Partida Rol por web

Mantengo perfil bajo mientras alguna flecha pasa más o menos cerca de nuestra posición .Lo peor es la espera sabiendo que no puedo hacer nada hasta que se acerquen  hasta el alcance de mi alabarda .Vamos pequeñas sabandijas venid aquí y probad mi acero .

Completamente en silencio, con la mirada fija en lontananza y bufando rítmica pero aparatosamente por las fosas nasales, Grunt observaba con ojos entrecerrados a la horda de enemigos que se acercaban vociferantes por el río.

Su rostro se había retorcido en una extraña mueca de furia y odio acerado y ardiente, muy digno de los terribles guerreros típicos de su raza, pero que por momentos parecía expresar también una pena y un cansancio infinitos.

Estaba claro que aquel no era un lugar donde el enano pudiera sentirse cómodo. Ni tampoco que disfrutara. Con todo, aquella dura y recia postura no era en realidad más que una mascarada. Un improvisado y desesperado ritual que había pergeñado durante las últimas escaramuzas en las que se había visto envuelto, una forma de infundir algo de valor a sus cansados músculos.

Pero también había algo más.

Pues, aunque Grunt no conocía demasiado de tácticas ni de estrategias de guerra, parecía haber comprendido de inmediato el plan del kislevita. Sencillamente, no había forma de parar a un grupo tan numeroso de enemigos. De modo que la única alternativa posible era convencer a los inmundos pieles verdes de que había otros caminos más seguros para emprender la huída. Y la mejor forma para hacerlo era simular un terrible fuerza de ataque. O, cuanto menos, una muy numerosa.

De ahí quizás la idea de Domochievsky de reunir a la mayor cantidad posible de hombres junto al vado. Bien visibles y amenazantes…

Grunt se había internado unos pasos en el vado, y el agua casi le llegaba hasta los tobillos. Avanzar más que eso podría ser peligroso, sobre todo con lo incómodo que resultaría chapotear en el barro con su roída y desgastada chaqueta de cuero.

Su mano derecha aferraba con decisión la vieja espada corta (aquella que lo acompañara durante tanto tiempo, aunque que ya ni recordaba donde la había conseguido), mientras que la izquierda estaba apretada en un duro y tenso puño, que se movía arriba y abajo de manera inquieta…

- Déjame salir de esta, Grugni... así puedo dedicarme a buscar tus viejos tesoros perdidos...

Hasta ahora el plan parecía funcionar, los pieles verdes avanzaban con cierta lentitud debido a la corriente y profundidad del río, lo cual daba tiempo a que los tiradores a distancia fueran abantiendolos poco a poco, y en esto habían tenido moderado éxito con ya 6 bajas; de las cuales habría que resaltar, 3 habían caído a cuenta de la furtiva Lorantha.

No obstante aquella eficiencia, era casi seguro que en los próximos segundos el enemigo llegase a la orilla y se tuviese que librar una lucha cuerpo a cuerpo por el control del río. Continuar disparando era sin duda la mejor opción, o al menos de momento, pues si los pieles verdes seguían llegando en grandes cantidades, no tardarían en arremolinarse en la orilla.

Había permanecido en silencio casi desde que saliésemos de la ciudad. Meditando sobre lo vivido en el castillo e intentando borrar de mi mente las atrocidades allí vistas.

Sin embargo el olor de la batalla volvía a reclamarme. Observo como las flechas y virotes van diezmando a los pieles verdes, pero me hago cargo de que son esos goblins esmirriados los que flotan corriente abajo. Los brutales pero astutos orcos los han mandado a comprobar a los defensores.

Poco podía hacer desde dónde me hallaba. Y no quería desobedecer al Kislevita, en el pasado había demostrado ya sus buenas dotes de estrategia.

Lo único que se me antojaba viable era conseguir un poco más de tiempo para que mis compañeros con armas de proyectiles tuviesen tiempo de usarlos.

Ignorando las chanzas de Grim -él no es el enemigo... los orcos sí -trato de recordarme, avanzo hasta mojar mis pies en el rio acercándome a la posición de Kurt.

-Eso es!! Sigan así- Aplaudía a mis compañeros que ya habían abatido un buen numero de enemigos, al mismo tiempo sin embargo veía como se acercaban cada vez mas el resto de los enemigos que seguían intactos, en pocos momentos un buen grupo llegaría hasta el punto donde yo me encontraba si no eran abatidos antes. Mi arma y mi escudo seguían en su posición en espera de que los pieles verdes llegaran.

Oteaba desde la distancia cómo caían los pieles verdes fundamentalmente por la letal intervención de la elfa - ¡La Dama! bien hecho Lorantha...- murmuraba el bretoniano con la boca medio cerrada apretando los dientes ante la emoción del inminente combate.

Sir Hugo sabía que aquellos bastardos cruzarían de todos modos y entonces tendría lugar su gloriosa carga.Tenía miedo, su corazón latía con fuerza, pero la confianza que tenía en sí mismo y en su señora le hacían no darse la vuelta y salir a galope tendido.

