Partida Rol por web

Abatido por la muerte de Gundren y sus hermanos, Flint estudia el mapa durante unos segundos:

-La Cueva del Oleaje. Quizás ahí obtengamos respuestas...

-Así sea-contestó Angos.

El paladín se ocupó de que Gundren recibiese un entierro digno y un responso a Moradin. Puede que el alma del pobre enano ahora descansase en paz, pero Angos no estaría tranquilo hasta asegurarse que todos los responsables de esta vileza estuviesen muertos, y para ello debía inspeccionar la Cueva del Oleaje.

- ¿Comunicamos  a Sildar el destino de Gundren antes o después de investigar la Cueva?- comento mirando al mago. 

Puck amenizó el entierro con una adapcació suya a un popular canto funerario. Era un tema que trataba sobre la muerte de una joven y amada mujer, y que se titulaba El Requien de la Moza.

Aunque su composición original era coral, Puck la había adaptado a una sola voz, que acompañaba de guitarra y, sorprendiendo a todos, un pequeño diablillo que hacía sus coros.

Era un tema lejano a sus habituales tonadas alegres y picantes, pero más aceptable para casos como ése.
 

Tras enterrar a Gundren, una tarea triste pero que había que hacer, el grupo tenía que descansar. Como mínimo para recuperar conjuros. No obstante Soveliss tenía una tarea que hacer en aquel castillo.

Antes de marcharnos tengo una tarea que hacer aquí. Antiguamente aquí había un templo a Oghma, que estas criaturas profanaron y erigieron uno propia a una de sus dioses goblinoides. He de limpiar esa mácula para que en un futuro se pueda restaurar el de mi dios.

El mago sabía que tenían un nuevo destino, pero no pensaba marcharse de allí sin hacer lo que le pedía su dios.

Aquel lugar no era el más idóneo para tomar un descanso. Sin embargo, la necesidad agudizó vuestro ingenio para usar los desvencijados camastros de los que disponía el Rey Grol una ves os deshicisteis de los cadáveres.

La noche fue fría y desapacible para los que se relevaron en el turno de guardia. Era evidente que el castillo estaba habitado por otras criaturas, pero ninguna se atrevió a entrar en los aposentos del cacique osgo.

-Debo admitir que estoy ansioso por explorar la Cueva del Oleaje y ver con mis propios ojos qué tiene ese lugar que ha acarreado tanta muerte y desgracia-dijo el paladín-. No obstante, puedo entender perfectamente tus argumentos para permanecer aquí, Soveliss. Yo sentiría lo mismo si estuviese en una construcción erigida en honor a mi dios que hubiese sido corrompida por los sucios pielesverdes.

El enano se acercó al elfo y alzó el brazo para tocar su hombro en señal de amistad.

-Te diría que fuésemos a la Cueva del Oleaje para terminar con nuestra empresa y luego volver aquí, pero si tu deseo es inamovible, cuenta conmigo. Lucharé a tu lado.

Sea como fuere, Angos agradeció el descanso. Tenían trabajo por delante, y seguro que sería arduo.

-¿Pero qué diablos dices, orejas picudas?--apremió el maestro de batalla enano al arcanista elfo.

-¿Acaso no hemos perdido bastante tiempo recuperando fuerzas o qué? Hay que salir pitando hacia la Cueva del Oleaje para tratar de pillar a quienquiera que ande detrás de todo este desaguisado.

-Después de que hayan matado al viejo enano en nuestras narices, estamos como para que encima se nos escape el cerebro de toda la operación. ¡No, señor! Nos vamos ya. Pero ya de ya.

-Y luego, si eso, prometo regresar para echarte una mano en lo que quiera que necesites. Palabra de Fraguardiente--elevo el antebrazo Flint para que lo estrechara Soveliss tras escupirse en la mano a modo de pacto.

Soveliss enarcó una ceja ante el escupitajo del enano a su mano. Y así como agradeció el apoyo de Angos, le decepcionó que Flint no lo hiciera.

Nuestra premura era por encontrar con vida al pobre Gundren. Cosa que no hemos conseguido y eso recaerá en mi pesar por siempre. Igual que la muerte de mis otros compañeros. Encontrar la cueva del oleaje ya es un hito en sí mismo después de tanto tiempo oculta. No se va a mover de allí, ni creo que lo hagan sus ocupantes.

Si he de quedarme aquí solo lo haré. Pero mi misión principal siempre ha sido encontrar este lugar, limpiarlo de escoria goblin y destruir su altar. Así en algún momento podrá volver a poder erigirse en honor a Oghma.

Estaba claro que el elfo no se iba a ir de allí sin haber cumplido su cometido.

Puck dejó que los veteranos del grupo decidiesen el siguiente paso, sin tomar partido. En realidad le daba igual.

Además se había sentido molesta porque ninguno la había felicitado por la sublime canción fúnebre. Aunque fuera por decoro a una artista siempre había que aplaudirla, eran todos unos incultos que no se merecían su arte.

Mientras lo discutían, se dedicó a cambiar su aspecto, repetidamente, tratando de parecerse lo máximo posible al cambiaformas, hasta que pareció casi idéntica.

-Pues estamos buenos--concede el luchador enano poniendo los brazos en jarra después de limpiarse una mano con la otra.

Sobresaltado en un principio por el cambio de forma de su compañera, Flint dispone las armas y comienza a caminar hacia la puerta de la sala mascullando sapos y culebras por lo bajo.

-¡Venga, pues! ¿Por dónde empezamos? Cuanto antes limpiemos este edificio antes iremos a esa maldita cueva.

- Nuestra misión más urgente era encontrar a Gundren con vida. La Cueva del Oleaje no se va a mover de donde está, así que lo mismo dan unas horas más que menos. Si limpiar ese santuario es algo importante para tí, estoy contigo, Soveliss. 

Es lo menos que puedo hacer por el único compañero superviviente de nuestro grupo original. No deja de ser un estirado, pero he llegado a tenerle cierto aprecio.

-Ánimo Flint. Quizá encontremos algunos cráneos más para machacar, y eso nunca viene mal-dijo bromeando para alentar a su camarada.

Acto seguido, el paladín marchó hacia la puerta que tuviesen más cercana que todavía no hubiesen explorado. A no ser que escuchase algo raro, la abriría.

El mago miró con afecto a Lidda cuanto esta le apoyó. Apreciaba mucho a la mediana, y no sólo porque era la única componente del grupo original. Confiaba en ella y la consideraba una buena amiga además de compañera.

Gracias. Por vuestro apoyo. Prometo que en cuanto destruyamos la capilla que tienen estas criaturas aquí, por mi parte nos podremos marchar. Ya vendré más adelante a consagrar de nuevo el santuario a Oghma, pero de momento no puedo dejarlo así como está.

Con su vara de cristal completamente cargada, el elfo conjuró un armadura de mago y estuvo listo para continuar la exploración de lo que quedaba del castillo.

Diría que con la muerte de su lider, y el osobúho, tan solo quedarán esbirros menores. Nada de lo que debamos preocuparnos. O por lo menos eso espero.