Partida Rol por web

- Creo que será mejor esperar, siempre y cuando no se vaya muy tarde y podamos acudir a nuestra "cita"

Unos 37 minutos (16 30) tenéis que esperar hasta que véis a un tipo calvo, bajito y gordo con algo de chepa salir de la tienda y echar el cierre con un rústico candado. El tipo lleva una bolsa de mano de piel negra y tras cerrar mira a un lado y a otro de la calle camina unos diez metros hasta llegar a un Ford negro, arranca en seguida.

Espero hasta perder al Ford de vista, salvo que Konrad me indique que le siga. Espero tranquilamente y con paciencia un par de minutos más y luego abro la puerta del coche y bajo.

- Vamos. No debería llevarnos mucho rato registrar esa tienducha... - Me coloco el sombrero una vez estoy fuera del vehículo y miro a ambos lados de la calle para asegurarme de que nadie se fija en nosotros. Luego me dirijo hacia la parte trasera de la tienda para ver si tiene alguna otra entrada o salida. Si hay otra forma de entrar creo que será mejor intentarlo por la parte trasera. Si no encontramos nada, habrá que regresar a la puerta principal y tratar de forzarla sin que nos vean.

Konrad estuvo tentado de seguir al coche, pero separarse no le parecía buena idea. Bajó del vehículo y se acercó a la puerta trasera de la tienda, mirando en los alrededores para asegurarse de que nadie les veía.

La visita al periódico de Jacksonville había resultado bastante útil al fin y al cabo, pensó el señor Bangs cuando Graham les mostró aquellos recortes de periódicos. - Muchas gracias señor Graham, esto es justo lo que estábamos buscando.- Le agradeció.

Aún tenía que darle vueltas al hecho de que los ladrones de tumbas actuaran tan espaciadamente en el tiempo, tal vez incluso fueran hecho inconexos, ya tendría tiempo de pensar en ello en el tren de vuelta, de momento pensaba que aún podía obtener más información allí.- ¿Y dice usted que podemos hablar con la escritora de este artículo? ¿Con la señora Winslow?

Rodeando la tienda descubrís que efectivamente hay puerta trasera, la parte posterior del edificio da a un callejón en el que a esta hora de la tarde al menos no se ve un alma, además tan sólo dos ventanas del edificio de la tienda tienen vistas al callejón y del edificio de detrás tres son las ventanas que tienen vistas, pero en estos momentos no hay nadie asomado, es más, la mayoría tienen las persianas echadas.

La puerta trasera está cerrada pero no tiene candado, por lo que no debería costaros mucho trabajo abrir la cerradura discretamente*

El ansia me puede y me dirijo a la puerta cuando he comprobado que no hay nadie que pueda vernos. Me agacho, saco un alambre de metal doblado de uno de los bolsillos de mi gabardina y trato de engancharlo en la cerradura mientras tapo con mi propio cuerpo esa zona para que nadie vea exactamente qué estoy haciendo.

Espero escuchar el tan conocido “click” pero esta condenada cerradura se me resiste. Ahogo un gruñido de enfado, me aparto y cedo mi lugar a Konrad, a ver si a él se le dan mejor estas cosas.

- Espero que tengas más suerte yo. - comento casi en un susurro mientras me coloco para taparle a él y que no puedan verle manipulando la cerradura.

- No hay de qué señores. Ha sido un placer serles de ayuda. Suban a la primera planta y pregunten a la chica del hall por Sheila. Tengan un buen día.

Subís hasta la primera planta y allí preguntáis por Sheila, pero lamentablemente, no se encuentra en su lugar de trabajo, parece ser que hoy ha salido aunque no os quieren decir dónde o a qué*.

No me quedo satisfecho con la respuesta de la chica del mostrador, así que repongo con voz engolada:

- Vaya, es una pena que no podamos localizar a la señorita Winslow. Venimos de la universidad de Providence y eso es mucha distancia para tratar con ella, no se si me entiende. Evidentemente el profesor Bangs y yo mismo no estamos autorizados a revelar para qué hemos venido hasta aquí a hablar con ella pero le rogaríamos que nos diera alguna indicación de como localizarla.

