Partida Rol por web

De repente, el borracho empieza a gritar.

¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOO!!!!!!!!!

¿¿¿Es que no lo veis??? ¡¡¡está claríiiiiiiisimo!!!

No es el demonio lo que acecha entre la niebla... eso es cierto... pero lo que deba hacerse, se hará y se hará en un plazo determinado... que no será ni más largo, ni más corto... sinó el justo y necesario....

Tan rápido como ha salido de su embriaguez, empieza a sollozar.

¿¿Porqué??¿¿¿porqué???¿¿¿¿PORQUÉEEEE????

Empiezas a pensar en lo que ha dicho el borracho, y te das cuenta de una cosa:

Esta niebla es mágica, es una niebla invocada para esconder algo.

Dirías que tiene ciertos poderes de más que desconoces, pero estas convencida de que es mágica.

Rodrigo permaneció sentado, el interesaba saber en qué acabarían las discusiones, así que prestó atención a la conversación que iba mantener Elena con el anciano.

Reflexiono sobre lo que acaba de decir el borracho durante unos segundos de silencio. De repente se le ocurre una idea.

-Esa niebla no es normal-digo más para mi misma que para el resto de mis compañeros-es una niebla mágica. Está echa para ocultar algo, pero me pregunto que será.

Mientras digo esto me acerco a la ventana intantando ver algo raro aparte de muertos vivientes.

-Por favor, ¡calmese!, no ve que no le estamos entendiendo, expliquese.-como mis compañeros no parecen dispuestos a hacer nada y el borracho perece no quiere conrestarme le digo- ¡Calmese! no ve que esta borracho, esta sufriendo una crisis cerebral, mi recomendacion es reposo y quiero que te quites el extres de encima, ¿me ha oido?-Seguramente no me ha estado eschuchando, se lo repetire- pienso paramis adentros-así que le digo al borracho-Pongase comodo y y respire hondo es lo mejor para calmar el extres, si haces lo que te digo se te pasara pronto la crisis celebral- miro a mis comañeros y les digo vcon voz de creido- he hecho un buen trabajo ¿verdad?

El borracho mira un momento a Luís, y gira su mirada a la jarra de vino, ya enfriado.

Repite este movimiento unas veces y de repente parece que se concentra en el médico.

Se le queda mirando un buen rato, como si estuviera analizándolo, leyendo su pensamiento, y súbitamente, se echa a reír.

Pasados unos primeros instantes, da un trago eufórico a su jarra, y vuelve a lloriquear.

Estamos condenados... condenados... condenados... Y Diós no vendrá a buscarnos.

Elena sonríe al comprobar que el anciano parece encontrarse mejor. Levanta un momento la cabeza observando al médico que les acompaña.

Cita:

¿Un buen trabajo? Decirle a un borracho que lo está es hacer bien su función... Vaya pues entonces equivoqué mi profesión, ya que hasta eso lo supe ver.

Elena no ha podido morderse la lengua, y finalmente, con tono cínico, le dice a Luis lo que piensa... Mierda, nunca sabré estarme callada... Niega con la cabeza y vuelve a prestar atención al anciano que ya medio incorporado espera el vino que tiene que traerle la niña.

Perdone... Le dice mirándole con sus grandes ojos castaños. Pues sí, ha habido una lucha... Fuimos atacados por muertos. En este punto un escalofrío recorre la espalda de Elena. ¿Sabe de alguien por los alrededores que fuera capaz de algo así? Pregunta finalmente terminando la frase en un susurro, mientras su mirada nerviosa se dirige varias veces hacia la puerta.

Vaya... ¿¿¿está diciendo que alguien de la aldea es un brujo que levanta muertos???

Creo que necesitaré un trago...

En estos momentos la niña aparece con una jarra de vino caliente y se la da al viejo.

Gracias, guapa.

Oiga joven... -le dice a Elena- ¿podria ayudarme? es que me pesa un poco... la edad, ya se sabe... je...

Mientras Elena decide si le ayuda o no, está callado, mirando el techo, como pensando, y murmura unas palabras.

El viejo murmura unas palabras casi sin pronunciarlas.

Te cuesta mucho llegar a entender lo que dice.

Te das cuenta que en realidad está pensando en voz "alta", más para expulsar malos pensamientos que para querer decirlo.

No... no lo creo... esto sería excesivo... si, no es posible... No creo que hayan podido llegar tan lejos...

Estás observando la niebla. Fuera lo único que distingues es un mar de cuerpos en movimiento.

Mientras la observas, te das cuenta de que esta niebla ha camuflado el pueblo, completamente.

Por unas pequeñas guspiras de luz que aparecen de vez en cuando (y sólo los ojos expertos son capaces de ver), dirías que esta niebla lleva añadido un efecto de sueño.

Quien la ha invocado, quería que todo el mundo que se encontrara dentro de su radio de efecto quedara dormido.

Sabes que la única forma lógica de usar esta combinación es para esconder de cualquier ojo o alma lo que se está haciendo.

Y eso normalmente está mal a los ojos del Señor.

Elena mira al viejo con los ojos bien abiertos, mostrando con esa actitud que ha escuchado las palabras del anciano. Coge la jarra sin apartar la mirada de él, y sirve una copa. Se nota que la mujer ha tenido años de experiencia, ya que no derrama ni una gota fuera... Le tiende la copa y se acerca un poco más al hombre.

