Partida Rol por web

Reckbran sonrió al escuchar a sus escandalosos compañeros. Él era un poco más sutil, y prefería celebrar después, en una mesa reservada, contando las monedas ganadas, en compañía de una copa de vino tinto especiado.

Así que aprovechó para adelantarse unos pasos por el pasillo. No le gustaba para nada ese último camino que llevaba a la última habitación del lugar. Si había un lugar para instalar una trampa, era ahí.

 - Pirlo, nos observan. Sígueme el juego. Y atento al flanco izquierdo, yo derecho. Sin movimientos bruscos, que se crean en ventaja.Que no nos pillen por sorpresa. -Belain se comunicó telepáticamente con su compañero para no alertar a la posible compañía no deseada.

Cogió una de las antorchas del lateral de su mochila y la encendió. Con tono indignado, Belain comenzó a despotricar.

- ¡Maldita sea mi estampa! Ese maldito truhán nos ha dejado sin una mísera moneda. La próxima vez que me obsesione con un juego de dados, me tienes que dar un toque de atención... A ver qué podemos pillar de las sobras de la posada, igual nos pueden dar algo de comer... 

Su tono sonaba bastante convincente, mientras continuaba su paseo sin modificar el ritmo.

Kromm escucho la palabra predicada por el clérigo para devolver el fuelle a Karkass y aún cuando seguía recuperando el aliento no pudo evitar soltar una risotada.

Aún estaba un poco cansado, pero nada que le impidiese continuar. Esta ves se adelantó con el barbilampiño y se mantuvo tras el mientras el jovenzuelo revisaba cada palmo de suelo entre un paso y el otro.

- Joder Rek, a este paso quizás para el desayuno salimos de aquí.

Kromm sabía que la precaución era necesaria, pero ya andaba con ganas de terminar todo e irse a tomar una cerveza, y a comer un buen trozo de cerdo... 

Entendiendo lo que le proponía su compañero, Pirlo exclamó con aire teatral: Ay, somos seres de costumbres, querido amigo. A ti te tienta el juego, a mí, el buen comer. ¿Acaso tenemos derecho a desviar nuestras apetencias cuando podemos satisfacerlas? ¿Está la razón por encima de las tripas? Yo digo no. Gastemos cuando podamos y arrastrémonos después; como ahora. Mendiguemos alimento en la posada, pues. Mientras el mediano pronunciaba el monólogo, fue atendiendo a lo que sucedía alrededor, entre alerta y temeroso, las manos sujetando bien las riendas por si debían huir.

Estás seguro de que no hay trampas por ningún lado.

Al acercarte a la puerta y escuchar en el interior de la sala, notas algo raro. Un inusual silencio.

Tras el combate, os quedáis reunidos cerca de la pila de huesos inerte que está ante vosotros. No escucháis más palabras diabólicas, ni retumbantes entre las pareces del almacén, simplemente el silencio.

Mientras debetís lo que hacer y no hacer, podéis ver perfectamente como Rekbran actúa de avanzadilla hacia la siguiente sala, la última según el mapa.

Vuestras palabras no sirven de nada, pues cuando alzáis la mirada, os dais cuenta de que lo que hay por los tejados son cuervos... muchos cuervos, y éstos os siguen con la mirada mientras seguís avanzando tranquilos y con trote firme.

Podéis observar que según avanzáis, algunos alzan el vuelo, se posan en una zona más adelantada a la vuestra y continúan siguiéndoos con la mirada.

La situación inquietó a Belain, que empezó a girar la cabeza en todas direcciones, buscando. Se miró la mano izquierda y comenzó a susurrar con voz ronca en un idioma perdido.

 - A-rithist thu? A bheil thu a’ coimhead orm? -Belain parecía hablarle al anillo negro que portaba en uno de sus dedos- Na feuch ri eagal a chur orm. Tha mi air innse dhut mu thràth gun a bhith a’ toirt buaidh air na faireachdainnean agam.

Pese a no entender ni una palabra de lo que decía, Pirlo podía intuir por el tono de su compañero que estaba nervioso... o chalado. ¡Qué demonios, le estaba hablando a un anillo!

Por un momento parece que volvió a recobrar la calma, tosió forzadamente como disimulando y alzó la mirada hacia los cuervos.

 - Nada que ver aquí, ratas con alas... nada que encontrar, quien sea que esté mirando a través de sus ojos...

El semielfo azuzó un poco a su montura, que empezó a moverse más rápido.

Reckbran tenía una voz en su interior que le proponía siempre pésimas ideas. Curiosamente, de vez en cuando esas pésimas ideas lo llevaban a buenas posiciones. Para la mayoría de los enanos respetuosos de Neverwinter, unirse a una banda de aventureros era una pésima idea, en especial para alguien como Reckbran, que no destacaba por su ferocidad y potencia.

