer llevábais encima.

-Vive Dios, que muero de hambre!. en buen momento me junte con vos y me vi implicado en vuestros temas de libros!. Acaso se puede comer el papel? Que verá la gente de interesante en esa colección de garabatos!!. Daría mi brazo por un conejo, o una liebre que poder asar. Algo tiene que haber por aquí cerca para llevarnos al buche- 

Voy diciendo mientras voy saliéndome a las lindes del camino a ver si encuentro algo que llame mi atencion

Et que ando yo ben preocupado, algo cabizbajo e muy cabreado por el mal fario que acompáñame en lo que a mi deambular por el mundo refiere: Rumío que es lo que hice mal para acabar con semejante compaña compuesta por un estudiante que de bien poca ayuda servirá en caso de enfrentamiento, un tipo escurridizo y escuchimizado que meréceme la menos de las confianzas e una bruja acompañada nada más que por un cuervo para atraer al mal agüero y que es la que, como torna de lo del cáliz, nos metió en tal embrollo que tuvimos que fugir bien aprisa e corriendo de la ciudad, como alma que persigue el diablo!

Et que non contento con tal cosa, face ya un buen rato que la fame aprieta y me retuerce los higadillos et que por mucho que en busco non logro dar con una pista que conduzcanos a algo que llevarnos al hocico e cada vez más cabreado porque barrunto qué tipo de hijo de Cazador debo ser que voy a moriri de hambre por no ser capaz de hallar alguna presa que comer! 

Y me golpeo la cabeza furioso e pateo el suelo enfadado et que eso no hace más que acrecentar el hambre que me consume y mucho más me enervo al ver que la bruja, en lugar de prestarnos su ayuda para encontrar comida, anda distraída con el sucio animal al que atribuyo la única y exclusiva responsabilidad de todo lo malo que nos acontezca... et que ya fora de mis casillas no aguanto más y esgrimiendo arco y flechas me'n dirjo a ella rojo de ira:

Mujer!!! - Rujo - colabora con nos en la búsqueda de sustento o date por enterada que lo que cenemos esta noche será tu bicho desplumado y bien guisado a la cazuela! - y en estas que con el arco apunto al negro cuervo mientras con la mirada ordeno a la tipa que busque por la orilla del camino algo que llevarse al gaznate o una pista que nos permita cazar!

- Por un mal polvo - se repetía sin cesar Gil a sí mismo mientras caminaba junto a los demás - En la que te has metido por calentarla, Gil... Como llegue a oídos de Salamanca, ¿dónde me voy a meter?

El hambre apretaba, era su estómago lo único que le alejaba el pensamiento del embrollo de Ana Quintera.

Algo tiene que haber por aquí cerca para llevarnos al buche

Pues sí.... a ver si tenemos suerte con la zona - contestó mientras buscaba sin mucho tiento por los alrededores algún rastro. 

Miré al estudiante atravesándolo con la mirada, como intentando mirar más allá como escudriñando que tenía "él" para seguir con nos. El destino es caprichoso y puede que le tenga algo guardado todavía, pero no estába claro que sería.

Ignoré los reproches del ladrón y me volví al cuervo un momento y grazné. Salió volando y exploró el terreno, no me interesaba la caza como parecía que preocupaba al "moro" y al estudiante, tampoco habría sido capaz de hacer nada contra un animal salvaje...y no confiaba en las habilidades de mis compañeros de viaje. Pero sí me interesaba si nos seguían, y qué podía haber más adelante. De modo que cuervo sobrevoló los montes y al rato volvió y me informó de lo que había visto. Lo llamaba "cuervo" a secas, a sabiendas de que podía tener un nombre que implicaba poder sobre él, un nombre que lo podía esclavizar, un nombre que no estába dispuesta a utilizar.

Mientras cuervo sobrevolaba el monte, yo intenté identificar algunas plantas y ver si podían ser comestibles, llevaba algo de comida, pero tampoco quería gastarla toda de golpe. Y viendo a mis hambrientos compañeros no creo que durase mucho.Ví algunas plantas, pero no sabía si podía envenenar a toda la compañía con ellas, de modo que las dejé ahí.

