Partida Rol por web

Al ver a los goblins y su bestial huargo, Pirlo se agachó aún más en su loma, esperando que las criaturas se fueran por donde habían venido. El mensaje telepático de su compañero le había producido un efecto anestesiante en la nuca, como le sucedía siempre, pero en tal contexto solo sentía nervios. Apretó los dientes para que dejaran de castañear mientras escuchaba los golpes de aquellas criaturas y sus gruñidos. Ese huargo era enorme.

Belain observaba calmado la escena. Esos goblins parecían inútiles, pero ese huargo era una amenaza. Miró de reojo a Pirlo y lo vio asustado. En cuanto se fueran, retomarían su camino a la ciudad. Esto no iba con ellos.

Pero algo llamó la atención del semielfo. Había algo en las ropas de los goblins que se parecía a algo que había visto antes. Se puso nervioso y aguzó la vista, pues no lo tenía claro. Intentó calmarse, pero ya era demasiado tarde.

Una furia comenzó a arder en su interior, se le nublaron los pensamientos y cuando quiso darse cuenta ya estaba apuntando con el dedo a ese tal Cascoxidado. Un rayo de energía viajó desde su mano hasta el pecho del goblin.

Pese a los cambios de humor de Belain, Pirlo pudo ver por primera al semielfo con el rostro plagado de ira, incluso su posición encorvada se había transformado en una postura amenazante.

Tras un momento de desconcierto Belain parece que va a fallar en su conjuro, pero gracias a esos cambios de humor que tiene, se ve que a los mandos se pone su personalidad de combate. Lanza una descarga con tal potencia que el primer goblin sale disparado 10 pies.

Cascoxidao sale de su escondrijo buscando el fenómeno que le ha hecho volar a su amigo.

¡Pero si ya se marchaban!, pensó Pirlo. El mediano no daba crédito a lo que veían sus ojos: su compañero, hasta ese momento discreto y taciturno, empezó a atacar a la pareja de goblins y su huargo. Sorprendido y nervioso, Pirlo se llevó la mano a la ballesta y apuntó con cuidado entre las briznas de hierba. Por un momento su vista siguió la trayectoria parabólica del goblín impactado por el rayo. Pero se rehizo y fijó su mirada en el huargo, visiblemente inquieto tras la explosión eléctrica. Con un poco de suerte, nadie sabría de dónde vino el disparo.

¡JAJAJA! ¡JAJAJA! - las risotadas de Arlik resonaban como una tormenta en la sala. Buena cerveza, apuestas, enanos... ¿qué más se podía pedir? - ¡JAJAJA! ¡JAJAJA!

La risa cesó en cuanto escuchó la cantidad propuesta por el mercader. Ahora estaban hablando de oro, y ese siempre era un tema delicado para un enano, sabía por experiencia que su don de gentes parecía estar algo oxidado, y es que en su adiestramiento en la fe aprendió muchas cosas, pero el tacto no fue una de ellas.

¡Estoy con Rekbran! - alzó la voz cuando el joven hizo su oferta.

¡Estoy con Karkass! - repitió la jugada cuando el guerrero hizo la suya.

Desde luego negociar no era el punto fuerte de Alrik, sin embargo escudriñaba la conversación con el brillo del oro grabado en sus pupilas.

Esa noche Gudren estaba falto de suerte... primero le ganan a su juego... ¡con sus dados! y después le inquieren que les dé más oro... bueno, tendría que dejar pasar un poco más la noche para que estuvieran más borrachos y que ese grupo fuese más manejable.

Viendo que el grupo estaba en una buena situación de negociar y que el barril estaba ya acabándose, terminó por decidir a pronunciarse.

- Bueno... dejemos los juegos y hablemos de negocios. Pensé que erais enanos de llanura y no de verdadera montaña. La cantidad que me pedís no puedo dárosla... no sois conscientes de lo que estáis pidiendo. El cargamento no me va a dar mas que 90mo de beneficio - dijo mientras seguía echando cuentas en la cabeza, pero las cervezas que llevaba ya le estaban afectando más de lo que él pensaba. - Os puedo dar 15mo a cada uno y como buen hacer, yo saldré la noche anterior e iré recorriendo todo el camino por si hubiera enemigos, así os lo encontraríais limpio. Más no os puedo ofrecer.

Pasó un rato incómodo en silencio esperando una respuesta, y decidió añadir en ese momento.

- Por su puesto está que ahora mismo saco otro barril y os llevaréis uno más para vuestro viaje. Si lo vendéis son unas cuantas monedas más para vuestros bolsillos. ¿Qué me decís?

En el instante que el goblin volaba sin control, sale Cascoxidao de su escondite, corriendo para ver si era un engaño típico de su amigo lo que había pasado o realmente había sido herido, o lo que era peor, hubiera muerto.

