Partida Rol por web

La Serrana de la Vera

IV. Epílogo. Ames parentem, si aequus est

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22/02/2013, 21:30
Elvira

Subísteis a la galería superior, pero encontrásteis aún la noche estrellada en la boca de la cueva. Y tan peligroso era salir de allí que decidísteis esperar unas horas, hasta que amaneciese para regresar al pueblo. Alguno de vosotros pensó incluso en dormir algo, tras tanta aventura en pocas horas; pero aquello era como pedir que convirtiesen la tierra seca en agua fresca, o la carne muerta en vida...

La moza, tras haceros algunas preguntas y saber acerca del "Escornáu" (que según ella era así como llamaban por allí al ser del cuerno brillante que mató a Bartolomé, y que increíblemente nadie había visto más que en las leyendas), decidió hablar sobre ella un poco, para matar el tiempo mientras amanecía.

Estoy alegre, señores, por que estáis aquí... -comenzó la joven-, pero a la vez triste, muy triste. Y os diré porqué... -no sabíais a qué había venido eso, pues al fin estaba fuera de peligro, al menos el peligro acaecido abajo-. La aldea donde crecí era pequeña, muy pequeña, y desde niña no tenía más que a mi primo como compañero de juegos. Claro que pasado un tiempo, él y yo nos vimos con otros ojos..., ya saben... -parecía costarle hablar del asunto, incluso hacía grandes pausas entre las frases que decía-. Hará muchos meses ya que mi padre, Francisco, me sorprendió con mi primo, ¡y casi que le mata aun siendo de la misma sangre!; y menos mal que huyó  tiempo -resoplaba, pensando en el otro-. Entonces, durante un tiempo,  mi padre y yo nos distanciamos, hasta que un día decidí que no quería estar más con él, irme con mi primo. Y por ello salí a buscarle... pero nunca lo encontré.

Ahora hizo una pausa, se levantó, se encongió de hombros y comenzó a dar vueltas por la cueva.

Sabía que había ido a un pueblo cercano, por lo que me contaron unos vecinos -continuó-, por lo que un día abandoné Ad Fauces y atravesé estos parajes... Mientras iba al otro pueblo, oí una dulce voz que me llamaba, como si alguien me estuviera viendo desde detrás de algún árbol o arbusto... No era mi primo, por supuesto, pues era una voz de mujer... Pregunté a la nada quién era, para que se descubriese, y yo estaba muy nerviosa... Cuando me di cuenta... un par de lobos, o al menos eso parecían, pues sus ojos no eran más que "negrura", me rodearon... hasta que vi acercarse, apoyada en un bastón a,  a... a... "Ella"...: "la bruja"... -la muchacha se puso nerviosa-.

Apaciguó a esos lobos y debió golpearme en la cabeza... pues sentí un gran dolor... y no recuerdo más... Estuve mucho tiempo en la zona de abajo, atada en las cadenas donde está el cuero del leñador... ¿vísteis esos sacos allí tirados al lado del altar? ¿veis todos esos huesos? -señaló el montón de huesos que tambíen había arriba, donde estábais-. Ellos son su víctimas: la bruja... la bruja los atraía, se acostaba con ellos, y luego... ¡los mataba!

La chica rompió a llorar y por momentos dejó de relatar la horrible historia. A las pocas horas, amaneció, por lo que salísteis de la cueva, y Elvira, ubicándose medianamente, os hizo caminar ladera abajo hacia Ad Fauces, que se veía a lo lejos, en el interior del precioso valle hurdano. Claro que estaba muy lejos, y vuestra percepción de haber caminado tantísimo no era tal... realmente os habríais desorientado en vuestra huida antes de encontrar la cueva.

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22/02/2013, 21:57
Lorenzo

Una hora de caminó os deparó el descenso. Al fin llegásteis a la aldea, cruzando un camino empedrado (tal vez calzada romana) muy lleno de maleza y descuidado. Rodrigo se llevó parte de la piel de aquellos lobos como prueba de los hechos. Nada más llegar allí, la joven Elvira se sentía reticente a volver a su hogar tras tantos meses y salir sin dar ninguna explicación. ¿Qué diría ahora su padre? ¿Cómo reaccionaría? Tuvísteis que llevar de la mano a la muchacha, tomando la iniciativa de volver vosotros.