Pareciera que en aquellas tierras nuevas al sur de Ciudad Rodrigo fueran todas ellas yermas en especies y alimañas. Ni conejos, ni liebres, ni cabras ni tan siquiera huellas de lobo. Nada. Ningún rastro vísteis, y ni tan siquiera la joven Katixa logró acertar con frutos silvestres (que por silvestres habíalos, pero no sabía si serían beneficiosos). Pareció que ésta última, mientras el resto resoplaba desesperanzado, tenía razones para mirar a su particular cuervo. Ella solía hacer como que hablaba con él... de hecho lo hacía (literalmente). Ésta era una de tales ocasiones. ¿Qué estarían diciéndose, si no fuera aquello locura constante o aburrimiento?

Hay dos hombres errando en estos montes -te dijo el cuervo al oído mediante graznidos* tras regresar a tu regazo-.

Gil se sentía ciertamente fuera de lugar buscando alimento entre los matojos pero el hambre apretaba. Aún así lo intentó por un rato.

- Alubias con oreja..... farinato.... patatas a la importancia.... sopas de ajo... - se sorprendió a si mismo enumerando entre dientes los mejores platos que había probado en Ciudad Rodrigo antes de verse envuelto en el embrollo. Nada encontró. 

Volvió al camino y se encontró con Katixa mirándole fijamente. No era mirada agradable pero tampoco amenazadora. 

Qué me daría para quedarme prendado de esta flaca... - pensó mientras le devolvía la mirada con una sonrisa bobalicona - Mira que es extraña.... ¿y qué tiene con ese cuervo? ¿Le habla? ¿A un cuervo? ¿A qué sabrá el cuervo? ¿A pollo? No... seguro que amargo y duro como una paloma...- acabó imaginando sin darse cuenta de que, a ojos de los demás, debía resultar bien extraño que se hubiese quedado prendado de tal manera del bicho negro. 

Mujer!!! colabora con nos en la búsqueda de sustento o date por enterada que lo que cenemos esta noche será tu bicho desplumado y bien guisado a la cazuela! 

No puede ser que hayas pensado lo mismo que ese bruto - pensó Gil al escuchar a Roger. 

- ¡Paz! Baja eso y toma aire. ¿Qué vas a guisar a un cuervo? Eso no te quita el hambre sin darte una cagalera... 

Me alegré cuando ví volver al cuervo, le dejé que se acurrucase en mi hombro y escuché lo que me decía. Saqué uno de los panes ante la mirada hambrienta de mis compañeros, lo partí en dos trozos guardando el más pequeño. DEspués saqué mi cuchillo y me hice un pequeño corte en el dedo, lo suficiente para que gotease un poco de sangre sobre el pan. Luego se lo dí al cuervo para que lo engullese.

-Hay dos omnes por el monte- dije señalando en la dirección que me había indicado el cuervo. Lo dije seria, desganada. Pero con la certeza total de que allí había algo.

Luego miré al estudiante, se ponía de mi parte con el moro. Internamente agradecí el gesto pero no dejé que se apreciase. Me limité a mirar al moro fijamente, lamí la sangre del cuchillo mientras lo hacía y sonreí maliciosamente. Si quería al cuervo tendría que pagar el precio, la maldición...y mi hoja. Después graznó el cuervo, agradecido por la comida y como ajeno a lo que ocurría entre el moro y yo, desplegó las alas y me dijo algo de unos frutos. Guardé el cuchillo y empezé a recolectarlos, alguno me metí en la boca y con una sonrisa metía otro en la del cuervo que tenía sobre mi hombro. Cogí una seta de caráter misterioso que me había indicado el cuervo y se la ofrecí al moro alargando el brazo-¿tenedes hambre?

¡Paz! Baja eso y toma aire. ¿Qué vas a guisar a un cuervo? Eso no te quita el hambre sin darte una cagalera... 

Tenso el arco sin facer caso alguno a lo que dice el ridículo jovenzuelo: Desde cuando un estudiante osaba darle órdenes a un soldado! Et qué en debía saber este de sobrevivir a las inclemencias de la vida! 

Mas que no es el perdido el que me preocupa sino la inquietante ramera a la que enfrento et que comparte alegremente su pan con la criatura de la que face acompañarse... Mala cosa e malos compañeros de viaje en son aquestos que hablan con animales y no reconocen el poder de las armas! Barrunto apretando bien los dientes e resistiéndome a ensartar al cuervo y a su propia dueña de certero saetazo mas que no suele resultar una buena idea enfrentar las artes mágicas abiertamente et que faría mucho mejor de esperar a que alguna otra cosa los ataque y les dé muerte y sea esa cosa, precisamente, la que enfrente las terribles maldiciones que acarréanse por acabar con una bruja com aquesta!

