Partida Rol por web

En rrealidad el frrío sólo llega con el invierrno -respondió a Grunt-. Las demás estaciones se pueden pasarr con un simple forro de piel.

El hablar de invierno le recordó que aún no había dado las gracias a Ulric. Pero la batalla no había sido como él hubiera deseado, y su actuación había sido pobre. Era mejor no presentarse ante los dioses sin una ofrenda digna. Una vergüenza de combate, pese a la victoria del clan. Más vergonzosa tras la actuación de Nathan, y la de Lorantha, que se comportaba como si nada hubiera ocurrido.

¿Y bien? -se volvió hacia Domochievski- ¿Qué has estado haciendo?

La elfa, al igual que el resto siguió el viaje en silencio, aunque ella iba sentada en el cabestrante junto a Grim, atenta al camino y observando las dificultades del enano en conseguir mantener la enorme carreta dentro de los márgenes del camino, para estar herido como estaba, lo estaba haciendo bastante bien.

Por fin llegó el momento del descanso y tras instalar sus cosas y tras limpiarse la herida que la flecha le había dejado en la pierna y vendarla, se acercó a atender al resto, por orden de gravedad de sus heridas, obviando al nórdico a pesar de que sabía que estaba mal herido, a la espera de una petición de ayuda por su parte. También atendió al perro de Nathan cuando apreció que este cojeaba un poco.

Con alguno de ellos no tuvo problemas en limpiar y coser las heridas sin embargo con otros no era capaz de hacerlo sola, así que pidió el auxilio de Walter y de Valdia.

Por último se pasó por la carreta para echar un ojo a Jaime.

Al ser curado, pese a pensar que la elfa era algo cruel y descastada, también pensaba que era una persona justa a su manera, - gracias Lorantha - dijo cortésmente cuando fue sanado por ella - ahora me siento mucho mejor - después caminó hasta donde Trojan y Domochievski estaban para escuchar la historia de aquel tipo que tan callado estaba últimamente.

El viaje habia sido horrible, habia estado conduciendo el carromato desde hacia bastante tiempo y necesitaba un descanso, pero tambien me interesaba lo que tenia que decir Domochievsky asi que me acerque al igual que la mayoria de mis compañeros para escuchar las palabras de nuestro compañero. Me sente a reposar un rato a la sombra de un arbol cercano.

 Permanecí todo el viaje sin decir nada, mientras vigilaba atento a lo que nos rodeaba...

-Esperando, he estado esperando.- respondió con frialdad el Kislevita al tiempo que se acomodaba las botas y revisaba todo su equipo -Hable con unos campesinos de una granja cercana a Grenztadt, al parecer el imperio viene tras nosotros. Se nos considera criminales prófugos, alguien ha asesinado al posadero de la posada en la que pasamos la última noche. Se nos ha echado la culpa al parecer, el clan de la sombra lunar es ahora una banda de malhechores desde el punto de vista del imperio- Finalizó Domochievski dirigiendo su mirada hacia el paso con suma curiosidad.

-Jaime sigue débil y esta inconsciente. Tendremos que decidir entre nosotros, pero creo que no hay mas opción- Valdia miraba también el paso, no parecía muy contenta con la idea, pero al parecer las cartas ya estaban echadas, tenían que salir del imperio pronto. Demostrar su inocencia seria jugar a un juego muy difícil y en clara desventaja. –Debemos aventurarnos al paso-

-No esperemos mas entonces, los jinetes del imperio estarán aquí en unas horas, debemos sacarles toda la ventaja posible- Respondió Domochievski secamente mientras regresaba a su montura. –Grim, andando, no hay tiempo que perder, tenemos que adentrarnos en el paso esta misma noche.-  A paso lento el kislevita emprendió de nuevo la marcha esperando que el resto lo siguiera.
-Mas adelante nos encontraremos con una pequeña guarnición del imperio, preferiría cruzarla de noche pues nos pondrían menos atención. Pero no podemos esperar, tendremos que convencerlos o pagar un más alto peaje que el común. No somos comerciantes y es difícil que podamos engañarlos. Habrá que decir alguno que se ajuste a nuestra situación…, procuren esconder el botín o nos veremos en problemas.-

Mi oidos no podian creer lo que escuchaban, nos tachaban de asesinos y criminales?? Era una afrente hacia todos nosotros...exepto tal ves al muchacho; las palabras de Valdia eran las mas sabias, no lograiamos convencer a los demas de nuestra inosencia, teniamos que largarnos lo mas pronto posible.
-De inmediato, nada me da mas gusto que largarnos de aqui- Sin decir mas asiento a las palabras del Kislevita y regreso a la parte delantera del carromato para aventajanos a las tropas del imperio.

Trojan coincidía con Domochievski, había que dejar atrás a los imperiales. El Paso del Fuego Negro era menos peligroso que la amenaza de una muerte en la horca, o un juicio en el que hubiera que dar explicaciones.

Sí, debemos crruzar el peaje antes de que les lleguen órrdenes de no dejarrnos pasarr. También debemos acorrdar que si nos prreguntan porr las herridas hemos sido atacados porr bandidos. Cuando encuentrren los cadáverres, si es que van a buscarrlos, ya estarremos lejos de aquí.

Valdia -dijo Trojan volviéndose a la mujer- podrrías ofrrecerrme tus talentos para sanarr las herridas. Te ayudarré con las comidas.

Al ver llegar a Domochievski regreso con los demás, a escuchar sus palabras.

