Partida Rol por web

 Erick, habiendo analizado ya la entrada del templo, rápidamente sigue a Damaia y Heskan, que se dirigen hacia el interior. Su curiosidad está ganando a su precaución o sentido común.

Alain entró con el resto a explorar las habitaciones. El distraido arcano intentó concentrarse en los detalles del entorno.

El grupo no encuentra nada fuera de lo común. La mayoría de las salas debían ser los dormitorios de los clérigos de la pirámide y estos no parecían vivir en la abundancia. Nadie cerraba su habitación bajo llave, en el templo no existían las posesiones ni los secretos, razón por la que en ninguna de las salas del templo hubiera puertas, a excepción de la que quedaba al otro lado de la puerta con forma de cabeza de dragón y de otra con la entrada menos ornamentada.

El joven mago, quizás por suerte o por curiosidad, entra en esta. Al abrir el polvo acumulado durante siglos sale como una nube de cenizas y ensucia al arcano en su totalidad. Tras sobreponerse a la repentina tos que la suciedad le da, consigue ver el interior del habitáculo, un sarcófago de piedra con la figura de un hombre-lagarto corpulento cincelado en la piedra. Por cómo era la tumba debió ser un guerrero de gran importancia y que murió en combate, pues llevaba sus mejores galas y sobre él. Sujeto entre ambas manos, yacía una espada de acero, la que debió esgrimir en vida.

Heskan asiente con la cabeza antes de darse cuenta de que hace - parece que en su tiempo también hubo hombres de verdad, lastima que yazca muerto y no pueda cruzar armas con él. Parece que le consideraban un gran guerrero, me hubiera gustado saber si estaba a la altura de Heskan el poderoso. - suelta una risotada mientras saca pecho. Debe estar ya demasiado aburrido o con los nervios crispados para fanfarronear de esa manera, no es propio de él.

Gaaki levantó una ceja y miró a Heskan de arriba abajo.

—¿”El poderoso”? —meneó la cabeza—. Las cosas que hay que escuchar.

Se adelantó hacia el sarcófago.

—Abrid paso a Gaaki la hastiada.

—Estas espadas antiguas solían tener joyas incrustadas en la empuñadura. —especuló, mientras se inclinaba para examinar el arma de cerca—. En cualquier caso es probable que a este tío lo enterraran con algo de valor.

 Alain tosió y su cuerpo se arqueó. Recordó la tos que le daba en ocasiones cuando encontraba algún libro antiguo lleno de polvo en la biblioteca.

- Maldita sea...

Escuchó a Heskan y negó con la cabeza, con una sonrisa.

- Nadie es tan grande como Heskan - bromeó el mago - Aunque supongo que lo que le interesa a Gaaki es ese espadón, ¿eh? Veamos como de importante era este guerrero...

El mago puso la mano sobre la tumba y percibió la presencia de la magia.

El mago siente otra vez más la caricia de la magia. Aquella tumba y la espada estaban hechizadas, lo cual no resultaba una sorpresa puesto que en aquel templo lo raro era encontrar algo que no fuera mágico.

La tumba reacciona al contacto del mago y el polvoriento relieve en forma de letras en alfabeto dracónido que decoraban las paredes del sarcófago delata su existencia debajo de las telas de araña al iluminarse con luz débil y blanca.

Cita:

-Osea que nos encontramos ante la tumba de uno de los lideres militares de esta ciudad.

La mente de Damaia se nublo por un momento con los pensamientos de un ejercito tan grande a sus ordenes, de batallas lejanas y grandes tacticas.

-¿Me pregunto que o quien daria muerte a un heroe como este? No creo que cualquiera pudiese dirijir todo un ejercito y menos el de una ciudad como esta.

Entonces la capitana tomo una decisión, y agarro la espada que se mostraba en la tumba con la intención de sacarla.

-Quiero saber lo que se siente al llevar esta espada, quizas posea alguna propiedad de su portador... Ademas, el ya no la necesita.

Durante largos segundos la tiflin se mantiene en silencio, estrechando las manos de piedra y con la mirada ficha en el rostro de la estatua. La corsaria se muestra inmóvil durante bastante tiempo, pareciendo ser también una estatua. Su cuerpo se encontraba con sus compañeros pero su mente estaba en otro lugar, entablando una conversación en privado.

Damaia oye una voz que no vibra en sus oídos, era su alma la que interpretaba el significado de las palabras.

-¿Me pregunto qué o quién daría muerte a un héroe como este? —dijo Damaia—. No creo que cualquiera pudiese dirigir todo un ejército y menos el de una ciudad como esta.

—¿Quién dice que murió en combate? —repuso Gaaki—. Pudo haber muerto de viejo en su cama. Si fue un gran guerrero, le enterrarían igual de esta manera, aunque no hubiese combatido en los últimos años de su vida.

Vio como Damaia le quitaba la espada a la escultura del viejo guerrero.

—¿Y? ¿Tiene joyas incrustadas? —preguntó Gaaki, acercándose para examinar el objeto.

