Partida Rol por web

El único que parece atreverse a hablar es el borracho, al cual veis algo más sereno...

Es la niebla... ¡¡se mueve!! ¡¡Míralo tu mismo!! ¡¡Está viva!!

¿Viva? -responde el posadero- ¿no será tu imaginación o tu borrachera lo que está vivo?

¡¡No!!¡¡No!! ¡¡mírala tu mismo!! ¡¡Lo ha dicho el mercenario!! -replica el borracho, mientras se hace un silencio de esos incómodos, y todo el mundo mira fijamente al mercenario...

- ¿Y si digo que la tierra se abre y el cielo se cae a pedazos se lo van a creer, montón de idiotas?

- Yo solo digo que esa niebla es muy rara y parece moverse hacia aquí. Y ya sea que este viva o no, se mueva o no, me parece que no hay gran cosa que podamos hacer - respondo tranquilamente, mordiendo otro pedazo de pan y observando con curiosidad la densa neblina.

Mientras Borkoff está acabando sus palabras y el trozo de pan, notais un temblor que sacude el suelo.

Los campesinos vuelven a rezar y el viejo que gritaba mira al mercenario.

¿¿Como te atreves a mofarte del Fin del Mundo, blasfemo?? Sólo Diós puede traer el Apocalípsis... Y no sé si esto lo es o no, pero seguro que no lo decias como acto de Fe Verdadera... ¿¿Y si eres tu un demonio venido a corrrompernos?? ¡¡Digo que lo echemos de aqui!! ¡¡Que se vaya con su niebla maldita y nos deje en paz!!

- Lo que debes hacer es dejar de beber y ponerte a rezar anciano. Aunque seguro que tu tienes suficiente fe para todos nosotros, asi que no te preocupes. Aunque sea el fin del mundo, sin duda podras ir a ver a dios - respondo sin darle importancia al viejo, aunque aflojando la espada en su vaina, en caso de que algun campesino quiera darselas de valiente.

La gente no para de gritar, hablando del fin del mundo y de demonios. Elena mira asustada a sus compañeros de mesa. Se levanta y con paso algo vacilante se acerca a la ventana, intentando ver lo que ha asustado tanto a los aldeanos. su mirada se queda reflejada en los cristales, mientras intenta descubrir algo a través de la niebla que tanto asusta a la gente.

¿El fin del mundo? Pregunta la mujer con un hilo de voz ¿a qué os referis?

- Es lo que dicen los viejos ebrios cuando se les sale algun pedo especialmente apestoso. Tambien cuando han bebido demasiado... o quiza no lo suficiente - bromeo dandole un repaso con la mirada a Elena de pies a cabeza.

- Aunque si, hay niebla alla afuera y se ve... algo diferente a lo normal. 

Rodrigo se pone nervioso pero intenta disimularlo.

- ¿Fin del mundo? Seguro que no será para tanto, ¿no? - le tiembla el pulso y se le acaba cayendo la cuchara en el cuenco, salpicando un poco la mesa. - Huy, jeje, perdonad - añade con una sonrisa nerviosa.

Al principio parecía una broma, pero la gente está demasiado exaltada... Así que Rodrigo se pone a rezar unas palabras, aparentando que no hace nada más que seguir comiendo...

De repente el otro viejo, que hasta ahora se había mostrado callado, empieza a hablar. Su voz quebrada resuena de autoridad, o al menos eso parece, pues los campesinos dejan de rezar y gritar y le escuchan.

¿Y porqué no nos tomamos las cosas con un poco de sensatez? ¿El Diablo decís? ¿Que tendría el diablo que ganar con un puñado de campesinos ignorantes como nosotros? ¿Acaso no hay nada más apetecible para él que nosotros y nuestra miserable aldea?

No, no creo que sea el Diablo...

Por otro lado, aquí nadie ha hablado del Fin del Mundo... al menos no directamente... así que calmaos... y lo mejor que podeis hacer es iros a casa... que ya es tarde y mañana hay que ir a trabajar, como cada día. O cuando vengan el señor y el abad a pedir sus impuestos no tendreis con qué pagar...

Desvía la mirada severa de los campesinos hacia borkoff.

Y tu soldado, harías bien en cerrar esa bocaza que tienes, o en aprender usarla con más respeto. No está bién hablar del libro sagrado en vano, y menos aún blasfemar. Además... ¿te crees muy valiente por que tienes una espada? Quizás este pobre peregrino que me acompaña en la mesa ha ido demasiado lejos... pero aflojar el cinto no servirá para nada...

Y dicho esto, se sienta y da un trago de su jarra.

Al cabo de poco, los campesinos, con la cabeza gacha, salen por la puerta de uno en uno, murmurando frases de disculpa y aceptando que quizá se habían propasado...

El borracho vuelve a sentarse en su sitio, a mirar la jarra con los ojos vidriosos, y vuelve la calma.

Mientras los campesinos se van se hace un silencio incómodo.

Cuando la puerta se cierra y el ambiente vuelve a caldearse, el posadero deja su garrote dónde estaba.

Gracias Viejo, tus sabias palabras les han hecho entrar en razón. -mira a borkoff de reojo- a ver si todos aprenden algo de ellas...

¿Se está haciendo tarde quiere algo de vino, anciano? A esta le invito. -mira al borracho- y si te estás calladito en lugar de asustar al personal, también hay otra para ti... -y con una sonora risa se va a buscar más vino.

Y el ambiente se calma... otra vez.

