Partida Rol por web

Intentaba sonreir a cuantos se cruzaba, pero no había duda de que no era correspondido. Al parecer el variopinto grupo no inspiraba precisamente confianza a las pobres gentes de la aldea que tenían que cargar con la pesada carga de sostener a tan numerosa tropa imperial.

Sir Hugo caminaba junto a su caballo, al cual tenía sostenido por las riendas , se acercó a una muchacha y dijo bien alto -No nos temáis buenas gentes, sabed que soy caballero de la lejana Bretonia, he jurado defender a los débiles e impartir justicia y lucho cada día por ser mejor persona e intento ser puro de corazón. Los hombres y mujeres que me acompañan son buenas personas que nada malo harían a nadie, no dejéis que su facha os asuste.

Aquello no gustaba a Kurt, para nada además. El comportamiento de aquella gente era muy raro. Demasiado raro. No iban a salir bien de aquello, y el mercenario lo tenía más claro con cada mirada huidiza o puerta cerrada a su paso.

-Ésto no es bueno... O nos han confundido con alguien, y debemos temer a ése alguien... O mañana amaneceremos con un cuchillo en el cuello y una nueva sonrisa escarlata... Los pueblerinos asustados pueden ser muy traicioneros. 

Por fin llegamos al pueblo. Pero una noticia que sin duda denbiese habernos alegrado, no acababa de convencerme. Eramos libres del ejercito Imperial, a partir de ahora, eramos libres de continuar nuestro camino.

Pero la taberna había sido tomada por los hombres del imperio. Y así nos habían negado casi toda diversión.

Busco un pozo en el pueblo. Para poder sacar agua. Al menos, no moriríamos de sed.

Con suerte nuestro paso por el pueblo sería fugaz, y si no, a lo mejor se acostumbraban a nuestra presencia. 

La gente parecía recelosa ante la llegada del imperio y actuaban de manera extraña hacia nosotros, sin embargo no podía desperdiciar una oportunidad así para practicar su forja. -Bien, ya que estamos en un pueblo seria bueno restablecer nuestras provisiones, por mi parte necesito mas tabaco y quizá haya una buena herrería para conseguir armas mejores, nuestro viaje aun es largo y está lleno de peligros, necesitaremos aprovisionarnos lo mejor que se pueda, les parece si cada quien va a dar una vuelta por ahí y nos vemos en un par de horas en algún punto del pueblo??.- Le sugiero a mis compañeros en espera de que nadie se oponga.

Hugo, Sirr Hugo -matizó- no te esfuerrces, esta gente prronto verrá con alegrría cómo nos vamos. Si quierren odiarrnos que lo hagan, perro no busques su amistad, te escupirrán a la carra.

Trojan observó aquel pueblucho en el que estaban, era la capital de un diminuto reino de aquella tierra de caos y desorden. Escuchó a Grim hablar de aprovisionarse, y eso le dio ganas de gastar monedas. No recordaba tener muchos, pero seguro que el oro valía más ene stas tierras que en el Imperio.

Acompañarré a Grim, veamos qué podemos encontrrarr en este pueblo.

- Tened cuidado con la gente que los pueblerinos siempre se cabrean cuando llegan tropas del imperio. Supongo que sera por que les suelen requisar los alimentos y a veces hay problemas con las hijas de algunos de ellos. Aunque en este caso parece que la disciplina es bastante estricta -

- Mejor distantes que molestos - pensó Lorantha desde el interior del carromato mientras observaba el comportamiento de los lugareños. Tan solo necesitaban reabastecerse y aunque sabía que no conseguirían ni alimento ni alojamiento allí, al menos, con un poco de suerte podrían conseguir algo de información y equipo médico. De no conseguirlo, Jaime tendría que encargarse de solicitárselo al Capitán antes de despedirse definitivamente.

