Partida Rol por web

Aunque muchos de los seres desaparecen internándose en el bosque, en conjunto todos parecen a la defensiva. El avance del grupo no es interrumpido ni molestado. Los cinco dejan algo de espacio entre ellos, tratando de ser algo menos vulnerables, pero lo cierto es que no hay señal de las pequeñas fatas. Al menos seis se han escondido en las pequeñas casas, del tamaño de las mochilas de los viajeros. Una decena se ha escondido en otros lugares o se han marchado. Dado su tamaño y la magia natural que parecen poseer, esas diminutas criaturas seguramente serán casi imposibles de detectar si quieren evitarlo.

Los náufragos avanzan bajo las ramas que soportan el poblado en miniatura y pronto se dan cuenta de que podrán dejar atrás esta zona sin problemas, si así lo desean.

-¿Por qué no probar?-Pensó el Goblin.-Puede que sirva y todo.

-Hola.-Dijo en voz alta mirando al poblado. Mientras, hizo una seña a todos menos a Bro para que se adelantasen-¿Alguno de vosotros me entiende? ¿Hola?

Mientras todos avanzan, Pikard se detiene un poco tratando de iniciar una conversación amistosa. No hay respuesta. Son demasiado tímidos u hostiles como para contestar. Respecto al idioma, aunque en principio podría parecer una limitación Abrojo y los trasgos lo piensan de nuevo: hicieron hablar a esa roca con un perfecto común, de forma que al menos algunos de ellos tienen que ser capaces de comunicarse en ese idioma.

Drusilda continúa atenta al suelo presta a desnfundar la katana a la menor señal de peligro. Apoya la mano en la empuñadura y prosigue muy observadora y vigilante.

Al darse cuenta del intento del trasgo, Abrojos sonríe, nuevamente sorprendido por los insospechados recursos que demuestra - No vale la pena - le comenta al ver que no hay respuesta - Mientras no intenten volver a "bromear" con nosotros yo no pienso atacarlos - agrega sin cuidar el tono de voz en lo más mínimo

- Y estoy seguro que no les interesa averiguar la otra alternativa - continúa sin soltar su arco - Pero si no quieren hablar, es su decisión. Sigamos -

Vamos, dejémonos de tonterias.

Dork acelera el paso

Dando por imposible la comunicación con esos pequeños seres tan huidizos, el grupo sigue su camino. La ruta ha sido directa hacia el norte, gracias a la buena orientación de los dos trasgos y el semiorco. Pikard, especialmente, señala la dirección sin dudar nunca. Según el grupo de nativos que encontraron en la playa, en unos días deberían de encontrar la Muralla y, con ella, la forma de salir de estas tierras a zonas más civilizadas.

La falta de provisiones hace rugir las tripas de todos menos del previsor Abrojos. El bosque es fértil, de forma que siguen el camino con ayuda de frutas, raíces o setas comestibles, pero para el caer de la noche no les vendría mal cazar algo.

Cuando están pensando en esto, Dork hace un gesto para detener el grupo y avisa, susurrando, de que escucha voces. También Abrojos puede oír el diálogo entre dos personas en un idioma extraño, que parece venir de unas decenas de pasos más al norte. De no haber ido con precaución, se habrían encontrado de frente con quien habla, y en este bosque eso puede ser bueno o muy malo.

Los que hablan todavía están lejos como para ser vistos, o como para que ellos puedan ver al grupo. La conversación apenas se escucha por la distancia, pero es en voz alta. Por la forma en la que siguen hablando, parece claro que ellos no han notado nada raro.

El gesto de Abrojos es claro. EL indice sobre sus labios pide silencio mientras el picaro se esfuerza por escuchar. Casi sin darse cuenta el viejo mercenario abre su palma frente a sus compañeros y con un par de pasos se acomoda a la sombra de los arboles que bordean el sendero

Lentamente, muy lentamente, Lupin se aleja del resto del grupo, dando un paso tras otro, acercándose a las voces e intentando mantenerse en las sombras

Abrojos se separa del grupo y avanza un poco en dirección a las voces. Pronto desaparece de la vista de los otros. Moviéndose con maestría entre la abundante cobertura resulta casi invisible y aun más silencioso.

Abrojos pronto ve a los dueños de las voces. El viejo mercenario es tan sigiloso que se acerca a distancia de poder examinarlos perfectamente sin que ninguno siquiera sospeche.