Cómo no, fuísteis a ver si se encontraba en la taberna el bueno de Lorenzo. Y sí, por allí estaba. Le vísteis secando un par de vasos tras la barra. El hombre se quedó a cuadros nada más veros.

¡La Virgen!... -entonces salió de la barra para veros más de cerca-, ¡vosotros! ¿¡Qu...!? ¿¡Có...!? ¿Qu... que? ¿Cómo habéis...? ¿Qué ha pasado...? ¿Do... donde... encontrásteis al leñador...? ¿Vísteis la...? ¡¡Tú!! -Lorenzo se llevó la mano a la boca al ver a Elvira-.

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22/02/2013, 22:07
Elvira

Si, Lorenzo... -la muchacha miraba al suelo-. Yo también me alegro de verte. ¿Sabe si mi padre estará en casa o ha salido al monte a por...?

Elvira hablaba como la "hija pródiga" que vuelve a casa, apesadumbrada y nerviosa, cabizbaja...

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22/02/2013, 22:09
Francisco

¡Aquí estoy! -dijo Francisco  mientras se posaba en la puerta de la taberna que había quedado abierta tras vuestra entrada-. He oído que Lorenzo hablaba con alguien mientra venía hacia aquí... ¡Elvira...! -la voz de Francisco, su padre, era seria, muy seria, como quien habla con una ilustrísima figura papal o cualquier señor al que el más pobre campesino rinde pleitesía por salvaguardar su vida-.  ¡¡Hija mía!! -finalmente, Francisco "se deshizo", perdió la compostura y no pudo sino abrir los brazos esperando que su hija corriera a abrazarle-.

Elvira no lo pensó: se abalanzó sobre su progenitor con un llanto desconsolado hasta posar sus lágrimas en el hombro de éste.

¿¡Qué te ha pasado!? ¿¡Estás bien!? ¿¡Dónde fuiste!? -"despegó" a la muchacha de sus brazos para verla bien frente a frente. Acto seguido, volvió a abrazarla-.

Cuando los ánimos se hubieron calmado un poco, Lorenzo os invitó a sentaros a todos, y Elvira comenzó a relatar su historia. Explicó cómo salió huyendo, describiéndolo no sin vergüenza por tal acto, y tambió narro lo de los dos lobos y "la bruja" que la embaucó y encadenó. Luego continuó con la historia que os estaba contando en la cueva y que os dejó "a medias".

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22/02/2013, 22:17
Elvira

... y en esos mismos sacos, allí tirados a modo de alcoba, se acostaba con los hombres que engañaba y traía a la cueva... y luego los mataba... ¡Era horrible! Yo lo veía todo mientras me tenía encadenada... Salía de la cueva una vez al menos, ¡quizá menos!, y sólamente atada y amordazaba...  -la voz le temblaba-. Y yo creí que iba a morir... Sin embargo, semana tras semana, y mes tras mes, viendo llegar y morir muchos hombres, me pregunté porqué yo seguía allí, porqué seguía viva, porqué me mantenía presa y no me mataba como a tantos aquellos... Hasta que un día... se lo pregunté.

Entonces, Elvira echó una mirada infernal a su propio padre: se levantó de la silla donde estaba sentada y continuó hablando de pie. Su padre se sorprendió.

¿¡Porqué nunca me lo contaste, Padre!? -elevando la voz- ¡Al menos...! ¡¡Al menos tenía el derecho de saberlo!! ¡¡Me quitaste a mi madre de mi vida!! Era una bruja... una prostituta de Satán, ¡¡pero mi madre!!

La escena dio un vuelco de 180 grados. ¿de qué diantre estaba hablando la joven? ¿Qué le estaba reprochando a su padre? Lorenzo, prácticamente como el resto, se quedó con la boca abierta, mirando a Elvira, luego a Francisco, y otra vez a Elvira.

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22/02/2013, 22:25
Francisco

Francisco comenzó a pestañear rápido; su boca se abrió un poco hasta que comenzó a morderse los labios, y ese gesto de alegría como quien contempla un milagro por encontrar a su hija se convirtió en nerviosismo. Sacaba su lengua para mojarse los labios, miraba para abajo en ocasiones, como avergonzado, y se llevó la mano a la boca. Sus ojos comenzron a brillar, parecía emocionado.

