Partida Rol por web

Un imponente edificio en la Quinta Avenida os recuerda que estáis en el centro del mundo civilizado. Nueva York es la ciudad capaz de lo mejor y lo peor, donde se define el mundo del mañana, el lugar al que mira el resto del planeta. La ciudad donde ocurre todo.

Volvéis a sacar la escueta misiva que encontrasteis al llegar a casa, con remite de la familia Bright:

Estimado Sr. Brush,

el motivo de esta misiva es requerirle con urgencia en el domicilio del Sr. Addison Bright, sito, como ya sabe usted, en el 155 de la 5ª Av. Allí le recibirá el Sr. Landers Jennings. Por favor, disculpe la brevedad del mensaje, pero todas sus comprensibles dudas encontrarán respuesta una vez acuda a la cita cuanto antes. Por favor, confirme la cita con un telegrama al bufete Wellman, Landers y Wellbourne.

Aprovecho la oportunidad para enviarle un afectivo abrazo,

Familia Bright.

Levantando de nuevo la mirada, la Mansión Pitcairn, propiedad de Addison Bright, no parece albergar a nadie. Ajena a la vitalidad que se palpa en las calles, a pesar del frío invernal que está conquistando cada rincón de la ciudad en aquel mes de noviembre.

Han pasado sólo un día desde el retorno a casa de Shanghái. Apenas ha dado tiempo para retomar algunos asuntos y descansar adecuadamente, pero la inquietante urgencia que os ha citado allí, y más proviniendo de la poderosa familia Bright, os ha vuelto a reunir de nuevo.

Tres golpes de picaporte, seguidos de unos pasos acercándose, culminan con la gran puerta de madera tallada abierta y una invitación a pasar por parte de un tipo bien vestido y de escasa altura. Su baja estatura no impide disimular la autoridad que despide su afilada mirada y su palabras certeras como flechas.

- Buenos días, por favor, pasen y permitan que me presente. Mi nombre es Landers Jennings, socio del bufete Wellman, Landers y Wellbourne. La familia Bright les citó aquí de manera urgente porque tenemos un grave asunto entre manos. El Sr. Addison Bright ha sido encontrado muerto en su estudio. - Landers habla controlando la calma y desplegando ciertas dosis de autoridad, demostrando ser un profesional acostumbrado a tratar los asuntos más dispares -. Verán, al parecer, se ha cometido un asesinato. La policía lleva desde ayer dando vueltas sin encontrar ningún rastro, y la familia Bright, como albacea que soy... era, del Sr. Bright, me ha pedido que me ponga en contacto con ustedes para "invitarles" a investigar el caso. Su amistad con el Sr. Bright y su pericia demostrada en el reciente naufragio del que salieron indemnes y el "caso deBriac" (así llama la prensa a lo sucedido en Shanghái y publicado en la prensa neoyorquina con informaciones no muy precisas) en tierras orientales les dotan de ciertas capacidades que les hacen depositarios de la confianza de la familia. Por supuesto, habrá compensación económica. No lo duden.

Landers Jennings hace una pausa, evaluando vuestros rostros. Entonces, sigue hablando mientras se gira, dándoos la espalda, y caminando unos pocos pasos incitándoos a que le sigáis.

- La gran influencia de los Bright ha permitido realizar un inusual acuerdo por el cual la Policía de Nueva York ha accedido a hacerse a un lado y dejar el campo libre al grupo de investigadores elegido por la familia. Ustedes - aclara -. En el estudio todavía hay varios oficiales. El cuerpo del Sr. Bright sigue allí, intacto. He de aclararles que mi principal interés, y el de la familia, es que esto se solucione rápido y con éxito. Es vital que no salte a la prensa, así que tengan mucha precaución. Esos carroñeros asoman en cualquier esquina. Cualquier consulta acerca del Sr. Bright deben hacérmela a mí. De ningún modo pueden molestar a la familia, en especial al patriarca de la familia, el Sr. Overton Mitchell Bright, pues su estado de salud es delicado. La familia, sí puedo decirles, se encuentra horrorizada y perpleja por lo sucedido en la extraña muerte del Sr. Addison Bright. Y ahora, si tienen alguna pregunta previa, pueden formulármela si quieren, antes de pasar a ver la escena del crimen.