No son dos, sino tres humanos. Gente morena de cara redonda con rasgos parecidos entre ellos y también con el hombre-oso que les atacó en el campamento. Incluso el viejo de la cabaña guarda cierta semejanza. Los tres druidas, pues Abrojos tiene poca duda de eso, visten con armadura de pieles y llevan bastones como únicas armas. Van muy ligeros, aparte de alguna pequeña bolsa al cinto, quizá con las semillas negras que han visto ya o hierbas.

Solo dos de ellos hablan, de ahí la primera impresión. El tercero apenas dice alguna palabra de vez en cuando. Los dos dialogantes parecen discutir sobre algo importante, a juzgar por el tono. Desgraciadamente, lo extraño del lenguaje no permite sacar más conclusiones sobre el tema de debate.

Tras una leve ausencia el viejo mercenario regresa con sus compañeros, moviendose tan sigilosamente como cuando se fue - Los Druidas - murmura sin levantar el tono de voz mientras eleva una desus manos mostrando tres dedos - Quizás "la nueva generación" - no puede evitar copiar la extraña forma de hablar del invidente

Con todo Abrojos no se queda con el grupo, sabe que el sigilo es su mejor baza y no piensa perderla. Nuevamente da un par de pasos y se acerca a los arboles, dispuesto a utilizarlos para esconderse en cuanto termine la conversacion.

El viejo mercenario ssabe que su ventaja es no ser detectado, y piensa utilizarla antes de que el resto se acerque a los druidas

Drusilda conocía poco del poder de esos Druidas, por lo que prefirió mantenerse a la expectativa y que los mas sabios decidiesen qué hacer. ¿Qué hacemos?¿Esquivamos, emboscamos o saludamos sin mas? - musitó en voz baja.

-Yo puedo acercarme con Bro a saludar.-Susurró el goblin adelantándose un poco.-Aunque esta capa no será necesaria.-Dijo quitándosela y guardándola en un fardo con la piel del huargo.- Los demás podéis encargaros de cubrirme si fuera preciso, y a lomos de Bro saldría rápido de allí en ese caso. ¿Os parece bien? 

Demos un rodeo y sigamos nuestro camino

Cerca de los árboles y dispuesto a utilizarlos como cobertura Abrojos escucha las opciones y, finalmente, da su opinión - Debemos saber, de una vez, si podemos contar con su ayuda o si nos van a atacar en cuanto nos vean. Si los rodeamos no lo sabremos, creo que la idea de Pikard es la mejor -

- Yo estaré en la espesura, cubriendote con mi arco - propone mientras se dispone a volver a internarse en la espesura - lo suficiente como para que escapes, o como para que llegue el resto al rescate - completa el "plan"

- Antes de avanzar dame unos minutos para ubicarme - le solicita, sacando su arco y disponiendose a llegar al mismo sitio donde llego unos minutos antes... desde donde ve y no es visto

Dork y Drusilda se encogen de hombros, pero los trasgos y Abrojos están convencidos de que tratar de contactar pacíficamente es la mejor solución. Por supuesto, también puede resultar arriesgado, pero toman todas las precauciones posibles: Abrojos no tarda en ocupar su posición privilegiada, oculto en un flanco desde donde no es visto y podría atacar por sorpresa o huir; Pikard va después, seguido no muy de lejos por los demás.

Cuando Pikard se acerca a lomos de su lobo negro escucha las voces más claras. Dos hombres discuten en un idioma extraño. Al llegar donde están ve que son tres druidas, no dos, y el tercero estaba en silencio. Los hombres no han escuchado al viejo pícaro, pero sí oyen llegar al trasgo justo a tiempo para verle aparecer.

Los tres se ponen en guardia inmediatamente, reaccionando como harían ante un enemigo. Uno de ellos comienza a vocalizar un hechizo...

-Tranquilos, no hay necesidad de eso.-Dijo el goblin haciendo un gesto a Bro para que se quedase más o menos quieto.-Mi compañero y yo solo estamos de paso. No deseamos mal alguno a esta tierra. También somos aliados de la naturaleza.

Al notar los gestos del druida, Abrojos toma una flecha y la empulga, apuntando al conjurador. El viejo picaro sabe que es dificil completar un conjuro cuando se recibe daño y estada dispuesto a provovocarlo... excepto que lso "servidores de la naturaleza" decidean hablar con su compañero en vez de agredirlo

Las palabras de Pikard no apaciguan tanto a los druidas como para que interrumpan el conjuro, de forma que Abrojos se decide a hacerlo. Desde su escondite a unos 15 pies de distancia suelta la flecha contra el druida que lanzaba el conjuro apuntando con precisión.

La flecha, inesperada, se clava en el hombro, atravesándolo, y el hechizo se pierde. Los druidas se saben víctimas de una emboscada, pero los mercenarios estaban preparados para actuar.