Estaba claro que el padre comprendía lo que su hija le estaba diciendo, aunque hablara como en clave para el resto. Pero pronto Francisco pareció aclararos un poco la situación.

Ve... verás... hija mía... -dijo muy nervioso y "entrecortado"-. La bruja...,  la bruja... -y al repetirlo miró a Lorenzo, haciéndole ver que iba a hablar de algo que él conocía y que había estado hablando de ello con el durante tanto tiempo como simples rumores-, la bruja es efectivamente tu madre... Veamos... -y comenzó a elucubrar, intentando hilar un discurso de ideas para responder-.

Hace mucho tiempo, algo más de veinte años -curiosamente, casi coincidía con la edad de Elvira-, caminaba yo por el cerro con mi padre, tu abuelo... íbamos a por las cabras que antes solíamos ir a pastorear a la falda de la montaña... El caso es que... al volver... una de las cabras se precipitó por un peñasco y salí a buscarla... No la encontraba... ¡No la encontraba! ¡Y no podía volver sin ella, que no nos costó barata su piel precisamente! Entonces oí una voz... una dulce voz... -Francisco resopló un par de veces antes de continuar e incluso pidió a Lorenzo un vaso de agua antes de continuar-; me llamaba, conocía mi nombre... ¡no se cómo! Entonces me decía, dentro de mi cabeza que "me acercara", "me acercara"... y yo, no sé cómo ni porqué, le hice caso...

Llegué a una cueva, la cual olía terriblemene mal, como a cadáver, y allí una mujer de horrible aspecto se me presentó delante de mí, desnuda. No quisiera yo hacerlo, pero parecía yo como hechizado, no..., no sé como explicarte. Mis pies caminaron hasta ella y luego hasta su lecho... y allí... allí... no sé cómo... allí... -el hombre se ruborizaba, pero quería decir que se acostaron-. Yo había oído rumores ya, y tenía veinte años menos que ahora, sobre una mujer, una terrible mujer que abogaba por el demonio, y que tomaba hombres y los hacía unir en carnes con ella... y yo mismo lo comprobé... ¡pero no era yo! ¡Aquello era como una pesadilla! ¡un mal augurio!

Cuando acabamos de hacer aquello, ésta se durmió, y entonces una voz resurgió de una esquina de la cueva. Envuelta en sábanas andrajosas y manchadas de sangre había... había... -Francisco se miraba los labios, mirando fijamente a su hija-...: ¡estabas tú, hija mia! ¡Te arropé! ¡Te cogí! ¡Te llevé al pueblo...! ¡Esa bruja es tu verdadera madre! ¡Ella no podía darte buena vida! ¡¡Te hubiera matado probablemente!!

Francisco rompió a llorar...

Pude escapar de allí, milagrosamente... Tu abuelo también sabía que no era su nieta, pero creyó que tu misma habías sido una bendición divina, del Señor: "nos entregó a la muchacha por esa cabra", solía decir..., y guardó el secreto, conmigo...

El tabernero Lorenzo tenía los ojos como platos ante la situación. Él tampoco sabía que Elvira no era en realidad hija de Francisco, aunque si de las leyendas que emanaban de no muy lejos...

 

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22/02/2013, 22:43
Elvira

Mi madre ahora está muerta..., según me contaron ellos -Elvira os señaló-, el Demonio vino... y se la llevó -en realidad le omitísteis las indeseables descripciones de cómo la devoraba-. Entiendo, Padre... -la muchacha resopló, arrepintiéndose de haberle echado en cara algo tan justificable como lo que hizo Francisco, su padre-. Lo... lo siento, Padre... Siento también haberme ido, haberme escapado tras mi primo... Ellos... -os volvió a señalar-, ellos me salvaron, me recogieron del altar donde estaba, pues la bruja quería hacer algún tipo de sacrificio maldito...