En el momento en el que llega y ve el estado de su compañero, comprende lo que ha pasado... algo oscuro les persigue. Ya decía el que esas voces que era capaz de escuchar a veces no eran muy normales.

Se apresuró a desatar al huargo... pero éste se revolvía como si quisiera escapar ahora que solo sentía que uno de sus dueños estaba vivo, y el otro muerto. Lanzaba dentelladas por doquier, sin ton ni son errando sobre su dueño.

- Sssshhh tranquilo que lo que quiero es desatarte - decía Cascoxidao mientras estaba desatando al Huargo.

Cuando consiguió desatarlo del todo, el huargo que en un principio había intentado atacarlo, corrió hasta el otro de sus dueños. Ya sabía que su corazón no latía, eso no era lo importante... lo importante era que llevaba 4 días sin comer. A si que se dispuso a devorar a aquel goblin infeliz.

Pirlo observó con una mueca de incredulidad cómo el virote de su ballesta pasaba a leguas de distancia de sus enemigos. Pasó tan lejos que las criaturas ni siquiera notaron que estaban siendo atacadas por él. Cargó de nuevo el arma y, aunque hubiera preferido asegurar el tiro contra el voluminoso cuerpo del huargo, la carrera del animal dejó al goblín solitario a tiro de ballesta. Pirlo aspiró hondo, apuntó y disparó...

¡Zum! El virote salió disparado del arma y medio segundo después atravesó el pecho del goblin. El pequeño monstruo apenas tuvo tiempo de arrugar el rostro. Cayó fulminado. Pirlo se alegró por el acierto, pero apartó la vista al ver el cuerpo del goblin tendido en el camino como un montón de ropa vieja. Observó en la distancia a su compañero y corrió hacia él, con la cabeza gacha y sienciosos sus pasos sobre las hierbas.

- VENDERLO eso sería un sacrilegio... Quizás nos tomas por humanos.

Kromm termino de vaciar la jarra, y estaba listo para volverla a llenar. Habían subido 5 de oro para cada uno en las negociaciones, ya habían vaciado un barril, se iba a abrir el segundo y el del camino estaba asegurado.

- Creo que ya tú y Karkass están a punto de ponerse de acuerdo en el monto a pagar, bebiendo cerveza se entiende uno mejor.

No sabía si le sacarían más dinero de paga, pero de seguro ya era más de lo que habían ganado en el último encargo.

Belain vio cómo el segundo goblin recibía un flechazo, y se giró rápidamente al huargo. Lo señaló con la mano abierta y el anillo negro que portaba en el dedo índice emitió un brillo oscuro. 

 - Ph'nglui mglw'nafh -susurró en una lengua olvidada y visualizó en su mente la esencia de la bestia. 

Pero algo cambió en la mirada del semielfo. Los ojos que antes brillaban de color verde se apagaron, y su cara denotaba confusión. Sólo era un animal hambriento alimentándose, maltratado por aquellos que lo usaban como mascota.

Bajó la mano y volvió a mirar al goblin caído. Un brillo de rabia volvió a surcar su mirada, y Belain comenzó a caminar hacia él. Lo miró con desprecio, claramente estaba muerto. Señaló al cadáver. Una lanza de energía oscura impactó justo donde Pirlo había clavado el virote.

Y miró sus ojos sin vida.

 - ¡¡ Aaaaahhhh !! -bramó Belain cayendo de rodillas- es un niño... es un niño...

—Estoy con Kromm... ¡Vender el barril! ¿Por quién nos tomas?

Luego miró de forma inquisitoria al patrón de aquella aventura.

—¿Ir por delante de nosotros? ¡Que idea más absurda! Eso ya no es de humanos ¡es de elfos directamente! Por Bajomontaña que si un día tengo que contarle a alguien que acepté un trabajo en el que mi patrón iba limpiando de problemas el camino me retiro del negocio. ¡Absurda idea! Nos quedaremos las cinco monedas adicionales, nos beberemos los barriles adicionales y al terminar la expedición tendremos una carta de presentación de verdaderos enanos.

No sabríamos decir si era el alcohol o la juventud lo que provocaba que Karkass intentase arañar una mejor negociación, pero el enano estaba decidido a escoltar aquella caravana.

Jajjajaja Karkass llevaba la negociación a otros niveles aún cuando ya estaba más que aceptada la última oferta del Rockseeker. 

Nada más digno de verse que enanos bebiendo, jurando por los dioses o renegando al comparar las bajas acciones como dignas de razas inferiores, pero nunca de un buen enano.

- Coincido con Karkass... El patrón si va a hacer el viaje, pues lo va a hacer cómodo y escoltado por nosotros... Abrase visto alguna ves, que los escoltas necesitan que el patrón sea quien los cuide JAJAJA.

Aquellas eran las risas francas de un enano cuando se encuentra en compañía a gusto. 

La cerveza era excelente y la había en abundancia... Si el trabajo resultaba siendo duro, pues bien lo abría válido.