Hay dos omnes por el monte (...) ¿tenedes hambre?

Escruto, instintivamente, la dirección que mostrábame la mujerzuela sin ser capaz de divisar más que monte y campiña et que rechazo, con un escupitajo en el suelo, el veneno que ella me tiende - Veamos qué ofrecen esos omes que dices que hay - sentencio aflojando la tensión del arco -. Tal vez quieran compartir sus provisiones con nos - et que si non lo quieren pasarlos por cuchillo habrá que facer - Si aquesta noche aún no hemos dispuesto de buena pitanza que llevarse al buche ten por seguro - furcia asquerosa - que habré de disponer de esa gallina desplumada que te acompaña - anuncio -. Et que si tu non queredes - le indico al estudiante - eres bien libre de non catarla que ya lo fare yo per tu - cuelgo el arco a mi espalda et que tomo la lanza como si de un cayado se tratara y me dispongo a dirigirme en la dirección que la mujer indicó de donde estaban ese par de desdichados.

Poco me interesaba a mi las trifulcas entre el soldado y la mujer que así llevaban desde que me los eche a la cara, uno quejándose de la una y la una maldiciendo al otro. Y en medio el pobre goliardo que si bien me parecia a mi que yo andaba desorientado en esta compaña este lo iba del todo

Llamome la atencion el comentario de la muchacha, que aunque rara parecía, tenia ciertos dones que no habría de menospreciar

-Hay dos omnes por el monte- 

Vi a Roger ponerse tenso y con la lanza en ristre ir hacia donde la muchacha no habia indicado. Yo no percibí nada, mas el movimiento mecánico del guerrero me decia que sería mejor esta alerta. Agachado, echo mano de un par de mis cuchillos no sin antes palpar a mi costado por ver si el bracamente pende de su funda por si fuera menester. Camino tras el fornido guerrero siguiendole los pasos

-Voy tras tuyo Roger. Espero que esos omnes nos traigan lo que non hemos sido capaces de tomar de la tierra-  Avanzo escudriñando la zona y buscando algún escondrijo desde el que poder ver sin ser visto y desde el que podamos asaltar si la presa non fuera en exceso peligrosa y si, provechosa para la bolsa y la panza

Katixa comenzó a husmear un poco por los alrededores. Animada quizá por lo que el cuervo le decía (otra locura sin duda), contempló algun manzano silvestre la posibilidad de que por allí creciera espárragos y tubérculos pequeños bajo tierra*. Mientras quedaba descartada para algunos (y no tanto para otros) la posibilidad de asar al "pajarraco" negro de la embaucadora mujer, el almogávar se adelantó a vislumbrar si aquello que murmuraba el ave, según palabras de su dueña, era verdad. Tras de él le siguió Fuco el buscavidas, y tras de ambos el Katixa y Gil.

Tal que así, quizá pudiendo comer más de lo que ofrecían las plantas que las alimañas, avanzásteis cruzando un pequeño bosque en un terreno, cada vez más, montañoso y escarpado. Era media tarde, casi tirando a la noche, cuando andando por una maltrecha vereda por aquellos hostiles terraplenes vísteis un carro con barrotes de madera ennegrecido a un lado del camino, junto al borde de un precipicio. Expulsaba un pequeño humo, por lo que dedujísteis con evidencia que había ardido. Un hombre con harapos estaba observándo su interior a unas veinte varas de vosotros, apoyándose en los barrotes del carro por fuera. En cuanto os oyó y vió salió huyendo monte arriba, perdiéndose en la frondosidad del bosque ascendente de montaña. El cuervo se había equivocado: era uno y no dos.

El cuervo me susurró lo que se podía comer y lo que no, de modo que fuí por el camino atenta a lo que por allí hubiere echándolo al zurrón . Que si una fruta por aquí, que si unas raices por allá...en fín, suficiente para comer el cuervo y yo por unos días, o todos nos esta noche.

Cuando llegamos al carro y vimos al hombre instintivamente me eché la mano al cuchillo y me coloqué detrás del estudiante acariciándole el hombro. No es que esperase gran cosa de el si había combate, así que no sé porqué lo hice. Mas parecía que no sería necesario pues el hombre salió corriendo monte arriba. No tenía ni ganas ni fuerzas para salir tras él. De modo que me quedé allí, oliendo a Gil, recordando su olor y creando uno nuevo ahora que estába sobrio...todavía olía a la tajada del día anterior De modo que me aparté de él. El cuervo echó a volar, pero antes de que decidiese seguir al hombre grité -¡No!-y entónces dejó de volar y se posó sobre el carro.

