Partida Rol por web

Con aire tranquilo Belain se bajó del carro. Pero conforme se iba acercando a la casa cada paso que daba se encorvaba más y el semblante palidecía. Se plantó enfrente de la puerta y ya parecía otro, como si se hubiera desinflado.

 - Somos los mercaderes que esperabas... Cargamento desde... Desde Monte Hotenow... -sus palabras sonaban tímidas e inseguras, y esa aura de seguridad que le rodeaba de normal se había esfumado por completo.

Pirlo ya lo había visto así en alguna otra ocasión. Cuando le daba la bajona al semielfo se convertía en un alma en pena.

  Las brillantes luces moradas comenzaron ha hacer levitar los huesos que habíais    visto por las estancias que... poco a poco fueron recomponiendo a los esqueletos.

  Una vez ya recompuestos, de forma mágica e inerte les surgen diversas armas y armaduras. Una vez se les ve equipados, esa luz morada va desapareciendo          poco a poco para dejar ver por completo a los esqueletos, lúgubres, muertos y      con una luz bastante llamativa que sale de su interior con un tono azul.

  Se giran hacia vosotros y comienzan a acercarse... no parece que les gusten las    visitas inesperadas.

Rekbran escuchó movimiento dentro de la sala y sujetó la puerta con todas sus fuerzas.

Esqueleto 1:

Se acerca torpemente hasta Alrik y Kromm. Levanta lentamente la espada herrumbrosa, cosa que os hace dudar ya que estáis acostumbrados a combates más... rápidos. La deja caer sobre Alrik, impactándole levemente.

Esqueleto 2:

Se da la vuelta, hacia Karkass e inexplicablemente pasa de Rekbran. Carga contra el enano que está encerrado en el pasillo, pero se ve que todavía no estaba recompuesto del todo, pues éste tropieza y queda a merced del enano.

Interior de la sala:

Se acercan hasta la puerta cerrada, e intentan empujarla... ésta no cede, a si que deciden aporrearla. Llega un esqueleto, que no la hace nada. Después otro, y otro más... se apelotonan contra la puerta golpeándola entre todos, técnica que les resulta efectiva ya que empujan a Rekbran hacia atrás a la vez que rompen la puerta.

Pirlo notó algo en su compañero. Segundos antes habían reído a carcajadas pero ahora, ante la puerta de aquel enano de apellido onomatopéyico, el semielfo se mostraba dubitativo. Así que el mediano se irguió cuanto pudo y pronunció sus palabras con seguridad:

¿Vendedores ambulantes, dice? Está equivocado, maese Rockseeker. Venimos de Monte Hotenow con el cargamento que esperaba. Algo más tarde de lo que nos hubiera gustado, pero tuvimos un encuentro con goblins.

El mediano se llevó una pipa nudosa a la boca y encendió una llama entre los dedos. Dio un par de caladas y expulsó un humo denso y con aroma a hierbabuena.

¿Cómo quiere proceder? Nuestras instrucciones no explicaban la naturaleza de la mercancía, así que desconocemos qué parte del cargamento que portamos espera. Podemos meter el carro en su patio, si le parece. Arrastramos a unos cuantos curiosos desde hace un rato y no nos vendría mal algo de privacidad.

Karkass se hizo a un lado empujando con su escudo al esqueleto. Por desgracia en su ansia de rematar rápidamente a aquel montón de huesos su martillo impactó en el suelo en lugar de en su oponente.

—¡Maldito engendro! ¡Estate quieto que te lo voy a explicar!

El esqueleto había atacado a Alrik, dejando el flanco descubierto. Ambos enanos se conocían, sabían cómo situarse ante las amenazas y eso se notó en el combate.

Kromm levantó su pesada hacha, no cualquiera la blandita con facilidad, pero el matador la usaba como una extensión de sí mismo.

El hachazo que dio al esqueleto fue certero y si eso no acababa con el saco de huesos, igual tendría más para darle.

El matador Lucía una sonrisa en su rostro... Ahora sienstaba en su elemento.

Kromm se adelantó unos instantes, los enanos comprendieron, en cuanto se acercó aquel esqueleto, que podrían rodearle para golpearle a placer, Alrik trató de apartar el lento golpe de la criatura mas, precisamente al no estar acostumbrado a un golpe tan lento, repelió con el escudo antes de tiempo, dejando paso libre a la hoja enemiga.

Un pequeño rasguño, un recordatorio - musitó para sí al encajar el golpe.

¡Ahora verás!