- Vete al infierno viejo, igual que todos los demás. ¿Quién está hablando de libros sagrados aquí? – replico cada vez más molesto.

Como esto siga así alguien se va a tragar mi acero, de modo que harto de la mugrienta posada y de todos los que se encuentran en ella Borkoff va hacia el posadero, le estampa un puñetazo en el rostro, luego otro al primer viejo, el peregrino que se la pasa gritando estupideces y ya más tranquilo, sale del lugar para pasear afuera. En la niebla.

¡Rodrigo se queda atónito ante lo que ha hecho el mercenario! Se le cae la cuchara y se queda con la boca abierta, de la cual chorrea un poco de sopa que no había tragado...

Las sabias palabras del viejo consiguen tranquilizar a Elena. La mujer vuelve nuevamente la mirada hacia el exterior. Aunque las palabras de Borkoff le hacen girarse casi al instante. Sorprendida observa el comportamiento del mercenario... Borkoff... Atina a decir con un hilo de voz. Aunque el hombre, sin haberla escuchado, después de golpear a los parroquianos sale del local...

Elena se queda junto a la ventana, sin poder reaccionar. Está loco... Se dice llevándose la mano a la boca y negando con la cabeza. Da unos pasos indecisos hacia el viejo, intentando ser de alguna ayuda. Señor... ¿Cómo os encontrais? Pregunta amablemente, aunque un tono algo histérico se puede apreciar en su voz.

Lamentablemente, y por cuestiones que aparecerán más adelante, Borkoff está muerto.

El posadero se tambalea un poco, pero parece que es fuerte y se recupera rápido...

Vaya genio que gasta ese hombre... les compadezco si tienen motivos para acompañarlo más trozo de viaje...

Pero los hay que me preocupan más... Anciano, ¿como está?¿se encuentra bien? -dice dirigiéndose al viejo, que está inconsciente.

El peregrino, algo excitado, ya ha levantado al pobre anciano y lo ha puesto encima de un banco, y se dirige a su saco de viaje.

Oh, pobre hombre... aunque no era todo lo cristiano que sería de menester, era un buen hombre... a ver si encuentro algo por aqui... ¡¡Oh, Señor!! Cuida de este hombre, que tanta sabiduría ha dado a esta villa... -reza en voz alta mientras busca algo entre sus cosas. - ¡¡Y castiga a ese hombre maligno que acaba de salir por la puerta!! ¡¡Te lo suplico, Oh Señor!!

Los campesinos, aturdidos durante un rato por lo que acaban de ver, salen en tropel tras del mercenario cuando ven que el viejo ya está atendido.

Al cabo de poco, vuelven pálidos como la nieve.

No hay nada... ahí fuera no hay nada... sólo niebla... Si esto no es obra del Diablo, no sé de quién puede ser...

Dicho esto, se reparten por las mesas, sentados, callados y totalmente abatidos...

Mira a los campesinos con el ceño fruncido. La gente no desaparecía sin más en medio de la niebla de repente. Y aunque Borkoff era un poco cabezota no podía serlo tanto como para haberse alejado demasiado , pues si lo hacía podía perderse.

-Seguro que se ha escondido y no lo han visto entre tanta niebla. -les susurró sus compañeros de viaje- Ya se cansará y entrará cuando se canse de niebla.

Uno de los campesinos mira a Cristina y dice:

No señorita... ahí fuera sólo hay niebla. No sé que ha pasado con el pueblo, pero no está ahí fuera.

Somos de aquí, yo vivo al otro lado de la plaza. Me conozco esta plaza dormido por la mañana, sereno al mediodía y borracho algunas noches... y siempre hay ruido de vida, aunque sea dormida... y ahora no se oía nada... Que el señor nos acoja en su caridad, pues creo seriamente que el Diablo se ha adueñado de nuestra pequeña y miserable aldea...

Junta las manos y empieza a rezar.

Elena se ha mantenido en silencio, ha visto como el peregrino ha ido en socorro del pobre viejo que yacía en el suelo. Mientras intenta reanimarlo y los campesinos se asoman para buscar a Borkoff, la mujer vuelve a la ventana, intentando vislumbrar algo a través de la espesa niebla que lo cubre todo.

Pero, no puede haber desaparecido así como así. Empieza a decir Elena volviéndose nuevamente y mirándoles fijamente a los ojos. Normalmente las mujeres no se atreven a mirar a un hombre como a un igual, pero ella ha tratado con tantos, que esa verguenza casi innata en las féminas la perdió hace mucho tiempo. Muchos la han tachado de descarada, pero ella sabe que ante los ojos de Dios es igual a un hombre. Además, ¿no deberían comprobar que sus familias se encuentren bien? Les pregunta extrañada, de ver a los hombres allí asustados, mientras, si es verdad que ocurre algo, sus mujeres e hijos pueden estar corriendo peligro.

Cuaando Elena calla, se hace un pequeño silencio y el borracho empieza a reír.

Primero parece una risa tonta, pero después va creciendo en histerismo.

Cuando ya está rodando por el banco, el notar que puede caerse, parece que le hace recapacitar.

Ay, ay... -dice con ataques de media risa que poco a poco va controlando- Nueshtro buen anciano tiene razón en una cocha... Eshto no essss obra del Diablo... ni del Señor, por supuesto -dice lanzando una mirada medio asustado al otro viejo.

Dicho esto le da un largo trago a la nueva jarra de vino que tiene delante de él.

Grashiash, poshadero, eresh un buen amigo...