Partida Rol por web

El Guardia grito de nuevo desde las alturas –Bien, ya la veo, se aproxima con mucha velocidad, vaya que tiene prisa, llegara aquí en cosa de minutos. No olviden detenerla y pasar una revisión rápida- Al parecer el guardia había regresado a sus deberes y ya no prestaba mas atención a lo que acontecía allí abajo.
Mientras, ya algo cansados Nethan y Sir Hugo continuaban con el proceso de abrir la puerta, ya no les faltaba mucho, sin embargo la carroza ya estaba cerca y si era perseguida se verían en problemas

-Valdia- grito el mediano mirando a la mujer pero enseguida se arrepintió y voltio a mirar a la elfa -tu, Lorantha, ayuda a Trojan, sácale esa maldita flecha, aun no salimos de esta. Grim acelerara todo lo que puedas, Domochievski ya nos alcanzara. Esperemos que Sir Hugo y compañía hayan cumplido con su trabajo.-

Sin distraerme para nada solo reduje la velocidad, cuando escuche las voces y los estruendos supe que el bárbaro ya estaba con nosotros así que procedí a conducir a toda velocidad para finalmente alejarnos de esos rapaces y poder largarnos de una buena vez. -Sujetense- Les grite a todos. -No se como vallan a responder estas bestias- Y trate de ir lo mas rápido que podía.

Sudando copiosamente debajo de la armadura, ves como su bonita cabellera negra está pegada a la cara.

- Vamos, esto ya casi se ha abierto - menos mal que he logrado que el guardia nos deje en paz, sino nos haría esto mucho más complicado...

Grunt se había mantenido completamente al margen del combate. Un poco por voluntad propia, pues consideraba que no se encontraban en posición de hacer frente a tantos enemigos. Pero sobre todo por cuestiones ajenas a su decisión. En verdad, y a pesar de todos sus esfuerzos por lograrlo, apenas si había conseguido alzar su contundente cabezota por sobre el borde del carro.

Durante toda la escena, había tenido que contentarse con permanecer despatarrado encima de las provisiones, tumbado boca abajo entre infinidad de bultos y paquetes que lo mantenían prácticamente inmovilizado. Era como navegar un río correntoso montado sobre unos cuantos barriles.

Cada vez que el enano conseguía incorporarse sobre una de sus rodillas, algún bandazo del carro lo devolvía bruscamente a un rincón del vehículo, dejándolo en una posición aún más incomoda que la anterior. Solo cuando Grim decidió disminuir un poco la velocidad, el enfurecido enano pudo por fin recuperar el equilibrio.

- Por la Gran Ménsula de Grungni… - masculló por lo bajo con evidente frustración – Que mierda de caminos. Y dicen que estos son los caminos del Imperio ???

- PTHUU !!! – escupió con desprecio tras poner en orden sus ropas – Los salones perdidos de la vieja Karak Ocho Picos deben de tener un empedrado en mejores condiciones que este… al menos hubieran puesto piedras parecidas…

Sin dejar de farfullar maldiciones para si mismo, el enano ayudó al bárbaro a incorporarse. Cada tanto echaba furtivos vistazos en dirección a la puerta de la ciudad.
 

Lorantha notó como se reducía la velocidad del carro, aunque pendiente como estaba de lo que ocurría delante no sabía bien porqué. Instantes antes el enano se debatía en encarnizada lucha por hacerse con las riendas, pero en esta ocasión parecía muy consciente de lo que hacía. Miró entonces por encima del carro para ver como por detrás el bárbaro nórdico corría como alma que lleva el diablo para alcanzarles. Luego miró a Grim - ¿Cómo demonios aquél enano que estaba concentrado en controlar el carro había sido capaz, desde aquella posición en la que no había modo de ver lo que ocurría por detrás, de intuir que su compañero venía? - pensó. 

- Mierda, debía haber llevado yo las riendas - se lamentó en silencio mientras animaba al bárbaro a subir - Cló cló-cló-cló-cló cló-cló -

Iba a volver a sentarse mirando al frente al ver que Trøjan iba ya a subir al carro, cuando vio como una flecha, atravesaba su pierna. Por fortuna para él, Kurt ya le había agarrado con fuerza y le ayudó a subir al carro. Unos segundos antes y no tendrían que volver a preocuparse de él.