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22/02/2013, 22:47
Lorenzo

¿¡Es eso cierto!? -preguntó Lorenzo como hechido de orgullo por vosotros por tan buen gesto-. Os lo agradezco hasta yo, muchachos. Ahora mismo.... ¡ahora mismo os traigo de comer! ¡¡abri el gaznate!! ¡¡Y a ti también, Elvira!!... Os voy a preparar un buen... ¿eh? Un momento -Lorenzo se paró en seco-. ¿Donde está ese viejo andrajoso? ¿Cómo era...? ¿Bartolomé?

Entonces le contásteis lo de aquella bestia de cuerno brillante, el Escornáu..., que había matado al mendigo. Y por poco no le da un pequeño infarto al tabernero, lo cual casi no se creía.

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22/02/2013, 22:50
Francisco

¿Es... es eso cierto? -preguntó sorprendido Francisco-, ¿Trajísteis tal y como hice yo a mi hija de las cadenas de esa bruja? -el hombre resopló, y volvió a emocionarse, aunque esta vez se reía-. Os cogió vuestras manos, de una en una, y os las besó. Gracias, ¡gracias!, deuda que tengo por ustedes de por vida, pues me habéis devuelto lo único que me importa... ¿Cómo...? ¿Cómo podría agradecéroslo? ¡Pedime lo que sea! ¡Lo que queráis!

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22/02/2013, 23:09
Lorenzo

En esos momentos, Lorenzo dejó de cortar las viandas (queso, chorizo y lomo de un color rojizo espectacular...), aunque no por ello soltó su cuchillo. A través de una de las ventanas de la taberna, vió a dos peregrinos como acercarse a lo lejos a la aldea de Ad Fauces. Venían en jamelgos, a paso muy lento (y era normal: las elevadas cumbres de la comarca de las Hurdes no daban tregua a nadie).

Lorenzo entrecerró los ojos y observó que los dos viajeros que llegaban venían ataviados con capuchas, hábitos blancos y largos hasta los pies y mangas enormes, que apenas dejaban ver sus manos si no fuera porque tenían cogidas las riendas). Éstos llevaban también un pequeño petate. Cuando se aceron a la posada, se bajaron de los caballos, y llevándolos hasta donde había salido Lorenzo, dejaron ver la camisa de seda de su interior, que parecía mostrar una especie de esvástica invertida cosida a la camisa... Ese símbolo, era de la Vera Lvcis... (pero ni siquiera el bueno de Lorenzo conocía de su existencia).

Buenos días señores, qué se les ofrece -dijo el tabernero con gesto amable-. ¿Vienen de muy lejos?

Éstos parecía tener cara de pocos amigos.

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22/02/2013, 23:10
Miembro de la Vera Lvcis

Venimos buscando a cuatro hombres -dijo uno de ellos con rostro serio y voz muy imperativa-. La Iglesia de Dios los busca por matar y otras fechorías igual de graves. Puede que hayan llegado a estas tierras... Dos son muy jóvenes y otros dos más viejos, uno de los últimos un desamparado y pobre... ¡pero culpable!... ¿Los ha visto?

Parecía como si fueran a prender allí mismo a Lorenzo y llevársele a todo él para cobrarse la deuda. La Vera Lvcis, casualmente, había dado con vosotros, o más bien con vuestro paradero, no realmente con vuestra presencia.

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22/02/2013, 23:14
Lorenzo

Ehmm... -Lorenzo negó girando la boca y la cabeza al mismo tiempo. Se podría decir que tampoco era un lumbreras, por lo que estuvo seguro de que no había llegado nadie así hasta que recordó vuestras presencia- "Dos jóvenes y dos viejos..." -pensó, y entonces se percató de que érais vosotros... y se acongojó-. Ah sí, un..., un momento... llegaron cuatro tipos ayer, comieron aquí y pagaron bien... puede que sean los que buscan -dijo el tabernero-. Y además... ¡se dejaron una bolsa con dineros y un par de botas en su interior, los desgraciados!, Voy a buscarla, ahora mismo se las saco y la ven...

Entonces vísteis cómo Lorenzo entraba algo nervioso, sin saber vosotros porqué. Su alma dicharachera era ahora cautela, e incluso vostros, que lo habíais conocido de un día, se lo notáteis.

Iros de aquí... salid por la ventana de la barra... -os dijo sin salirse de su paso y dirección hacia una esquina de la taberna y por supuesto sin girar la cabeza y casi sin torcer su boca-. No dijo más, y tampoco se aseguró de que lo hubiérais entendido: iba a hacer algo, nadie sabía el qué.

