Partida Rol por web

Los sonidos del combate resuenan por la tranquilidad del almacén. Huesos de esqueletos destrozados comienzan a amontonarse por la zona... Cada vez quedan menos.

Vemos cómo nuestros enanos se agalopan alrededor de los esqueletos que tenían en inferioridad a Rekbran mientras que uno de ellos se aleja del grupo.... quiere ir de avanzadilla.

Te adentras más en el almacén y ves al fondo una curva, tal y como indica el mapa. Hay parte de la pared derribada lo que hace que se estreche el camino.

Rekbran creía escuchar la voz de su padre burlándose de su elección de armas.

"¿Quién prefiere un cuchillo de mantequilla por sobre un hacha enana? ¡el infeliz de mi hijo!".

Su estoque penetró entre las costillas del esqueleto. Si hubiese tenido órganos o músculos, estaría ahora desangrándose en el piso. Pero no, la criatura parecía sonreír.

Esqueleto 3:

Al ver que una nueva presa llegaba al combate, éste se giró para atacar a Kromm, pero con su lento ataque el matador no tuvo más que levantar su hacha a dos manos para frenar el ataque del no-muerto.

Esqueleto 5:

En el momento en el que recibió el ataque entre las costillas, el esqueleto bajó la mirada para comprobar que le había hecho. La mano de Rekbran seguía ahí al lado, momento que aprovechó para agarrarle de ésta, tirar de él y lanzarle un espadazo impactándolo en el hombro. La herida no era profunda, pues la espada no tenía filo y era más roma que otra cosa.

Belain cogió aire profundo para sacar fuerzas, y comenzó a explicar. Hablaba rápido y un poco atropellado, y no miraba a los ojos.

 - Belain, y mi compañero Pirlo. Nos topamos con un asalto goblin en el camino, lo que nos hizo retrasar la entrega -le acercó la nota- esto es la información que se nos dio, no sabemos más. Hablamos con Gael y nos indicó el camino hasta aqui.

Hizo una pequeña pausa para mirar de reojo al mediano.

 - Estos caballos nos los prestaron los guardias de la ciudad, los malditos goblin hirieron a los nuestros. Debemos devolvérselos cuanto antes, por lo que agradeceríamos finalizar la transacción.  Cuando tengamos la recompensa prometida, os podemos ayudar a descargar el carro, y partiremos para regresar los animales. A su disposición, señor Rockseeker.

Apenas vislumbró el derrumbe avanzó hacia él, a buen ritmo para un enano acorazado, sería un buen cuello de botella donde resistir si había más enemigos por delante, algo en su interior lo apremiaba a alcanzar lo antes posible el final del almacén, probablemente fuera el mismo Thor impeliéndole a pacificar a estos seres malditos.

Cuando Belain terminó la explicación, Pirlo apostilló: Y en cuanto a su contacto habitual, yace enterrado en el puesto de guardia al este de Neverwinter. Esto es todo lo que sabemos de la mercancía que portamos. Esto y que la entrega de la mercancia conlleva una recompensa, como bien ha señalado mi compañero.

El mediano volvió a dar una calada a su pipa y se quedó mirando a los ojos al enano soberbio, en contraste con la actitud dubitativa de su compañero semielfo.

Tampoco nosotros tenemos mucho tiempo.

- Moradin nos dio el martillo, y con el nos enseñó a forjar hachas... Las dagas son para brazos delicados como los de los elfos.

El matador estaba en su elemento, por eso hablaba con tranquilidad al mismo tiempo que levantaba su hacha y la descargaba contra el esqueleto que tenía más cerca

El hachazo del matador era brutal, aquellos esqueletos no eran un obstáculo mayor... Contra algún enemigo más digno quizás estaría nombrando a su dios, o maldiciendo, o escupiendo insultos... Los esqueletos no estaban a ese nivel.

Karkass avanzó para atacar a uno de los esqueletos desde la esquina del túnel. Por desgracia su posición no era lo suficientemente buena como para darle con soltura, por lo que fracasó en su intento de destruir al muerto viviente.

Huesos de esqueletos desparramados por todos los lados inundan el lugar de combate de nuestros tres aguerridos enanos mientras que... por otra parte, el clérigo sale corriendo en busca de... no sé, se lo tendremos que preguntar a él mismo, pero no deja de correr hasta que llega a la curva del pasillo llena de desprendimientos del techo.

No ha hecho más que asomarse y allá a lo lejos es capaz de ver a un solo esqueleto deambulando sin rumbo, el cuál en cuanto aparece Alrik se encara a él y se dirige a su encuentro.

Parece ser que las negociaciones entre aquellos extraños y Gundren iba a comenzar... a si que... dejémoslos solos, haber a que conclusión llegan.

Gundren recogió la carta y se dispuso a leerla tranquilamente. No había respondido a eso de que el "otro" estuviera enterrado ni nada por el estilo. Cuando la hubo leído la dejó apartada sobre la mesa y se levató.

- A si que... vosotros ¿os habéis enfrentado a unos de esos asaltadores de carretas que me están jodiendo la vida y el negocio? - dijo mientras se levantaba e iba directo al barril. - ¿Quiénes sois? - soltó con un poco de aire de superioridad mientras les daba la espalda y levantaba una mano haciéndola girar por la muñeca.

Se ve que la noche anterior no había bebido lo suficiente, pues estaba rellenando tres jarras con esa cerveza tan exquisita. Cuando hubo acabado las depositó encima de la mesa y se las ofreció a sus invitados.