Pero ahí estaba, un aventurero con todas las letras, listo para su primer encargo importante en Phandalin. Las cosas habían resultado bien hasta ahora, y una segunda pésima idea podría hacer que todo fuera aún mejor.

Después de todo, que hubiera silencio del otro lado sólo podía significar que no había nada más, ¿verdad?.

Confiado, aceptó el consejo de su voz de pésimas ideas y abrió la puerta.

Karkass, pese a lo que había dicho antes, iba tras Rekbran. Se tomaba muy en serio su rol de protector y no dejaría a su joven compañero sin ayuda aún a costa de su vida. ¡Los protectores no podían retirarse por miedo del campo de batalla!

Kromm iba tras el barbilampiño cubriéndolo,pero en un momento Karkass se le adelanto y se puso tras Rekbran. Quizás su sentido de protección no le permitía dejar al joven enano solo aún cuando el mismo estaba muy lastimado, o quizás es que veía al matador impacientarse por que avanzaban muy lento.

A fin de cuentas cedió el lugar y se mantuvo detrás de Karkass. Aquello de avanzar con tanta cautela no era lo de el.

Pirlo observó el comportamiento del semielfo y empezó a temer qué sería lo próximo. Bien recordaba lo que sucedió la última vez que vio a su compañero comportarse así. Pero solo eran cuervos. O lo eran para sus ojos, seguro que Belain veía más allá de meros animales alados. Azuzó a su caballo y premió su temperamento tranquilo con una manzana. Mientras escuchaba el crujir de la fruta entre las fauces de su montura, Pirlo se concentró en los pájaros y en sus saltitos. De alguna forma, les estaban vigilando.

Alrik se quedó en la sala admirando la gran mole de huesos, mientras que Rekbrand avanzaba más. Pronto se apresuraron Karkass y Kromm, que al ver al "echado pa´ lantate" enano, para ir tras él. Aquél no parecía un sitio seguro.

Según pasáis por la puerta, veis que la estancia se amplia dejando ver un montón de barriles... pocas formas más alcanzáis a ver. 

Lo que sí es claramente visible, son unos destellos... juraríais que morados, pero no sois capaces de verlos bien, al fondo de la sala. Tendréis que avanzar un poco más para ver mejor.

Los cuervos os rondan mientras seguís avanzando por las calles... y poco a poco va habiendo menos, hasta que solamente uno os acompaña.

El semielfo cree que tiene que ver algo con él, o con su pasado, pero... ¿porqué no puede tener algo con Pirlo?

Pronto llegáis a la casa de Gundren y éste suceso parece que queda en segundo plano. Cuando vais a llamar a la puerta, descubrís que ésta está abierta.

Objetos brillantes, un destello morado. Reckbran estaba condenado por su curiosidad. Siguió avanzando, esperando encontrarse con alguna piedra preciosa. No era buena idea robarle a su empleador, lo sabía bien, pero el instinto era más fuerte.

Ya en la finca de Gundren, mientras amarraban los caballos Belain parecía estar más tranquilo, pues los cuervos les habían dejado en paz. Pero esa calma le duró poco al ver que la puerta ya estaba abierta.

 - Qué raro... no creo que el mayordomo ese que tenía Rockseeker sea un despistado -dijo el semielfo enarcando un ceja.

Hizo aparecer una mano semitransparente delante de él, con ella terminó de abrir la puerta despacio y se asomó un poco. Igual en el recibidor hay alguien preparado para salir, pensó.

 - ¿Hola?

Kromm era quien cerraba la marcha, pero no por esto estaba menos atento. Aquel era el depósito, lo que sea que quisiese el Rockseeker probablemente estuviese allí... Ya sabrían que era cuando lo vieran había escrito.

Rekbran seguía avanzando guiando al grupo, y al aparecer un resplandor morado era el destino y quizás el objetivo de aquello.

-Rek ve con cautela, ese resplandor morado me recuerda al que vemos cada vez que los sacos de huesos se arman... Atento.

Kromm avanzaba empuñando su hacha, aquel resplandor le daba mala espina.

Teniendo en cuenta las palabras de Kromm, Karkass le dio una vuelta a su martillo y levantó su escudo, preparándose para cualquier cosa.

El clérigo, tras dar algo de ventaja a sus compañeros, acudió tras ellos, temía que la entrada en tropel del grupo pudiera accionar algún tipo de trampa y quedasen atrapados o incapacitados todos a la vez, como mayor conocedor de las técnicas médicas y de reanimación, sentía la necesidad de estar en disposición de ayudar al resto.

Ante la actitud recelosa de Belain, Pirlo dio varios pasos hacia atrás, casi de puntillas, para escudriñar el suelo buscando pisadas o alguna pista que denotara quién había estado por los alrededores antes que ellos. Después, rodeo el edificio buscando alguna ventana por la que pudiera asomarse sin ser visto o incluso permitirle pasar a la casa.