Rápidamente, se metió tras la barra, sonó como un metal y volvió a salir a la calle portando una tela negra, como una bolsa grande. Fue entonces cuando mirásteis por la ventana y observásteis que algo no iba bien: ¡Dos tipos aguardaban en la entrada! ¡Y eran los mismos que habíais vistos en cuando comenzaron a perseguiro!

Si...¡miren! -dirigiéndose nuevamente a los de la Fraternitas-, he aquí la bolsa que les digo...,

                                       ¡miren!

                       ¡MIREN la bolsa!

                                   ¡¡¡¡MIREEEEN!!!

            ¡¡¡CORRRREEEEEEEEEEEEEEDDDD!!!

Cuando Lorenzo gritó, os asustásteis y salísteis corriendo afuera mientras Elvira miraba por una ventana. El tabernero había sacado de la bolsa, con la cual lo había ocultado, un pequeño hacha con la que despiezaba cerdos en las matanzas,  la había elevado con tal precisión y maestría delante de los dos tipos, que éstos no tuvieron apenas tiempo de reaccionar para evitar que su filo se les echara encima, primero a uno y después al otro.

         ¡¡¡¡¡SALID DE AQUÍ!!!!!

                            ¡¡¡¡¡¡¡DEPRISA, HUID!!!!!!

Francisco, por su parte, cogió un cuchillo que siempre llevaba encima, sobre su cinturón, y al ver la situación se abalanzó sin casi pensarlo hasta la puerta para clavarle a uno de los dos la hoja en el estómago. No sabía muy bien qué estaba pasando, pero también se dio cuenta que aquella pelea tenía que ver algo con vosotros, y, como muestra de agradecimiento, agitaba la mano violentamente para advertiros que os largárais de allí al momento, olvidando todo aquello, y casualmente, devolviéndoos el pago por haber recuperado a su hija.

 

Huísteis de allí, sin casi mirar atrás.

Jamás volvísteis a aquellas tierras donde habíais presenciado tantísimo horror.

 

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22/02/2013, 23:31
Invocadora del Mal

Lo que nunca supisteis:

Aquella bruja era, efectivamente, la madre de Elvira. Era en realidad una Meiga Xuxona afincada en estas tierras, la cual usaba sus encantamientos para atraer a los hombres a su guarida, amancebándose de éstos para alimentarse de su sangre hasta dejarles consumidos (cualquier leñador o pastor de las comarca). Claro este caso era diferente: En un pacto con Agaliarepth (también llamado "Flaurio" o "Leonardo"), ésta le propuso entregar a su propia hija, la única y primogénita para intercambiar con ella su belleza (recordemos que "la bruja" era terriblemente horrenda).

Agaliarepth le propuso que debía acostare con trescientos hombres y luego acabar con ellos, y sólo así él intercambiaría la belleza entre madre e hija. Claro que el diablo siempre procura por el mal mayor, asi que incluso permutó su parte del trato por devorar a la bruja tal y cómo presenciásteis... ¿y porqué? os preguntaréis. Pues la respuesta no es otra que ésta reflexión: ¿y quién era realmente el padre que habría engendrado a la bella Elvira? Sin duda alguna que el propio Agaliarepth... ¿tal vez para continuar sus maldades a través de su hija?

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"La Serrana de la Vera" es el mayor mito extendido por toda Extremadura, sobre todo en la provincia de Cáceres, y originalmente se trata de una hermosa mujer, con apariencia de cazadora o de amazona de fuerza sobrehumana y ciertas características sobrenaturales, que vive en los montes y que debido a que sufrió varios desengaños amorosos que la llevaron a perder su fe en los hombres, se resguardó en las montañas para no sufrir nunca más. Por ello lleva a los hombres con los que se cruza a su cueva para matarlos (a menudo después de emborracharlos o haberles hecho el amor) y guardar los huesos en la cueva.

Esta ha sido mi interpretación "aquelarriana" sobre el mito de mi tierra.

Tened cuidado si viajáis a la Extremadura Profunda ;)

::FIN::

Monumento a la Serrana, Garganta la Olla (Cáceres)