Partida Rol por web

- ¿Instinto? - Contesta el detective Kroeger. - Parece evidente que no estamos en la escena de un robo, que es lo esperable cuando suecde algo así a alguien de esta posición.

Mientras tanto, Bart Kroeger y el resto de gente observa la metodología de los investigadores con cierta expectación por ver si sacan algo a la luz. Por un lado, Irina Krilov está examinando la escultura del indio, y por otro, Leroy Currie ha apartado una esquina de la alfombra persa junto a la entrada y está analizando algo bajo ella.

Los oficiales ya han dejado el cuerpo de Addison Bright sobre el suelo, y la lanza que lo atravesaba, también.

Flora se acerca al cuerpo del difunto y lo examina con detenimiento y en profundidad, comenzando por las manos, buscando magulladuras, arañazos y cortes de cualquier signo de lucha. Si el asesino se ha llevado unos cuantos golpes antes de hacerle esto al pobre señor Addison, será mucho más fácil establecer un perfil. Si, por el contrario, le pilló desprevenido y no esperaba el repentino ataque de su adversario, también nos servirá para acotar el cerco entre su gente de confianza.  La puerta no fue forzada, ¿no es así, detective?

Flora retira las mangas del cadáver y abre el cuello de la camisa mientras recita en susurros la liturgia del Salmo de David.

El cuerpo de Addison Bright tiene una forma física extraordinariamente buena, con una musculatura sorprendentemente desarrollada para un hombre de su supuesta indolencia. Muestra, además, una larga historia de heridas, alguna de ellas graves. Su cuerpo es un mapa de tejido cicatrizado viejo.

-Antes, cuando estaba aún colgado, solo pude comprobar que Bright fue atravesado por el corazón, muriendo posiblemente al instante. Ahora que Flora ha conseguido que lo bajen, también volveré a mirarlo. Tú eres buena en medicina de vivos, querida Flora... Por desgracia yo tengo algo más de experiencia en medicina de muertos. Los cadáveres cruentamente fallecidos no suelen ser del gusto de cualquiera, pero yo he hallado en ellos un modo de saciar mi curiosidad y resolver misterios acerca de su muerte.

Me acerco de nuevo a mi ex-alumno, procurando centrarme en la parte científica y racional, nl en mis sentimientos de congoja. De nuevo la herida se me antoja mortal de necesidad en primer término, pero quizás haya algo que indique el misterioso motivo.

Observo manos, uñas, ropa... todo lo que pueda.

Las cicatrices del cadáver, por su forma, textura y color, parecen datar todas de entre tres y cinco años de antigüedad. No más.

Addison Bright poseía una buena forma física, con abundante tejido muscular para un hombre de su supuesta indolencia. Un examen más cercano te permite apreciar que todo su cuerpo está recubierto de cicatrices por doquier. La Hermana Flora Godden está examinando el aspecto de dichas cicatrices, así que te centras en otra cosa que te ha llamado la atención y que los conocimientos generales en medicina no parecen llegar a vislumbrar sin las herramientas adecuadas: al palpar el cuerpo percibes formaciones óseas más gruesas en ciertos puntos, algo habitual tras varias roturas y posteriores recuperaciones. Dictaminas, por lo tanto, que casi todos los huesos de Addison Bright, o al menos, la gran mayoría, han estado rotos en algún momento u otro por una serie de incidentes separados, representando un daño físico que eclipsa al de cualquier boxeador o soldado que hayas examinado nunca.

Señor Jennings, ¿tenía usted conocimiento de que el señor Addison se dedicase a la halterofilia o a la lucha clandestina? Sé que la pregunta puede parecer impertinente, e incluso acusativa, pero he podido comprobar que el señor Addison tenía una forma física fuera de lo común, además de una serie de heridas y cicatrices que ha acumulado en los últimos cinco años. Quizá el profesor pueda ilustrarnos sobre la naturaleza de estas heridas, aunque me atrevería a aventurar que no se trata de simples contusiones. Me pregunto como un hombre con la evidente fortaleza y resistencia del señor Addison ha podido acabar así en su propia casa.

- Lo siento, señorita, pero no me consta que el Sr. Addison Bright ocupara su tiempo en ello - responde el Sr. Jennings -.

Cotilleo sin conmiseración por todos lados hasta que doy con algo interesante, o, mejor dicho, mi pie tropieza con ello (pero negaré que haya sido casualidad y no mi gran talento como buscador de quincalla diversa). Aparto la alfombra en la medida que puedo, hasta dejar al descubierto lo que he notado bajo mi calzado.

-Un pedal. Conectado a la estatua del indio. Me recuerda a los que usan los prestidigitadores de teatro y las médiums baratas de salón... Aunque de eso sabe más usted, Srta. Irina, ¿no?- sonrío cínicamente mientras alzo mi voz hacia a donde está nuestra zingara particular para llamar su atención.