Kurt, que había recargado tranquilamente, volvió a alzar el armazón de la ballesta, apuntando al goblin más cercano, que casi había llegado. Otro virote salió de su ballesta, y voló limpiamente hasta su objetivo, clavándose con fuerza en el brazo derecho de la criatura. Casi una réplica del disparo anterior. 

Una vez la ballesta la he cargado, la apoyo de nuevo contra mi hombro. Apunto a uno de los goblins más cercanos cuando un virote sale hacia él y lo impacta sumergiéndolo por unos momentos. No se si volverá a salir, pero no tengo tiempo, en mitad del río, ya empiezan a llegar el verdadero problemas, masas de músculos de color verde.

Vuelvo la ballesta hacia allí, el orco se mueve bastante despacio y es un tiro fácil, suelto el aire a la vez que aprieto el gatillo de mi antigua amiga. El virote cruza el río y se le clava al orco, sin embargo no ha sido uno de mis mejores tiros, y dudo que sea suficiente para matarlo o por lo menos ahuyentarlo.

Miro a mis lados y veo como siguen mis nuevos compañeros disparando. Hay muchos aciertos, no me puedo imaginar lo que sería si hubiera mucho viento o el río fuera más pequeño. Esperemos que caigan más que alcancen nuestra orilla.

La elfa respondió a los agasajos de sus compañeros hacendo tañir por dos veces la cuerda de su arco. El primer disparo lo hizo sobre el goblin que se acercaba a la roca, pues quería evitar la posibilidad que recogiera el arma de un compañero caído.

Al ver que la flecha en aquella ocasión no era suficiente para acabar con su vida, dudó un instante si descargar sobre él una segunda, pero al ver que la humana hería a uno de los primeros orcos que se batía en retirada, pensó que afectaría más a la moral de los demás pieles verdes si conseguia abatirlo, así que su segunda flecha fue hacia él.

Manteníamos la posición, era cierto que la mayoría aun no habíamos tenido que combatir pero hacíamos el trabajo asignado.Por ahora son las filas de pieles verdes las que están perdiendo efectivos, pero todo eso tenderá a cambiar si consiguen llegar a trabarse cuerpo a cuerpo con nosotros y en suficiente cantidad. Solo quedaba rezar para que las flechas y saetas de mis compañeros fueran carteras para eliminar a la mayor cantidad de orcos y goblins. 

- Seguid así compañeros, que paguen cara su osadía.

En parte eso era todo, el tiempo que ganáramos haría que tuviéramos mas opciones de recibir los esperados refuerzos.

Trojan refunfuñaba por lo bajo, en un idioma difícilmente entendible. Mezcla de norsca y bufidos. Había fallado la flecha y ahora tenía que sacar otra del carcaj, encajarla en la cuerda, colocarla recta, enderezar las plumas y alzar el arco. Una labor que algunos hacían con facilidad asombrosa, pero que Trojan aún no terminaba de dominar.

La contundencia del grupo de mercenarios e imperiales allí reunidos, seguía mostrándose en lo alto. Ya con un total de 9 caídos del grueso de tropas de pieles verdes que les atacaban, el grupo iba mostrando su letalidad y aliviando con ello, una segura presión que caería sobre de ellos en los próximos segundos. De seguir así, probablemente los pieles verdes se la pensarían dos veces antes de continuar su retroceso a través del río.

A pesar de ello, aun no podían festejar, ya había seis pieles verdes en las orillas del río y uno de ellos era un duro orco. Y no solo eso, mas atrás, aun teniendo que atravesar el río, un total de 8 goblinoides mas se aproximaban; ahora lo importante era mantener la contundencia y evitar que el enemigo se les arremolinara en la orilla del río.

"Cojo otro virote, lo cargo y lo disparo, y ése es otro goblin que el río se ha tragado" pensó tranquilamente, mientras recogía otro de los proyectiles y empezaba a tensar la potente cuerda de la ballesta. Envidiaba la rapidez con la que la elfa disparaba, si él pudiera ser igual de rápido con la ballesta, ya no quedarían enemigos. Pero aquel era un arma lenta, y sus dedos quizás no eran tan ágiles como los de Lorantha, así que no tenía sentido lamentarse por ello. Le valía con centrarse en que, por su mano, había dos enemigos dando de comer a los peces, y pronto habría más... Aunque ya estaban muy cerca. 

Sigue así Kurt. Intentaré darte un poco más de tiempo adelantando la linea defensiva -digo a mi compañero casi sin volverme atento a los enemigos que se aproximaban.

Estaba bastante inquieto, algo me decía que ni los pieles verdes podían ser tan estupidos como para atacar frontalmente con todo. Un cosquilleo en la nuca... Demasiado tiempo en el camino Nathan -intento tranquilizarme. Miro a mi alrededor estudiando la escena mientras afianzo mi posición.

Que comience el baile.