La maza de Alrik impacta fuertemente en las costillas del esqueleto como respuesta al ataque de éste mismo. El simple impacto de la maza es suficiente para hacerle añicos la caja torácica. Como consecuencia éste retrocede un par de pies mientras todos los huesos se desmoronan.

Los enanos no lo han hecho nada mal. Han conseguido derrotar a un esqueleto, detener a otros que salían por la puerta y bloquear al que está encerrando a Karkass, obteniendo un discutido combate en tablas.

Al escuchar esas palabras Gundren les llevó a la parte trasera de su casa par a que metiesen el carro dentro.

Después fueron al salón de invitados para hablar...

- Bienvenidos... ¿Dónde está mi contacto habitual? ¿Quiénes sois? - Preguntó con un poco de desdén. - Tendréis que tener algo más para mí... ¿una nota tal vez?

Decía mientras se servía una jarra de cerveza.

- ¿Qué sabéis de los transportes? y... ¿sabéis algo?

Se sentó en el sillón a esperar respuestas.

- Explicaros rápido, no tengo mucho tiempo. - "tal vez un par de cervezas... no creo que me duren tanto".

Belain siguió a Pirlo hacia el salón, arrastrando los pasos. El mediano hablaba como un verdadero diplomático. Se sentó como si le fallran las piernas, y se quedó cabizbajo. Cuando Gundren mencionó la nota, metió la mano en un bolsillo de la chaqueta y le enseñó la nota que consiguieron del transportista.

 - Recompensa... -consiguió decir en voz baja cuando Gundren le quitó la nota para leerla.

Los esqueletos destrozaron la puerta y Rekbran rebotó contra la pared a su espalda. Se recompuso rápido y atacó con su estoque aprovechando la desventaja de sus enemigos.

- Ustedes tranquilos - dijo a sus compañeros - tengo todo controlado... -

El esqueleto indefenso en el suelo es acuchillado por Rekbran haciendo saltar huesos por la sala. Polvo era y en polvo se ha convertido.

Esqueleto 2:

Mientras se recompone del impacto en su oxidada espada, recupera la inercia e intenta devolver el golpe. Esta inercia hace que el golpe sea brutal, pero hábilmente parado por Karkass.

Esqueleto 3:

Se levanta y coge posición para el siguiente turno.

Esqueleto 5:

Avanza torpemente para atacar a Rekbran. Los restos del otro esqueleto le entorpecen lo suficiente para que el pícaro lo esquive sin problemas.

Esqueleto 6:

Corre hasta llegar a ponerse en combate con Alrik y Kromm, sin poder hacer más acciones.

Parecía que aquel esqueleto ansiaba volver a la muerte que nunca debió abandonar, contempló su torpe carrera hasta su posición, preparando un golpe demoledor con su martillo. El mozo necesitaría que él o Kromm le echaran una mano, parecía haber llamado la atención de muchos y Karkass aún no había vuelto del otro pasillo, sin duda también tendría visita.

Aguardó hasta que llegara y lanzó un terrible golpe dirigido hacia la luz que brillaba en su cráneo, el Matador, sin armadura, era notablemente más rápido para llegar hasta su compañero.

El martillo lo atraviesa creando un sonoro y desagradable crujido, con la facilidad que rompería un huevo, sólo que en lugar de salpicar con un desagradable contenido, sólo polvo y una extraña luz en extinción es arrojado por el lugar en el que antes se encontraba el cráneo.

Aprovechando que el esqueleto se desmorona en el acto, se lanzó hacia delante, con la idea fija de encontrar a quien fuera que estuviera jugando de este modo con las fuerzas oscuras.

En esta oportunidad Alrik se le había adelantado y había despachado al esqueleto de un hábil golpe de martillo.

Al no tener amenaza enfrente, Kromm se fue a ayudar a Rekbran, ya el barbilampiño había acabado con un esqueleto, pero aún quedaban 2 más con el.

- Ya voy muchacho, no te los acabes.

Kromm con toda la velocidad que permitían sus piernas llegó en auxilio de Rekbran con el hacha lista para abalanzarse.

Karkass aprovechó la propia inercia del ataque para hacer que el esqueleto girase sobre su escudo. Después lo golpeó con fiereza por la espalda haciendo añicos con su martillo todos sus huesos¹.

Mientras avanzaba por el pasillo para ir al encuentro de sus compañeros vio que Rakban tenía problemas en umbral.

—¡Pero bueno! ¿No serán demasiados para ti? ¡Déjame alguno!²— le dijo mientras avanzaba resueltamente hacia el combate.