Tu relación con el Sr. Bright comenzó cuando accedió a financiar una expedición en la selva de Ceilán a cambio de un porcentaje de las reliquias obtenidas. Addison Bright no oculta su interés filantrópico y artístico.

Conoces a Addison Bright desde que quedó impresionado por tu libro "Hacia un amanecer hermético", del que te pidió una dedicatoria en una visita de negocios que hizo a Londres. Desde entonces, se ha reunido contigo hasta en tres ocasiones para asuntos de los que nunca habéis hablado nunca con nadie.

Addison Bright fue un brillante alumno tuyo. De él recuerdas su inteligencia y creatividad. Siempre fue muy impulsivo, más que lo habitual de los de su edad cuando era joven. Tenía un sentido personal de la justicia y siempre te pareció buena persona. Las historias y anécdotas que le contabas en horario extraescolar le divertían sobremanera, y decía de ellas que eran "inspiradoras". Desde entonces, siempre ha mantenido un contacto por carta escaso, pero continuado contigo.

Conoces a Addison Bright desde hace unos años, cuando su padre, el Sr. Overton Mitchell Bright, comenzó a tener problemas de salud allá por el 1929 y Addison te buscó para que lo tratases en casa durante una temporada. Allí, siempre te sentiste bien tratada, tanto por Overton como por Dorothy (su mujer) y sus tres hijos (aunque los otros dos ya no siguen con el negocio familiar y sólo Addison permaneció) y no tienes la imagen de ellos de ávaros sin corazón que tiene habitualmente la gente de la gente adinerada que aparece en las noticias de sociedad. Permaneciste algo más de un año, hasta que decidieron que Overton estaría mejor en una clínica para ancianos.

La Hermana Flora sujeta con la mano el rosario de madera que lleva en la muñeca izquierda, pasando las cuentas del rosario mientras recita plegarias en su mente. Pobre Addison, era buen muchacho. Dios le guarde. Cuando el albacea termina su charla, La Hermana recoge su rosario bajo la manga y se acerca al señor Jennings.

Ante todo, le acompaño en el sentimiento. Si conoció usted al difunto señor Bright, sin duda le tendría en alta estima. Son noticias tristes para todos. Ha mencionado que el estado de salud de Overton es muy delicado. ¿Significa eso que aún no lo han alojado en la residencia de ancianos? Me gustaría conocer más detalles sobre su estado, si es posible, ya que estuve varios años junto a él en sus momentos difíciles, atendiendo sus dolencias y cubriendo sus necesidades. Flora se alisa un pliegue de la falda y acomoda su bolso en el brazo. Es poco común que la policía deje en manos de legos sin formación un caso de homicidio. Debe de tratarse de algo verdaderamente desconcertante. ¿Participará la policía de alguna manera? Aunque entiendo que la familia desee discreción, toda ayuda es poca. La Hermana Flora busca con la mirada la aprobación de sus comentarios entre los demás y junta las manos junto a su pecho mostrando cierta congoja.

La misiva me había dejado algo preocupado. No hacía nada que habíamos vuelto de tierras asiáticas y yo aún sentía ese dolor fantasma en la pierna, por aquel condenado disparo. Y ya alguien estaba muriendo asesinado en circunstancias sospechosas.

"La familia Bright...", me quedé pensativo. Conocía un Bright, el filántropo. Buena gente, buen dinero. No entendía la convocatoria, por muy brillante que fuera como arqueólogo, no es como si fuera Sherlock Holmes, o Hercules Poirot. No entendía la utilidad de mi presencia en todo aquello, pero, aun así, respondí con un telegrama confirmando mi asistencia.

"Supongo que se lo debo al Sr.Bright, por su generosidad en el pasado... tampoco pasa nada por ir y escuchar lo que tengan que decir. Luego me vuelvo a casa si no me interesa y ya está", me encojo de hombros, antes de acercarme a la entrada de la casa, donde el resto de mis compañeros de aventuras pasadas esperan pacientemente. Le dedico un mero gesto de cabeza como saludo al abogado que nos recibe. Miro de reojo al profesor Brush, extrañado. Invitados a resolver un asesinato, muy novelesco.

