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La noche había sido muy oscura y tormentosa para el joven atlante. Este se levantó transpirando tras oír un relámpago que resonó en medio de la ciudad. Como reacción automática, tomó su espada para defenderse, pero no había nadie allí. Solo había tenido otro de sus sueños recurrentes, esos donde enfrentaba a los enemigos que ya había derrotado con anterioridad.

Observó a su alrededor y notó que todos dormían, y nada había ocurrido. Volvió a acostarse y demoró unos minutos hasta conciliar el sueño.

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Me alegro de verte aquí - dijo el anciano, mientras tosía un poco, como aclarando su garganta.

El gran almirante de la flota atlante. Arkantos... ¿has venido preparado?

He venido preparado... recibimos tu carta en el consejo atlante.

¿Qué sucedió? 

Arkantos tomaría una jarra de vino, mientras oía el relato del anciano.

Recibimos una advertencia de nuestros centinelas en las costas de Creta. Parece que están arribando enemigos bárbaros. No sé de donde han salido, pero tenemos que expulsarlos antes de que lleguen hasta aquí.

Por todos los dioses, me alegro que hayan escuchado mis plegarias y mandaran a alguien de tu calibre. ¿Podrás encargarte de echarlos de aquí?

Arkantos asentía y el anciano continuó hablando.

Muy bien, lo primero que necesitas hacer es infiltrarte en su campamento. Si eliminas al general enemigo, habrás detenido esta maldita invasión en menos de un día. Espero que los dioses iluminen tu camino.

Solo necesito a un Dios, y ese es Poseidón. El velará por mi como lo hace por toda la Atlantida.

Arkantos tomó su armadura y se marchó en su barco, para navegar hasta la guarida de los enemigos.

El viaje se prolongaría unos 3 días aproximadamente, por el viento que soplaba. Como era costumbre para Arkantos, él cogió una oveja y lo ofreció en sacrificio para Poseidón.

Poseidon observa desde su trono hecho de coral, una mano en su tridente, y la otra en su menton, mientras evalua lo que ve. Por un lado, es cierto que necesita su ayuda el joven atlante, por otro, no ha hecho ningún sacrificio en su nombre para asegurarse su favor.

Aunque la declaración de que solo necesita su favor lo halaga, tampoco quiere que se malinterprete la seriedad con la que debe hacerse sus rezos y sacrificios.

Lo ha resuelto. Envia unos delfines y ondinas a la par de buen viento, el primer dia, y una tormenta en el tercero, una ligera, que si es capeada adecuadamente puede incluso serle favorable...

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Un joven rubio, de aspecto juvenil y alegre, se acercó a Arkantos.

- Noble Arkantos, han llegado a oídos de la aldea que vas en busca de los bárbaros. Por favor, protégenos y vuelve sano y salvo. Una mujer que ya era anciana cuando mi abuela era niña, me encargó que te diera estas hierbas - dijo, mientras extendía un saquito que expulsaba un fresco olor floral -. Hiérvelas durante quince minutos a la luz de la luna, y harán que los soldados enemigos te confundan con uno de los suyos; así podrás acercarte a su líder sin temor de ser descubierto. ¡Que los dioses velen por ti, Arkantos!

Tras lo cual, se marchó por el camino, hasta desaparecer de la vista.

Arkantos no era muy dado con los civiles y los aldeanos, pero tampoco pasaba de ellos. Observó con atención al joven y agradeció el gesto de la abuela de este.

Así lo haré entonces, quizás me sea útil. 

Este atracó en un costado de la isla, escondido de la ciudad, para poder bajar sin llegar a ser visto. La noche anterior, había preparado el té como se le fue indicado. No tenía realmente esperanzas de que funcionara, pero tampoco rechazaría ayuda extra.

Tomó un poco de este y se acercó con 3 soldados hábiles hasta la ciudad.

Si está perfecto jaja