- ¡Vamos bebed! Por fin encuentro a alguien que se haya enfrentado a esas ratas. Llevo tiempo con problemas de este estilo y no encuentro a nadie competente para que me ayude a llevar a Phandalin suministros. Las últimas carretas han sido asaltadas y saqueadas. Después no se encuentra ningún rastro de ellas. Un explorador que me vendió la carreta llegó a comunicarme que eran ataques goblins, pero ni si quiera regresó a por su recompensa... algo pasaría con aquel individuo.

Siguió bebiendo haciéndoles señas de que ellos también se animasen a beber algo.

- Y tras todo esto no encuentro a nadie competente... - masculló entre dientes - Quizás... ¡Sí! Vosotros ayudaréis a esos enanos a llevar el cargamento hasta Phandalin. Seguro que no llegan ni hasta la esquina... esos... eso.... esos beodos...

Dejó la jarra sonoramente sobre la mesa derramando una buena parte de ésta y les miró espectante haber que le respondían

Glopglopglopglop. El sonido de la cerveza golpeando el cristal de la jarra activó el sentido del gusto del mediano, que empezó a salivar. Y activó también su vista; Pirlo barrió con ojo experto la habitación en busca de algo con que acompañar la bebida. Localizó un tarro de cristal con galletas duras y pesadas y, sin pedir permiso pero lanzando una mirada de complicidad al enano, cogió tres de ellas y se las guardó en el bolsillo.

La actitud del enano había cambiado y ahora se mostraba cercano. Así que el mediano se relajó un poco, aunque siguió atento al discurrir de la conversación. Bebió un largo trago de aquella cerveza densa y tibia y, con la espuma en los labios, dijo: Mi nombre es Pirlo, y vengo de Bosque de coral, una tierra cenagosa que asusta a quienes no saben sacar buen provecho de ella. Las mejores vides y los manzanos más generosos allí los tenemos. Y el arroz, no importa la estación, siempre lo obtenemos de nuestras plantaciones anegadas. Arroz con el que hacemos nuestra harina fina como arena de playa... Mmmmm -pronunció cerrando la boca y abriendo mucho los ojos- Panes. Y pasteles. Y bollos. ¡Qué bollería, maese! Con crema, vainilla, canela, chocolate, miel tan densa que brilla en la oscuridad. Y también la caza. El gamo de agua con salsa de arándanos, el pato macho de pico turquesa a la naranja, los cangrejos rojos a la cazuela...

Aunque Pirlo apenas había comenzado el repaso de sus plato favoritos, el monólogo culinario le abrió el apetito y se llevó una galleta a la boca, pausa que prolongó para ver si su compañero se presentaba.

Después, continuó.

Como bien sospechaba, interceptamos una horda de goblins y sus fieros huargos. Un animal de esos fácilmente podría zamparse a dos de mi tamaño y aún pediría postre. Y licores -largo trago de cerveza-. Los redujimos con nuestras artes e ingenio y conseguimos que la mercancía llegara a su puerta. Y podríamos volver a hacerlo, con mayor seguridad si cabe si formamos cuadrilla con valerosos enanos, raza intrépida y aguerrida donde los haya.

Tras el elogio velado a su anfitrión, Pirlo guardó silencio, en espera de que la conversación avanzara, ya fuera por boca del enano o del semielfo.

Rekbran empezaba a frustrarse, sus ataques seguían atravesando espacios vacíos entre los huesos del esqueleto...

Belain escuchaba en silencio las palabras de Gundren. Cuando mencionó que varias carretas habían sido asaltadas y saqueadas, la expresión del semielfo cambió de golpe. Apretaba fuerte los puños sobre las rodillas y la mirada triste que tenía antes se había transformado en puro odio. Seguía con la cabeza agachada, pero Pirlo podía ver por el rabillo del ojo cómo se crispaba.

Aprovechó la pausa que el mediano hizo para comerse una galleta y respondió a Gundren:

 - Belain Arae, y no importa de dónde vengo sino lo que busco. ¿Esos asaltantes sabe de dónde han salido o quiénes son? -su tono era rasposo y grave, nada parecido al de hacía unos instantes.

Mientras Pirlo explicaba cómo se habían enfrentado a los goblins, Belain se levantó del asiento y se puso a dar vueltas dentro de la habitación, con pasos furiosos y resoplando, murmurando algo en idioma antiguo que no tenía pinta de ser poesía romántica.

Miró con duda a Pirlo cuando dio tan rápido el ofrecimiento de proteger la carga de Gundren. Pero asintió con la cabeza.

 - Necesitaremos equipamiento, además de información sobre el terreno y esos asaltantes -era una buena oportunidad para Belain de obtener respuestas- usted es una persona influyente, señor Rockseeker, seguro que sabe algo que la guardia desconoce...

Empujado por Karkass y Kromm al combate, Rembran le da una estocada magistral descolocándole los huesos al esqueleto haciendo que éste se deshaga poco a poco para acabar junto con el resto de huesos de sus hermanos.

Esqueleto 7:

Avanza incansablemente en dirección a Alrik llegando a trabarlo en combate, pero sin poder atacarlo.

Acabada la huesuda amenaza, el matador recuerda que aún no han terminado.

- Vamos con Alrik, si aún quedan esqueletos el los va a frenar mié tras llegamos.

Terminado el trabajo ahí, el matador hecho nuevamente a correr en la dirección por donde se había ido Alrik. Si habían más esqueletos de seguro el los frenaría mientras llegaban todos.

Ni un momento dudó Karkass en seguir a sus compañeros.