 Erick se queda pasmado ante los segundos en los cuales Damaia parece haberse ido mentalmente a otro mundo. Cuando ve como el guerrero afloja sus manos y Damaia se hace con la espada, no puede evitar sentir curiosidad:

-Qué ha pasado Damaia, has sentido algo...espiritual?

 Alain observó la escena callado, algo suspicaz. El "guardián", o lo que fuera, había cedido su espada sin oposición. El mago supuso que eso era una buena señal. ¿Serviría esa espada para abrir la puerta con forma de dragón?

Mientras el resto admiraban el arma, Alain se acercó y comenzó a estudiar la puerta. Primero intentó aplicar sus conocimientos arcanos. ¿Se abriría con algún mecanismo mágico? ¿O sería algo más mundano apreciable a simple vista? ¿Tendría la espada algo que ver?

El arcano estudia el mecanismo de la puerta y descubre que la grieta que separa las puertas están unidas por un mecanismo. Por su exhaustivo estudio deduce que la “llave” debía ser un objeto largo para que pasara entre los dos portones y activar los engranajes que la abrieran.

La puerta también estaba encantada con un hechizo de defensa pero no de naturaleza ofensiva. Al parecer para abrirla no serbia cualquier objeto mundano.

Tras esos momentos de incertidumbre Damaia volvio en si, sus ojos se encontraron uno a uno con los de su tripulación y un nuevo brillo parecia brotar de ellos.

Mostro con orgullo la espada larga.

-Ordenanza, es el nombre de la espada, Ordenanza. La estatua... Mejor dicho, el espiritu de ese gran guerrero me ha hablado, directemante a la mente. -Habla con una mezcla de fascinación y alegria.- Este gran lider nos ha brindado su bendición.

Damaia se acerco a Alain, ya mirando con suspicacia el extraño orificio de la puerta y aunque ya se hacia a la idea pregunto.

-¿Sabes como abrirla Alain?

- Mejor su bendición que su maldición - dice Heskan como para si, sin dejar de mirar la puerta. Quizás si que podamos sacar algo de provecho de todo esto después de todo.

Tras escuchar a Damaia, Gaaki puso los ojos en blanco.

—Ya está delirando —comentó por lo bajo—. Claro, ¿qué muerto no se alegraría de que profanasen su tumba unos desconocidos? Al menos le estamos sacando de su monotonía.

Frunció el ceño.

—¿Ordenanza? Ese es el nombre de espada más estúpido que he escuchado y eso es mucho decir, porque ponerle nombres a las cosas ya de por sí me parece estúpido.

Miró a la espada y luego a Damaia.

—Oye, tú no le llegas ni a la rodilla al anterior dueño de la espada. No creo que puedas blandirla con propiedad. ¿No quieres que la lleve alguien de tamaño normal?

Gaaki se mofa a pesar de la situaciónen la que estan, "profanando" un lugar sagrado. Sus palabras pesan como plomo sobre la corsaria al dudar una vez más de sus cualidades de mando, pero cuando termina la burla la semiorca siente como su martillo mágico pesa sobremanera y por poco la hace caer. Al parecer el martillo mágico de la semiorca, incapaz de arrodillarse ante el acero apropiado por Damaia, obligaba a la guerrera a hacerlo por él.

Gaaki soltó una exclamación de sorpresa, cuando sintió que una fuerza irresistible la empujaba hacia abajo. Era como si un yunque hubiera caído sobre su espalda, obligándola a postrarse de rodillas bajo su peso. ¿Era el martillo que había pertenecido al guerrero lagarto? Sólo eso podría ser. Nada más colgaba de su espalda.

Gruñó por el esfuerzo. Los objetos con vida propia no eran de su agrado. Mucho menos si eso incluía conciencia y capacidad de decisión propios. ¿Podría ser que el extraño comportamiento del martillo tuviera algo que ver con Ordenanza?

Apretó los dientes y amenazó con voz grave.

—Ya deja de hacer eso, o te tiro al mar. ¿Me oíste?

El peso cedió y Gaaki pudo ponerse de pie, sacudiéndose el polvo enojada.

—Pensándolo bien, quédate con esa porquería —le dijo a Damaia—. No la quiero cerca de mí. La magia me pone nerviosa.

Miró a Alain.

—Sin ofender, Al.

 Alain sonrió y asintió a Gaaki. A fin de cuentas. a él también le ponía nervioso la magia en ciertas circunstancias.

- Parece que Ordenanza no es solo una espada mágica - el arcano miró la apertura en la puerta, ideal para un objeto delgado y largo - Para empezar, podría ser la llave para abrir esta puerta. Fíjate en ese hueco. Y además está... preparado mágicamente para que no sirva un objeto normal. Supongo que si el... espíritu de ese gran guerrero te ha permitido blandir la espada, es porque presiente que nuestras intenciones no son malvadas.

Dicho esto, el mago se echó hacia un lado e invitó con la mano a Damaia a acercarse a la puerta.