Parecía prioridad de los miembros del grupo el buscar reabastecerse, sin embargo, el saber cómo estaban las cosas por allí y los caminos más hacia el sur era de vital importancia para su viaje. NO cabía duda de que iba a ser un viaje largo y lleno de peligros, por ello caulqueir cautela era poca y viajar sin conocer absolutamente nada de lo que podían encontrarse más adelante era un suicidio.

Con aquello en su mente pensaba quien de los presentes estaría más capacitado para conseguir la preciada información y dónde, pues la taberna en aquellos momentos debía estar ya tomada por los imperiales. - Valdia, busquemos un sitio donde dejar el carro y poder abrevar a los animales y mientras unos nos encargamos de eso, el resto como dice Grim puede salir en busca de lo que necesitamos. - le dijo evitando así hablar con Jaime, todavía molesta con el mediano.

En el poblado, a las fuerzas imperiales ya se les veía por todos lados, algunos en la posada descansando, otros molestando al herrero para que arreglara sus armas, otros hiendo de casa en casa buscando algo de comida, etc.
Los pobladores obviamente estaban aun mas molestos e intentaban repelar a todo cada que podían. Sin embargo, ante un ejercito que bien podía rivalizar con el de los pequeños reinos de la región, era mejor no plantar mala cara.

Por su parte, Jaime y los otros se habían separado apenas adentrarse en el pueblo. Grim y Trojan se encontraban ahora en el centro del poblado explorando todo lo que allí había. Por su parte, a unos 200 metros de estos, se encontraba el resto del grupo quienes ahora junto al pozo del poblado, daban de beber a los corceles. Para su mala suerte muchos de los saldados del imperio se les habían adelantado y ahora hacían lo propio.

La fila en busca de agua del pozo era larga y probablemente tendrían que esperar mas de una hora para poder conseguir tener acceso a ella. Tras la conversación entre Valdia y Lorantha, se hizo a notar la importancia de buscar un lugar adecuado para dejar al carromato mientras todos se movían con tranquilidad por los alrededores. Sin que Lorantha le tomase en cuenta, Jaime intervino en esto apoyando las palabras de la elfa con insistencia; probablemente hacia esto dado que notaba el enfado de la elfa ante los últimos acontecimientos.

Grim y Trojan ahora en el centro del poblado se encontraban entre dos interesantes establecimientos. A su derecha estaba la carnicería, la cual era amplia se notaba que estaba bien surtida. A la izquierda estaba la herrería, la cual estaba repleta de soldados del imperio quienes acosaban ahora al herrero y a su ayudante.

La elfa aguardó tranquila a que su turno les llegara. No solo era necesario que los animales se hidrataran, sino que debían reponer sus reservas de agua.

Jaime no les había dicho cuanto tiempo iban a estar en aquel poblado, pero ella imaginaba que se irían en cuanto hubieran conseguido en aquél lugar todo lo que necesitaban para proseguir su viaje, sin embargo aquello no le tranquilizaba en absoluto, pues habían salido del imperio en gran medida por los problemas en los que Jaime les había metido con los imperiales, cualesquiera que hubieren sido, pero mientras siguieran en aquel poblado seguían bajo la influencia imperial y aquello no era algo que le satisfaciera.

Pacientemente esperó en el carromato, no conocía demasiado aquellas tierras y tampoco sabía como podían reaccionar ante gente de su raza, así que para evitar que esa distancia que mostraban los de aquel lugar se transformara en algo peor se mantuvo oculta y con la capucha de la capa echada para no levantar suspicacia alguna. 

Caminaba con el bueno Trojan por el pueblo en busca de la herreria, al parecer en un pueblo tan pequeño solo había una y cuando finalmente llegamos a ella vi tristemente que estaba plagada de esos malditos imperiales que acosaban al herrero y a su ayudante como buitres sobre carroña, no tuve mas remedio que detenerme en seco. -Malditos sean todos esos soldados Trojan, ve que acosar de esa forma a un herrero para que les repare las armas y te aseguro que no piensan pagar ni una misera plata por los servicios, los herreros somos artistas y es una afrenta ante los dioses del hierro no reconocer tan maravilloso trabajo. Vamos, no tenemos otra opción, necesito esa fragua a como de lugar. Me abro paso entre los imperiales para llegar hasta donde se encuentra el herrero.
-Hermano herrero, se que puede ser un mal momento para una petición de este tipo, pero prometo no entorpecer tus actividades y de ser posible me gustaría retribuirte quizá con trabajo tu amabilidad...que al parecer se ve que tienes demasiado, pero te quería preguntar si tendrás una fragua en donde pueda trabajar por un par de horas?

