Partida Rol por web

Después de aquel susto creo que el grupo se reduciría, pero la suerte ha estado de nuestro lado por ésta vez, debemos tener mas cuidado... Una rueda es fácil de arreglar, pero no un cuerpo muerto... Tras seguir la marcha y llegar aquel lugar en las montañas, me parece buena idea pasar la noche ahí, lo que no acabo de entender es a esa mujer que se hace llamar Athena...

Cansado? Es que acaso ella no lo está? o... tal vez quiera aparentar lo que ya reluce por fuera?? Mejor no hacerle caso..

-Tranquila Athena, si una guerra no me aplaca, menos lo harán unas gélidas montañas... Además, continuar sería peligroso, pero es algo que debemos decidir entre todos... gracias por tu preocupación por mí, agradezco que veas útil mis habilidades.. No todo lo hago bien sólo con las manos...  Lanzo una picara mirada a Athena, en ese momento siento que la nieve se derrite bajo mis pies... Me gusta su arrogancia y su carácter..  

mmmm Jamn no parece estar segura.. se la nota inquieta... Esas cejas no parecen parar de moverse.. 

-Y bien? Jannah, qué opinas? 

Jamn. Los inconscientes parecen querer acampar en este lugar si o si.

Estas gentes de ciudad no parecen entender lo que tu ves.

Dime Amazona.
 ¿Acamparás con ellos o explorarás la zona por tu cuenta en busca de un lugar más seguro para ti?.

Este sitio no es seguro. Todo el material que ha caído habrá aflojado más escombros que pueden caer en cualquier momento. 

Cualquiera puede verlo pero el hombre peludo y la mujer rubia están demasiado asustados. Inoportuno, en cualquier caso. 

Me golpeo el pecho repetidamente. Miro a la jejé que parece un poco más centrada:

-Buscar cueva. Vosotros esperar aquí. 

Lanza en ristre, me sumerjo en la creciente oscuridad. 

Asiento con la cabeza a Jamn. Reconozco que la extranjera tiene coraje y aplomo.  Por mi parte busco cobijo entre las rocas y me echo la manta por lo alto, pero en vez de preparar el campamento me quedo con el arco preparada, escuchando bajo una luz menguante, para acudir a la carrera si la amazona pide ayuda. Por el momento lo único que oigo es el viento silvando entre los salientes y, distantes, los aullidos de los lobos.

Tus pasos te llevan a través del opaco velo de bruma que se agita en remolinos. Caminas alrededor de quinientas yardas analizando cada esquina, cada recoveco y cada giro del camino. Entonces lo ves. Esa la grieta oscura entre dos enormes bloques de roca. Te acercas a echar un vistazo...

Parece un buen sitio visto desde fuera
Tu que dices Jamn

¿Vas a internarte? ¿Explorarás tu sóla esa gruta?

Ten cuidado.
Esa cueva podría ser el hogar de alguna criatura terrible

Si quieres desencadenar el movimiento Atar cabos vas a tener que meterte ahí dentro
¿Qué haces?

- No hables demasiado alto, Kurdran, parece que deseas enojar a los dioses de la montaña, además, tendría que haberte observado en la guerra para saber si fuiste digno como para llamarte combatiente, aún no te he visto utilizar las armas... - respondo casi al instante, a él parecía que le gustaba provocarme y yo no sabía quedarme callada, no iba a morderme la lengua -...Supongo que tienes más habilidades y que usas además, otras partes de tu cuerpo para ello..., como la lengua..., no paras de hablar, varón.... - volvía a usar su sarcasmo -... Venga, haz algo productivo y vigila por el otro costado a donde se encuentra Quyen, yo me encargaré de la retaguardia, podrían haber animales peligrosos para ti..., lo que para mi serían tiernos gatitos... - sonrío con suficiencia observando el lugar desde el cual vinimos, atisbando en la lejanía.

Podría servir de refugio. Si bloqueamos la entrada con el carro conseguiríamos pasar la noche a cubierto. 

Pero una cueva así en un sitio como este podría estar ya ocupada. Noto algo blando en los dedos de mis pies al acercarme. ¿Es barro o el rastro del dueño de la cueva? Maldito frío que ahoga los olores. Tan cerca de la entrada no puedo agacharme para comprobarlo. 

Tensa y en guardia, acerco la punta de la lanza hacia la grieta. En un espacio estrecho como este es una buena elección de arma.