Todavía el enano no había vuelto a acelerar el carruaje cuando escuchó la estridente voz de Jaime requiriendo su presencia para ayudar al norteño. Guardó la flecha en el carcaj y se dejó caer dentro. - ¿No te habían dicho tus mayores que no te quedaras a jugar en la calle? Y ahora que te han hecho daño tus amiguitos vienes a que mamá te cure ¿no? -

Examinó durante un rato la profunda herida del nórdico y luego se giró para mirar a Jaime con cara seria., negando con la cabeza. - En estas condiciones no hay nada que pueda hacer. Si le saco la flecha ahora, con este traqueteo, corre el riesgo de desangrase como el cerdo que es aquí mismo. -

Dicho eso se giró y saliendo de nuevo del interior volvió a ocupar su posición en le cabestrante junto a Grim, preparando de nuevo su arco.

La flecha no preocupaba al bárbaro, era un alfiler en un mar de heridas que sufridas a lo largo de su vida. Pero la elfa encargándose de retirarla... eso si que era para preocuparse.

-No sabes cuanto me gusta que te llames a ti misma mamá... pero sin apuros que puedes seguir tocándome todo el tiempo que gustes!-

El sabía que Lorantha lo despreciaba, no recordaba en realidad por qué había sido que empezó todo... pero a sabiendas de que no lo toleraba, el siempre buscaba la manera de sacarle un disgusto. Y tenía que reconocerlo... la elfa era un mujeron!

-O lo prefieres de la otra forma y yo te toco a ti?-

Kurt observó el estado de la pierna del norteño, parecía bastante clavada la flecha, así que dijo:

-Hay que salir de aquí, se va a desangrar tarde o temprano- observando a todos, hablando apra todos. Desenvainó la espada y el escudo, y cuidadosamente asomó la cabeza observando la muralla a ver si había alguien, o en los alrededores.

Mintras Grim el enano forjador de Runas empezaba a tomar cierto control de las riendas de la carroza consiguiendo que esta marchase rápido y sin brincos, la astuta Lorantha se daba cuenta que no seria posible atender al “valiente” de Trojan por el momento, tendrían que esperar a estar un tanto mas lejos y calmados.
En el camino ya se veía la puerta al exterior de la ciudad, estaba casi abierta por completa, y parecía seguirse abriendo aunque aun paso muy lento. Un par de guardias custodiaban desde las torres que se encontraban a cada costado de la puerta y parecían no prestar mucha atención al hecho de que la puerta se estuviera abriendo, incluso uno de ellos miro por un instante a la carroza y voltio con indiferencia, como si no notara nada raro en absoluto.

A su llegada Jaime y los demás pudieron apreciar que quienes abrían la puerta no eran los guardias que se encargaban de esta sino Sir Hugo y Nethan, quienes algo agitados aun luchaban por conseguirlo en su totalidad.
El camino hacia el paso de fuego negro estaba frente a ellos y parecía sumamente tranquilo y despejado, al parecer ya todo quedaba atrás, solo faltaba que el Kislevita lograra reunirse con ellos mas tarde tal como había asegurado. Sin embargo había un pequeño detalle que surcaba las mentes de Nethan y Sir Hugo, si todos saldrían en la carroza, quien cerraría la puerta desde dentro?.

-Que alguien ayude a esos 2, tenemos que darnos prisa, aun no salimos de esta- Dijo Jaime para súbitamente guardar silencio al ver a los dos guardias encargados de la puerta en su puesto de vigilancia aparentemente…, ebrios?.
-Que se supone que han hecho ustedes dos con estos dos guardias?- Pregunte Jaime con una de sus sarcásticas expresiones, señal de que se estaba divirtiendo.

-Yo me haré cargo de abrir esa puerta por completo, hace mucho que no estiro los músculos como es debido- Dijo el anciano Igor al tiempo que se dirigía a la salida de la carroza. Pero al mirar hacia fuera noto algo importante que podría destruir sus planes…, y mirando a los demás pregunto –Alguien me ayudaría a bajar de esta cosa?-

Véis como jadea y suda por el esfuerzo de abrir la puerta

-  ¡ No les hemos hecho nada a esos guardias ! simplemente están dormidos o borrachos o drogados o qué sé yo... el caso es que está maldita puerta no termina de abrirse. ¿ Se os ha ocurrido pensar quién cierra la puerta ? es imposible hacerlo desde fuera como es natural. Yo opto por dejarla abierta de par en par, que se ocupen los guardias de cerrarla que para eso les pagan- dice encogiéndose de hombros.

