Partida Rol por web

Dork agarra con fuerza el garfio y golpea la espalda del marinero, a la segunda vez el garfio se clava en la pierna del marinero, Dork intenta levantarlo, pero lo único que pasa es que el marinero chilla como un cerdo. El sonido molesta tanto a Dork que suelta el garfio y con el hombre retorciéndose en el suelo agarra su cabeza y la estampa una y otra vez hasta que a Dork no le queda nada en las manos que golpear contra el suelo. Acto seguido se incorpora buscando al siguiente enemigo y al ver que la situación está controlada aprieta los puños, gruñe y grita al cielo de frustración.

- grrrr ¡AAAAAAAARG!

- Bueno, parece que conseguimos un barco nuevo... uno más grande - comenta el viejo Abrojos mientras enfunda su estoque y mira a su alrededor tratando de hacerse a la idea del tamaño de su nuevo medio de transporte - Probablemente sea lo ideal para poder desembarcar en... donde sea que debemos desembarcar - añade mientras piensa en las posibilidades

Sus pensamientos son rápidos, lo suficientemente rápidos como para observar al bote que se aleja y darse cuenta de lo que significa dejarlos huir

- Debemos acabar con ellos - sentencia seguro de sus palabras - Respecto a este - señala al unico sobreviviente despues de que el semiorco despachara al que tenía delante - la capitana decidirá si necesita más tripulación o no, pero esos... Esos son testigos - insiste señalando al bote que se aleja - No solo nos vieron las caras, sino que pueden declarar que este barco ya no es más luskanita - explica a sus compañeros - Quizás esta sea un buen momento para usar esas flechas incendiarias - comenta, dejando en claro que sus agudos ojos no han perdido detalle de las acciones de sus compañeros. Dirigiendose a la capitana le pregunta - Puedes acercarnos lo suficiente como para tenerlos a tiro? Creo que a ti tampoco te interesa dejar testigos de como adquiriste tu nuevo barco, no? -

- Tengo unos viales de aceite... Y apretados como están no creo que puedan resistir un buen incendio en un bote tan pequeño... sobre todo con tantos tiburones alrededor - sonríe socarronamente mientras mete la mano en su morral mágico y se prepara para preparar los viales como armas deflagadoras - Cuando terminemos con los testigos podemos investigar que nos han dejado tan amablemente para nuestro disfrute -

La semielfa recuenta a sus compañeros 1,2,3..¿Todos estamos bien verdad? Bien! se acerca a la borda buscando los que quede del mago, pero no ve nada (verdad dj? XD) Capitana, sugiero que recojamos rápidamente lo que queramos recuperar del temerario y desamarremos las naves para evitar que el fuego nos aborde - comenta mientras vuelve a enfundar su catana, cruza al temerario y recuperando sus mochilas con su equipo vuelve de nuevo al Dragón -. ¿Qué hora es? ¿Cuanto falta para que amanezca? Ese fuego se habrá visto desde muchas millas de distancia. ¿Divisamos tierra capitana? Debemos tocar tierra lo antes posible, así nosotros y su tripulación podremos descansar y proseguir nuestras misiones. Por todos los Dioses! - refunfuña - estoy empapada. Voy a cambiarme un momento- y se dirige con la mochila a la espalda hacia al camarote a popa, cerrandolo con el pestillo para cambiarse.

Deposito la mochila en el suelo, me quito la coraza y me quedo en bolas. Me seco con la ropa interior que llevaba ya bastante mojada. Reviso que no haya nadie mirando por ninguna rendija, reviso que la puerta está bien cerrada y procedo a inspeccionar sigilosamente el camarote del que debía ser el mago ..o del cápitán. Busco información sobre la misión del barco, el mago, quizás algo de tesoro.... a ver que encuentro. Me pongo unas mudas limpias y un vestido negro de una pieza hasta un palmo por encima de la rodilla. Ajusto la catana a su cintura. Vuelvo a empaquetar todo, Coraza incluida, dejando la ropa húmeda colgada de la mochila para que vaya secandose. Dejo fuera un cepillo de pelo para peinarme en el exterior cuando vuelva a salir.

La capitana miró con desaprobación lo que hizo el semiorco con aquel marinero luskanita. No era una cuestión de moral de batalla, pero los marinos son supersticiosos y creen firmemente en la Justicia del Mar. Esperaba que los dioses mojados estuvieran mirando hacia otro lado...

Da prioridad a revisar rápidamente el barco y controlar el fuego, pero los mercenarios no parecen ir a dejarla en paz... Respirando hondo, ve la sensatez en las palabras de Abrojos y reacciona rápido.

