Partida Rol por web

Lamentablemente para el bretoniano, nadie le había hecho caso en lo absoluto. Quizá su apariencia tras el largo viaje ya no estaba a la altura, o quizá la gente estuviera mas asustada y/o enojada de lo que el lograba vislumbrar solo por las apariencias.

La fila para el agua era larga, sin embargo para su suerte el pozo recibía afluentes desde las montañas por lo que no tenían que preocuparse por que el agua se acabase; la única molestia por el momento era el tiempo.

Y para algunos el tiempo era algo con lo que no querían lidiar. Sir Hugo por ejemplo esperaba tener suerte y conseguir algo de vino antes de los soldados del imperio arrasaran con todo en el poblado. Kurt por su parte deseaba hacerse con algunos virotes pues tras las ultimas batallas ya no le quedaba ninguno y dado que cada vez se adentraban mas en el sur, era muy probable que le hicieran falta.

Jaime estaba especialmente atengo a las acciones de Lorantha pues sabia que la elfa era un miembro fundamental del grupo y deseaba encontrar la manera de ganarse de nuevo su aprecio y confianza. Por ello le fue imposible no escuchar las palabras de Nathan sobre una actuación para recaudar fondos.
-No creo que eso sea buena idea; los imperiales serán quienes se arremolinen y no darán espacio a los pobladores, a la par de que dudo que estos se acerquen esta noche. Incluso habría que considerar que solo un milagro haría que las tropas del imperio nos soltasen algunas monedas. Lo mejor será realizar alguna función en otro poblado pues aquí no conseguiremos nada-.

Ante la palabras iniciales de Grim, uno de los tantos soldados allí amontados le miro con cierto enojado  -Hey tu enano, no estorbes, estamos aquí ocupados, si quieres que te atiendan espera a que los hombres del imperio sean atendidos primero-. Hasta cierto punto a pesar de su tono de voz, aquel soldado había sido educado pues bien podría haber dicho mil cosas mas que no hicieran mas que ofender a los presentes.

Notando que los soldados del imperio miraban de mala gana a los dos Norscas allí presentes, el herrero del pueblo se apresuró a hablar a fin de evitar un problema que arruinara aun mas su negocio. -No puedo prestarle nada señor enano, estamos ocupando todo ahora mismo tal como ve y tenemos tanto trabajo como para estar aquí trabajando por lo menos todo el día-.

La noticia no era nada alentadora pues Grim no podría trabajar tal como lo deseaba, hacia tiempo que no podía echar a andar sus habilidades en algo realmente útil bajo su criterio. Por su mente pasaba la idea de que lo mejor seria ir a algún otro poblado donde poder trabajar cuando inesperadamente el herrero le llamó evitando que se marchase con su acompañante. -Señor enano, la carga de trabajo es muy pesada y bien me vendrían de gran ayuda un par de manos habilidosas, entiendo que usted es un herrero dado lo que ha dicho antes-.

Claro jefe -asiento antes las palabras de Jaime.

En eso quedaba entonces nuestro paso por el pueblo. abastecernos. Descansar un poco y huir hasta el siguiente poblado.

Estuviese donde estuviese el mismo...

Y claro. Quedaba saber qué pasaba con los bandidos.

Hago fila hasta que llegue mi turno de llenar la cantimplora y coger un par de cubos de agua para los caballos.

- Me parece bien Jaime. Pero debemos de conseguir provisiones y me da que esta gente va a esconder la mayor parte de sus alimentos para que no se los requisen, asi que quizas no estaria de mas congratularse con ellos gracias a la función aunque no nos paguen nada -

El norsca salió en defensa de su camarada.

¡Es un grran herrerro!

Trojan confiaba en que el herrero pudiera ganarse un buen dinero que sirviera al grupo para adquirir más alimentos. trojan no estaba seguro de cómo andaban de dinero, se lo preguntaría a Valdia más tarde. Tampoco sabía cuánta carne debía comprar. Decidió visitar al carnicero comprarle algo y después volver con Valdia para preguntar. Tal vez comprara un cerdo.

Irré a ver al carrnicerro.