Las ráfagas de viento, aunque son atenuadas por el perfil rocoso que rodea la meseta en la que te encuentras, aún es suficientemente fuerte como para haber borrado cualquier posible rastro de pisadas en el exterior. Lanza en ristre cruzas la estrecha entrada pétrea, y completamente a oscuras a no ser por la tenue luz que entra por la abertura, tu nariz capta pronto un nauseabundo olor que te es familiar: el de la carne en descomposición mezclado con excrementos de animal. El suelo desparejo de la pequeña entrada está lleno de residuos arrastrados hasta allí por el viento o traídos por los pájaros u otros animales; hay hojas secas, agujas de abeto, pequeñas ramas de árboles, algunos huesos desparramados, guijarros y pequeños fragmentos de roca. Entre toda esa amalgama que conforma la entrada de la cueva, distingues unas pisadas animales de gran tamaño que acaban en lo que parecen ser unas zarpas destinadas a rasgar y despedazar. 

Amazona
Son tres las cosas que puedes dar por seguro:

Esa cueva es la guarida de una criatura
Está en su interior o lo ha estado recientemente
Es grande y peligrosa

¡Imagina los ojos de los otros al contemplar tu regreso con la piel de esa bestia sobre tus hombros!
Aprenderían a escucharte, ya lo creo
Te respetarían como mereces, oh poderosa Amazona

Dime ¿Tienes lo que hace falta tener para dar muerte tu sola a esa criatura?
¿O volverás cobarde y pedirás ayuda para abatirla a esos habitantes de la ciudad?

Si de verdad eres valiente enciende una antorcha y cruza ahora el pétreo umbral de la caverna.
 

Ver a Jamn inquieta y separarse del grupo me crea inquietud a mí. Mientras se alejaba la observaba...

Por qué querrá buscar una cueva...Quién sabe lo que pueda encontrar ahí.. no deberíamos separarnos en un lugar como éste, muchos peligros aguardan tras la caída de la noche...mmm

Es divertido por un momento ver como Athena me intenta parar los pies, pero sin duda cada vez me gusta mas su lengua ácida, como si un dragón te escupiera en la cara...

-Athena, veo que no conoces las leyendas de los herreros legendarios... Deberías preguntarle a los Dioses... Mientras le guiño un ojo... Disculpadme, la lengua es lo que menos uso... No puedo evitar soltar una risa... Ja  Tranquila, no sólo me verás arreglar una triste rueda...pero es hora de decidirnos.

La verdad que ésta mujer me está encantado, parece que me hechiza con cada cosa que me dice, pero tengo que volver de mis pensares y ver la situación en la que nos encontramos... 

Ésta vez me dirijo a las dos: -Lo que deberíamos hacer es pensar en encender un fuego y montar el campamento aquí, eso mantendrá alejada a las alimañas y en lo que llega Janm, podríamos repartirnos los turnos de vigilancia y descansar, mañana será un largo día por delante.... Quyen y Athena qué deciden?

Lo que está claro es que, no voy a recibir ordenes de ninguna mujer por mucho que me hechice..

Me apura llevarle la contraria a Kurdran, pero en este caso no tengo ninguna duda sobre lo que voy a hacer. Levantando la voz solo lo necesario y manteniendome a la escucha por si Jamn pide nuestra ayuda desde lejos, contesto:

-Jamn ha ido a echar un vistazo. Volverá pronto. Merece la pena esperar por si encuentra un lugar mejor.

No me vendría mal un poco de calor de hoguera. Los dientes van a empezarme a castañetear de un momento a otro. Pero aguanto firme.

- Una hoguera es un error, funde la nieve, alteramos la paz de los dioses y señalamos nuestra posición ante intrusos si es que alguno tiene las suficientes agallas como para venir hasta aquí... Nuestra carga quizás sea codiciada, yo no haría fuego... - mantengo con firmeza, quizás el varón debiera aprender a obedecer -... Kurdran pensé que los herreros legendarios estaban por encima de las adversidades meteorológicas, ¿o es que eres una excepción?... - vuelvo a la carga, me gusta molestarle -...Y es una pena que no sepas usar la lengua, es la mejor parte según en qué momento...

Miro hacia la dirección por donde Jamn se había retirado

- Montar el campamento para recogerlo es perder tiempo, debemos vigilar y esperar, pero nada de fuego, nada de descanso... - era contundente, me gusta mandar y el hombre se resiste, mejor así, más divertido -... Quyen te presto mi manta.... - le digo y se la pongo por encima, podría ser ácida pero no me gusta ver así a mi compañera de viaje.

Ya tengo una manta cubriéndome, pero estoy aterida de frío y sonrío agradecida cuando Athena me pone una segunda manta sobre los hombros.

-Gra... gracias señora - No puedo resistirme a preguntar - A veces parece que hablas con los dioses. Quiero decir, todos rezamos, yo rezo a los cuatro vientos, pero lo tuyo es diferente, por como rezas, parece que tu diosa te contesta. ¿Es cierto que hablas con los dioses? - Tal vez debería haberme contenido. Espero que mi pregunta no resulte insolente para la magestuosa valkiria.