BROM, KARL, SEGUID CON EL FUEGO les dice a su tripulación. VOSOTROS habla ahora a los mercenarios del Calamar USAD LA BALISTA DE PROA PARA HUNDIR EL BOTE.

KIRK, PIKARD, A LA BALISTA DE POPA.

Ahorradora en palabras y con poco tiempo para explicaciones, la capitana no contesta específicamente a Abrojos sobre el fuego, pero el que siga el plan de acción que sugiere el viejo de atacar el bote se entiende como una confirmación.

NECESITO MANOS PARA SALVAR LO QUE SE PUEDA DE NUESTROS BARCOS Y HACER INVENTARIO DE ESTA NAVE. Habla refiriéndose a Dork, los mercenarios de Calamar que no estén con la balista o la otra tripulación.

Necesito comprobar el timón. Yo lo hubiera incapacitado antes de abandonar la nave, pero quizá no tuvieran tiempo. Ignora premeditadamente a Drusilda, y refunfuña algo de la "dama de ciudad" que no soporta el agua de mar.

¡Oh, Dioses! murmulla. Y QUE ALGUIEN ATE A ESE, NOS LO LLEVAMOS COMO PRISIONERO A DONDE VAMOS.

¡Eh, eh, eh, eh, eh. No tan rápido, sirenita!

El capitán del Calamar entra en el barco enemigo junto a sus tres marineros. Les hace un gesto a sus mercenarios que parece querer decir "no le hagáis caso a esa bruja".

Tu nave se hunde, princesa, igual que la mia. ¿Quién te ha nombrado capitán de esta? Para llevar un barco de guerra hace falta un hombre. ¿Eh?

Ríe roncamente. Una mujer dirigiendo una galera....

Además, harán falta mis tres marinos y contigo solo veo dos. ¡Eh! Ya tengo segundo de a bordo, pero te dejaré llevar el timón.

A la capitana le crujen los dientes de rabia. No hubiera llegado lejos si no supiera soportar los comentarios machistas de los matones, pero también está acostumbrada a vivir en un mundo en el que ellos se suelen salir con la suya.

La furia solo le dura un segundo. Relaja su rostro y responde, impasible.

Yo lo veo de otra forma, pirata. Solo te quedan tres soldados y uno está malherido. Yo tengo seis mercenarios. Eso lo convierte en MI BARCO. ENCIÉRRATE EN LA BODEGA Y NO ACABARÁS DÁNDOTE UN BAÑO CON LOS TIBURONES.

Los mercenarios del Calamar, sorprendidos, se ponen a la defensiva. Uno desenfunda su espada con la vista fija en los del Temible, otro echa la mano a la empuñadura pero con poco convencimiento. El que está malherido solo mira atónito. No esperaban este giro de acontecimientos y el seis contra tres no les convence. Además, las lealtades de los mercenarios, siempre débiles, ahora están confusas. Habían aceptado las órdenes de su capitán, pero ninguno de estos marineros es quien paga. Los dos son sus jefes... o ninguno. Los simples guerreros fruncen el ceño, poco acostumbrados a estas sutilezas y zonas grises de su contrato. Casi desean la simpleza de un combate, así que resulta difícil decir cómo reaccionarán.

Las dos tripulaciones ocupan la popa y la proa, separadas por 20 pies y por una tensión que podría cortarse con cuchillo. El baño de sangre puede no haber terminado.

El capitán del Calamar no reacciona. No parece querer tragarse el farol de la capitana. Pero ¿es un farol? Eso depende de los mercenarios tan bien armados que tiene detrás...

Dork lleva las palmas de sus manos ensangrentadas a su cara, donde hacen contacto con su piel y las va bajando hasta el pecho, llegando al abdomen y ya manchado totalmente de sangre, sus manos se separan a los costados, donde se encuentran con su martillo de guerra y su hacha de mano. 

Dork da un pequeño paso y algunos corazones se aceleran durante un momento al escuchar el crujir de un trocito de cráneo.

Sonríe.

Retomando su arco, el goblin retrocedió un paso mientras ponía una flecha en él.

-¿Lo hacemos fácil o difícil, calamares?-Preguntó sonriendo.

Ahora yo debería estar colándome en el camarote de la elfa para ver como se cambia...-Pensó el goblin.-Mira que son inoportunos.

Drusilda sale del camarote todavía con las ropas mojadas. Se ha quitado la coraza, pero ha salido a ver qué pasa al oir gritos.