Las palabras del imperial me irritaban enormemente, de ser por mi le hubiera dicho sus verdades pero lo cierto era que me encontraba en total desventaja numérica a pesar de tener a mi lado al fortachon de Trojan. -Mil disculpas noble soldado, no es mi intención ser atendido antes de usted.- Trato de justificarme en el tono mas amable que puedo, por ahora mi prioridad es trabajar en aquella forja y todo parece estar en mi contra cuando mi buen compañero sale en mi defensa, eso junto con las palabras que mencione anteriormente hacen que el herrero pida mi ayuda, justamente la oportunidad de oro que estaba esperando en este momento. Era hora de ponerme a trabajar. -Por supuesto compañero herrero, será un placer para mi prestar mis servicios a tu forja, siempre y cuando no olvides dejarme trabajar un momento cuando hayamos terminado de arreglar el equipo de estos caballeros.- Me pongo manos a la obra cuando Trojan me dice que ira por comestibles, una responsabilidad menos para mi por lo que podré concentrarme en mi forja. -Muy bien Trojan, muchas gracias por tu apoyo camarada, te juro por lo dioses nórdicos que tu acción será recompensada con armas dignas de un héroe de guerra nórdico en cuanto logre perfeccionar mis habilidades, estaré por aquí un momento, me uniré a ustedes cuando termine a lo que he venido a hacer.-

Tras dos largas y tediosas horas, el grupo pudo al fin darle de beber a todos sus corceles al tiempo que se aseguraban que estuvieran estos en buen estado. A varios soldados no les gusto que los aventureros se les adelantaran, sin embargo era claro que tenían órdenes de no incordiarlos y dejarlos en paz.
Lo que el grupo ahora deseaba y necesitaba era conseguir víveres para los próximos días. Lo preocupante en ello era que a donde volteasen la mirada, se veían soldados del imperio requisando cosas; por ello a esas horas era probable que ya no quedara nada que pudiesen comprar o que les quisiesen vender.

Una vez habían quedado todas las criaturas atendidas, Kurt se alejó acelerando el paso. Debía buscar una herrería, armería o algo similar, y pronto. No sabía cuantas ballestas llevaban los soldados imperiales, pero era bastante probable que, si no se daba prisa, se quedara sin munición para la suya. 

De hecho, quizá ya no pudiera obtener. Pero al menos debía intentarlo. 

Muy bien. Debía ser más listo que los imperiales. Nada de carne o alcohol que es lo que siempre buscaban los soldados. Necesitaban grano, harina, verduras, fruta lo que fuese. En las afueras debía haber una granja o un pequeño molino.

Montando sobre Straego se dirigió hacia las afueras del pueblo. Lo más lejos posible de los imperiales. Desde allí observó la zona, las casas. buscando huertas, cultivos, graneros, despensas, lo que fuera. Puede que la gente del pueblo guardase viveres en un almacén. A fin de cuentas los Reinos Fronterizos eran una tierra sin ley. Donde los bandidos campaban a sus anchas y donde el pillaje era algo habitual. 

Eso me hizo recordar al "pececillo" el bandido que capturaron los batidores. Quizás él tenga información útil.

La elfa no estaba de humor para cantar, y mucho menos ante los soldados imperiales que seguro coparían cualquier lugar en el que hicieran la improvisada actuación, aunque por un momento estuvo tentada de asentir al Nathan al ver que al mediano no le parecía buena idea. No obstante, en aquellos momentos su animadversión hacia los imperiales estaba bastante por encima que el enfado que tenía con Jaime.

Así que, acompañando a un gesto con la mano declinando la oferta del humano, hizo un leve gesto negatorio a su compañero con la cabeza apenas apreciable bajo la capucha. Sin embargo, tras escuchar las palabras de Walter se le ocurrió una idea que tal vez pudiera resolver sus problemas.

- Bueno, que os parece lo siguiente, - dijo a los presentes - ¿y si buscamos aprovisionarnos en la fortaleza del rey de Muzing? por lo que tengo entendido no está lejos de aquí y seguro que por escuchar cantar a una doncella elfa en su idioma natal podríamos conseguir tanto cobijo para esta noche como los víveres y repuestos que nos son necesarios para continuar el viaje, además de información de lo que podremos encontrarnos más adelante.-

- Si os parece bien que lo intentemos, podríamos partir ahora mismo. Ya hemos abrevado a los animales y nos hemos reabastecido de agua. Además, es posible que sea todo lo que consigamos de este pueblo por mucho que nos quedemos. -

*- ¿Kurt, podrías buscar a los que faltan para decirles que partimos? - le dijo cuando este empezó a abandonar el grupo.