-Capitan yo le ayudare - dijo Walter bajando del carro y prestando su brazo al anciano para que pudiera bajar mientras miraba al resto - Sir Hugo tiene razón a nosotros que mas nos da que la puerta quede abierta. Nuestro interes es salir de aqui rapidamente y si es posible con el secretario de Jaime. ¿No es asi jefe? -

-Sir, sos todo un actor o un embustero.- digo guiñando un ojo a Sir Hugo.

Observando hacia todos los lados, Kurt terminó por mirar a sus compañeros y dijo en un susurro:

-Lo que hagais,hacedlo con el menor ruido posible, no llameis su atención,y podremos largarnos tranquilamente,vamos.

-Esto me pasa por juntarme con enanos,halflings, elfos y norses...gentuza - pensó Kurt.

Ante la ayuda del fuerte y caballeroso Walter Vonhoffen, el viejo Igor autodenominado como el Lord Mariscal del clan sombra lunar procedió a prestar ayuda a Sir Hugo y compañía y para sorpresa de todos el viejo logro aportar el empuje que faltaba para poder abrir por completo la puerta. Mientras el viejo Igor sumamente cansado trataba de recuperar el aliento y mostrar que no había sido nada difícil Sir Hugo procedió a atrancar la puerta. Todo estaba listo ya para partir.

-Bueno camaradas, logramos escapar por los pelos, no se si haya alguien interesado en controlar las riendas o si prefieren que yo siga haciéndolo, aclaro que aun no domino bien a estas bestias y podría hacer que nos estrelláramos en el siguiente árbol-.

Montando en su caballo aún jadeante Sir Hugo sonrie y dice por lo bajinis a la puerta

- Te vencí ¡ condenada !

Una vez está sobre el caballo anima al resto a continuar

- ¡ Vamos muchachos, el paso nos espera ! - dice mientras azuza a su caballo para ir al paso delante del carro.

Desde su posición en el cabestrante observó cómo sus compañeros habían conseguido dejar expedita una vía de escapatoria y cómo instantes después se incorporaban a la marcha.

Atrás quedaba la última ciudad del imperio y como en muchas otras ocasiones habían tenido que salir huyendo.

Alejados del peligro y detenido el carruaje para dar un respiro a los animales de tiro tras el esfuerzo realizado, bajó de un salto al suelo e indicó. - ¡Bajadme a esa gallina asustada y plañidera, a ver si podemos hacer que deje de llorar de una vez! -

Mientras ayudaban a bajar al berserker Norska, buscó un palo de madera, lo suficientemente fino para que pudiera morderse pero no tanto como para partirlo con los dientes. Cuando lo hubo encontrado y vio que el norse se sentaba en el suelo ayudado por Valdia, se acercó a ellos y le tendió el palo a Trøjan - Muerde, no queremos que oigan tus gritos en tu tierra. - le dijo con una mueca medio de asco medio de risa. La verdad es que se lo estaba pasando de miedo viéndole sufrir. Claro que él intentaba por todos los medios que no se notara, pero sabía que aquella herida, le dolía de veras.

Tras permitirse ese momento de venganza personal, y cortando con la mano cualquier tipo de respuesta grosera por parte de su paciente, sacó su cuchillo y cortó ligeramente el pantalón para observar bien el alcance de la herida. La examinó a conciencia y luego con manos expertas empezó a proceder.

Primero cortó con cuidado la punta de la flecha mientras Valdia trataba de inmovilizar la pierna. Luego se concentró durante unos instantes mientras murmuraba en su idioma natal - يبارك يدي مع نقاء للمكالمات. Kornus دليل خطواتي لرأب هذا الحيوان الجرحى. Asuryan -

Una llama apareció en su mano y con ella prendió el mástil de la flecha, la parte cercana a la punta que acababa de cortar, impidiendo que la llama se extendiera por toda la flecha. Cuando notó que esta había alcanzado la temperatura adecuada, sopló para apagar la llama. Luego agarró la flecha con firmeza donde las plumas y tiró con fuerza para extraerla limpiamente.

Como había previsto la herida dejó de sangrar por el efecto de la cauterización. Rápidamente, del botiquín extrajo una masa viscosa que extendió sobre la herida y luego la vendó.

- Cuando quieras Jaime, este ya está. -