-Hay un cable, que llega hasta aquí. Su estatua interesante es aún más interesante, ¿qué tal si probamos qué hace?- le propongo a mi compañera de desventuras y le hago un gesto con la mano para que se aparte de delante de la figura, no vaya a ser que sea algún tipo de trampa con dardos y tengamos otra desgracia... Tras avisarla, piso con el pie el pedal para probar a ver qué hace.

Cuando Leroy acciona el pedal, la estatua no se mueve un ápice. El pedal, por su parte, se le nota suelto, sin oponer ninguna resistencia, y es que el cable que lo conectaba a la estatua aparece seccionado entre el complejo mecanismo de poleas que lo integra, obra de algún cerrajero o similar.

Las formaciones óseas corroboran el dictamen de tu compañera, la Hermana Flora Godden. Todas las roturas parecen haber sido ocasionadas, aproximadamente, de hace unos cuatro años hasta la actualidad.

Como siempre me ocurría, el examinar algo que requiriese mi atención me tenía ensimismado. Miré y remiré el cadáver (así prefería visualizarlo), buscando todo lo posible.

-Amigos, puedo decir ahora que Addison Bright poseía una buena forma física, con abundante tejido muscular para un hombre de su supuesta indolencia. Un examen más cercano me permitió apreciar que todo su cuerpo está recubierto de cicatrices por doquier. La Hermana Flora Godden estuvo examinando el aspecto de dichas cicatrices, así que me centré en otra cosa que me llamó la atención y que los conocimientos generales en medicina no parecen llegar a vislumbrar sin las herramientas adecuadas: al palpar el cuerpo percibí formaciones óseas más gruesas en ciertos puntos, algo habitual tras varias roturas y posteriores recuperaciones. Llegué a la conclusión, por lo tanto, que casi todos los huesos de Addison Bright, o al menos la gran mayoría, han estado rotos en algún momento u otro por una serie de incidentes separados, representando un daño físico que eclipsa al de cualquier boxeador o soldado que haya examinado yo nunca. Todas las roturas parecen haber sido ocasionadas, aproximadamente, de hace unos cuatro años hasta la actualidad.

Tan terribles roturas no han podido pasar desapercibidas. ¿Qué le ha sucedido? 

Eso mismo me preguntaba yo, profesor. ¿Cómo es posible que un tipo aparentemente normal haya sufrido todas estas lesiones en silencio y sin que nadie ser diese cuenta? Y lo que más miedo me da de todo esto... mire al difunto y dígame qué tipo de adversario habría sido capaz de hacerle esto a un hombre tan fuerte y con tanta -supuesta- experiencia en la lucha. ¿Vio usted algún signo de lucha reciente, profesor? ¿o cree que más bien fue un ataque sorpresa?

Mientras el profesor hace unas últimas comprobaciones, ignorando a Flora, ésta se acerca a Leroy, sabiendo que es mejor no molestar al profesor cuando está pensando.

Ese mecanismo parece bastante complejo y, por tanto, fabricado y montado por alguien habilidoso. No creo que este tipo de artilugios se vendan en el mercadillo del que parece haber salido esta estatua. Si alguien entiende un poco de mecánica, sería interesante que nos mostrase qué es este cacharro exactamente, para qué sirve y si tiene alguna patente o algún tipo de información adicional, ya que me da a mí que esto fue un encargo del señor Addison. La estatua tenía algo entre las manos casi con total seguridad. ¿Es posible que el mecanismo mantuviese el objeto en su sitio y alguien lo haya roto para poder llevarse el objeto?

-Maldición- mascullo entre dientes al ver que el pedal no funciona. Es una pura decepción, pero eso no hace que lo deje estar. Para nada. No soy un gran experto en este tipo de estructuras, pero sí sé algo de mecánica y sistemas eléctricos así que pongo en marcha esos conocimientos, que siempre me parecieron poco glamurosos, pero útiles, que mi padre y mi abuelo me enseñaron, antaño. Al fin y al cabo, no me iba a rendir por un cable cortado.

-Igual estaba en un club de la lucha…- digo, con indiferencia, como única aportación al debate entre el profesor y la monja acerca de las heridas múltiples del cuerpo del Sr. Bright. Las apuestas y peleas clandestinas tampoco son exactamente ningún secreto… bueno, menos sus ubicaciones claro. Continuo con mi análisis de la estructura del pedal y de la estatua, tratando de arreglarlo o empalmar el cable, para ver si podía volver a hacerlo funcionar de nuevo.

Observo de nuevo el cadáver, fijándome más atentamente en lo que me sugieren mis amigos. No parecía haber signos de lucha, y así se lo comuniqué.

-No hay signos de lucha reciente, lo único que se aprecia es la herida mortal que todos podemos observar a simple vista. Esas cicatrices se me ocurren que quizás no se las infligió nadie, quizás se autolesionó por algún motivo. Gente que sufre transtornos psicológicos a veces tiene esos comportamientos extraños. Quizás estaba agobiado por alguna cosa, o se sentía culpable por algo... Es sumamente extraño, sí.