Partida Rol por web

- Le echaré una mano. - indico a Konrad mientras pido una palanca a los marineros para hacer fuerza junto al bajito tipo duro*.

Me considero un hombre fuerte, bastante más que Colin así que no pierdo nada por intentarlo. Por un segundo se me pasa por la cabeza la idea de que Colin haya encontrado algo más y lo haya escondido... luego le interrogaré. Lo primero es lo primero.

Los dos tipos duros del improvisado grupo de rescatadores de tesoros se pusieron a intentar abrir el cofre con la palanca. Poco podía hacer el viejo anticuario en ese momento, así que decidió dar un par de pasos hacia atrás para dejarles sitio a la vez que daba un par de tragos a la cerveza que tenía a medias.
 

Con la excusa del brazo herido me mantuve a una distancia prudencial de las maniobras con el cofre. Lo primero era el hallazgo, pero seguía pensando en esa sima aún sin visitar. Me acerqué al señor Bangs que también se había apartado y bebí mi cerveza junto a él.

Entre Joe y Konrad abrieron el cofre con facilidad, emocionados, no se atrevieron a mirar dentro hasta mirar al resto, tomar aire y sonreir.

Colin estaba a apenas un metro conteniendo el aire, entonces debió pensárselo mejor porque se acercó y miró dentro brucamente, su cara se iluminó en seguida.

Os hizo un gesto para que lo depositáseis en el suelo y lentamente empezó a sacar el contenido del cofre, elevarlo y después de observarlos dejarlo en el suelo de cubierta para que todos pudiéseis verlo.

El cofre pesaba una barbaridad, pero es que dentro cabía más de lo que parecía a simple vista, o estaba muy muy bien colocado o ambas cosas.

Colin extrajo en primer lugar una reluciente barra de lo que identificásteis como plata, una barra de plata maciza que apenas podía sujetar con las dos manos y volvieron a escucharse vítores cuando la depositó en el suelo. Luego extrajo otra, y luego otra más, y luego otra, y luego otra... así hasta 22.

¿22?! ¿En un cofre tan pequeño? ¿cómo podía ser? aquello era imposible 22 barras de plata maciza que cada una de ellas pesaba un quintal en un cofre de apenas un par de metros... era increíble.

Lo mejor de todo, fue que tras las 22, sacó  una joya redonda de oro y la observó unos instantes, nadie sabía qué era y la dejó en el suelo.

- Tiene inscripciones que no entiendo y dibujos. Parecen indios o algo así. ¡OS DIJE QUE LO CONSEGUIRÍAMOS! ¡ESTO ES UN BUEN BOTÍN! ¿QUÉ OS DIJE EH? ¡ NOS VAMOS A HACER TODOS RICOS!

Aunque la plata fuese valiosa, no parecía estar muy convencido de que lo que decía, o sacábais algo más, o la expedición no iba a ser tan provechosa como pensásteis. O quizás la joya de oro se pudiese vender a un museo por un buen precio, todo era posible.

Cuando todo el contenido del cofre estuvo expuesto a la vista comento a mi compañero:

- Señor Bangs, creo que es su momento. A ver si nos puede decir algo de la pieza. Yo, por mi parte, voy a ver si recuerdo algo de la facultad.

Dicho esto, me acerco a observar la factura del cofre, de los lingotes y por último las inscripciones y la joya en sí. Busco algo que pueda sonarme de mis clases de arqueología e historia.

Los ojos del anticuario brillaron al reflejar en ellos el fulgor de la plata, pero rápidamente prestó su atención a la pieza de oro que Collin había dejado en el suelo.

Le recogió y la observó, pasó sus huesudas manos por ella, recorriendo los dibujos y tratando de recordar algo que fuera de utilidad para saber su valor, pero no había nada en su vieja mente que pudiese ser de ayuda.

Bueno, parecía que al final no iba a pasar nada raro. Fue un alivio para Konrad que el cofre contuviera plata y no más piezas de aquel rompecabezas absurdo y extraño en el que se había metido tras la muerte de Baxter. Mientras Colin exponía el contenido del cofre, se apartó a un lado y se apoyó sobre la barandilla del barco, echando un trago distraídamente. Era la primera vez en aquel día que se sentía relajado.

