Partida Rol por web

El-Rohir observó desde la ventana como las criaturas se acercaban sin hacer ni un sólo ruido.

Podréis ser inmune a la magia en bruto... pero si la uso correctamente...

El elfo se concentró y cubrió la torre de una película grasienta en la parte exterior de ventana que trataban de romper las criaturas.

Buen viaje de vuelta al suelo...

-Eleânail, ¡Centrate en pillar el grueso de ellos!, yo me ocupo de los que suban!

Viendo lo que se avecina, todas las ciframagas comienzan a conjurar conjuros defensivos. Samaritha también lo hace.

- ¡Concentrémonos en las ventanas! ¡Son el único punto débil!

Me sitúo con escudo y espada preparados frente a una de las ventanas. En el momento que una de las bestias rompa la ventana que guardo, lo trincho.

Las dos criaturas de repente patalean por un segundo en la pared de la torre, y sin remedio llegan al suelo en caída libre. Para mala suerte de los ocupantes de la torre, no pillan a ninguna de las criaturas que hay abajo...

Una de ellas se revuelve y quiere ponerse de pie, aunque no lo consigue del todo y se da un buen costarazo. La otra directamente cae con el lomo. Los chillidos de ambas criaturas es lo único que rompe el silencio junto a los rasponazos que se les oye hacer a las craituras en la base de la torre.

El barbaro permanece en el centro de la estancia, preparado para empezar a atacar (con ataque poderoso) y a moverse gracias a su velocidad para que, si las criaturas entran por las ventanas o por algun lado, pueda hacer el mayor daño posible a lo que se cuele, intentando estar activamente en todos lados (aunque me coma algun ado) para evitar que las sacertotisas (al parecer mucho menos habiles que sus compañeros en habilidades ofensivas) no sufran ataques.

A ver si luego lo recompensan como lo hacen las sacerdotisas de Calistra.

Eleânail desciende por la pared para alcanzar a las dos criaturas que han caído con una descarga eléctrica.

Las criaturas que cayeron son fritas por el conjuro del hechicero. Estando tan abajo y con todas las criaturas que hay, otras tres son afectadas por los calambres de su electricidad, pero solo una es afectada. Las otras parecen resistir la magia del hechicero.

El-Rohir sonrió al ver que su plan funcionaba. Se dio cuenta que Eleânail, gracias a su poderosa magia élfica, superaba la resistencia innata de las criaturas.

-¡Muy bien Eleânail! ¡A por ellas!

Aleena, sin mucha convicción, tira una flecha a una de las criaturas

La flecha de Aleena se clava en una de las criaturas dañadas por el elfo. Pero no es suficiente para derribarla, pero sí para enfurecerla, y con un chasquido de sus dientes se lanza por la pared contra el hechicero, acompañada de otras dos. Pero son esquivados sin dificultad, a pesar de la concentración requerida para mantenerse levitando.

Varias criaturas más suben por todos los lados de la torre. Tres de ellas rodean la mancha de grasa que colocó el mago y se situan en el marco de la ventana por donde asoma la cabeza el elfo, por la única ventana abierta en toda la torre.

Otras dos criaturas más se situan en la otra ventana del segundo piso, la que no tiene grasa, y miran a través del cristal, haciendo chasquear los dientes.

El resto sigue rascando la base de la torre...

-¡Aleena, golpea a uno y sube... que yo me encargo de rematarles!