Debe ser una bestia grande. Al menos, del tamaño de un yaar ⁽¹⁾.

La cueva es demasiado estrecha para blandir una espada y no permite el paso de más de un guerrero a la vez. La lanza me da más ventaja aquí que la superioridad numérica. Prefiero no volver a por refuerzos: los piel blanca son lentos de entendederas y requerirán demasiadas explicaciones.

Antes de entrar, me apoyo en un lateral. Con mano experta, arranco chispas de mi anillo de fuego⁽²⁾ para encender una antorcha. El viento agita la llama antes de que la arroje dentro de la cueva.

La luz baña las paredes echando atrás la oscuridad. La suerte está echada.

-Oh, gran cazador-prefiero usar mi lengua natal-¡Sal a pelear y veamos quién es el más fuerte!

Asiento ante las palabras de agradecimiento y escucho la pregunta de Quyen mientras pienso qué respuesta darle, ¿cómo hablar de Avesta a alguien no fiel?

- Mi diosa es Avesta, la montaña y las nieves le pertenecen, es la Señora de las Valkirias, y por supuesto, ella está aquí presente, puedo sentirla, la escucho en mis pensamientos y  me da respuestas... - no indico que a veces se enfada y ocurren desgracias, no es necesario hablar del derrumbamiento anterior -... Háblame de ti, muchacha..., ¿cómo te aventuras a estos caminos cuando no soportas el frío?... ¿De dónde vienes y qué harás cuando acabemos nuestra misión?... Si vivimos, por supuesto....

Observo de reojo al hombre, estaba muy callado y eso me disgusta, molestándonos las inclemencias del tiempo se llevan mejor.

- ¿Los herreros soléis viajar con odres de vino encima?... Me gusta saber si tienes más utilidad que cambiar ruedas.... - provocar, molestar, incordiar, en definitiva joder, solo esperaba que me diera una buena respuesta, así seguiría aquella particular guerra, al menos así matábamos el tiempo.

La luz de la antorcha devora la espesa oscuridad hasta revelar una estrecha galería que se adentra en el interior de la montaña. Tienes que encorvarte ligeramente para pasar a través de ella, pero una vez dentro consigues erguirte nuevamente hasta encontrarte en una cavidad más amplia que la anterior. Te detienes un momento, escuchando. Aunque reina un absoluto silencio, tu sexto sentido de amazona te hace sentir que no estás sola en la caverna. Sigues avanzando, aferrada fuertemente al mástil de la lanza. Tus ojos y la fuerza de la antorcha se esfuerzan por ver más allá de la viscosa oscuridad, al punto de olvidar lo que tienes bajo tus pies.

Maldices en tu lengua cuando tropiezas con algunos objetos esparcidos por el suelo. Aunque no puedes verlos, te das cuenta de que suenan como huesos crujiendo bajo el peso tus botas.

Entonces se rompe el silencio

La enorme criatura surge de la oscuridad con una velocidad y violencia pasmosa. La antorcha arroja un manto amarillento sobre una bestia que se yergue sobre sus patas traseras y brama enseñando unas fauces terribles. Nunca has visto una criatura semejante. La alimaña posee un cráneo ancho y abovedado con una frente pronunciada. Su robusto y peludo cuerpo tiene muslos largos, espinillas masivas y unas garras que parecen capaces de partir a un hombre por la mitad.

Más vale que comiences a rezar a tus dioses de la jungla, Amazona

No se que habrá sido, si mi excitación por la bella mujer, o la propia experiencia la que habló en ese momento, pero si es cierto que hay algo de razón en aquellas palabras... 

-No es necesario que sea muy grande, un pequeño fuego podría calentar vuestras piel, ver a Quyen me a hecho reflexionar sobre el frío que aquí hace... No hablaba por mí Athena, aunque sea un hombre curtido, la nieve no es mi elemento pero puedo resistir...  Mi voz se agrava y torna mas firme..

-De verdad creen qué habrá un mejor sitio donde pasar la noche? La noche es peligrosa por estos lares... Pero si es lo que deciden, me quedaré igualmente.... Sólo es mi preocupación Athena, antes que digas nada...  Y por cierto.. Si es cierto que hablas con los Dioses, ya te habrán dicho quien soy... Mientras sonrio de oreja a oreja sin perder la Fe en lo que empiezo a sentir.

Por un momento pienso enseñarle la lengua a Athena para que entienda el mensaje que le doy de manera sutil, pero ya empiezo a preocuparme por Janm y por pasar mas tiempo sin saber que haremos, después de todo, somos un grupo y para esto debemos estar unidos hasta que acabe el viaje por lo pronto... 

-No Athena, tengo algo mejor que cargo siempre.... Con esto la sonrisa enseña los dientes