A Grim le tomo dos largas horas de trabajo poder ayudar al Herrero y aun así les quedo mucho trabajo pendiente. Sin embargo estaban cansados y su trabajo ya no seria de calidad por lo que tendrían que esperar.
Para Grim esa era la oportunidad perfecta para trabajar en sus objetos; sin embargo a lo lejos alcanzo a ver que sus compañeros abandonaban el poso y se movilizaban. Probablemente le estarían buscando para marcharse.

Trojan llegó a la carnicería con la sorpresiva molestia de que estaba repleta de soldados. El carnicero molesto junto a ellos veía como se llevaban casi completamente las únicas tres reces que tenia con el ese día al tiempo que le soltaban unas pocas monedas.
Ante sus ojos los soldados trasportaban las pesadas cargas hacia su campamento a las orillas del poblado. Esto mientras un soldado quien había sido el encargado de la “justa” transacción le gritaba al carnicero que le pagarían por las otras dos reces tenia atadas tras su casa si se daba prisa en matarlas.

Kurt escucho las palabras de Lorantha a lo lejos al tiempo que se retiraba. Necesitaba virotes para su ballesta por lo que lo mas obvio fue dirigirse a la herrería. Curiosamente allí se encontraba Grim y mas curioso aun era que estaba ayudando al herrero a preparar las armas para los soldados del imperio.

-Me parece una muy buena idea Lorantha- se pronunció Jaime con claras intenciones de quedar bien con la elfa. –Aquí no conseguiremos mas que problemas, lo mejor será dejar todo este episodio atrás. Aunque no estoy tan convencido de ir a esa fortaleza; no se si seamos realmente bien recibidos. Este lugar es un completo caos todo el tiempo; si los imperiales nos tomaron por mercenarios a primera vista, un rey detrás de su fortaleza seguro nos lanzara flechas al vernos llegar a distancia. O al menos eso temo. Quizá podríamos probar con arriesgarnos por los caminos y llegar hasta algún otro poblado-.

-Perdernos en los caminos de los reinos fronterizos sin víveres es igual de arriesgado que ir a la fortaleza, incluso mas- se expresó Valdia con preocupación. –No podemos arriesgarnos a marchar a ciegas, en la fortaleza no solo conseguiríamos víveres sino tan bien una posible orientación sobre la actualidad del camino hacia el sur. Quizá preparando algo podamos pasar por mercaderes o si enviamos un heraldo podríamos incluso hacernos pasar por famosos mercenarios-.

-Creo que ya somos lo suficientemente famosos no crees Valdia. O es que has olvidado que una supuesta secta nos persigue. Además, el mediano parlanchín es un imán para las flechas; hasta ahora ha tenido suerte, no deberíamos seguir tentándola-. Dijo el kislevita con el asentimiento de Jaime ante sus palabras.

Volvió de la taberna con las manos prácticamente vacías

- Poca cosa podemos esperar de este pueblo, los imperiales se están quedando con todo y me da la sensación que lo poco que queda está escondido, coincido con Jaime, hagámonos a los caminos y tratemos de encontrar otro pueblo a salvo de tropas imperiales.

El mercenario entró en la herrería, y ya se preparaba a buscar lo que necesitaba cuando su mirada enfocó al enano que estaba trabajando el metal junto al que parecía el herrero.

-¿Grim? ¿Qué haces aquí? Se supone que habías ido en busca de suministros, no de trabajo... En fin, de todos modos, quizás puedas ayudarme. Necesito virotes para mi ballesta. 

La elfa había captado la indirecta de Jaime, el mediano estaba de acuerdo con marcharse de allí, pero no lo estaba con ir a la fortaleza. Lo que en definitiva era su propuesta.

La verdad es que poco le importó su comentario, así que utilizó su misma estrategia. - Muy bien entonces, - habló la elfa - A Jaime le parece muy buena idea y a Valdia también. Reunamos entonces a los que faltan para irnos ya a la fortaleza, salvo, claro está, que Jaime no nos esté contando algo y ya conozca este sitio. Porque todos sabemos lo que significa, sitio que conoce, sitio en el que no somos bienvenidos. -