Pts... Bien decía yo que necesitabamos respuestas. Si tuvieramos aún a ese tipo como prisionero, seguro que nos hubiera podido ser de alguna utilidad. Bueno, no esta de más el apresurarnos lo más rápido que podamos.

Aunque sería prudente el poder inspeccionar el camino para ver si podemos ocultarnos en algún lugar,  e ir dos por montura, si así podemos acelerar el paso. 

Domochievski, te parece si tu, yo y Lorantha funcionamos como exploradores, una rápida inspección del camino nos podría ser de utilidad.

 - ¡Vaya mierda!. - Digo furioso, después de escuchar las nuevas. - ¡A mi no me han pagado para aguantar esta mierda!.

 Mi primer impulso en largarme de allí, pero enseguida me doy cuenta de que solo cambiaría en que estaría solo y la ley me cazaría como un conejo... Lo mejor, pese a que me jodiera admitirlo, era quedarme, por el momento...

 - ¿Que hacemos?. ¿Y si esos tipos del paso nos descubren?. ¿Que haremos?. ¿No hay ninguna otra alternativa?. - Digo finalmente, resignado.

Grunt había escuchado los comentarios desde su cómoda posición en el carro, algo recostado contra uno de los laterales y apoyado levemente sobre varios bultos de equipaje. Casi parecía haber estado echando una cabezadita.

- ¿Qué diablos…? – murmuró entre dientes, aún algo somnoliento – Por las Barbas Trenzadas de Grungni… ¿es que vamos a convertir todo en una maldita discusión?

Tras ello, el enano se puso de pie y avanzó unos pasos, bajando del carromato para acercarse a sus compañeros reunidos.

- Bueno, camaradas… - dijo con aire despreocupado, mientras se frotaba las manos para desentumecerlas el frío que empezaba a atenazarlas -  ¿Qué les parece si dejamos todo esto para más tarde? ¿Para cuando estemos fuera de los límites del Imperio, quizás? Ya no podemos volver, así que no tiene sentido seguir perdiendo el tiempo.

- Que los heridos se tiren en el carro y se hagan los dormidos, mezclados con las lanzas y el resto de las armas. Podemos cubrirlo todo con las mantas y las capas que conseguimos en el combate. Con este frío, no creo que nadie se asuste por unos cuantos viajeros bien abrigados.

- Supongo que cuantos más seamos en el carro, mejor funcionará nuestra fachada. Será más bulto y todo eso… Pero tal vez sea prudente que algunos se adelanten para investigar el terreno.

- No he visto correos ni mensajeros, así que dudo seriamente de que los hombres de la guarnición estén avisados de nuestra fuga. Aunque también puede haber otros senderos, atajos y esas cosas. No estaría mal ser precavidos.

- CLAP !!!!

Grunt cerró su discurso con un sorpresivo y contundente aplauso, que puso en guardia a la mayoría de sus compañeros.

- ¿Qué dicen… nos ponemos en marcha?
 

Lorantha, tras atender a los heridos y después de escuchar las alarmantes palabras de Domochievski, se dispuso a borrar las huellas del camino. Ella avanzaba más rápido que la mayoría, más rápido incluso que la carreta, con lo que creía que podía permitirse el lujo de borrar las huellas del grupo para luego alcanzarles, y así se lo comunicó al resto.

- Lo siento Nathan, pero yo me quedaré atrás para borrar nuestras huellas. Puede que me lleve un rato, pero si ocultamos nuestro rato durante medio kilómetro o así desde este punto, ahora que hemos abandonado el camino, puede que tarden en volver a recuperar el rastro y necesitamos todo el tiempo posible para franquear ese control imperial y no encontrarnos entre dos fuegos. Estad atentos a las aves mensajeras que puedan surcar el cielo y derribadlas con lo que sea. -

Un poco antes de iniciar la marcha, habló con el dios de la tierra pidiéndole su gracia para que le otorgara el paso fantasma. Se agachó al suelo y tomando un pellizco de arena lo lanzó al aire dejando que esta callera sobre ella.

Luego tomó una improvisada escoba (un palo y varias ramas finas atadas a él o en su defecto un trozo de cuero) y se puso a barrer las huellas que se iban dejando.

- Bien hablado Grunt. Parece que por fin vamos poniendonos de acuerdo - y dicho esto Walter se subio al carro y tomo asiento con cuidado para evitar que se le puediesen abrir las heridas - Y cuidado con los baches -

Arqueo una ceja a la elfa, antes de partir a explorar el área.

-Ayudarme con la comida?- respondió Valdia, -mas bien lo haré a cambio de que mantengas tus manos muy lejos de ella- murmuro entre sonrisas al tiempo que le tocaba al hombro y le indicaba a Grim que arrancara.

-Pero quien fue el imbecil que desato a Nathan-, clamo de forma vociferante Domochievski –Es que nadie puede hacer bien las cosas aquí. Y tu!- dijo señalando a Nathan –Vuelve al carromato y no des mas problemas, hasta tu sabes bien que no eres un explorador. De hecho no se que papel funges aquí. Lorantha tiene razón, ella se encargara de todo, dejaria alguien mas para su protección, pero quizá solo le estorbe. Además necesitare a Grunt mas adelante. Cuando lleguemos tendremos que mandarlo a explorar el lugar, y también necesitaremos a alguien con una buen discurso creíble para evitar problemas- Concluyo el Kislevita al tiempo que arreciaba la marcha de su corcel esperando que el resto lo siguiese.