Partida Rol por web

El ojo del Amo te mira Valkiria

Te observa detenidamente

Espera algo de ti y sabes perfectamente lo que es

Dime: ¿Qué harás?

¿Vas a rendierte ahora o vas a honrar al Amo hasta el final?

- ¡Lucho por mi amo!....¡El único dios!.... - grito viniéndome arriba, sé que voy a morir y que mi cuerpo será comido por los gusanos, pero mi enemigo está quieto... ¿puedo vencerle?... Debo demostrar al amo, el ojo que todo lo ve, que soy digna, su más leal sirviente, no voy a parar hasta matar al campeón.

Vuelvo a la carga y le impacto de nuevo con mi lanza, sonrío, esta vez he estado ágil, he sido rápida, no va a vencerme, el Amo está orgulloso...¿verdad que lo estás Amo?.... Kurdran grita algo de Avesta desde lo lejos, qué equivocada estaba, ¿cómo me pude dejar influir por falsos dioses?....

- ¡¡¡AMOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!.... - quería que fuera un grito triunfal, aunque sentía que estaba perdiendo la cabeza, solo veía ojos, y éstos me decían que luchara, que esperaba más de mi, y yo por su puesto, no tenía derecho a morirme.

Athena lanza el golpe definitivo: Un potente ataque que atravieza el lugar dónde debería estar el rostro de su enemigo. El campeón se volatiliza y desaparece en una nube de humo, dejando un dulzón olor a corrupción y hojas muertas flotando en el aire. La multitud está asombrada, e incluso Skoran se muestra profundamente impresionado.

Rakos, astuto como un zorro, aprovecha el momento para dirigirse directamente a la multitud:

—¡Hijos de Asgorath!. El juicio ha terminado, el el campeón ha sido derrotado ¡y tenemos una nueva reina!. 

Después, coge una espada del suelo y mientras la alza grita: —¡Dios te salve Shakti, Reina de Asgorath!

—¡Salve Shakti!, ¡reina de Asgorath! —la multitud resuena levantando sus brazos.

Solo Skoran y sus seguidores permanecen en silencio. La gente os mira a vosotros y a ellos.

Tras un tenso momento, el Sumo Sacerdote finalmente se arrodilla y se rinde.

—¡Salve Shakti!, ¡Reina de ¡Asgorath! —Ante estas palabras, la sala explota en fuertes gritos de alegría.

Sorprendida, Quyen mira a sus nuevos súbditos.

Quyen es rápidamente rodeada por criadas, que se la llevan. El resto de vosotros también sois suavemente conducidos por otros sirvientes: sois desvestidos, vuestras prendas sucias son limpiadas y os llevan a los baños termales donde hermosas mujeres limpian vuestros cuerpos, curan vuestras heridas y masajéan vuestros músculos doloridos con aceites perfumados. Finalmente, se os dan prendas limpias para acudir al gran banquete en honor a la nueva reina que será celebrado al caer la noche...

Oh, esto es diferente. Oh, esto sí que es vida.

Disfruto del baño como si fuera la última cena de un condenado. Me hago la remolona en el agua durante un rato, pero sé que tengo una tarea pendiente. Así que finalmente, una vez vestida y perfumada, pido que me conduzcan ante Skoran.

Por fin había acabado la lucha, cuando creí que todo estaba perdido el Amo me miró y saqué lo mejor de mi. Ahora Quyen era considerada una reina para estas gentes, no debía perder la oportunidad que eso me brindaba

- Fabricad una lanza de calidad y arreglad mi armadura, yo soy la campeona de la Reina y eso la hará estar satisfecha.... - le digo a varias sirvientas que iban a tocar a Kurdran -...a él nadie le toca, es mío.... ya se encarga él solo de su aseo...

Y vigilé "mi posesión" mientras curaban mis heridas. A él solo lo tocaba yo, y tras la cena, cumpliría mi promesa dada, no iba a escaparse de mi, sentía la pasión dentro de mi cuerpo.