Mientras los profesores examinan la joya y los lingotes de plata yo me acerco a echarle un vistazo al cofre. Es raro que cupiera tanta cantidad de lingotes ahí dentro, aunque es posible que tuviera un doble fondo como los que usaban los contrabandistas.

Reviso el interior del cofre a conciencia, convencido de que tiene que haber gato encerrado.

Espera mientras examináis todo el contenido del cofre, también la tripulación se va acercando por turnos, muy ordenadamente para ver de cerca el tesoro, el motivo del viaje o el éxito del mismo, según se mire.

- ¿Lo reconocen? ¿ven algo? ¿creen que es mejor estudiarlo en San Agustín cuando volvamos?

Sorprendentemente, no fue ninguno de los sabios el que logró discernir mínimamente de qué iba todo aquello. El señor Dillinger, un matón o al menos eso os parecía, estudió minuciosamente la joya y esbozó una enorme sonrisa mientras levantaba la vista.

Están representadas media docena de figuras en actitud adorante, algunas de rodillas y con los brazos hacia el suelo. Unos van ataviados como indígenas y otros parecen europeos. Sobre sus cabezas se ve una enorme bola que parece una estrella o algo del estilo ¿un cometa? ves una línea que bien podría ser la cola del cometa que se sale de la representación, como si no tuviese fin.

Tu opinión es que bien podría estar relacionada con la historia de los franceses metidos a adoradores del Demonio que leísteis y su relación con los indígenas que los españoles dieron caza. ¿Podrían haber encontrado esta joya en su poblado? Es una posibilidad. Además, distingues en chiquitito una inscripción que reconoces como latín. Es posible que alguno de los presentes pueda descifrarla.

- ¿Ven estas figuras? – Digo señalando las marcas en la joya a los profesores. – A mí me parecen indígenas y europeos. Y esa bola sobre sus cabezas diría que es un cometa. Creo que esto está relacionado con la historia de los franceses metidos a adoradores del Demonio y su relación con los indígenas que los españoles dieron caza. Es posible que encontraran esta joya en el poblado de los indígenas. –

Paro un instante para ver si les parece plausible mi explicación. – Ah, y ahí en chiquitito hay algo escrito pero parece latín y no tengo ni idea de qué significa. Quizá alguno de ustedes… - sugiero ofreciendo de nuevo la joya a los profesores. No sé quién demonios en su sano juicio seguiría estudiando latín a día de hoy. Las lenguas muertas son eso, muertas. No tienen uso a día de hoy…

- ¡Alucinante! habrá que enseñárselo al Padre García antes de venderlo. Igual le da por escribir un libro o algo así. Ya me lo estoy imaginando, va a venir la prensa, ¡vamos a ser famosos! conozco un par de tipos que van a estar muy interesados en los kilos de plata que hemos encontrado. Y hay un árabe que compra antigüedades y las paga muy bien. ¡Nos vamos a hacer de oro! -exclamó frotándose las manos.

- Deberíamos dedicarle un par de días más al barco y luego vuelta a casa a venderlo todo.

- Permítame... digo extendiendo mi mano hacia la misteriosa joya ... tengo unas ligeras nociones de latín, muy ligeras de hecho, lo estudié en la facultad, pero hace mucho de eso.

La joya da vueltas en mi mano mientras intento traducir lo escrito en ella, al final se la paso al señor Bangs preguntándole:

- ¿Cómo anda usted de latín?

Y ya dirigiéndome a Colin tras su última frase asiento:

- Es cierto, deberíamos dedicar algo más al barco, es muy peligroso pero esa sima me tiene intrigado. Deberían echar un buen vistazo. Quienquiera que baje.

Déjeme ver.- El anticuario sacó del bolsillo de su chaqueta un monóculo de joyero y se dispuso a observar la inscripción en latín grabada en la joya.

Bangs buscó en su memoria todo lo que sabía de aquella lengua muerta que se había hablado en las orillas del mediterraneo hacía casi dos mil años, pero nada de lo que había aprendido sirvió para entender el significado de lo escrito en ella.

Igual deberíamos llevársela al sacerdote católico. Ellos conocen a la perfección ese idioma.

Konrad le echó un vistazo a la joya. Era curioso que hubiese tenido que ser el tipo con pintas de gangster el que supiese decir algo útil de aquella joya. A él solo le parecía un adorno caro.

- De todos modos, si la intención es venderla, no creo que al comprador le importe demasiado que pone ahí, ¿no?