Partida Rol por web

Artellus lanza las dos granadas y espera a que exploten. Antes de hacerlo se las escucha rebotar por toda la nave, hasta que finalmente un doble estallido da la señal de salida.

El asesino entra en la nave, escopeta por delante, preparado para volar la cabeza a lo primero que encuentre. Y lo primeo que encuentra es la inmensa bodega de carga: una habitación de unos 12 metros de largo por 5 de ancho en la arte más gorda de la panza y apenas 2 en el extremo. Está llena de cajas y las luces están apagadas.

Me cago en todo...

Avanzo lentamente hacia la primera agrupación de cajas listo para disparar en cuanto mire por encima de ellas si hay alguien.

Avanzas con sumo cuidado hasta la caja y en el último momento das una zancada para pillar desprevenido a lo que sea que haya detrás. Sin embargo, no hay nada.

El sonido de un disparo te hace ponerte a cubierto, junto con el sonido de un hombre gritando.

-¡Arranca! ¡Nos vamos de aquí! ¡Ese mamón de Johan nos ha encontrado!

La puerta por la que has entrado comienza a cerrarse, pero demasiado tarde para evitar que algunos bienes caigan por ella.

Te encuentras tan concentrado mirando como la mercancía cae que no te das cuenta de que tienes cajas a tu espalda hasta que es demasiado tarde. Una caja te golpea y te hace caer hacia la abertura que da al vacío.

Por suerte, en el último momento consigues agarrarte al borde de la compuerta. Giras la cabeza y ves como bajo tus pies ya no hay nada: la nave ha despegado, y te encuentras a cientos de metros del suelo. La plataforma del hangar está demasiado lejos para volver de un salto.

¡Maldición! Que cerca estuvo esa...tendré que eliminarlos ahora y aterrizar la nave como y donde pueda...aunque eso me podria venir bien...seguro que a Johan no le importa tener una nave como esta.

Intento volver a ponerme en pie y dirigirme hacia las cajas de el centro del hangar con la escopeta lista para disparar y vigilando también las cajas de los alrededores, en busca de quien me ha disparado.

Artellus se impulsa con brazos y piernas en el borde por el que estaba a punto de caerse y sale corriendo hacia la primera fila de cajas.

Cuando está a medio camino, vuelve a oir disparos, pero no es lo suficientemente rápido como para tirarse al suelo. Por suerte una fuerte sacudida de la nave hace que el hombre que le dispara pierda el equilibrio y desvele su posición, a la vez que deja una preciosa línea de puntos en la pared que queda a la derecha del asesino.

Artellus consigue llegar hasta las cajas de una pieza y ponerse a cubiero. Esta vez la suerte ha estado de su parte pero, ¿cuánto le durará la racha?

¡Joder! Que cerca estuvo esa...

Salgo de detrás de las cajas y disparo al enemigo(si está escondido detrás de algo y no lo veo espero a que salga).

Artellus se asuma y paciéntemente espera a que su objetivo sea un blanco fácil. A pesar del escaso alcance de su arma, la excelente habilidad del tirador está a la altura del disparo y hace un impacto limpio en el pecho de su contrincante. El pobre desgraciado sale volando por el impacto y queda sentado contra la pared, pero aún vivo.

-¡Arg! ¡Me ha dado! ¡Ese cabrón debe ser un profesional!

El herido intenta levantarse y huir hacia la cabina mientras hace fuego de cobertura contra el asesino. Desde luego, es su única opción, ya que el reguero de sangre que deja a su paso le delataría en cuaquier intento de esconderse.

Genial...vamos a rematar a ese cerdo.

Me mantengo detrás de las cajas y recargo la escopeta lo más rápido que puedo.

El hombre herido desaparece por la puerta mientras recargas la escopeta, y oyes como cierra una puerta tras de sí. Empiezas a perseguirle siguiendo el rastro de sangre que ha dejado y llegas a una puerta metálica que da a la cabina. La puerta tiene un sistema eléctrico de apertura y se abre lateralmente. Está claro que tu víctima está allí, pero.. ¿Estará solo?

Bueno...ahí vamos...

Si me quedan granadas fotónicas cojo una. Abro la puerta y tiro la granada dentro de la cabina, hasta que oiga la explosión de la granada mantendo la puerta cerrada, y en cuanto explote abro la puerta y disparo al primero que vea con la escopeta.

Intentas abrir la puerta, pero te encuentras con que el  hombre herido está atascando el mecanismo con sus propias manos (metiendo los dedo en las ranuras y haciendo fuerza para frenarlas, tiene pinta de doler).