Pericia. Casi estoy a punto de soltar un comentario mordaz al respecto, pero me muerdo la lengua. Enarco una ceja ante las palabras claves "compensación económica". No voy a negar que no me iría mal para financiar mi próxima campaña de excavaciones en el Yucatán...

-Uhm... sólo una por mi parte: ¿qué tiene de especial la manera en que murió el Sr. Bright que requiera nuestra intervención en vez de la de la policía de Nueva York? Ha dicho "extraña muerte"...- pregunto sin más. No es que haya aceptado mi participación en todo esto, pero me había llamado la atención la curiosa elección de palabras del chupatintas.

-Y Hermana Flora, me ofende que nos llame Legos... con lo que hemos pasado usted y yo- sonrío cínicamente, como acompañamiento a mi broma particular y personal.

La Hermana le responde con un hilo de voz, sin interrumpir la conversación y casi para sí misma.

“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”

¡Ah, Nueva York! Tras un tiempo que parecía eterno, tras unas vivencias sobrecogedoras, la gran ciudad invitaba a perderse en ella de nuevo y estar relajado en medio de ese bullicio otrora tan insostenible. Pero el destino es irónico, y el correo nos trajo noticias funestas.

Addison Bright, antiguo alumno, había fallecido. Eso no era extraño, pero el haber sido asesinado ya dotaba al tema de unos tintes que me retrotrían a nuestras más recientes aventuras asiáticas.

-El señor Bright fue alumno mío hace años, y muy apreciado -comenté al aboado que nos recibió en el lugar donde se nos requería-. Presente mis respetos a la familia cuando tenga la oportunidad, agradeciéndole también su confianza. Todos los datos a mayores que puedan darnos serán útiles, empezando por saber qué ha ocurrido. También deberíamos (o al menos yo, si alquien no quiere pasar por el trance) de ver el cuerpo del infortunado, ya que por lo que comenta aún sigue en el lugar donde lo hallaron... Pobre Add. Jamás creí en un final así para él, siempre tan vivaz y divertido...

El Sr. Jennings junta las palmas de las manos y ralentiza su pronunciación, asegurándose que las dudas de los investigadores queden resueltas y sin ambigüedades.

- Hermana - contesta a Flora Godden -, el Sr. Overton está en una clínica de New Jersey desde hace algunos años. Su cuadro clínico es diverso. Demencia, osteoporosis... La prensa ya ha divulgado demasiado sobre su estado y no hemos venido aquí a hablar de él. En cuanto al hecho de contar con ustedes - ahora barre con la mirada a todo el grupo - se debe, como les dije, a la buena estima que el difunto Sr. Bright les tenía y los amables comentarios que siempre tenía hacia su buen saber hacer en diferentes aspectos. La familia decidió que unas mentes tenaces y agudas como las suyas podrían enfocar el caso desde otro punto de vista del que lo hace la policía, que por cierto, colaborarán con ustedes en la medida de lo posible, sin olvidar que ellos son la autoridad y ustedes están aquí como colaboradores, pero sin olvidar su papel de civiles.

Lander Jennings saca un cigarrillo de una elegante pitillera y se lo lleva a los labios, lo enciende y tras una vaporosa aspiración, ofrece compartir el tabaco con su audiencia. Luego, la cierra de un golpe y la guarda en el bolsillo de su camisa.

- Por supuesto que trasladaré sus respetos a la familia, Sr. Brush. Los ánimos están descompuestos, pero cuando la tristeza se comparte, es más fácil aferrarse al futuro. Acerca del suceso, es recomendable que pasen y juzguen ustedes mismos, si han terminado con las preguntas.

La hermana titubea un segundo y acaba aceptando el cigarrillo. La perspectiva de estar a punto de contemplar un cadáver nunca le resultó agradable y no dudaba que Dios le estaba ofreciendo algo para calmarla a través de las manos del señor Jennings. 

Suelto una risa por lo bajo ante la respuesta de la Hermana Flora. Escucho al profesor explicar su relación con el Sr. Bright. Alumno y filántropo, un perfil coherente por el momento. Suelto un suspiro de resignación. A Brush no parece haberle afectado en nada todos los cuerpos que vimos en Shanghay porque parece más que dispuesto a añadir uno más a nuestro imaginario común. Debería estar acostumbrado pero claro, como arqueólogo los suelo ver más "aligerados" de carnes... No es lo mismo. No entiendo a qué viene tanta preocupación de nuestra monjita por el abuelo de la familia, igual su conexión a todo este embrollo viene por ahí. A saber.

