Partida Rol por web

Te cuesta reconocerla, pero es una letanía mágica. Una letanía de invocación muy poderosa.

Al oír la letanía, el borracho se levanta tambaleante y se dirije hacia una ventana.

Ya está. Ya han empezado. Ahora sólo nos falta esperar el Juicio Final.

Me acerco corriendo al lado del borracho para mirar por la ventana en cuanto escucho la voz que viene de fuera.

-Tenemos problemas graves. Estan invocando a algo-dice con preocupación-Y a algo poderoso. Puede que peor que los muertos vivientes.

Rodrigo reacciona.

- Señores, está ahí fuera. Coged maderas y prendedlas en la chimenea, coged cuchillos o cualquier cosa que os sirva ¡¡Es ahora o nunca!! Vamos, ¿quién me sigue? - alza su espada corta en señal de poder.

¡¡¡¡¡Arrepentios!!!!! ¡¡¡¡¡Si realmente esto es nuestro Juicio, sólo los Penitentes de Verdad verán el Cielo!!!!!!

¡¡¡¡REZAD!!!!¡¡¡REZAD o os pudrireis en el Infierno!!!

Los Campesinos que quedan, intercambian miradas de terror. No tienen muy claro que hacer. Tienen claro que rezar no ha servido de mucho hasta ahora, pero parece que las cosas se han desbocado más allá de lo que creían.

Poco a poco, incrédulos, empiezan a rezar, más por miedo que por convicción.

La mujer y la niña se arrodillan y empiezan a llorar.

Sólo les faltaba las palabras del Pelegrino para romper en llantos.

El Posadero mira a su alrededor con estupefación.

Está rígido como una estatua, y sólo un murmullo sale de sus labios indica que está vivo, aún.

Lo siento Señor, le he fallado. He dedicado toda mi vida a esto, desde que llegué a este pueblo, y ahora se saldrán con la suya... Lo siento, de verdad que lo siento. Espero que allí donde esté, sepa como perdonarme, porqué desde aquí no veo perdón posible.

El Caballero ha estado en silencio durante un rato. Era imposible saber si rezaba o meditaba algo.

Poco a poco, dirigía la mirada hacia el posadero mientras este murmuraba por su Perdón, y se le iluminaron lo ojos.

Esto sólo puede ser obra de ese maldito Abad y su secuaz. Y solo sé un motivo para que se hayan atrevido a hacer algo así...

Y el silencio se impone en la sala, sólo roto por un cántico en una lengua imposible, en la lejanía.

Todo el mundo se queda mirando al Caballero.

Hay que hacer algo-dice volviéndose-Si termina la letanía será peor.

Avanza hasta su sitio en la mesa y se sienta. Si seguian asi morirían antes del amanecer. Mira a todos los presentes y se para en el caballero, que acaba de hablar.

-¿Y cuál es ese motivo? Por que querría alguien querría hacer algo así?

Desde que ha comenzado la letanía, Elena todavía no ha reaccionado. La mujer se ha quedado clavada en el sitio, mirando hacia la puerta con los ojos bien abiertos.

El terror se dibuja en sus facciones como si estuviera marcado en hierro. Se incorpora y da unos pasos vacilantes. Saca nuevamente su cuchillo... Podría hacer uso de la espada de Luis, que continúa allí abandonada, pero ni se lo plantea. Un sudor frío cubre su cuerpo. Respira profundamente, llenando sus pulmones con el efluvio de la muerte...

Sus ojos se dirigen al caballero. Al único que ha visto mantener la compostura en toda la noche. - Sí, decidnos que pensais... Por favor - Suplica con los labios resecos...

Rodrigo se gira y mira al caballero ante las palabras de este. El ansia se hace visible en su rostro, necesitaba respuestas. Baja la espada y se dirige donde él.

- Por favor, díganoslo - dijo mientras cogía del brazo al caballero e intentaba zarandearlo, mas la estatura y fuerza de Rodrigo no era comparable a la masa corporal y la armadura del caballero, así que no consiguió moverlo lo más mínimo. - Necesitamos información para hacer frente a lo que hay ahí fuera...

El Posadero mira fijamente al Caballero, con curiosidad y odio, mientras aprieta fuerte el garrote que ha usado con cierta presteza contra los muertos vivientes.