Aunque se ha desprendido de la armadura, sigue llevando su espada curva al cinto, y tiene cara de mal humor.

- Es una lástima que la gente del calamar deba volver a su propio barco... aunque se esté hundiendo - comento Abrojos con calma mientras vuelve a desenfundar su estoque y se pone al lado de la capitana - Pero, en ESTE barco, hay una capitana, mujer, y el que no lo acepte no tiene derecho a permanecer en el - agregó sin inmutarse

- De cualquier manera creo que ese - señaló al capitan - debe salir de aquí si o si. No me gustan los motines. Sobre el resto... bueno, como dije hay solo una capitana a bordo -

Tras pensarlo un momento concedió - Pero como nuestra capitana es generosa, podríamos encerrarlo en la bodega para que no tenga que nadar que sus amigos los tiburones. Pero terminemos esto rápido, ese bote se está alejando. O será que esa es la intención de este? ESpero que no, sino debería matarlo. Uds. dos - señala a los marineros del calamar - Ya escucharon, a la balista de proa. Y espero que tengan buena puntería -

Brrrrrrrrrrrrr, ¡ESTE! ¡YA HAS OIDO A LA CAPITANA! visiblemente empapada y enfadada avanza directamente hacia el capitán. Lleva el vestido de algodón que portaba bajo la coraza, de color negro, totalmente ceñido en la zona del torso, con las mangas muy cortas y la parte inferior en forma de falda con corte diagonal. En la pierna izquierda, acariciada por la catana que porta a ese lado, se queda a un palmo por encima de la rodilla, mientras que en la derecha, para ganar movilidad, deja el muslo casi completamente al aire. El escote, estrecho pero muy pronunciado con un largo canalon, está pensado para mantener  todo en su sitio durante el combate, y ahora, totalmente empapado se pega como una segunda piel resaltando sus firmes pechos y abultados pezones. (Las semielfas conservan sus virtudes durante cientos de años) Se planta junto a Abrojos con las piernas ligeramente abiertas y su mano izquierda apoyada sobre la empñadura de su arma. DUDO MUCHO QUE TUS HOMBRES O TU QUERAIS VOLVER A ESA NAVE DE PROA HUNDIDA! AL SUELO, VAMOS A ATARTE Y LUEGO YA VEREMOS. AL SUELO Y RÁPIDO QUE DORK TIENE GANAS DE SANGRE!

El capitán del barco opuesto abre la boca para decir algo, pero en ese momento el mercenario que tenía detrás le da un golpe seco con la empuñadura de la espada que lo deja inconsciente. Sin perder más tiempo (y haciendo como que no ha pasado nada) se ponen a los mandos de la balista mientras el tercer guerrero, el malherido, ata a los dos prisioneros, el luskanita y el capitán del Calamar para meterlos en la bodega. Los que antes eran sus marineros se apresuran en parecer útiles y cumplir las órdenes de la nueva capitana. Si alguien se distrae, es solo por la visión de la semielfa, pero la presencia de Dork les ayuda a centrarse.

El bote todavía no ha salido del alcance de proyectiles arrojadizos y mucho menos de las balistas.

La confirmada capitana del navío se da la vuelta y solo dedica un momento para dedicar una seria mirada de aprobación, quizá agradecimiento, a los mercenarios.

Corre hacia el timón. Si el barco está operativo podrán evitar que el bote haga distancia. Entonces hundirlo será como pescar un pez en un barril.

El semielfo pone su arco a la espalda y se tapa la boca y nariz con la manga para bajar a la incendiada bodega del Temible y rescatar lo posible antes de que se vaya a pique.

El vendaval se ha transformado en una fina llovizna que parece a punto de agotarse. El viento helado sigue soplando con bastante fuerza pero las tormentas en esta época del año son tan breves como violentas.

Todavía quedan horas de oscuridad y la mayor dificultad para acabar con el enemigo que huye será distinguirlo en la penumbra. Abrojos y los mercenarios del Calamar tendrán dificultades; los trasgos, por otro lado, sonríen pérfidamente al ver el bote tan claro como si fuera de día.

Dork mira de reojo a los marineros mientras enfunda sus armas. Luego se dirige con pesados pasos hacia una de las balistas y sus brazos trabajan para mover la manivela y prepararla para cargar el proyectil.

Sabiendo que lo suyo es más el combate cercano y quizá no tanto el calcular el ángulo del proyectil según el viento y el movimiento del barco llama a uno de los trasgos.

¡Kirk! yo monto la máquina de dolor y la muevo, tu dime hacia donde y luego di ¡AHORA! y yo disparo.