-Si es así, haremos lo que mejor sepamos y podamos, Sr. Jennings. Yo también agradecería que trasladara mis respetos a la familia, aunque mi relación con el Sr. Bright fue más de cariz profesional- respondo mientras acepto su ofrecimiento de tabaco. Agradezco el ofrecimiento al abogado, cojo uno de los cigarrillos y lo enciendo con mi propio encendedor. Tras darle una primera calada, suelto una buena bocanada de humo oloroso. El tabaco calma mis nervios y aleja el dolor fantasma de mi pierna. Doy unas cuantas caladas más mientras espero a que nos conduzca a la escena del crimen.

"No está mal, hemos pasado de la Isla del Doctor Moreau a Estudio en Escarlata, aunque vete a saber, después de lo que pasó en Shanghay, quien iba a creer que habría un kraken/pulpo gigante dentro de un condenado espejo... En fin", pienso para mis adentros mientras suelto pequeñas volutas de humo por la boca, de forma distraída.

La hermana mira hacia Irina con gesto inquisitivo esperando a que haga alguna pregunta. Ella se prepara para entrar, apagando el cigarrillo y santiguándose, rosario en mano.

Lander Jennings os conduce hasta el estudio del difunto Addison Bright. Atravesando una doble puerta de madera entráis en una amplia y recargada sala que os satura los sentidos. Estanterías con libros y diversos objetos escultóricos y estatuillas sirven de pequeño museo, cuadros y diplomas de agradecimientos diversos cuelgan en una pared "vestida" con un sobrio aunque elegante papel pintado de tonos marrones, hay una gran estatua de un indio norteamericano en una esquina, así como maceteros con plantas de interior bien cuidadas. Hay una chimenea al fondo con restos de hollín, y sobre ella, un cuadro del mismo Addison Bright, con un porte elegante y optimista de cara al futuro. En el suelo, una lujosa alfombra persa aporta calidez a un espacio en el que probablemente, el filántropo pasaba mucho tiempo ocupado con sus asuntos. Del techo cuelga una discreta lámpara con pequeños vitrales de tonos pastel suaves, que con su docena de bombillas, alumbra adecuadamente toda la habitación. Si en algún momento el Sr. Bright deseaba un ambiente más íntimo, también posee en un lado una lámpara de pie y una tercera más pequeña sobre un escritorio sobre el que hay descansando varias cuartillas, una pluma, un tampón con su sello personal y diversos útiles más.

Cerca de la entrada hay un par de sillones junto a una mesa con una caja de puros y un globo terráqueo de madera. Muy cerca, un pequeño mueble bar con diversos licores en diversos tonos de ocre.

Desperdigados por la sala hay tres oficiales uniformados, además del detective de homicidios Bart Kroeger y el comisario de policía Lawrence Ballentine, que el Sr. Jennings os presenta formalmente.

El cuerpo sin vida de Addison Bright cuelga sin vida de una decorativa columna de caoba, empalado con una jabalina de metal de aproximadamente un metro de largo. El extremo afilado de la jabalina sobresale de la columna. La imagen es especialmente violenta.

Lander Jennings se sitúa en un lado de la habitación con los brazos cruzados, y los oficiales dan un paso atrás para dejaros espacio. Se forma un silencio en el estudio, un silencio que espera que los investigadores entren en acción.

La hermana se santigua al entrar y besa el rosario antes de guardarlo y sacar un pañuelo y unas pinzas alargadas de sutura. Es vital investigar el cadáver antes de poner patas arriba el resto de la habitación. Ignorando a los agentes, permanece en silencio durante sus observaciones, con el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados, llevándose de cuándo en cuándo el pañuelo al rostro, por el olor, y también para ocultar las expresiones de horror por lo brutal del asesinato. En determinados momentos toca algunas partes del cadáver con las pinzas, evaluando su estado y buscando signos de lucha.

Observando el cuerpo con tu ojo clínico, precisas que Bright fue atravesado por el corazón. Debe haber muerto instantáneamente. Te es complicado dilucidar más allá con el cadáver colgado de la columna y prefueres detener tu análisis ahí.