Un hombre con harapos estaba observándo su interior a unas veinte varas de vosotros, apoyándose en los barrotes del carro por fuera. En cuanto os oyó y vió salió huyendo monte arriba, perdiéndose en la frondosidad del bosque ascendente de montaña.

Como un resorte et que sin pensármelo muy mucho, lanza en mano salgo tras el harapiento ome que fuge de nos como alma a la que sigue el Diablo - Quieto insensato!!! - grito mientras trato de darle alcance o ver el rastro dejado en su huida.

Al ver al hombre en el carro, Gil empuñó la navaja que guardaba encintada y se mantuvo expectante. Al mismo tiempo notó como Katixa le olisqueaba desde su espalda, mientras le acariciaba el hombro. No se sentía atraído por la flaca pero el contacto le relajó. 

¿Se puede ser más evidente? - pensaba mientras se dejaba tocar - No recuerdo qué le haría hace un par de noches, pero está claro que quiere más Gil...

Al ver cómo el harapiento huía despavorido y que Roger reaccionaba tal y como se esperaba de él, Gil habló mientras se acercaba al carro-jaula a echar un vistazo. 

- Dejad que corra el desgraciado. ¿O también pensáis en comérosle a él?

Viendo a Roger correr tras el harapiento no le presto mas atencion, pues si no le agarra ese salvaje menos lo haria yo y si le agarra nada podre hacer yo para evitar que haga con él lo que mas le plazca. Me dirijo, pues, hacia el carro que me ha llamado la atención.
Un carro quemado aquí en mitad del bosque, y parece que no mucho ha, pues aun humea
Me acerco a sus cercanias y miro en su interior por si hubiese salvado algo de la pira. Miro tambien a su alrededor para ver si el carro quemose aqui y dejo rastros del fuego a su alrededor o fue quemado en otro sitio y traido aqui despues.

-Este carro con jaula pareceme a mi que sirvió para transportar a alguna bestia o preso en su interior. Si le pillo dentro cuando el carro ardió debio quedar bien listo para la cena jajaja- bromeo junto a Gil mientras nos acercamos a las inmediaciones del carromato

La joven Katixa encontró algunas setas, bulbos y raíces, y también espárragos y algunas bellotas de las encinas, todas ellas no "muy en temporada" aún, pero comestibles. Mientras aún pensaba qué podría hacer con todo ello*, vió a Roger echar a correr como una furia tras el tipo. Sin embargo, el de Rocaflorensa pareció no muy acertado en la carrera, ni tampoco presto, y el tipo se esfumó monte arriba irremediablemente. Gil permanecía con la joven Katixa (quién sabe pensando qué sobre ese refrán que se decía "el roce hace el cariño"), mientra que Fuco avanzó hasta la posición donde Roger se había detenido, que no era ni más ni menos que delante del carro. El buscavidas observó con atención el transporte para intentar indagar qué lo llevó a aquella situación.

Entendió que el fuego se había originado en el interior del carro (que aún expulsaba humillo), pero no había huellas en el camino que indicaran que había avanzado a trompicones o de malas maneras. Era como si hubieran quedado abandonado allí el transporte. Es más, cuando Fuco observó, encontró con la vista, enganchado en una tabla, un colgante que sujetaba un pequeño y tosco aro, grueso y no fino, hecho artesanalmente aunque sin ser demasiado labrado, y debió ser como plateado, aunque ahora estaba desgastado y quemado (tal que el carro)**. Luego os acercásteis todos y también lo vísteis.

Momentos después, unos pasos se oían acercarse (a paso normal), más alante, por el codo del camino, junto al borde del peñasco, avanzando tras unos arbustos hacia vosotros.

-Este carro con jaula pareceme a mi que sirvió para transportar a alguna bestia o preso en su interior. Si le pillo dentro cuando el carro ardió debio quedar bien listo para la cena jajaja

- Ufff, calla calla. Arder vivo. ¿Habrá peor manera de morir? - contestó - Pero no parece que hubiese nada ni nadie dentro. ¿Qué andaría mirando el harapiento? 

Al escuchar los pasos cercanos, Gil levantó la mano para alertar a sus compañeros de dónde provenían.