Al norsca no le apreció tan buen idea precipitarse hacia la herrería, muchos habían tenido la misma idea y el artesano estaría ocupado con infinidad de trabajos. Armas melladas, escudos rotos, nuevas herraduras, etc.

Grim, amigo mío, deberríamos comprrarr carrne antes de que esos buitrres que tú dices se la lleven toda. Tu arrma tendrá que esperrarr. Además, no crreo que en este pueblo se encuentrre un herrerro digno de nuestrra glorriosas arrmas, ¿no crrees?

Intentaba apelar al sentido de la perfección de los enanos.

Un herrero digno? Jajajaja camarada, haz estado viajando con el herrero mas hábil que se puede encontrar en todo el norte.- Presumo ante Trojan en tono algo altanero. -No te preocupes, yo pienso mejorar mis armas y si aun tengo tiempo con gusto mejorare la tuya compañero y cuando tenga mas pericia te forjare armas dignas de todo un dios de la guerra. Solo necesito practicar mas...por otro lado tienes razón, por que no te adelantas a comprar las provisiones en lo que yo resuelvo la situación en este sitio?.-

El bretoniano logró reunir un grupito de aldeanos y empezó a hablarles sobre la benignidad del grupo y de la pureza de sus intenciones, no obstante, no logró convencerles y de uno a uno al principio y en grupos luego, fueron abandonando el lugar hasta que el bretoniano se quedó solo.

Se encogió de hombros y dijo

- He hecho todo lo que he podido, pero ni siquiera por ser bretoniano han confiado en mí -hace un ademán con la mano -no perdamos más el tiempo, estoy sediento y tengo hambre. Iré a la posada a ver qué pueden darme de comer y beberé un buen vaso de vino. ¿ Quiere alguien venir conmigo? Puede que con un poco de suerte nos enteremos de algo.

Sí, a veces me prregunto qué haces con nosotrros. Podrrías estarr ganando mucho orro fabrricando marrtillos.

O reparando armaduras, pensó al ver la gran cantidad de soldados que había frente a la herrería.

Crreo que mis habilidades han quedado demostrradas en el paso. Perro mi hacha es mi fiel compañerra, aún no me ha fallado. Si quierres esperrarr a toda esta gente, irré a ver qué carrne puedo comprrarr.

Rebuscó entre su bolsa de monedas...diez monedas de oro. Esperaba que fuera suficiente.

El mercenario, como ya había expresado, no se encontraba tranquilo con aquella situación. De todos modos, debían lidiar con ella, así que no le quedaba más remedio que adaptarse y vigilar que ningún objeto afilado se acerara más de lo recomendable a su cuello.

-Si no me necesitáis por aquí... Creo que voy a intentar comprar algunos virotes. 

Mientras hacía cola en el pozo junto a Lorantha, se me ocurrió que podía simplemente hablar con algún aldeano de la cola.

Estos imperiales -murmuro. Soldados. Se creen que pueden llegar y tomar lo que quieran por que son los salvadores del mundo. Cualquiera que hubiese oido mi comentario podría pensar que nada tengo que ver el ejercito.

Silvo para llamar a Morr. Y espero un poco su llegada. Silvo otra vez.

Lorantha. ¿Crees que esta noche podremos actuar? -le digo volviendome a mirarla y guiñandole un ojo. Si creían que eramos artistas ambulantes o artesanos quizás en poco tiempo sus actitudes cambiasen.