Si, Caballero, nos gustaria saber como sabe usted que son el Abad y el Señor quienes están llevando a cabo esta blasfemia...

Su tono de voz no invita a réplica. Sólo a una respuesta correcta.

La cara del Caballero, en cambio, refleja que ha pensado en voz más alta de lo que creía que debía haber hecho.

Cogido por sorpresa, pero viendo que el mal ya estaba hecho, observó a todo el mundo, uno por uno, y finalmente respondió al Posadero, mirándole fijamente a los ojos. Sabía que si daba una respuesta incorrecta, quizá le costaría la vida.

Mis conocimientos de magia són más bien escasos, se lo aseguro y, como ya les he dicho, estaba de paso para cumplir con una promesa que le hice a un buen amigo antes de morir.

Aún así, cuando el maese mercader ha preguntado por quienes podían haber hecho un conjuro, el venerable anciano ha dicho que sólo sabía de cuatro personas que pudieran haber estudiado magia, por los alrededores.

El anciano asiente con un murmullo y los campesinos aprueban sus palabras con un movimiento de sus cabezas.

Una murió hace años, según lo que ha dicho usted, y otra la conocí yo y puedo confirmar su muerte y su valor como persona y buen hijo de Diós. Más aún, defenderé su Honor con mi vida si fuera de menester. -dice apretando su mano en el pomo de su espada.

Así que sólo quedan dos personas de las que se han dicho: El Abad y el Señor.

Un murmullo de asombro corre por los campesinos.

El Anciano y el Posadero miran al Caballero con los ojos como platos.

Eso... ¡¡Eso quiere decir que usted le conoció!! ... ¡¡Usted conoció al Caballero!!

Al final encontró su lugar en el mundo, pues. Allá en Tierra Santa. Descanse en Paz, pues.

- De acuerdo, cree que puede ser el abad y el señor... Pero, la verdad eso ahora de poco importa... Estais escuchando lo mismo que yo, allí se está armando una muy gorda... Tenemos que hacer algo y ya. ¿O conoceis alguna manera de acercarnos a esos dos sin tener que enfrentarnos a lo de fuera? - Un escalofrío recorre el cuerpo de Elena, la mujer casi empieza a desvariar. El cántico de fuera le pone los nervios de punta.

Se frota sus manos sudorosas en el vestido que lleva. Tiene miedo, un miedo irracional que no puede controlar.

-Sea como sea, tenemos que pararles ya. Si el conde, el abad, o quien quiera que esté ahí fuera termina de recitar eso no se que pasará, pero será malo...y no nos queda mucho tiempo que digamos-dice un poco apresurada escuchando todavía la letanía.

De repente te acuerdas. Hace años que no pensabas en ello y casi lo habías olvidado, pero para parar la magia maligna se necesita un contraconjuro benigno (que tienes escondido por algún rincón de tu cabeza) y mucha fe.

Usar elementos sagrados (reliquias, bíblias, etc...) ayuda mucho.

El anciano miraba al suelo con el rostro compungido.

Las revelaciones que acababan de escuchar le habían desconcertado.

Así que al final el Caballero se fué a Tierra Santa...

Le creímos moribundo en el asalto a esta misma casa, dónde murió el cura y dada la naturaleza de los atacantes, no nos sorprendió que no apareciera un cuerpo, al igual que el monaguillo. Pobre desgraciado. Se metió en medio de todo el embrollo sin quererlo ni beberlo y lo pagó caro.

Miró al Caballero, después a los Campesinos, y finalmente posó sus cansados ojos sobre el posadero, mostrando cierta sorpresa.

Pero me sorprende mucho que usted lo sepa, posadero. La mayoría de la gente del pueblo prefiere olvidar esa historia, portadora de grandes desgracias para todos nosotros.

Vuelve la vista hacia el Caballero.

¿¿Y ahora nos dicen que ese par de bastardos quieren recuperar la casa o llevarla al mismo infierno?? Esto es de locos...

-¿Pero, quién es ese caballero de quien todos habláis? ¿Qué le sucedió? ¿Que tiene que ver en todo esto.-hablaba muy rápido. La cantidad de información que había mrecibido en tan poco tiempo era abrumadora.