Rekbran quería seguir el ritmo, pero ya la cerveza le estaba haciendo cosquillas en la cabeza.

- Entonces acordamos 15 monedas y nada de recorrida previa. ¿Cuándo saldríamos? -

Iba a necesitar un buen tiempo para recuperarse de la migraña.

Alrick parecía distraído... esta última fase de la negociación le sobraba, él quería salir a la acción y divulgar la palabra de Tor. Le daba vueltas a esa última jarra de cerveza que sujetaba en la mano, mientras observaba las diferentes herramientas que Gundren tenía colgadas en las paredes. También tenía en diferentes estanterías piedras, cada cual más rara. Sabía que este enano se dedicaba a la minería, pero... ¿de qué manera?

Gundren sonreía por el buen trato que habían hecho. Ambas partes se iban a llevar sus ganancias y eso era la mejor parte de los negocios.

- Bueno, bueno... yo ya sé que es mejor bebérselo que venderlo, pero era una sugerencia a que quisierais ganar más oro. - contestó a Kromm.

Escuchó y sopesó las palabras de Karkass, a las cuales asintió con la cabeza dándole la razón.

- Si... quizás tengas razón, yo no os tengo porque allanar el camino. No obstante saldréis en cuatro días, y a este ritmo en tres, se nos está empezando ha hacer de día. - dijo acabándose lo que le quedaba en la jarra.

Rekbrand, que había iniciado un poco las negociaciones y se había echado un poco para adelante, se distrajo con unos mapas que tenía Gundren sobre la mesa de dibujo. Algo vio en ellos, los observó con cautela y cuando escuchó que estaban ultimando las condiciones volvió a entrar en la conversación.

- Si barbilampiño, 15 monedas de oro. Yo me voy a ir a la cama, y vosotros... ¡Bah! echaros por los sofás, ya mañana iréis a la posada a por vuestras habitaciones. Cuando estéis allí, el posadero os dará una carta, tiene datos de interés con los que os podréis entretener en estos días...

Gundren ya levantado de su asiento, caminaba torpemente hacia las escaleras. Necesitaba descansar pues ya no era tan joven como esos aventureros pero sí que seguía teniendo ese espíritu de aventura.

- Descansad, no hagáis locuras y disfrutad de Neverwinter unos días. Buenas noches.

Y sin esperar ninguna respuesta más subió a las habitaciones superiores a descansar.

A la mañana siguiente (en unas horas) despertáis en la casa de Gundren, un poco desorientados y os encontráis una nota:

"Buenos días mercenarios, como podéis observar yo no estaré en un par de días
os dejo un mapa de la ciudad por si no la conocéis. La taberna, recordad se llama
Aguas Profundas, está situada en el Distrito del Lago Azul. No tiene pérdida."

Y veis claramente un mapa con algunas localizaciones marcadas. No sabéis porque, pero hay varias que llaman más la atención que otras y son las situadas al lado del puerto, en el oeste del propio mapa. Cerca de donde dormiréis... o eso parece.

El huargo se estaba pegando un buen festín, hubiera sido así, de no haber atacado al otro goblin. En el momento en el que Cascoxidao cae por la flecha, y rematado por la lanza.

El huargo se dispone a olisquear todo a su alrededor. Tras unos instantes, es capaz de oler el miedo de Pirlo, y sin tener ninguna duda de donde viene dicho olor, se encara hacia ello y arranca con una carga imparable a los arbustos en los que está escondido el mediano.

A una distancia de unos 5 pies, el huargo salta con ferocidad al arbusto, sin visibilidad ninguna de donde está ese extraño olor. Aterriza a un pie escaso de Pirlo, pero con el impulso que lleva se va de largo y sin ver donde está el mediano... sabe que hay alguien más, puede olerlo, puede sentirlo... está justo detrás de él.

Aún quedaba cerveza en el barril, eso quería decir que las negociaciones aún no estaban terminadas... Así no estuviese el contratante. Solo cuando el barril les dio hasta su última gota, Kromm se dejó caer en uno de los muebles y comenzó a roncar...

Al día siguiente, en cuanto el sol comenzó a molestar Kromm abrió los ojos. La principal bendición que Moradin había dado a sus hijos, era un cuerpo que no sufría daños después de un día de juerga. Quizás algo de cansancio, quizás algo de resaca y sed, pero nada de que quejarse... Y valla que había visto a humanos y a elfos llorar y jurar a los dioses que era la última vez que bebían después de una noche de tragos. Eso a un enano jamás se le pasaría por la cabeza.

- No sé qué opinan ustedes, pero después del último trabajo aun nos quedan algunas monedas que no vamos a necesitar si vamos a salir en otro viaje... Deberíamos ir a comer, y beber algo para que el cuerpo se calme... Que opinan?

Todos tenían ambiciones en la vida, pero si había alguna más en la vida de Kromm que salir de aventuras y beber al regresar, aún nadie la conocía.