¿A quienes os refereis? Si sabeis algo decidlo, corren peligro nuestras vidas. No os calleis cualquier información que tengais. Es urgente saber lo que sea...

Dice la mujer en susurros. No quiere asustar más de lo debido a los aldeanos, pero siente que el anciano sabe más que habla. Con nerviosismo aparta un mechón de su cara colocándolo detrás de la oreja. Se muerde el labio inferior mientras espera que el anciano decida si cuenta lo que sabe o prefiere callárselo.

Está claro que hay algo que contrarresta el hechizo.

Todo el mundo mira a Elena.

Parece que ella es la única que ha entendido las palabras del anciano.

Los campesinos empiezan a estar alarmados otra vez. Se miran entre ellos nerviosos. Murmuran entre ellos, cuchichean posibilidades.

El anciano mira a Elena con una mezcla de culpa y resignación. Tiene claro que ha hablado más de la cuenta, y es reacio a seguir.

Mira un momento al caballero, y empieza a hablar de nuevo.

Verás jovencita... este es un pueblo pequeño... y aquí todo el mundo se conoce de toda la vida. Si alguien del pueblo pudiera hacer esas cosas, lo sabríamos de hace tiempo.

Como quizá se habrán dado cuenta, este es un pueblo algo apartado. Vienen pocos viajeros por esta ruta, sobretodo desde que empezó la sequía, y no tenemos mucho contacto con los otros pueblos, desde... -se muerde un labio- desde hace tiempo.

Además, somos un pueblo de ignorantes. Los únicos que saben escribir son el cura y... bueno, el otro murió, así que solo sabe escribir el cura.

Las únicas personas que conocemos que tengan tiempo suficiente para estudiar y aprender, son el Abad y el Conde, dueños de estas tierras. Como entenderá, el trato no siempre es fácil, pero no les creo capaces de esas cosas. Además, teniendo en cuenta que supiesen algo de eso... ¿porqué se moverían hasta aquí para hacer semejante ritual?

Un murmullo de aprobación recorre los campesinos.

Creo que lo mejor es escapar del peligro e ir a investigar...

Rodrigo se hallaba a un par de mesas de distancia, escuchando atentamente la conversación. Cuando el anciano concluyó, Rodrigo tenía varias preguntas. Como su oficio le había enseñado, conocía bien la forma de expresarse de la gente, se le daba bien percibir emociones o pensamientos...

- Perdone, anciano - dijo levantándose y caminando hacia él. - Habría algunas cosas en las que me gustaría que se explayara. Somos unos forasteros que veníamos de paso, pero pensamos salir vivos de esta, así que de usted dependerá si quiere concretarnos alguno de los misterios de este pueblo o prefiere guardarlo en secreto y que muramos todos esta noche...

Hizo una pausa, suspiró.

- Dice que no tienen contacto con los demás pueblos de la comarca desde hace tiempo, ¿por qué? También ha dicho que había dos personas que sabían leer y escribir, ¿quien es la segunda persona? El fallecido a quien ha preferido no nombrar.

Rodrigo parecía muy seguro de si mismo, no tenía pinta de dejar pasar ni una a los lugareños por sus supersticiones o sus miedos, necesitaba información y la iba a conseguir.

Elena aparta la mirada del anciano y la prende en Rodrigo al ver como éste se acerca. Una ligera sonrisa dirigida al mercader se dibuja en sus labios. Se alegra de ver como el hombre parece algo más recuperado después del susto de los muertos. Aunque con todo el rumor que hay en la posada, parece no haber escuchado bien al anciano.

Coloca una de sus finas manos en el brazo de Rodrigo, en un gesto amistoso, y asiente con la cabeza. Buen amigo, empieza diciendo. Aunque no hace mucho que se conocen, y este viaje es lo que ha unido a unas personas que poco tienen que ver las unas con las otras, después de lo que acaban de vivir les une más de lo que pueden llegarse a imaginar. El anciano comentó que sí, que habían dos personas que podrían tener la sapiencia suficiente. El Conde de estas tierras y el Abad. Tras repetir las personas que dijo el viejo. Elena se queda un momento en silencio, asimilando estas palabras. Su mirada se dirige hacia la ventana, casi esperando ver como nuevamente se abre y otro de esos seres entra con la idea de aniquilarles. Un escalofrío recorre su espalda, sus oscuros ojos se dilatan ante el terror que le supone volver a enfrentarse con esas criaturas. No, murmura mas bien para sí, negando con la cabeza. Vuelve a mirar a Rodrigo, la seguridad y tranquilidad que desprende el buen mercader, tranquilizan a Elena.

Tienes razón, retoma nuevamente la conversación con un suspiro hondo. Decidnos buen anciano, ¿por qué no teneis contacto con los otros pueblos?

Ante las palabras de Elena, Rodrigo recapacitó, pero nuevamente insistió.

- Sí, dijo que hay dos personas con los recursos y tiempo suficientes para estudiar y aprender. Pero también había nombrado, como personas cultas, al cura y a otra persona, de la cual no ha especificado nombre ni profesión. Verdad ¿anciano?