El forcejeo es breve, y de un placaje lo derribas y apartas de la puerta sin mayor dificultad. Luego lanzas tu última granada fotónica dentro de la cabina y cierras la puerta. Escuchas los gritos de pánico de dos hombres mientras preparas de nuevo tu escopeta para disparar, y luego el sonido sordo de la explosión, acompañado de una fuerte sacudida de la nave quete hace caer al suelo.

¿A quién cojones se le ocurre lanzar una granada aturdidora en la cabina donde está el piloto de la nave? -Dice tu sentido común detro de tu cabeza.

A la primera sacudida siguen otras de menor intensidad, y comienzas a deslizarte hacia la bodega de carga por el suelo: la nave está cayendo en picado, y con tanto sube y baja te hace golpearte contra las paredes perder tu arma, que cae hasta la bodega.

Me lo tengo que mirar, cada día soy mas estupido...

Me intento levantar y desenfundo la pistola mientras camino(o al menos lo intento) hacia la cabina para terminar el trabajo y, en última instancia intentar que la nave aterrice...

Haciendo acopio de toda su habilidad adquirida tras años de combates en las montañas, Artellus trepa por el pasillo sin demasiada dificultad y llega hasta la puerta. Saca la pistola, abre la puerta y... ¡Sorpresa!

Un pesado bulto cae al abrir la puerta. El asesino es incapaz de apartarse a tiempo y se ve arrastrado de nuevo hacia la bodega de carga.

Tras unos instantes de caída siente como el aire escapa de sus pulmones al golpearse contra la primera fila de cajas, y escucha el sonido de huesos rotos cuando impacta a su lado el hombre herido que le había caído encima.

Un par de sacudidas más y de repente un gran golpe hace que Artellus se precipite contra la pared (otra vez). La nave da un par de golpes más mientras da vueltas sobre sí mísma, y finalmente se para en seco. ¡La nave se ha estrellado!

"Joder...la próxima vez que me suba a una nave lo hago sin granadas..."

Me levanto tan rápido como puedo y cojo la pistola por si acaso el piloto sigue vivo. Avanzo lentamente hacia la cabina mirando con cuidado a ver si veo mi escopeta.

Artellus ve su escopeta colgada del techo de la nave. Por lo visto se quedó allí encajada con los primeros vaivenes del vehículo. Sin embargo, del tripulante muerto no parece haber ningún rastro.

Las luces de todo el armatoste parpadean, como expirando su último aliento, y multitud de cables se han desprendido de las paredes o cuelgan peligrosamente del techo desprendiendo fugaces haces de corriente. La puerta de la cabina permane ce con una mitad cerrada y la otra en un bucle que la hace cerrarse para abrirse al instante.

Intento coger la escopeta del techo mientras vigilo que no aparezca el piloto.

Artellus pega un salto y aggarra la escopeta, que cede sin ningún problema volviendo con su lejítimo dueño.

Preparo el arma para disparar y me acerco a la cabina del piloto. Una vez en la puerta intento ver si hay alguien ahí dentro.

Cruzas la puerta de la cabina sujetándola con la mano para evitar que te aplaste, mientras en la otra llevas la recortada (supongo).

En lo que hace unos momentos fue la cabina, encuentras una gran cristalera rota y un montón de paneles de mando hechos trizas. Por la distribución del habitáculo deduces que había sido diseñada para dos personas, pero todo el lado izquierdo se encuentra destrozado por el impacto y ahora solo es un amasijo de hierros retorcidos. Al otro lado se encuentra aún una silla sobre la que está desplomado un hombre con varias heridas y cristales clavados en su cuerpo.

Deduces que ese hombre es el piloto que te ha salvado la vida haciendo un aterrizaje de emergencia, aunque no sabes dónde ni si está vivo.

"Maldición...no puedo matar a un hombre que me ha salvado la vida...sin embargo, dejarle vivo supondría arriesgarme no solo a que me busquen a mi, si no que también a Johan...maldito dilema..."

Pienso mientras toco el colgante.

"Ya lo tengo, le dejaré aquí, si sobrevive, será cosa del Emperador, dejaré una nota que le haga reflexionar sobre pagar su deuda, cosa que probablemente haga si sale de esta, y me marcharé."

Busco algo donde escribir la nota mientras vigilo el cuerpo herido por si se levanta o algo. También miro a ver si hay algo de valor que le pueda interesar a Johan.