- Jamn... Te debo la victoria.... Gracias... - los lazos con la amazona se fortalecían. Era árida de trato pero en el momento de necesidad, se podía contar con ella.

—Mi Reina —dice la sirvienta con timidez. —No sabemos donde se encuentra el sumo sacerdote en estos momentos. Probablemente esté ultimando los preparativos del gran banquete que esta noche se celebrará en vuestro honor. De todas maneras ordenaré a una de las criadas que le siga buscando.

- Queridas amigas, necesito hablar con él antes del banquete. Id todas a buscarle. Dispersaros y así es más fácil que alguna de vosotras lo encuentre. Quien lo haga, que vuelva y me lleve hasta él. ¿Seréis tan amables?

No ha sonado autoritario. Quizá debería hablar con autoridad, pero... eso no va mucho conmigo.

Qué estará tramando Skoran. Mientras espero, me quedo traspuesta vencida por el agotamiento y sueño con él.

—Así se hará mi campeona —acata la criada. —Avisaremos al herrero para que podáis disponer de vuestras herramientas de la guerra cuanto antes.

Tu mente viaja a través del tiempo y del espacio mientras tus ojos atraviezan la negra oscuridad de la montaña
Más allá. Al fondo de oscuras galerías y pasadizos, se muestra finalmente el sacerdote ante tu percepción

En una cámara ténuemente iluminada por la luz de unas pocas antorchas se encuentra Skoran
Puedes verlo difusamente rodeado por varios de sus acólitos 
A su lado está Gwaat, su más fiel servidor, encorvado susurrándole algo en el oído
Intentas escuchar lo que dicen pero hablan en un idioma antiguo.
Un dialécto desconocido y olvidado que no eres capaz de descifrar
El sacerdote asiente tras escuchar las palabras serpentinas que allí se pronuncian
Y el grupo de acólitos comienza a disolverse como cucarachas que auyentadas por el fuego de una antorcha

ENTONCES TE MIRA

El sacerdote puede verte. Te mira fijamente a través del vacío atemporal

TE HA VISTO

Casi una hora después, una de las criadas te conduce a uno de los templos de Asgorath. Te guía a través de corredores donde las sombras proyectadas por la luz de las antorchas se reflejan en las paredes de roca como formas distorsionadas y fantasmagóricas. El pórtico es sostenido por cuatro macizas columnas de piedra blanca, y en el borde superior del techo excavado en la roca se muestran una fila de imágenes que representan animales serpentinos. Allí, al final de la estancia, junto a un pequeño altar tallado en una única pieza de roca negra, se encuentra el sumo sacerdote Skoran orando.

—Mi reina —dice con una reverencia. —¿Me buscabais?. Estaba últimando los detalles del gran banquete. ¡Puedo anticiparos que estoy convencido de que será de vuestro total agrado!.

- ¿Soy vuestra reina? Athena venció a vuestro campeón y me nombrasteis reina. Pero no soy Shakti renacida, solo una mujer que se le parece. De donde vengo todos tenemos ojos rasgados.

Rakos nos trajo aquí a mis compañeros y a mí con subterfugios. No sé que habrá hecho para ser desterrado pero está claro que quería ser readmitido.

Pero y tú, ¿qué quieres tú? No me interesa lo que quiera Rakos sino lo que tú quieres.  Has gobernado a tu pueblo en nombre de tus dioses, eres el más indicado para hacerlo y yo no quiero usurpar tu poder.

He estado pensando en qué iba a decirle mientras esperaba. Me siento intimidada y lo suelto todo de corrido, tartamudeando un par de veces. Pero sí, más o menos, eso era lo que había pensado decirle.