Konrad cogió un alambre del suelo, y con solo hurgar un poco en la cerradura, consiguió abrirla suavemente. No tenía ningún problema en tirar la puerta abajo, pero en aquellas circunstancias era mejor que no se supiera que habían estado allí.

- Vamos; seguramente dispongamos de todo el tiempo que queramos para encontrar algo.

Sí. Es de suma importancia. - Apostilla el anticuario sin el menor ápice de la labia que normalmente utiliza para colocarle piezas a sus clientes.

No hay más remedio que desistir con el asunto de la periodista. Aunque dejáis vuestros datos y el teléfono y dirección del hotel por si desease ponerse en contacto con vosotros. Una verdadera pena, pero no obstante, algunas cosas interesantes os lleváis aunque menos de lo esperado por supuesto. ¿Cómo les habrá ido al resto? constantemente os preguntáis esto mismo mientras el tren os lleva de regreso a San Agustín.

A Konrad no le dura ni dos minutos el candado de la puerta trasera, sin el más mínimo esfuerzo lo consigue abrir sin que quede forzado o estropeado y entráis por la parte trasera. La luz de la calle ilumina un pequeño cuartito usado de almacén en el que pueden verse varias cajas vacías. Una puerta os lleva hasta la trastienda, que se divide en un pequeñísimo laboratorio de revelado en la parte izquierda y una zona en la que para vuestra sorpresa encontráis cuatro sillas dispuestas delante de un proyector de 16 mm apuntando a la pared.

Observo asombrado la pericia de Konrad y sonrío cuando consigue abrir con tanta facilidad la cerradura. Cierro la puerta tras nosotros para que nadie vea nada sospechoso desde el exterior, y acompaño a mi compañero hasta la trastienda.

Observo primero el laboratorio de revelado y luego con más curiosidad el proyector y las sillas dispuestas. ¿Qué demonios estarían visionando aquí? Cada vez encuentro todo más raro.

A Konrad también le llamó la atención el proyector; parecía que lo habían usado hace poco, y por el número de sillas no había sido una sesión pública precisamente. Se le ocurrió que los asistentes podrían ser el dueño de la tienda, los dos tipos del criadero de cocodrilos, y el policía.

Lo primero que hizo fue comprobar si el proyector tenía alguna película puesta; podría ser una pista valiosa.

Konrad se fijó en que en el proyector no había ninguna película conectada pero en una mesita auxiliar había una docena de rollos de películas etiquetados en español*

Joe encontró además un archivador cerrado con llave cuya cerradura no le fue tampoco difícil forzar. En el interior del mismo encontró bien escondidos tres rollos más que tenían por título fechas comprendidas entre los últimos seis meses. Curiosamente, todas eran del día 11, la más reciente era de hace justo un mes, el 11 de Mayo.

Konrad no entendía las etiquetas de las películas; tal vez Harper o el anticuario supieran traducirlas al inglés, así que las cogió y buscó una bolsa o algo en la que poder llevárselas. Luego se quedó mirando el proyector

- Dillinger, ¿usted sabe como funciona esto? No estaría de más echarle un vistazo a una de estas películas antes de irnos

- No estoy muy seguro... - comienzo. - Pero podemos probar. - Sujeto una de las películas con una fecha impresa... la más cercana en el tiempo, ésa del 11 de Mayo. Me acerco al proyector y trato de ver dónde podría encajar el rollo de película sin romperse, pero no tengo ni la más remota idea de dónde podría ajustarse.

- La verdad es que no veo ningún hueco donde colocar esto. Si quiere probar... - Digo echándome a un lado por si Konrad tiene mejor suerte. - Sino tampoco estaría de más que nos lleváramos todas las películas como posibles pruebas. - O mucho me equivoco o su contenido puede ser revelador.