Partida Rol por web

Con el segundo intento, Soveliss consigue impactar en la criatura que comienza a sangrar a borbotones emitiendo extraños sonidos.

La magia deja a la criatura malherida. Confío en que mi flecha la remate.

El certero disparo de Lidda acaba con la amenaza.

Angos volvió a colgar el martillo en el cinto. Ni siquiera había tenido tiempo de utilizarlo, pero aún así, el monstruo tuvo su oportunidad de herir seriamente a Puck.

El paladín se acercó a la bardo con intención de usar sus habilidades curativas.

-Permíteme que deje fluir el poder de Moradin y sane parte de tus heridas.

Puck agradece profundamente al enano que le cure sus heridas casi por completo, y le da un sonoro beso en la mejilla en señal de agradecimiento.

Despues, realiza un minucioso estudio de su indumentaria para a continuación usar un pequeño truco y reparar el aspecto de su ropa, rota por el ataque de aquella cosa horrenda, recuperando con ello su aspecto impecable.

-¡Vaya! Esta vez llego tarde...--se lamenta Flint para luego dar un puntapié al cadáver de la criatura.

Después de echar un vistazo a la sala, el luchador enano se vuelve hacia el mago elfo:

-Aquí es donde querías tú venir, ¿no? ¿Y ahora qué hacemos?

Una vez muerto el bicho Soveliss pudo examinar la sala. Asintió a las palabras de Flint cuando le preguntó que qué hacían ahora.

-¿Ahora? Ahora destruimos la aberración del dios goblin que estas sabandijas han creado en lugar del culto a Oghma. De momento tendrá que bastar. Y cuando tenga tiempo vendré para consagrar de nuevo la capilla a mí Dios, y convertirla en lo que era antes.-

Los ojos del elfo brillaban de la emoción. Había logrado completar una busqueda divina. Su dios le había elegido para algo importante, y con ayuda de sus compañeros lo había logrado. La única pena que sentía era por los caidos hasta llegar allí.

Así que el mago se acercó con cuidado a las cortinas para examinar que había detrás y poder continuar.

Tras la cortina se encuentra la torre norte del castillo.

Un altar de piedra se encuentra en el centro de la estancia, cubierto por una tela negra manchada de sangre. Objetos de oro sacrílegos, como un cáliz, un cuchillo y un incensario, están cuidadosamente dispuestos en la parte superior del altar.

Angos masculló una expresión de sorpresa en lengua enana tras el inesperado beso de Puck.

A continuación, el paladín siguió a Soveliss para ver qué había tras las cortinas. Al parecer, allí aguardaba lo que este andaba buscando. Le congratulaba que el mago finalmente pudiese completar esta tarea personal tan importante para él.

-Entiendo que esto es lo que hay que romper--barrunta Flint mientras se acerca al altar desenvainado el martillo de guerra.

El elfo asintió ante la pregunta del enano.

-Sí. Sin duda alguna estos objetos tienen toda la pinta de ser los que comentaba. Dada su ubicación y disposición dudo que haya otro lugar en el castillo donde coincida algo así.-

El mago sólo tenía su magia para destruir aquellos objetos, y aunque no era especialmente práctico no por ello iba a dejar de intentarlo.

Cuando Flint se acerca al altar, se ve sorprendido por tres goblins que saltan de detrás de él para atacar. Uno de ellos parece ser el líder.

Puck  actuó rápido, lanzando su energía arcana sobre el goblin más cercano.

- Más fiesta!

-¿Pero qué co...?--se sorprende el maestro de armas al encontrarse de pronto a los tres pieles verdes.

Los goblins se mueven rápidamente por la estancia. El que parece ser el líder la toma con Flint sin ningún éxito reseñable. Después trata de protegerse tras el altar. Los otros dos corren hacia las cortinas para taponar vuestra entrada.

Lidda se ve sorprendida por un goblin que descorre la cortina y le impacta con una maltrecha cimitarra.

Soveliss, aunque igualmente sorprendido, se topa con la escasa habilidad de su contrincante, que trastabilla y falla estrepitosamente.