—Mi reina, no digáis eso. Asgorath os ha traído hasta aquí y lo ha hecho porque vos soís la única y verdadera reina de este valle —dice azorado. —En principio no quise creerlo, y os pido mil disculpas por ello, pero las pruebas son completamente claras. Aunque aún no lo creáis, vois sois nuestra única y verdadera Reina. Así lo quiere y lo pide nuestra gente. Ya lo habéis visto: ¡os adoran!. Yo he gobernado al pueblo para vuestra gloria y honor, y he guardado y protegido fielmente el tesoro real mientras esperaba vuestro regreso. ¡Y por fin la profecía se ha cumplido!.

Entonces Skoran se arrodilla ante ti: —Yo sólo soy un sacerdote, mi reina. No soy ni rey ni gobernante. Sólo un hombre de fé que os servirá fielmente hasta la muerte.

Le he visto en el interior de la montaña. Está tramando algo. Pero al fin y al cabo, ¿qué puedo hacer? ¿Tacharle de mentiroso?

- Si Asgorath ha hecho eso, tal vez sea vuestra Reina. Pero no conozco vuestra fe ni sé cómo gobernar. Tú que eres el más sabio, deberás aleccionarme sobre ambas cosas.

Me quedo pensando en qué puedo hacer. Si nos tienden una trampa en el banquete al menos puedo dar armas a Kurdran, Athena y Jamn.

- Puesto que hay un tesoro, quiero que se de las mejores armas y armaduras que allí haya a mis compañeros. Ellos me han traído aquí y una Reina ha de recompensar justamente a quienes la sirven. Mi deseo es que luzcan dichas armas y armaduras en el banquete. Las mejores lanzas para Jamn y para Athena. El mejor hacha para Kurdran. Las mejores armaduras para Athena y Kurdran que las suyas se han perdido protegiendo mi vida.

Al menos tendrían buenas armas si nos atacaban.

- También quiero hablarte de otra cosa que me preocupa profundamente - Ahí le abro el corazón a mis peores miedos - Hay algo encerrado en la montaña por la que vinimos. Un horror que no es de este mundo y que lo arrasaría todo si consiguiese liberarse. ¿Qué sabes de él?¿Cómo podemos destruirlo? Es necesario acabar con la amenaza.

—Así se hará, mi reina. Vuestros leales servidores serán provistos de pertrechos de guerra con la mayor brevedad.

Tras escuchar las palabras que hablan del horror de la caverna se mantiene pensativo un breve instante.

—Fuera de nuestros muros horrores hay muchos, mi señora. Es por ello que vivimos en la Casa de Asgorath. Aquí hemos estado generaciones a salvo, pues fuera aguardan bestias terribles, mujeres caníbales además de otras criaturas de pesadilla. Si es vuestro deseo, diré al oficial que prepare una partida de guerreros dispuesta a acabar con ese mal que os preocupa.

Agradezco a Skoran su diligencia al entregar las armas. Luego añado.

- No es mi deseo que mueran hijos de Asgorath inútilmente. El horror del que hablo es mucho más temible que el Azotador. Pero ya hablaremos más adelante sobre cómo vencerlo. Ahora vayamos al banquete. Tengo tanto que aprender de tu sabios consejos.

Para bien o para mal, la suerte está echada.

Cuando estoy completamente limpia y relajada salgo de las aguas termales y me visto, me coloco mi armadura que está como nueva, no hay nada como ser amiga de la reina para que te traten con honores.

- Kurdran sal del agua, a ver si podemos comer algo, aunque ya sabes que tú eres el postre... - me había vuelto desvergonzada, todo mi pudor inicial se convertía ahora en lujuria frente a ese hombre. No era la misma persona y tampoco me arrepentía de ello, hasta el cambio de mi diosa por el Amo parecía que me beneficiaba -... No me gusta que Quyen esté sola mucho tiempo, a saber si esta gente no tiene extraños rituales, capaces son de querer casarla con algún varón... o criatura... Jamn...¿vienes?...

Antes de marchar pongo mis manos en mis heridas, imploro al Amo para que me sane